miércoles, 30 de septiembre de 2009

Carajo con el lenguaje de los políticos

Le decían boquita de caramelo. Y yo pensé, en primera, que aquel sobrenombre era por esos hermosos labios encarnados como botón de rosa. Luego intuí que algo no iba bien debido a las sonrisas burlonas de los amigos. Unos minutos después, escuché cuando la bella- en verdad bellísima damisela - mandaba a la misma mierda a uno de sus cortesanos y coronaba su iracundo parafraseo con un bien articulado huevonazo, adjetivo que dejó sentado que con ella no había que meterse. Entendí, clarísimo, por qué le decían boquita de caramelo. Recuerdo también que aquella retahíla de palabras hicieron que la descendiera rápidamente varios escalones en mi ranking personal. Por supuesto que a ella - si se hubiera enterado - le habría importado un carajo mi desencanto, y a mí, la vida me iba a enseñar, después, mucho más acerca de la belleza, y también sobre las lisuras, por supuesto.
Me vino a la memoria esta anécdota estimulado por la lectura de un artículo publicado en El Comercio a propósito de las ultimas destrezas verbales de nuestros políticos. La más reciente ha sido aquella en donde el candidato Humala califica de cabrones tanto al presidente García como Alberto Fujimori. En el Perú, cabrón puede ser traidor, aunque también se relaciona con maricón. Posiblemente, Humala estuvo pensando en la primera acepción, aunque con él, nunca se sabe. Días antes, el hasta ahora sonriente e intachable Pedro Pablo Kuchinsky perdió los papeles y le dijo a un periodista arequipeño que estaba hablando cojudeces, que eso sí, este es un peruanismo con calidad de exportación. A lo dicho hay que sumarle todas las frases que se articulan en el Congreso cuando las cosas se ponen calientes y entonces una mentada de madre es lo menos duro que vociferan. Claro, justo cuando congresista pendejo deja abierto el micrófono para ganarse un poco de publicidad en los medios.
Es probable que Humala haya pensado bien lo que dijo. Después de todo, se supone que al pueblo siempre le gusta que le digan las cosas como son y que a cada quien se le diga lo que es, y si se le agrega un poco de picante al adjetivo, mejor aún. Las lisuras (que de paso no es el término más exacto, pero que mejor se entiende) muchas veces logran posesionarse mejor dentro de la verbalidad popular. Son más directas y más simples. Subsisten más tiempo en el habla común. Se arraigan tercamente en la memoria colectiva y, a veces, se hacen irreemplazables semánticamente. Pienso que en el Perú, por ejemplo, el término cagada se ha vuelto incluso polisemántico. Porque si llegas tarde, es seguro que ya te cagaste con el Jefe. Ahora bien, si un amigo decide abandonar algún proyecto conjunto entonces es un cagón. De paso, por acrobacias del lenguaje, si una persona es divertida y amena, se dice que ese patita es la cagada... No sé, si las cosas siguen así, estoy por decir que el buen hablar ya se cagó.
Hace ya mucho tiempo, en los inicios de los noventa, Hernando de Soto cobró notoriedad no como economista, sino por haber dicho en televisión que Mario Vargas Llosa era un hijo de puta. Respuesta sulfurada porque Vargas Llosa había escrito en su libro El pez en el agua que De soto era delicado como una prima donna. Solo después de que corrió mucha tinta en los periódicos, Martha Hildebrandt zanjó el asunto recordando que las palabras pierden su significado inicial para asumir otros valores semánticos. Es decir, que el escritor no era el hijo de prostituta sino un traidor.
Al parecer, el hablante en general supone que una lisura es más contundente y sincera cuando se trata de calificar y agredir simulatáneamente a quien nos haya molestado. El insulto cargado de dinamita verbal como que socaba mejor a nuestro adversario y también logra una mayor aceptación de la platea.
No quiero ser adivino de lo que vendrá durante la campaña presidencial, pero si las cosas van por este camino, mi querida boquita de caramelo - la bella, bellísima mujer de mi vida universitaria - va a parecer una monja fundamentalista del buen lenguaje. Termino con un epígrafe que aparece en el libro de Fernando Ampuero, Hasta que me orinen los perros. Epígrafe recogido, según Fernando, de la misma calle y que puede reflejar largamente un mensaje a todos los que quieren convertir la política en un caldo podrido de ajos y cebollas:
"Una cosa es ser un hijo de puta y otra cosa es ser un concha de su madre". Ups. Perdón.

