jueves, 24 de febrero de 2011

Apuntes sobre el acto de escribir

La primera vez que escribí un cuento fue un acto espontáneo que me atrapó por varias horas y de la que salí agotado, sorprendido y, por supuesto, feliz después de haber colocado el punto final. El vapor de esa experiencia vertiginosa me alcanzó todavía para algunos cuentos más.
Pero mi vida feliz de adolescente escritor en ciernes terminó a los pocos días, cuando volví a mis primeros cuentos terminados para darles algunos toques finales y, también, por qué no, lo confieso, para simplemente para sentirme feliz leyéndolos. Digo que la vida feliz terminó porque mientras iba releyendo esos cuentos, que me habían estremecido cuando los escribía, en ese nuevo momento más bien iba encontrándoles imperdonables errores, incongruencias de las que no me había percatado la primera vez cuando la escritura era, sobre todo, un arrebato divino.
Me quedé por un largo rato abochornado y sin ganas ni de hablarme. La brecha entre lo que había querido contar y lo que aparecía en el papel era, en verdad, abismal. En otros casos, no era solo eso, sino que las mismas historias que, inicialmente, me habían parecido sugestivas, para entonces me parecían insulsas y vergonzosas.
Entonces se fueron al tacho las vidas amorosas de Michael y Katherine porque se parecían demasiado a una telenovela que había estado mirando por culpa de mi mamá. Hice pedazos el original y las dos copias en papel carbón en donde narraba la miseria de un niño pobre. La verdad, más que pena, el personaje incitaba desprecio porque su vida parecía el argumento de una película hindú de esas que aún daban en el cine Tacna de aquellos tiempos. Solo sobrevivió a la masacre El alfa y el omega de un amor, que era la historia de la bella Diana que, en el fondo era Isabel, mi primer amor. No tuve corazón para romper aquella mala historia porque aún tenía la esperanza de que Isabel regresara a mi vida, igualito que lo hacía Diana en la parte final del cuento.
Tal vez desde aquella época, la escritura se volvió un acto muy difícil, se convirtió en una batalla de la que no siempre salía bien librado. Había entendido que un cuento, así como una novela o una obra de teatro, no era el resultado de un acto espontáneo o de un arrebato estimulado por las musas. Era el producto que se obtenía después de arduo trabajo de composición en donde había que mezclar en exactas proporciones las palabras y lo hechos de manera que alcanzara una forma sólida y que lograra una existencia verosímil más allá de las subjetividades de su autor.
Después, el destino de una historia ya depende de otras razones. Por ejemplo, de la posibilidad de darlo a conocer, y aun así, si pudieras darlo a conocer, la consolidación de esa historia está sujeta a muchas otras variables. No obstante, para un escritor lo primordial es haberle dado al relato el suficiente carácter como para que tenga la personalidad suficiente de moverse en el mundo por su cuenta. Digo - haciendo una trillada comparación - un cuento ha de ser como un hijo que seguro tiene mucho de ti, pero que a la vez, alcanza a ser alguien distinto de ti.

Por cierto, soy un escritor que ha escrito muy poco, mis más queridos amigos pregonan que soy un flojo escritor, y tienen razón, pero las razones por las que no he hecho de la literatura una exclusividad en mi vida ya será motivo de otro post.


martes, 22 de febrero de 2011

Marco Marcos habla sobre la Nueva gramática de la lengua española


Como tenía que ser, las propuestas de la nueva Ortografía de la lengua española editada a fines de diciembre han llegado a mi mesa de trabajo en un impactante libro de más de 600 páginas. Menuda tarea la que me toca por estas semanas porque la introducción del libro avisa que más que innovaciones, hay explicaciones sobre el porqué de tales y cuales las reglas que, en la edición anterior, carecían precisamente de explicación. Ni modo, habrá que leerlo con la calma y la atención suficiente.

No obstante, como los males no vienen solos, resulta que paralelamente a la nueva Ortografía de la lengua española, me ha alcanzado una tarea que venía escamoteando desde hacía algunos meses: la lectura de la Nueva gramática de la lengua española cuya edición principal sobrepasa las dos mil páginas. Existe otra un tanto más comprimida, pero igual de farragosa. Incluso, hay una más comprimida y más barata a la que solo faltaría ponerle gramática para dummies según algunos antipáticos entendidos. No importa, a mí me parece válida esta última edición comprimida con tapa de cartón bastante delgado.
No me atrevería a aseverar que todo escritor debe informarse sobre las recientes modificaciones ortográficas. Después de todo, hay escritores que piensan que la grandeza de sus trabajos está en la irreverencia de sus construcciones gramaticales y en el desacato a las reglas ortográficas. No obstante, pienso que todo acto de reconstrucción (verbal en este caso) implica un previo conocimiento de las propuestas anteriores. Aquellas construcciones verbales que esconden sus desaciertos con la excusa de estar innovando me parecen, más bien, obras de poca solidez y de ninguna trascendencia salvo para el propio creador encerrado en su insulsa vanidad.
Sin embargo, si entendería por completo a quienes se excusen de darle una mirada a la Nueva gramática del español que, eso sí, a pesar de las interesantes propuestas de análisis gramatical que me va insinuando, pienso que debe ser un plomo sobre la cabeza para quien no le llame la atención la descripción de las estructuras gramaticales. En mi caso debo leerlo, sin más excusas, porque una parte de mi vida la ocupa la enseñanza de cursos de redacción, y, ni modo, habrá que enfrentar al toro.
Es dentro de este contexto de atmósfera morfológico sintáctico que encuentro unos datos interesantes, tanto sobre la Nueva gramática del español, como sobre los peruanos que participaron en su redacción, así como la historia de nuestra Academia Peruana de la Lengua. Todo esto en boca del presidente de la Academia, el querido profesor y poeta Marco Martos.


