domingo, 2 de noviembre de 2008

En casa / En Kabul (Homebody / Kabul, Tony Krushner)




¿Pueden las ruinas de la sociedad de Kabul ser equivalentes a las ruinas morales de alguna familia de Londres? ¿Pueden ser equivalentes las ruinas de los territorios de Oriente similares a las ruinas en la subjetividades de la sociedad Occidental? Tony Kushner, una de las voces más importantes del teatro contemporáneo, nos pone frente a un escenario donde estas equivalencias sean pensadas tras la última línea de la estupenda obra, En casa / En Kabul, obra escrita antes del atentado del 11 de septiembre a las Torres Gemelas. 

El argumento es simple: una ama de casa londinense decide viajar decidida a Kabul. Esposo e hija o padre e hija van en busca de esta mujer. En su búsqueda, se encontrarán con una serie mínima de habitantes que sobreviven en Kabul. No es precisamente una obra donde el viaje se erige como la ruta para el autoconocimiento; tampoco es una obra donde el héroe o la heroína se eleva de su condición primigenia para alcanzar algún tipo de redención. La obra nos plantea más.

Kabul no solo es la capital y la ciudad más grande de Afganistan con tres millones de habitantes, también es la ciudad donde descansa el cuerpo de Caín, según la leyenda, el primer fraticida y el primer hombre que retó el poder de Dios destruyendo parte de su creación, con lo cual se convirtió en el primer ángel de la muerte. Incluso, en la obra se sugiere que es el mismo Caín el fundador de la ciudad. ¿Será acaso la razón para que la destrucción sea inherente a la ciudad de Kabul? El autor se pregunta si "¿son los cataclismos y catástrofes las contracciones que dan a luz al futuro, es la fosa. común una especie de cuna, es que el futuro siempre nace de un torrente de sangre?". Esta es la premisa de En casa / En Kabul: el fin como inicio. 

No es solo la mujer de Oriente quien sufre los peores vejámenes debido a una religión fundamentalista. La mujer de occidente está expuesta a una violencia, aunque invisible, igual de desctructiva. La violencia psicológica de Occidente es tan letal como las piedras que en una lapidación dan muerte en la cultura de Kabul. La "religión de la modernidad" subyuga a los ciudadanos occidentales: trastornos psicológicos, soledad, incomunicación, depresión, bipolaridad, suicidios, abortos, dependencia a narcóticos. Si en Kabul sus edificios están en ruinas, en Londres son los hombres y mujeres quienes padecen esta destrucción. Cada bomba es igual a cada antidepresivo.

Tras un inquietante monólogo de la Ama de casa, la capital de Afganistan se nos presenta como un albergue que cobija personajes en sus límites: un esposo vencido por las circuntancias y el vicio, una hija suicida y con un aborto en su memoria, un agente inglés incapaz de abandonar la ciudad por el opio. Esos son los ciudadanos de Occidente: seres en ruinas, fantasmas infelices de lo que alguna vez soñó la modernidad, hombres y mujeres quienes se mimetizan con las ruinas de la ciudad. ¿Cómo mirar a estos hombres? Solamente se les puede confundir en ese paisaje infernal. Asimismo, por el lado de Oriente son dos personajes quienes nos sorprenden: Khwaja y Mahala. El primero desea fervorosamente que sus poemas lleguen a Londres. Sin embargo, estos versos escritos en esperanto, lengua utópica, tendrán otra finalidad que determinará su destino. La segunda es una bibliotecaria quien guarda toda la sabiduría de Oriente, y quien lucha por llegar a Londres. No son estos personajes extraños. Sus fines siempre albergan una esperanza de vida. Son el contrapunto que insufla vida a su cultura.

¿Por qué la destrucción como fin? Acaso esta obra nos plantea que solo tras esa decadencia ambas culturas podrán reconstituirse. Es, sin duda, la sensación que nos deja. Seres humanos al límite que, como en la última escena donde dos mujeres miran un jardín, aspiran a ese paraíso perdido por la soberbia. 

Es increíble que una obra como tal se haya estrenado en Lima, en la Alianza Francesa, de jueves a lunes.  

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Parece que el teatro en Lima esta mejorando.

Anónimo dijo...

a ver si es cierto. ahora que tambien son caros. El de larcomar es demasiado para un presupuesto comun

Anónimo dijo...

lei una critica en Peru21 y dicen que es una gran obra de teatro. lo raro que el autor no es muy conocido.

Anónimo dijo...

gracias por avisarnos sobre este montaje, habrá que ir para hacer un comentario

Anónimo dijo...

es cierto, es algo caro. yo tuve que ir solo porque me salio demasiado caro. la obra es buena. me impresiono el acento de la lengua de afganistan. buena.