Imagen bajada del blog de la PUCP

Daniel Alarcón premiado en Alemania

Excelente noticia que vale la pena recoger en este blog. Daniel Alarcón, escritor peruano que vive desde hace mucho tiempo en los Estados Unidos, que ha ganado prestigio con sus novelas escritas en inglés, que ha logrado establecer un puente narrativo entre el lector en lengua inglesa y aquellas ficciones enganchadas, en muchos casos, a conflictos de la sociedad peruana. Escritor que se mantiene ampliamente vinculado con su país de origen, pero con una firme proyección hacia al ámbito internacional, ha sido galardonado con el Premio de Literatura Internacional que se otorga, por primera vez, en Alemania, en reconocimiento a su libro Radio ciudad perdida (2007). Novela que el jurado calificó de “preciso bosquejo literario”.
La noticia la recojo del diario Perú 21

Alarcón logra en su obra “de manera sutil y sugestiva confrontar al lector con un mundo en el que la convivencia se ve amenazada una y otra vez por la guerra civil y la violencia”, precisaron los expertos.
El premio, que concederá anualmente la Casa de las Culturas de Berlín y que será entregado por primera vez el próximo miércoles, está dotado con 35 mil euros, que se reparten entre el escritor y el traductor de la obra. Así, Alarcón recibirá 25 mil euros y los restantes 10 mil serán para la traductora Friederike Meltendorf, “por su extraordinaria traducción del inglés-norteamericano al alemán”.
La Casa de las Culturas de la capital alemana convocó el premio con el propósito de destacar una obra internacional en su primera traducción al alemán. Y entre los seis escritores preseleccionados figuraban además el argentino Martín Kohan por su novela Dos veces junio.

Felicitaciones, Daniel.
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domingo, 27 de septiembre de 2009

CIEN AÑOS DE SOLEDAD - LA NOVELA MÁS INFLUYENTE

La nota inicial la encuentro el incansable blog de Ivan Thays, para luego enterarme más en la página de Wasafiri.
Luego de hacer una encuesta entre veinticinco escritores importantes que colaboran con la la revista mencionada, se llegó a determinar que la novela más influyente en los últimos veinticinco años era, nada más y nada menos, que Cien años de Soledad. Entre los títulos que quedaron en el camino están Los versos satánicos de Salman Rushdie, Sueños de mi padre de Barack Obama, Cartas de cumpleaños de Ted Hughes, Lolita de Nabokov y Desgracia JM Coetzee.
No se me hubiera ocurrido incluir entre los postulantes al libro del presidente Obama. Claro, no lo he leído, pero, a ojo de buen cubero, no creo haya la suficiente distancia temporal como para valorar la trascendencia de dicho libro. En fin, lo gratificante es que una novela tan representativa de la narrativa latinoamericana sea la ganadora.

Los 25 libros fueron escogidos por 25 nombres de respetados escritores internacionales, muchos de los cuales han contribuido durante años a la revista Wasafiri. Esto incluye a Indra Sinha, Blake Morrison y Fred D'Aguiar. La lista de premiados de ficción, poesía y libros de no ficción incluyeron a los Versos satánicos de Salman Rushdie, Sueños de mi padre por Barack Obama, Cartas de cumpleaños de Ted Hughes, Lolita de Nabokov y Desgracia JM Coetzee. Uno de Gabriel García Márquez Cien años de soledad es el único libro que ha sido elegido por más de un escritor, lo que demuestra la gran amplitud de esta novela en el marco de la literatura mundial.
"Los escritores siempre han movido el mundo con palabras, nos transportan más allá de lo conocido y familiar. El eclecticismo de esta selección expresa la verdadera diversidad que significa la escritura contemporánea internacional de hoy" . "Hace 25 años la escritura internacional se consideraba fuera del centro. Esta selección muestra hasta qué punto el paisaje ha cambiado, con muchos de estos títulos que ahora son parte de nuestro canon literario ".
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Vargas Llosa premiado por "Viaje a la ficción"

Grata coincidencia. Hace algunas semanas había terminado de leer "El viaje a la ficción" de Mario Vargas. Sé que estoy un bastante atrasado con mis lecturas (hay tanto en cola para leer y tan poco tiempo). Aun así, la lectura fue muy útil para mí pues me permitió reencontrarme - esta vez bajo la tutela de Vargas Llosa - con un escritor tan genial y controvertido como lo fue Juan Carlos Onetti. No solo hice un repaso de sus novelas más representativas como Juntacadáveres y El astillero, sino que además confirmé algunas supuestos que tenía sobre la propuesta novelística de Onetti. Asimiso descubrí muchas claves para entender al escritor uruguayo, claves que se me habían pasado vergozosamente.
Viaje a la Ficción es un libro de crítica literaria que no ambiciona otra cosa que acercarnos al escritor uruguayo para entender algunos aspectos oscuros de su narrativa de Onetti. La idea central que enlaza todo el estudio es la voluntad de fuga hacia lo imaginario.
Por eso es grato anotar, en este post, que Mario Vargas Llosa ha recibido, merecidamente, el Premio Internacional de Ensayo Caballero Bonald precisamente por este libro.