miércoles, 9 de febrero de 2011

La ortografía y el amor

Recuerdo que del primer cuento que envié a un concurso literario (original y tres copias, con seudónimo, y correctamente foliados), una copia me fue devuelta luego de que se conocieran los resultados. Por supuesto que no gané ni siquiera una mención. Les menciono la anécdota, más bien, para destacar la calidad docente de algún miembro del jurado que se había tomado el trabajo de señalarme todos los errores de ortografía que debilitaban mi cuento. Los había señalado con un plumoncillo rojo, y eran tantos, que las hojas parecían sangrar.
Desde allí, mucha agua ha pasado bajo el puente; no obstante, aprendí la lección: la fallas de ortografía también son fallas de creación. Sin embargo, no tengo una ortografía perfecta, y no la tengo porque trabajo sobre una lengua tan viva y palpitante como el castellano, y esta dinámica de la lengua hace que nada sea constante, que sus normas ortográficas estén sometidas a una constante evaluación, que cada cierto tiempo caiga un bombazo normativo que altera lo aprendido, y que, muchas veces, no se pueda recusarlas porque parecen modificaciones evidentes que tenían que hacerse. Claro, no siempre es así. Por ejemplo, ahora se ha armado la grande por la supresión de la tilde sobre la palabra guion dado que ha sido decretado solo como monosílabo. A algunos amigos españoles les parece inadmisible no pronunciar dicha palabra como bisílabo gui-on y, por lo tanto ponerle su tilde de aguda.
No obstante, entre esas idas y venidas, hay un principio llamado norma estándar que es como un fuerte que aguanta el vendaval de los cambios hasta que, definitivamente, deban cambiar.
Decía todo esto - y ya me estaba yendo por las ramas - a propósito de un tierno artículo escrito por Leila Macor que encontré en Castellano.org. Un artículo en donde nos habla de los puntos y comas y las tildes y las categorías gramaticales, pero dentro de un contexto gratamente emotivo. Cuando puedan, lean el artículo completo. Les dejo el enlace y un fragmento del artículo.

LA PUNTUACIÓN, LA SINTAXIS Y EL AMOR

Siempre que pongo un punto y coma sonrío. Me acuerdo de un amigo de mi hermano, a quien yo amaba como loca en mi adolescencia, que dijo una vez que un verdadero escritor se reconoce porque sabe usar el punto y coma. Por supuesto comencé a usar frenéticamente el punto y coma, aunque él nunca se dio cuenta de mi pericia puntuadora. Luego, en el colegio, escribía parodias de los poemas que estudiábamos en la clase de Literatura y las pegaba en la cartelera del salón, sólo para ver reír al chico del fondo que me gustaba y que no me hacía el menor caso, excepto cuando leía aquellas burlas gracias a las cuales yo existía un poquito para él. Me enamoré después de un hippie. En consecuencia, un ejército de gnomos, hadas y plagiados cronopios tomó por asalto mis cuadernos, que por fortuna hice desaparecer de la faz de la Tierra. Mi primer novio leía a Nietzsche: en aquel tiempo escribí herméticamente versos oscuros sobre simbólicas tarántulas que hoy día no consigo entender (y creo que en aquel momento tampoco).

El siguiente fue un poeta para quien el punto y coma era tan feo e inelegante como una factura de la luz, los dos puntos un recurso vulgar destinado a un recetario de cocina y los paréntesis una trampa que esconde la incapacidad expresiva del escritor. Así que punto y coma, dos puntos y paréntesis quedaron proscritos de mi escritura durante un par de años. Sólo después de mucho esfuerzo los logré reincorporar. Algunos de los hombres que me gustaron no eran lectores y simplifiqué mis textos; otros eran intelectuales y entonces los academicé, llenándolos de citas de Heidegger y Schopenhauer que tomaba prestadas de mi agenda. Una vez me enamoré de uno que amaba las oraciones cortas y las sentencias desadjetivadas; poco después me enamoré de otro que prefería el barroquismo y las descripciones delirantes: salté de Carver a Carpentier como quien cruza la calle. Después tuve un novio fanático de Rimbaud y de Baudelaire y yo me puse por tanto agresiva y negativa.


viernes, 4 de febrero de 2011

Los mandamientos para escribir cuentos, según Fernando Ampuero

Encuentro una interesante nota sobre el cuento en la revista Eñe que vale la pena rebotar en este blog. El escritor Fernando Ampuero compartió sus mandamientos sobre el cuento con los lectores de la revista. No dejó diez, sino doce, algo así como un dodecálogo. Aun cuando voy a dejarles el enlace para que lo lean a sus anchas, quiero anotar algunos que, a primera vista, llamaron mi atención.