Mario Vargas Llosa fue galardonado el pasado jueves con el Premio Internacional de Ensayo Caballero Bonald por su obra El viaje a la ficción, en la que explora el universo literario del novelista uruguayo Juan Carlos Onetti.
El jurado reconoció en el fallo que el trabajo del escritor peruano es un ejercicio de gran intensidad crítica sobre uno de los grandes autores del siglo XX. El escritor y ensayista español José Manuel Caballero Bonald, de 82 años, quien da nombre al galardón a través de su fundación, dijo en un comunicado que el libro es "un prodigio agudeza intelectual''.
Vargas Llosa analiza en "El viaje a la ficción'' la obra del novelista uruguayo desde el punto de vista de su brillante imaginación y de su pesimismo.
"He gozado escribiendo este libro, tratando de entender a un gran escritor'', señaló Vargas Llosa."En Onetti se repite la dialéctica entre un mundo real y un mundo imaginario que se usa como refugio''.
Vargas Llosa, afincado en España, ha ganado los premios más importantes de las letras españolas: el Cervantes y el Príncipe de Asturias.
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sábado, 26 de septiembre de 2009

DOE RUN GANÓ - QUE VIVA LA CONTAMINACIÓN

No siempre se puede mantener la línea de esta libreta de notas, cuyo propósito es, primordialmente, la difusión y comentarios de asuntos relacionados con el arte, principalmente la literatura, por supuesto.
Sucede que en estos días - usando una frase remanida - la realidad ha sobrepasado la ficción. Hace unos años, una corporación minera se instaló en una zona serrana del Perú, explotó a discresión las riquezas minerales de la región, aprovechó inmensamete el auge de los minerales en el mercado mundial y ganó dinero más allá de las todas las espectativas que predijeron sus analistas.
A cambio, tenían que invertir un porcentaje de sus ganancias en un programa de adecuación protección y manejo ambiental (PAMA). Las emisiones tóxicas, la depredación de los bienes de la naturaleza, entre tantos otros males, han asolado la región hasta convertirla en un lugar de pesadilla ecológica. Sin embargo, ahora la Minera, luego de haberse empachado en un banquete económico, dice que no puede cumplir con el PAMA, que necesita tiempo, mucho tiempo más de ganancia para ello. Amenaza con irse y, con eso, orilla a sus miles de trabajadores a organizar una defensa cerrada de los intereses de la Minera. Los trabajadores organizan marchas, son reprimidos, muere un policía. El Estado se asusta y entonces decide conceder los deseos de la Minera. La hora del banquete se alargará y la pesadilla ambiental continuará por treinta meses más.
Cuelgo un artículo de Patricia del Río, publicado en Perú 21. Me parece pertinente que lo lean apenas puedan.
LA OROYA, UN MUNDO FELIZ

Llamémosle Rodolfo y digamos que hace diez años trabaja para Doe Run. Gana 800 soles mensuales y su mujer, Marta, aporta unos 500 más gracias al restaurantito que puso en su sala para venderles caldo de gallina a los trabajadores del turno de la tarde. Marta y Rodolfo no conocen otra forma de vida. Sus padres trabajaron en la refinería, mucho antes de que llegara Doe Run. Sus hijos también serán mineros.
La vida no les es grata. Se levantan siempre bajo el mismo cielo color acero que pareciera sepultarlos bajo los gases tóxicos que emana la gran chimenea de la refinería. Viven en una de las diez ciudades más contaminadas del mundo, y en sus pulmones, su sangre y sus huesos se acumulan, todos los días, residuos de plomo, arsénico, dióxido de azufre y otros metales pesados. Por eso respiran mal, sus niños no crecen, y ayer se enteraron de que su vecino se murió de cáncer. Sobre su caso se ha pronunciado la Corte Interamericana de Derechos Humanos y el Tribunal Constitucional exigiendo acciones concretas para controlar la contaminación ambiental. Pero nadie les ha cumplido. Rodolfo y Marta, entonces, han decidido salir a protestar. Pero no, no van a exigir que se haga todo lo posible por evitar la contaminación que los está matando. Lo que buscan, en realidad, es que la refinería, parada por no cumplir con el Programa de Adecuación Ambiental (PAMA) que les exige el Estado, vuelva a funcionar como sea porque hace dos meses que están sin chamba y ya no saben cómo hacer para alimentar a sus hijos.
De la empresa les han dicho que, si no se quejan, el Gobierno no cederá y ellos se quedarán sin trabajo, sin casa, sin vida. Marta ha salido con víveres para los manifestantes. Rodolfo se ha apostado en el cerro, junto con sus compañeros, listo para asustar con piedras a los 1,200 policías que quieren romper el bloqueo. Abajo, en la carretera, queda tirado un policía. Tiene el cráneo destrozado. Tiene 27 años. Grover Sayco Taipe, se llama. Rodolfo y sus amigos se asustan, se dispersan, pero no abandonan la lucha. Les han dicho que necesitan sangre para ser escuchados.
En la capital se condenan los hechos de violencia. Se acusa a Doe Run de haberse manchado las manos con la sangre del policía muerto. Se anuncia que habrá denuncia penal contra el gerente de la empresa. Sin embargo, y a pesar de las graves imputaciones, en la Comisión de Energía del Congreso se acepta que se prorrogue por 30 meses más el cumplimiento del PAMA.
Doe Run puede seguir operando. Rodolfo y Marta se van satisfechos a casa. La familia Sayco vela a su muerto. Todo vuelve a la normalidad. El problema ambiental puede esperar un tiempo más. Qué importa un poco más de plomo en la sangre. El problema social, felizmente, ese sí ha quedado resuelto.
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miércoles, 23 de septiembre de 2009

NO HAY PERMISO PARA LA FERIA DEL LIBRO

Mientras que en ciudades como Madrid, Buenos Aires o Santiago de Chile, son las mismas municipalidades las que promueven las ferias de libros en parques importantes como el Retiro, La Rural y el Parque Forestal, aquí en Lima, con más precisión en Miraflores, ha sido el propio municipio, a través de su alcalde, Manuel Masías, quien ha vetado la tradicional Feria del Libro Ricardo Palma que se venía dando en el Parque Central desde hace veintinueve años.
Con argumentos bastante débiles como la protección del orden urbanístico y ambiental, así como supuestas quejas de los asistentes a la Iglesia de la Virgen Milagrosa, el Alcalde ha clausurado una larga tradición cultural. A cambio, les ha ofrecido a los organizadores las instalaciones del Estadio Manuel Bonilla situado en la cuadra 13 de la avenida Del Ejército. Sin embargo, para los organizadores, este lugar tiene limitado acceso de tránsito vehicular y peatonal.
“Con esta propuesta, prácticamente estaríamos limitando la cultura para los escasos peatones que acostumbran transitar por ese sector. Ya es difícil realizar en nuestro país un evento cultural como la Feria del Libro, actividad que congrega a un sin número de escritores y los invita a interactuar con el público.
Una pena que se rompa una larga tradición cultural. Una vergüenza que los opositores a la Feria del Libro salgan de un municipio que - hasta de antes de Masías - había mostrado el respaldo necesario por la movida cultural. Sino he sido mal informado, la Feria anterior había vendido más de un millón de soles. A esto había que agregar los buenos resultados de la Feria Internacional de Libro y la ya consolidada Feria de Libro de Lima Norte, el de Megaplaza. Por lo menos, algo se puede leer entre líneas: que hay buen número de peruanos que se va acercando más a los libros. Solo falta que algunas autoridades también lo hagan.

Imagen facilitada por Pepe San Martín, publicada en el diario El Comercio
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lunes, 21 de septiembre de 2009

"De puño y letra" (demasiada bulla para tan poco)

Me auno a todos aquellos que han considerado un desatino mayor la exacerbada actitud del Gobierno con relación al libro escrito por Abimael Guzmán. Después de todo, es al Gobierno a quién se le ha escapado el control sobre lo que hacía Guzmán en su celda de máxima seguridad. Ahora bien, más allá del relajamiento en el control de los internos por subversión, las autoridades cayeron en un descalabro mayor proponiendo una cruzada que retirara el mencionado libro. Como si no se hubiera aprendido de la dura lección que se vivió en aquellas épocas infaustas del terrorismo, hoy algunos siguen auspiciando una actitud tan intolerante y fundamentalista como la de aquellos que nos atacaron.
Las ideas se combaten con ideas. La insinuación de que habría que cerrar - con todo y de cualquier manera- cualquier publicación contra el sistema, nos coloca en la misma condición de aquellos detractores de este sistema y, más aún, contradice el principio de la democracia en donde, básicamente, las ideas se exponen, se discuten, se confrontan con el fin de hallar la verdad. Considero que la democracia, a pesar de los muchos puntos críticos que pudiera tener, es el mejor camino para intentar llegar a una mejor relación entre los hombres. Y si estamos de acuerdo con esto, entonces hay que difundir estos principios, hay que criticarlos, hay que someterlos a una constante discusión, pero de ninguna manera hay que tomar prestadas herramientas fundamentalistas que terminarían, a la larga, corroyendo nuestros anhelos de una mejor sociedad.
Si tan seguros estamos de que tenemos la razón, no tengamos temor de confrontar estas ideas con aquellas otras que nos llevaron una pesadilla violentista. Expongamos nuestros argumentos con la suficiente claridad como para convencer a todos aquellos que aun no comprenden las diferencias entre libertades y totalitarismos de cualquier tinte.
Además, aun cuando he podido leer, solo algunos fragmentos, en verdad, pienso que nada hay que temer de un libro lleno de enunciados débiles y de parafreseos trasnochados.
Agrego algunos comentarios que encuentro en la web.
Federico Salazar, en el diario La República, El pensamiento de Guzmán es equivocado. Pero, ¿cómo demostrar su error si no podemos leerlo? ¿Acaso la mejor manera de erradicar errores de pensamiento es escondiendo el pensamiento? Al contrario. Es necesario mostrar y demostrar, discutir e iluminar. Al esconder un pensamiento (erróneo) sólo se logra darle una dignidad que no tiene. Sólo se logra evitar su discusión, sólo se logra su mitificación.
¿Queremos exaltar las ideas de Abimael Guzmán? ¿Negamos un derecho palmario para crear una víctima, un héroe, un mito? El gobierno debe reprimir el terrorismo. No debe perder tiempo en cortinas de humo para disimular su ineficacia. No debe conculcar los derechos de nadie.
En el blog Puente Aéreo, Gustavo faverón Mi aprensión, sin embargo, es de una cualidad distinta: si en verdad hay razones para sospechar que nuestra sociedad se podría ver afectada por la publicación de un libro de Abimael Guzmán, entonces hay que temer que nuestra sociedad no ha podido ser educada en las razones de la violencia, sus motivos y motivaciones, las condiciones que la propiciaron, etc.
La pregunta es qué cosa ha hecho el gobierno de Alan García para propiciar en nuestra sociedad el conocimiento y la reflexión sobre la violencia política: qué ha hecho para explicar por qué se produjo, qué errores fueron cometidos, por qué la salida terrorista fue inmoral, criminal y destructiva y por qué la respuesta estatal fue incapaz, inmoral y también nociva.
Quizá si libros como el Informe Final de la CVR y el invalorable Hatun Willakuy estuvieran en todas las bibliotecas, en todos los colegios del país, si los documentos que explican la guerra y la participación en ella de cada uno de sus actores hubieran sido incorporados a los currículos escolares, si la discusión y la comprensión hubieran sido animadas y propiciadas desde el Estado, la aparición del libro de un asesino masivo con el intelecto de un zancudo y el poder de argumentación de una plancha a carbón no serían peligrosos para nadie en lo absoluto.
Mi propuesta para el ministro de Justicia: no pierda el tiempo persiguiendo las tonterías impresas de un cretino. Más bien, disponga que su ministerio y el de Educación hagan el Hatun Willakuy accesible a todos los maestros y estudiantes del país. Cualquiera que lea ese libro no podrá sino cerrar con asco y disgusto cualquier cosa escrita por Guzmán.