"Los cuentos empiezan siempre con un sobresalto, gracias a algo (o alguien) que me deslumbra repentinamente, ya sea en medio de una charla de amigos o mientras conduzco el auto, solo y en silencio…"

Muchas veces - agrego yo - como un fogonazo, como una alucinación que ya no te deja en paz hasta comenzar a trabajar la historia. Claro, de allí terminar de escribirlo hay un largo trecho por recorrer

No me basta escribir correctamente. Las bibliotecas del mundo están repletas de libros «bien escritos». Necesito añadir algo más. Todo escritor tiene que descubrir en qué consiste ese añadido.

De acuerdo, un buen cuento es mucho más que una correcta redacción. Un buen cuento es esa grata coincidencia entre un tema y una original forma de contarlo.

"Escribo a diario. Y corrijo a diario. «Con resaca o sin resaca», tal como confesaba Hemingway acerca de este oficio de hechiceros".

¡Auch! Qué envidia, Fernando. Si te levantas pensando en escribir y lo haces, y antes de dormir sigues pensando en escribir, y de pronto, te arrebatas y lo haces: es que eres escritor. Algo así decía Rainer María Rilke.

En fin, denle una mirada completa al dodecálogo en el enlace de la revista Eñe. Y antes de terminar, anoto al paso algunos mandamientos que me impactaron sobre el cuento, escritos por otros autores. Por ejemplo, el gran Horacio Quiroga dijo:

"No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas".

"Toma a tus personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el camino que les trazaste. No te distraigas viendo tú lo que ellos no pueden o no les importa ver. No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de ripios. Ten esto por una verdad absoluta, aunque no lo sea".

Y de Edgar Allan Poe – aun cuando hay dudas sobre la autoría de tal decálogo – se dice que dijo:

"La mayoría de nuestros cuentistas parecen empezar sus relatos sin saber cómo van a terminar; y, por lo general, sus finales parecen haber olvidado sus comienzos"

"En la manera habitual de estructurar un relato se comete un error radical... El autor se pone a combinar acontecimientos sorprendentes que constituyen la base de su narración, y se promete llenar con descripciones, diálogos o comentarios personales todos los huecos que a cada página puedan aparecer en los hechos... Por mi parte, prefiero comenzar con el análisis de un efecto. Me digo en primer lugar: de entre los innumerables efectos de que son susceptibles el corazón, el intelecto o el alma, ¿cuál elegiré en esta ocasión?"

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lunes, 31 de enero de 2011

Cuento de Rocío Silva Santisteban

Rocío Silva Santisteban, talentosa poetisa y narradora, crítica serena de la literatura peruana, periodista de largo ejercicio quien, desde hace un buen tiempo, escribe la ya mítica Kolumna Okupa. Seguidora del acontecer nacional que, como ciudadana, asume sus responsabilidades y por ello ahora se desempeña como Secretaria de Ejecutiva de la Coordinadora de Derechos Humanos (CNDDHH).
Ella me ha permitido publicar un cuento suyo en el blog Escritores Peruanos Contemporáneos y, así, enriquecer la enorme lista de escritores que vienen conformando dicha antología. Los invito a leer un fragmento aquí, y continuar con la lectura todo el relato en la página correspondiente.


EL ESPANTAJO

Mátala— dijo el Espantajo, casi susurrando, acezando, con los dientes apretados, la voz muy dura pero con un tono disipado, deletreando, poniendo énfasis en la “a” del final que redondeaba abriendo los labios cuanto pudiera.

—Mátalaaaaaaa.

Galaor se lanzó con toda la fuerza de su cuerpo formado para la cacería. Primero inclinó el peso hacia adelante, las patas se agazaparon flexibles; en un instante, con un zarpazo rápido, logró coger a la paloma antes de que inicie la huida y le metió un mordisco en la parte más carnosa del cuerpo. Movió la cabeza con violencia, primero hacia la derecha, luego hacia la izquierda. Con otro par de movimientos iguales pudo controlar el pequeño cuerpo mientras caían algunas plumas desde los dientes. La paloma dejó de oponer resistencia. Galaor entonces abrió la boca y la volvió a cerrar, se acercó hacia el Espantajo y dejó caer a la paloma sobre sus botas. Era un amasijo de plumas y baba, apenas se adivinaba la cabeza del animal, los ojos abiertos, como disecados.