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domingo, 20 de septiembre de 2009

NOTAS DE LA CIUDAD


MI TIO MANUEL

Su vida en Lima comenzó, precisamente, en esta cuadra de Isabel la Católica. Las ironías del destino: que su velorio ahora sea a cinco casas de donde comenzó su aventura de provinciano a quien las locas ilusiones lo sacaron de su pueblo para ver la capital. Mi querido tío Manuel ha fallecido a los noventa años, si es que sus documentos más recientes tenían algo de verdad. < En aquellos tiempos, muchos de los que llegamos no teníamos partida de nacimiento, entonces menos una libreta electoral >. Claro, tío, qué más da de dónde salieron los nuevos documentos en donde cambiaste hasta de apellido.
Hiciste una vida, tuviste un primer matrimonio que falló. Qué novedad. Trabajaste tanto y en tantas cosas. Te compraste quién sabe cómo un terreno y construiste una casa en Santa Isabel, por Comas, cuando vivir por allá era casi como salir de Lima. Mira tú, la vida pasa y las cosas cambian. Ahora ya nada está lejos, aunque todo sea más complicado.
Los parientes, los amigos y los conocidos se han arrejuntado como sea en las dos habitaciones y hasta en el pasadizo que une el pequeño departamento con los otros. El ataúd está en la segunda habitación, de donde han retirado todos los muebles para dejar espacio tanto al féretro como a los cuatro grandes candelabros plateados y a las sillas para los acompañantes. No quiero acercarme a ver su rostro porque me sobrecoge encontrarlo estragado por la agonía del cáncer al pulmón.
Tío Manuel, viviste bien a tu manera, perdiste la casa de Comas, te conseguiste otra. Tuviste otras mujeres, al menos eso nos contabas cuando nos asombrabas en la pubertad con tus historias. Fuiste quien me llevó, por primera vez, al Estadio, cuando jugaba el León de Huánuco por alguna Copa Perú. Te confieso que después he ido un par de veces más y punto. El fútbol como espectáculo no me atrajo, pero sí me gustaba jugarlo, como cuando iba toda la familia de paseo y se armaban los partidos entre los primos y los tíos y hasta las hermanas y las madres: tremendo espectáculo del Perú profundo en los tiempos del Parque de la Reserva sin rejas y sin chorritos de agua. Y tú – que eras pésimo y ya bastante tío por aquellos tiempos - nos pateabas en las canillas, nos ponías zancadillas de puro malvado; pero qué importaba, si después te resarcías comprándonos helados y bebidas a discreción.
Estuviste conmigo y con mis hermanos cuando mi familia de descoyuntó. Nos acompañaste. Nos amparaste. Me conseguiste mi primer trabajo: la vida se hizo difícil y estrecha después del divorcio de mis padres. Te mandé alguna vez a la mierda, porque algunos somos así de imbéciles durante la adolescencia. Y tú jamás te molestaste más de un día, y creo eso ya era mucho. Lo siento, tío, lo siento mucho. Te volviste a comprometer, tuviste dos hijos más. Seguiste trabajando. Y yo me perdí en la gran ciudad buscando mi destino. Para ese entonces, te encontraba ya solo de vez en cuando. Cada vez un poco más pequeño, más frágil, aunque siempre con esa actitud de tranquilidad y equilibrio que me hubiera gustado heredar de ti. Por supuesto que eso no se iba a poder porque nunca fuiste mi tío de sangre, sino ese amigo con quien mi padre llegó a Lima en busca de un futuro. Y eso fue en aquellos tiempos cuando la Capital aún no sospechaba que los provincianos estaban llegando no solo para quedarse, sino para cambiarlo todo, pese a quien le pese.
Hay demasiada gente en el velorio. Pocos ya lloran. Ha comenzado a circular el café y las copas de licor para aguantar la noche. Mis hermanas están diseminadas entre la cocina y los sobrinos pequeños. He salido a fumar a la avenida. A una cuadra está el Estadio de Alianza Lima, destartalado y vetusto; en la otra acera, la Unidad Vecinal de Matute, no menos maltratada que el Estadio. Es una noche cerrada y muy fría. Las calles están interrumpidas por reparaciones como en casi toda la ciudad. Las fachadas de los edificios lucen tristes y empolvadas. Aparecen dos sobrinos míos, de los más grandecitos, para acompañarme porque mis hermanas piensan que me pueden asaltar en esas calles de tradicional peligro. Además, porque nadie me recuerda por allí y, principalmente, por la cara de despistado que siempre he tenido. Veo a mis sobrinos, y seguro que los veo desde la altura desde donde me veía mi tío en otros tiempos. Entonces les hago un guiño y los invito a comer un pollito a la brasa clandestinamente. Sonríen y aceptan.

Descansa en paz, tío Manuel.

sábado, 19 de septiembre de 2009

¡25 millones por una obra de Rembrandt!

En vida, Vincent van Gogh vendió apenas un cuadro, y fue a su hermano, probablemente el único que apostó por él en vida. La existencia de Van Gogh transcurrió muy mal: entre la estrechez económica y el descalabro mental en el que solía caer. Finalmente, luego de redactar una última carta para su querido hermano Theo, optó por el suicidio. Sólo mucho tiempo después, los entendidos "entendieron" al artista y llegó el reconocimiento póstumo. Luego vino el mundo contemporáneo que todo lo debe convertir en cifras económicas para que tenga importancia. Actualmente, las obras de Van Gogh ya no solo tienen trascendencia por la reverberación de sus colores, sino por los millones de dólares en los que están cotizados. Por ejemplo, Retrato del doctor Gachet, según leo en The Art World, fue vendido en 1990 en 71 millones de dólares. ¡Ah¡ señor Van Gogh, tendría que verlo para creerlo. Verlo y volver morirse para no enloquecer de una manera más espantosa.
Pues bien, en el mismo sentido, me entero de que en diciembre de este año, habrá una subasta en Londres que incluye, en este caso, una obra de Rembrandt, obra que no había sido vista desde hace cuarenta años. «Retrato de un hombre, de medio cuerpo, con las manos en la cintura» seguramente alcanzará los veinticinco millones de libras. En este caso, ironías de la vida. El gran pintor y grabador holandés vivió siempre colapsado por sus deudas.
La nota recogida del diario Abc dice:
Un cuadro de Rembrandt no visto en público durante cuarenta años se ofrecerá el próximo 8 de diciembre al mejor postor en Londres, informó hoy la casa Christie's, que precisó que la obra puede convertirse en la más cara del genio holandés.
Los subastadores han calculado el precio de la pintura, titulada «Retrato de un hombre, de medio cuerpo, con las manos en la cintura» (1658), en entre 18 y 25 millones de libras (de 20 a 28 millones de euros).
El récord de una obra de Rembrandt van Rijn (1606-1669) se sitúa actualmente en 19,8 millones de libras (unos 22 millones de euros), pagados por «Retrato de una dama de 62 años» en la sede londinense de Christie's en 2000.
El cuadro que sale a subasta es, junto a un autorretrato guardado en el Museo Frick de Nueva York, uno de los dos trabajos del artista datados en 1658, año perteneciente a uno de los periodos más turbulentos y creativos del pintor, que entonces se declaró en bancarrota y se vio obligado a vender su estudio.
Con unas dimensiones de un metro de largo por 0,86 centímetros de ancho, la obra, que pone a la venta un coleccionista privado, muestra a un individuo desconocido que mira directamente al espectador en una pose desafiante y con las manos sobre la cadera.
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domingo, 13 de septiembre de 2009

50 AÑOS DE EL TAMBOR DE HOJALATA

Con sinceridad, tuve que releer - y con cuidado - el Tambor para de hojalata para llegar a entender, finalmente, que había abordado una novela universal. Claro que por aquellos tiempos trataba de leer novelas a intervalos, entre lecturas de otro tipo y tareas universitarias. De todas maneras, declaro que para mí fue una novela, inicialmente, de difícil lectura: solo hasta cogerle ritmo y aceptar las leyes que regían su particular dimensión.
Fue sólo después de una lectura apacible cuando entendí, como muchos, que la novela no podía titularse de otra manera, y que todos teenemos un armario en donde guardamos todos nuestros demonios, y de alguna manera los queremos esconder; sin embargo, cuando leemos o describimos personajes como Oscar, Agne, Jan, y Babra tenemos entonces la certeza que son muchos, pero no son como los de Oscar o como los de Agne.
Encuentro una nota en el sección cultural de La República que da cuenta de las celebraciones por los cincuenta años de la publicación de la novela mayor de Günter Grass.