— Buena— le dijo el chico al animal, acariciando el pelaje naranja que llevaba sobre el lomo, mientras dejaba suelta la mirada sobre la paloma tendida en la vereda.

El chico sonrió sin ganas y empezó a caminar junto al perro dejando atrás el juego de la cacería inútil.

—Maldito— se escuchó desde el otro lado del parque.

El Espantajo se sacó la cadena que llevaba a la cintura y Galaor paró en seco, olfateando el aire. Una mirada verde se deslizó entre la hierba recorriendo de este a oeste el jardín municipal, con las manos de uñas diminutas —se las comía— se acomodó el cuello de la casaca de cuero, luego metió lentamente una mano en el bolsillo para buscar el último cigarrillo de la tarde.

Se estaba haciendo de noche...

Haga click aquí para seguir con el cuento en Escritores Peruanos Contemporáneos

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viernes, 28 de enero de 2011

Cuento de Jeremías Gamboa

Hace poco conocí personalmente a Jeremías Gamboa, de quien ya había leído algunos cuentos. Muy agradable y versado conocedor de temas literarios. Pero, básicamente, un excelente escritor. Acerca de su libro de cuentos"Punto de Fuga", he encontrado una larga lista de halagos con los que estoy totalmente de acuerdo. En el "Hablador" se dice que "Punto de fuga" puede catalogarse como el botón de muestra de una Lima urbana, un texto que pretende, más que un análisis, hacer un cuadro de la ciudad, un cuadro incluso en el sentido artístico del término. De este modo, Gamboa presenta su mapa mental de Lima, con sus barrios marginales y zonas residenciales y las conductas que provoca esta disociación en sus personajes. He agregado uno de sus cuentos a la antología de narradores que viene armándose en el blog Escritores Peruanos Contemporáneos. Los invito a leer un fragmento de su cuento y a continuar con la lectura en el blog correspondiente.


LA TIERRA PROMETIDA

Jesus,

help me find my proper place.

Lou Reed

Tú estás sentado en uno de los asientos del carro que corre en la noche a un ritmo de locos y esta vez, inexplicablemente, no le tienes miedo a la velocidad. Has gritado, te has reído, le has dicho a él, le has escuchado decir que los dos se van a la tierra prometida, a Canaán, a un sitio que corresponda con tu nombre bíblico. Tú y Bruno a bordo del BMW, la mirada de ambos fija en la autopista, los ojos repasando una y otra vez las serpientes blancas, rígidas, que de pronto se iluminan en la grava y desaparecen bajo las ruedas del coche, tragadas por la brea. Más allá no hay otra cosa que una oscuridad apenas tachonada por las luces de los cerros lejanos, algunos carros que dejan atrás, conductores anónimos que, se te ocurre ahora mientras coges una lata de cerveza de las que están a tus pies, quizás no merezcan vivir.

Bruno canta rabiosamente «I`m So Bored With Th e USA» y después te busca con la mirada. Los dos se observan desde la distancia cómoda de sus cigarrillos aún deformados por la hierba y de pronto sabes que la música explota, está haciendo añicos las partículas de aire dentro del carro. Miras la hora en el tablero frente a ti —las once y veinte— y piensas que aún falta demasiado para que todo esto se desacelere o se pierda. Le das un toque al pucho, cierras los ojos y no sabes por qué te dan ganas de recordar cómo es que empezó todo esto. Te preguntas si podrás. Le preguntas a Bruno. Lo ves tomar una lata de cerveza, llevársela a la boca, succionarla, secarse los labios con la manga de la chaqueta. Los dos están parados en medio del Sargento Pimienta. No, antes habían ido a ver una película, ya ni recuerdan cuál. Después se metieron al Bohemia y allí, en el segundo piso, sentados en un par de bancas altas, mirando a ratos el óvalo y a ratos a las parejas que conversaban, se quedaron mudos. Salieron de ahí cagándose de la risa ya no recuerdas de qué, quizás de lo absurdo de la situación dice él, y se subieron al auto...

Haga click aquí para continuar con la lectura en Escritores Peruanos Contemporáneos.

martes, 18 de enero de 2011

"Caballos de medianoche", versión definitiva

Desde hace algún tiempo, este Escribidor viene dándose el grato trabajo de colgar al menos un cuento por cada escritor peruano contemporáneo. Tarea aún incompleta con la que todavía estoy comprometido. Tarea en la que, a veces, he incurrido en fallas de transcripción como es el caso del excelente cuento "Caballos de medianoche" de Guillermo Niño de Guzmán. No obstante, el buen corazón y la gran amabilidad de Guillermo me ha permitido no solo enmendar los errores sino conseguir la versión definitiva de dicho cuento.
Les transcribo un fragmento en esta Zona y los invito a leer o releer este cuento maestro en la página correspondiente denominada Cuentos Peruanos Contemporáneos.

- No me gusta el agua - dijo ella, y dibujó un mohín con los labios -. No me gusta nada.

-¿Cómo que no te gusta? -repuso él, mientras la sostenía al borde de la tina-. A las niñas buenas les gusta el agua y se ba­ñan todos los días.
-Yo no soy una niña buena.
-¿Conque no eres una niña buena? Entonces, ¿se pue­de saber qué clase de niña eres? Porque si no eres una niña buena tienes que ser una niña mala...
-Ah, no -elevó la voz-, eso sí que no. Yo no soy una niña mala. Yo no...
-Bueno -la interrumpió él-, si no eres una niña mala te vas a meter al agua ahora mismo. Y sin protestar.
-Está fría. No quiero.
-Caramba, no está fría. Ven, dame la mano.
Ella dudó un instante antes de tendérsela. Él tomó aquella mano pequeña y blanda como si se tratara de un pez vivo y la sumergió en el agua. Ella dio un ligero respingo e intentó sacarla, pero él no se lo permitió.

-¿Ves? No está fría.
Ella se entretuvo batiendo el agua y pronto deslizó la otra mano.
-Señorita -dijo él-, no hemos venido aquí para un baño de manos. Así que usted va a entrar al agua de una vez, le guste o no le guste.
Ella lo miró y frunció los labios.

Haga click aquí para continuar con el cuento en el blog "Cuentos Peruanos Contemporáneos"

Imagen tomada de la siguiente dirección Zazzle,es

martes, 4 de enero de 2011

Fernando Ampuero y sus lecturas preferidas en 2010

Fernando Pedro Ampuero del Bosque, nacido en Lima. Escritor y periodista. Ha sido subdirector de la revista Caretas, director de las revistas Jaque y Somos, editor general de Canal N y director de los programas televisivos Documento y Uno más uno. En años recientes, hasta fines del 2008, fue director de la Unidad de investigación del diario El Comercio y de su suplemento cultural, El Dominical.

Destacado escritor, de cuya sólida obra se puede mencionar lo que llama su "Trilogía callejera de Lima", compuesta por las novelas "Caramelo verde" (1992), "Puta linda" (2006) y "Hasta que me orinen los perros" (2008). Tiene además, volúmenes de crónicas como: "Gato encerrado" (1987) y "El enano, historia de una enemistad" (2001). Entre sus libros de cuentos tiene títulos como "Paren el mundo que acá me bajo" (1972), "Deliremos juntos" (1975), "Malos modales" (1994), "Bicho raro" (1996), "Mujeres difíciles, Hombres benditos" (2005) y "Fantasmas del azar", cuentos completos (2010). También ha publicado los poemarios "Voces de luna llena" (1998), y "40 poemas" (2010). Tengo en mi escritorio este último poemario: un refrescante conjunto de poemas acompañados de hermosas fotografías de Sonia Cunliffe, todo en una hermosa edición.

He aquí una lista sumaria de sus lecturas y relecturas en el 2010.

  • Los duelistas, de Joseph Conrad.
  • Lluvia de hielo, de Peter Stamm
  • Todo quemado, todo arrasado, de Wells Tower
  • Los niños góticos, de Javier Arévalo.
  • Cuentos completos, de Flannery O'Connor
  • La guerra contra el cliché, de Martin Amis
  • Eramos unos niños, de Patti Smith

Pedro José Llosa y sus lecturas preferidas en 2010

Pedro José Llosa Vélez (Lima, 1975) siguió estudios de Economía y Filosofía en el Perú y posteriormente en Holanda. Culminó, también, una maestría en Literatura Peruana y Latinoamericana en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Desde hace diez años se ha dedicado, principalmente, a la docencia de cursos de humanidades y ciencias sociales en el Perú (Markham, UPC, UCSUR) como en el Holanda (British School in the Netherlands). En la actualidad reside en la ciudad de Madrid.

Ha publicado los libros de cuentos "Viento en Proa" (Dedo Crítico, Lima 2002) y "Protocolo Rorschach" (PUCP, Lima 2005) y ha participado en una serie de antologías que han ido ratificando su calidad narrativa y dramatúrgica, como por ejemplo: "Los Garfios de Carrero" en Pequeñas Resistencias 3 – antología del cuento sudamericano (Páginas de Espuma, Madrid 2004); también en Páginas al Margen (San Marcos, Lima 2002) y en Nacimos para perder (Casatomada, Lima 2007. Así como en “Te espero en el olivar” obra de teatro que apareció en Dramaturgia Nacional 2000 (BCR-INC, Lima 2001).

Este Escribidor considera indispensable leer el magnífico conjunto de historias "Protocolo de Rorschach". Lo mejor para ti en este año 2011, Pedro. Ciertamente es una privilegio encontrar un buen amigo en estos tiempos.