La primera novela de Günter Grass que, para muchos, cambio el rumbo de la literatura alemana de la postguerra, cumple su cincuentenario, celebrado con un acto en el Teatro Nacional de Lübeck.
Donde también se realizará la inauguración de una exposición titulada "Un libro escribe historia". Además la editorial Steidl ha sacado al mercado una edición conmemorativa del libro y una documentación de la historia sobre la acogida del mismo.
La exposición -que se realiza en la casa museo que lleva el nombre del escritor- se inauguró con una visita en la que Grass fue acompañado por el ex canciller Gerhard Schröder, el actor Mario Adorf y la escritora Julia Franck.
La idea de la muestra es documentar tanto el proceso de creación de "El tambor de hojalata" como su acogida posterior dentro y fuera de Alemania, que en su momento sorprendió al propio escritor.
Grass suele contar como en junio de 1959 los editores estadounidenses Kurt y Helen Wolff -que habían tenido acceso al manuscrito de "El tambor de hojalata"- lo citaron en un hotel de Zúrich y le preguntaron, para sorpresa del entonces joven escritor, si creía que su libro podía encontrar lectores en Estados Unidos.
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sábado, 12 de septiembre de 2009

El blog según Vargas Llosa, Marías y Paz Soldán

Edmundo Paz Soldán, escritor boliviano (1967), es autor de novelas importantes como Días de papel, Alrededor de la torre, Río Fugitivo, hasta su libro más reciente Los vivos y los muertos (Alfaguara, 2009). Reconocido como un escritor contempóraneo representativo de la literatura latinoamerica, sus obras han sido traducidas a ocho idiomas, y ha recibido premios importantes como el Juan Rulfo y el Nacional de Novela en Bolivia. Desde octubre de 2005 hasta abril de 2008 escribió el blog Río Fugitivo .
Paz Soldán, en un artículo publicado en Babelia, comenta acerca de los blogs: este medio virtual que - por lo menos a mí - me ha permitido estar cerca de muchos amigos. El artículo de Paz Soldán viene a propósito de algunas declaraciones hechas por Mario Vargas Llosa y Javier Marías en torno de los los blogs. Creo que vale la pena reproducirlo.


Vargas Llosa, Marías y la utopía arcaica

Hay pocos escritores vivos que admiro más que Mario Vargas Llosa y Javier Marías. He leído toda su obra, he escrito sobre ellos, los he enseñado. Cuando me piden que mencione mis libros de cabecera, siempre incluyo títulos como Conversación en La Catedral o Mañana en la batalla piensa en mí. Creo entender las pulsiones principales que subyacen en sus novelas, incluso en muchas de las ideas que no comparto de sus ensayos.
La parte en la que ambos me pierden es la forma que tienen de concluir que gracias a los nuevos cambios tecnológicos la literatura se empobrece. Hace algunos meses Marías atacó los blogs, a los que llamó esa "región ocultamente furibunda" debido a la cantidad de insultos y veneno que uno encuentra en la sección de comentarios. El escritor español declaró que no entendía que hubiera tantos escritores que llevaran blogs, y mucho menos el lado interactivo de los blogs: "¿Cuál es la gracia de estas tertulias escritas? ¿Ver que uno provoca reacciones? ¿Tener la comprobación inmediata de que lo que expone no cae en el vacío?".
En cuanto a Vargas Llosa, el hispanoperuano se declaró hace poco ferviente defensor del papel, que "infunde un respeto casi religioso al escritor", y dijo, contundente: "Si la literatura se hace sólo para las pantallas se empobrecerá, porque la pantalla hace que pierda profundidad y riesgo". Vargas Llosa terminó creando una falsa dicotomía entre el libro y la máquina: "La gran amenaza son las máquinas que puedan acabar con el libro. No sabemos qué va a pasar con ese desafío para la literatura que es la pantalla".
Es curioso ver cómo la introducción de una nueva tecnología produce tanta ansiedad en la cultura libresca y hace que aparezca un tono apocalíptico en sus defensores. Para citar un ejemplo emblemático: cuando en 1895 los hermanos Lumière inventan el cinematógrafo, el escritor mexicano Amado Nervo señala que el cine, junto al fonógrafo, producirá como resultado "no más libros; el fonógrafo guardará en su urna oscura las viejas voces extinguidas; el cinematógrafo reproducirá las vidas prestigiosas".
Un nuevo medio produce siempre desplazamientos en la ecología de medios preexistente. Para la literatura hay un antes y un después del cine, de la televisión, de Internet. Eso no significa que las cosas tengan que ir para peor. ¿Qué hubiera pasado durante el siglo veinte si los escritores se hubieran cerrado a las posibilidades creativas de los nuevos medios? Por hablar sólo del cine, es extensa la lista de escritores que registran en su obra el impacto, tanto en la forma como en el contenido: Joyce, Dos Passos, Cabrera Infante, Puig, etcétera. La misma relación de Marías y Vargas Llosa con el cine es fundamental.
Marías tiene razón: los bloggers deben lidiar con el veneno de los comentarios. Pero eso no es nuevo en la literatura: lo que hacen los blogs es explicitar esa mala leche que siempre está ahí, en algunos lectores y colegas. Eso no significa que haya que eliminar de cuajo al blog; se trata de un nuevo género literario, y más temprano que tarde hablaremos de grandes bloggers, así como lo hacemos de grandes ensayistas o cuentistas. Vargas Llosa tiene razón: no sabemos qué pasará con la literatura ante los nuevos desafíos tecnológicos. Lo que sí es seguro es que hay niños y adolescentes que algún día serán escritores y que hoy tienen "un respeto casi religioso" por la pantalla. Concluir que no habrá "profundidad y riesgo" en la literatura escrita por ellos es, cuando menos, apresurado. Y cuando más, arcaico.
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sábado, 5 de septiembre de 2009