Con relación a sus lecturas en el año que se fue, dice:

  • La Elegancia del Erizo, Muriel Barbery (Seix Barral 2007)
  • La soledad de los números primos, Paolo Giordano (Salamandra 2009)
  • Memorias de una dama, Santiago Rocagliolo (Alfaguara 2009)
  • El pez dorado, Jean-Marie Le Clézio (Tusquets 1999)
  • Purgatorio, Tomás Eloy Martínez (Alfaguara 2009)
  • The Idea of Justice, Amartya Sen (Penguin Allen-Lane 2009)
  • Las edades de Lulú, Almudena Grandes (Tusquets 1989)
  • ¿Redistribución o Reconocimiento? de Nancy Fraser y Axel Honneth (Ediciones Morata 2006)
  • El sueño del Celta (Alfaguara 2010) de Mario Vargas Llosa.

lunes, 3 de enero de 2011

Javier Arévalo y sus lecturas preferidas en 2010

Javier Arévalo, nacido en Lima, es uno de los miembros más destacados de la brillante hornada de nuevos escritores peruanos que surgió a inicio de los años noventa.
Sus libros han sido publicados en Lima, Bogotá, Madrid y Portugal. Dos libros suyos, “Él cazaba halcones” y “El misterio del pollo en la batea”, son parte de planes lectores de colegios de 12 países de América, desde México hasta Argentina.
Trabajó en la página cultural de El Comercio entre los años 2000 y 2005, y fue colaborador de Correo, Vogue Latinoamericana y editó durante seis años la revista Detalles de las tiendas Wong.
Su más reciente novela “Niños góticos” (2010. Editorial Estruendomudo) ha sido muy recibida por la crítica.
Tiene publicadas las novelas “Nocturno de ron y gatos”, “Instrucciones para atrapar a un ángel”, “El beso de la flama”, “Gracias, Señor, por tu venganza”.
Ha publicado las novelas juveniles “Vértigo bajo la luna llena” (Santillana) y con Editorial Norma “Él cazaba halcones”; también el thriller infantil “El misterio del pollo en la batea”.
Hoy dirige el proyecto Recreo, una organización de escritores, profesores y promotores de lectura que apoya la aplicación del Plan Lector y el logro de la meta nacional de lectura.
Con relación a sus planes para este año, mi apreciado amigo Javier dice, con la naturalidad y humildad que le son características:
Para el próximo año no tengo idea, vengo escribiendo una historieta, tengo una página de mi nueva novela que está toda escrita en mi cabeza, tengo una colección de cuentos para niños, una adaptación de la caída del Imperio del sol, y demasiadas cosas que no sé si terminaré.
Con relación a sus lecturas preferidas en 2010:

Este año que pasó me dediqué a leer historietas entre ellas la saga de The walking dead 79 capítulos. También varias versiones de Batman de Franbk Miller y la hermosa novela gráfica Persépolis, además Kick-ass de Mark Millar y John Romita. Y Ciudad de payasos, que Shila Alvarado adaptó de un cuento de Daniel Alarcón.
La novela que me devolvió a la literatura fue Al sur de la frontera, al oeste del sol de Haruki Murakami. Quise leer otra, Crónica del pájaro que da la vuelta al mundo, pero la dejé a medio camino. Me la he pasado leyendo por trabajo, un hermoso trabajo, sobre mitología griega. La Iliada, la Odisea, los dos tomos de el clásico Los mitos griegos de Robert Graves que luego convertí en doce relatos que publiqué con la República.
Me sorprendió Gustavo Rodríguez con La semana tiene siete mujeres, una novela dolorosa, con un humor que te salva como lector de caer en depresión.

Sandro Bossio y sus lecturas preferidas en 2010

Sandro Bossio Suárez , nacido en Huancayo, Perú, estudió en el colegio Salesiano de su ciudad natal. Hizo la carrera de comunicaciones en la Universidad San Luis Gonzaga de Ica y optó por la especialidad de opinión. En Lima, trabajó en el diario "El Peruano" y, en Huancayo, fundó el diario "Primicia". Fue fundador, junto con el crítico Manuel J. Baquerizo, de la revista literaria "Ciudad Letrada". Actualmente tiene una columna en el diario "Correo" y colabora asiduamente con otras publicaciones culturales del país. Desempeña una cátedra en la facultad de Comunicación Social de la Universidad Nacional del Centro.
En 1986, ganó el premio nacional de novela "Alfonso Bouroncle", de Arequipa, con su obra "Caminos de sangre", y al año siguiente un meritísimo lugar en el concurso internacional "Manuel Scorza", con la misma, pero desistió de publicar la novela por considerarla inmadura estilísticamente.
En 1992, su cuento "El hombre que habló con la muerte" obtuvo un importante galardón en el concurso "El cuento de las 1000 palabras", de la revista Caretas; en 1995, su relato "Réquiem por una pianista polaca" fue seleccionado entre los mejores en el concurso Juan Rulfo, en París, Francia; y en el 2000 fue finalista en el Premio Copé con "Kassandra". En 2002, ganó el premio Nacional de Novela Corta del Banco Central de Reserva, el más importante y mejor dotado del país, con su novela "El llanto en las tinieblas", que se convertiría en un éxito tanto entre los lectores y los críticos. Ha sido traducida al inglés.
En 2008 publicó su volumen de cuentos "Crónica de amores furtivos", actualmente en su tercera edición, y en 2009 el exitoso libro de crónicas "Sabatorio: reflexiones de un buen salvaje".
En 2008 y 2010 ganó sendos premios de crónica periodística a nivel latinoamericano por la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, en Colombia.
Para 2011 se publicará su novela “La fauna de la noche” y un relato de horror en una masiva colección de libros. Tiene lista otra novela titulada “Mañana seremos felices” y está escribiendo dos novelas cortas.
Lo mejor para ti, Sandro. Y un gusto haberme reencontrado contigo.

Acerca de sus lecturas en 2010, dice:

Confieso que ya no leo con la misma compulsión de mi adolescencia. Sin embargo, 2010 fue un año en que, de alguna manera, recuperé temporalmente mi capacidad de lectura. Hasta hace unos años leía casi exclusivamente literatura (sobre todo novelas y ensayos temáticos), pero por mis actividades periodísticas y académicas, ahora comparto la literatura con libros de otros campos: historia (sobre todo del Perú antiguo para preparar un proyecto novelesco de largo aliento), política, antropología, economía, medicina. Entre los autores más memorables que leí (y releí) este año están Doris Lessing, Hertha Muller, Paul Auster, Catherine Pancol, Arturo Pérez-Reverte, Zoé Valdez, Camila Läckberg, Laura Restrepo, Anna Gavalda, John Verdon, Federico Moccia, Daniel Estulin, Fernando Vallejo, y varios más. Por supuesto, destaca Mario Vargas Llosa, cuya última novela demuestra que los maestros también se cansan, pero que los grandes maestros luchan por mantenerse lozanos y vigentes, como lo hace él. También Isabel Allende, una autora a la que sigo con mucha fidelidad desde mi juventud, porque me parece una narradora nata, adictiva, que ahora me magnetizó con su novela sobre la esclavitud de negros en las plantaciones del Santo Domingo del siglo XVIII. Un tercer nombre es Alessandro Baricco, de quien, después de ver una mala versión cinematográfica, leí su novela sobre las rutas de la seda: muy histórica, muy romántica, con inolvidables pasajes eróticos que la acercan a la obra maestra. También Ken Follett, cuya novela sobre generaciones pesimistas marca su resurgimiento en el mundo de la novela. Hace poco me llegó de España El cementerio de Praga, que estoy leyendo ahora con deleite, como casi todo de Umberto Eco.

Pero si tengo que destacar tres libros, son estos
:
  • Rosario Tijeras, de Jorge Franco. En el mes de julio la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano premió una crónica mía sobre música, de modo que estuve en Medellín una semana, donde pude hacer entrevistas y conocer la ciudad. Me avergoncé cuando alguien me preguntó si había leído Rosario Tijeras y tuve que decir que no la había terminado (hacía un año que se había extraviado mi ejemplar a medio leer). La segunda noche de mi estadía corrí a comprar el libro y volví a leerlo completo, en unas horas, y me sentí realmente sacudido. Hermosísima historia de un amor imposible en un contexto violento marcado por el narcotráfico y el sicarismo.

  • Los hombres que no amaban a las mujeres, de Stieg Larsson. Confieso mi debilidad por las novelas policíacas, así que este libro fue uno de los más apasionantes de los que leí el pasado año. Lo empecé a leer en el avión de regreso a Perú y rápidamente me enfrasqué en esta primera aventura fascinante de Mikel Blomkvist y Lisbeth Salander, quienes, contratados por Henrik Vanger, deben desentrañar un crimen cometido hace 36 años. Novela policial, pero además una fábula social impresionante del mundo empresarial y automatizado del mundo actual. Casi una obra maestra.

  • El hombre que ríe, de Víctor Hugo, fue, sin lugar a dudas, mi mejor relectura. Esta arrebatadora historia decimonónica volvió a internarme en las callejuelas sucias de Southwark (Londres) y en los laberintos de pasiones de Ursus, Gwynplaine, Dea y Barkilfedro.

domingo, 2 de enero de 2011

Guillermo Niño de Guzman y sus lecturas preferidas en 2010

Guillermo Niño de Guzmán nació en Lima, en 1955, y es una de las principales voces de la nueva narrativa peruana. Publicó su primer libro de relatos, "Caballos de medianoche", cuando tenía 25 años, y en 1955, luego de una larga pausa, dio a conocer dos títulos: una novela histórica para jóvenes "El tesoro de los sueños" y el libro de relatos "Una mujer no hace verano". Escritor y periodista. Estudió literatura en la Pontificia Universidad Católica del Perú, en donde se graduó con una tesis sobre Ernest Hemingway, y luego se dedicó al periodismo.
Ha escrito guiones para el cine y televisión, y ha llevado a cabo una activa labor editorial. En 1985 obtuvo el primer premio en el certamen "El Cuento de las 1000 palabras" de la revista Caretas, y, en 1988, el premio "José María Arguedas" del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. Como periodista, ha cumplido misiones de corresponsal en la guerra de Bosnia, en la ciudad de Sarajevo, en 1994, y en el frente del río Cenepa, durante el conflicto armado entre el Perú y Ecuador, en 1995.
Que este sea otro buena año para ti, estimado Guillermo.

Entres sus principales lecturas de 20110, menciona:

  • Árbol de humo, de Denis Johnson. Una alucinada incursión en la guerra de Vietnam digna de Conrad y Ford Coppola.
  • El sueño del celta, de Mario Vargas Llosa. La lección de un viejo maestro: historia y novela se dan la mano para desentrañar las raíces del mal.
  • Correr el tupido velo, de Pilar Donoso. Incisiva reconstrucción de la vida de un escritor, con todas sus fobias y complicaciones, hecha por su hija.
  • La isla del segundo rostro, de Albert Vigoleis Thelen. Obra maestra desconocida sobre la existencia errabunda y picaresca de un alemán en la isla de Mallorca antes de la guerra civil española.
  • Cuerpos divinos, de Guillermo Cabrera Infante. El gran testamento novelístico del autor cubano, donde vuelve su mirada con agudeza e ironía características al recuperar en la ficción su ciudad perdida, La Habana de fines de los cincuenta y comienzos de la revolución.

Jorge Eduardo Benavides y sus lecturas preferidas en 2010

Jorge Eduardo Benavides, (Arequipa, Perú 1964), estudió Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad Garcilaso de la Vega. Más adelante, tras su paso por el periodismo radiofónico, se trasladó a Tenerife donde fundó y dirigió el taller literario Entrelíneas. En 2002 publicó la excelente novela, "Los años inútiles", en la que narra los últimos coletazos políticos de la década de los ochenta. En 2003 se publicó "El año que rompí contigo", novela en donde narra - por medio de una técnica narrativa y un estilo infalibles - otro momento traumático en la vida republicana del Perú, el instante previo lleno de incertidumbre que precedió la llegada al poder de Alberto Fujimori. En 2007, completó su trilogía de novelas políticas con "Un millón de soles", la historia de Juan Velasco Alvarado y su dictadura militar. En 2009, fue premiado por el Banco Central de Reserva en el "Concurso de Novela Corta Julio Ramón Ribeyro 2009" por su novela “La paz de los vencidos”.
Para 2011, Jorge Eduardo Benavides dice que tiene como proyecto continuar con la redacción de una novela ambientada entre España y Perú durante la guerra de la independencia. Proyecto en el que viene trabajando un buen y disciplinado tiempo. Este año, espera entrar en la fase final.
Que 2011 sea venturoso para ti, Jorge Eduardo.

Con relación a sus lecturas preferidas en el año que se fue, dice:
  • La prisionera, de Carlos Franz,
  • El señor Marx no está en casa, de Ibsen Martínez
  • Tal vez la lluvia, de Juan Carlos Méndez Guedez
  • Freedom, de Jonathan Franzen
  • Cuando éramos mayores, Anne Tyler
  • El tiempo entre costuras, de María Dueñas

Róger Santiváñez y sus lecturas preferidas en 2010

Nacido en Piura, 1956. Con estudios superiores en la Universidad de Piura y en San Marcos, Lima. Desde 2001 estudia y trabaja en la Universidad de Temple (Filadelfia).
Autor de respetable obra poética como Antes de la muerte (1979), Homenaje para iniciados (1984), Symbol (1991), Cor Cordium (1995), Eucaristía (2004). En 2006 publicó el libro el libro Dolores Morales. Selección de poesía 1975-2005, en donde reúne casi todos sus poemarios completos, además de una gran cantidad de textos inéditos o recuperados de plaquetas y revistas.
Fundador y líder polémico del mítico grupo “Kloaka”. De Róger Santiváñez, dice el crítico literario Javier Ágreda : "Sinuoso y difícil es el camino recorrido por el poeta Róger Santiváñez desde su Piura natal hasta Filadelfia (EEUU), donde actualmente reside. Entre ambos extremos está su larga permanencia en Lima, que lo convirtió en uno de los más notorios representantes de la poesía urbana, bohemia y marginal. Santiváñez".
A pesar del ajetreo de sus actividades de fin de año, Roger me envía una nota sobre sus lecturas y sus proyectos:

Ríchar, planeo publicar un libro de poemas titulado Roberts Pool Crepusculos. Y continuar la composicion de otro tentativamente denominado 'Nuevas formas radicales de un dolor'. Mis lecturas son varias: Celan, Canteli, Petrarca, Cavalcanti, Kozer, Di Giorgio, Casado, Bernstein, Eguren, Arnaut Daniel. Siempre en poesía.
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