PRÓXIMO DICCIONARIO DE PERUANISMOS

Siempre es lo mismo, cuando conozco a alguien que recién se entera de que dictó cursos de redacción, gramática y ortografía, aparecen las clásicas preguntas sobre lo que se debe decir o no según la norma o habla culta. El asunto se vuelve más tedioso cuando piensan que me han atrapado en falta gramatical. Entonces no vale que les explique que la norma culta es, apenas, una referencia de orden social. A fin de cuentas, la lengua es solo instrumento social y, como tal, debe acomodarse a las circunstancias. Dicho de otra manera, las sociedades cambian y, por lo tanto, sus herramientas de comunicación también cambian. De hecho, las palabras no solo expresan contenidos significativos oficiales, sino que reflejan las características de su comunidad lingüística con toda la frescura posible.
En ese sentido, en cada comunidad lingüística - aun cuando compartan la lengua con otras comunidades -, hay un conjunto de palabras que han adquirido un valor singular para esa comunidad. A veces son las mismas palabras oficiales, pero con un valor particular para la comunidad. En otros caso, son palabras de novedosa construcción que han salido de la propia comunidad. En cualquier caso, son representaciones vivas de esa comunidad. Esos son los "ismos": argentinismos, colombianismos y, por supuesto, peruanismos. ¿Acaso no ha oído que una cosa es estar desnudo y, otra diferente, estar calato? Ahora bien, seguro que a usted se le pinchan las llantas, cuando en otros lares, se le desinflan las gomas. Por otro lado, que bueno es un ceviche acompañado con un choclo tan tierno que sobra ganas de masticar hasta la coronta. En fin, tiene que haber una larga lista de peruanismos sin los cuales, el habla peruana (y hablar nos gusta tanto) perdería su toque.
Pues bien, encuentro en Perú 21 una nota interesante en la que mi querido maestro Marco Martos, Director de la Academia Peruana de Lengua, anuncia que se viene preparando un diccionario oficial de peruanismos. ¿Cuáles son peruanismos y cuáles no? ¿Hasta qué punto estamos copados de ellos? Aguardo con curiosidad la publicación de dicho diccionario. Por lo pronto, y por sí la moscas, los dejo con la nota periodística.

PREPARAN DICCIONARIO DE PERUANISMOS
La Academia Peruana de la Lengua acaba de celebrar sus 122 años de vida. La celebración fue el pasado jueves, y no fue una fecha más. Ese día, el poeta Marco Martos, quien preside la Academia, presentó el proyecto “Diccionario de Peruanismos DiPerú’, una tarea que, hace algo más de un año, desarrolla esta institución.
DiPerú tiene como propósito “la edición de un diccionario que recoja, de la manera más amplia, los términos que usamos los peruanos. Aquí se incluyen palabras nativas, así como aquellas nacidas de nuestras culturas precolombinas y que se han incorporado al español general, pero que no están consignadas en el Diccionario de la Real Academia Española. Además, se consignan las innumerables expresiones con las que los peruanos matizamos nuestro hablar”, nos informan los gestores del texto.
Quien dirige el proyecto es el peruanista español Julio Calvo. Su equipo de trabajo está integrado por 12 lexicógrafos peruanos y por numerosos y entusiastas estudiantes de Lingüística provenientes, sobre todo, de universidades nacionales.
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CUENTO DE YASUNARI KAWABATA

Novelista japonés nacido en Osaka, Tokio. En la década de los años veinte formó parte de un grupo literario de jóvenes escritores conocido como neosensacionistas, partidarios del lirismo y del impresionismo en lugar del realismo social imperante. Poco a poco fue desarrollando un estilo propio, minucioso y episódico, que se manifiesta en su primera novela. Con frecuencia se preocupó por la exploración de la soledad y los aspectos que bordean la sexualidad humana. Kawabata fue el primer japonés que ganó el premio Nobel de Literatura en 1968, por su maestría narrativa, que expresa con gran sensibilidad el espíritu japonés. En 1972, enfermo y deprimido, se suicidó.
Me encontré con este cuento, en internet, y me sirve para compartir con ustedes mi admiración por un escritor que me dejó fascinado con su novela "País de nieve" (1947). Poco después leí La casa de las bellas durmientes (1961) y confirmé que me habia topado con un gran novelista. Sé que los post no deben ser extensos, pero en este caso, vale la excepción. Apenas tengan un tiempo, los invito a leer este representativo cuento de Kawabata.

UN PUEBLO LLAMADO YUMIURA

Su hija Tagi vino a avisar que había llegado de visita una mujer que decía haberlo conocido treinta años antes en el pueblo de Yumiura, en Kyushu. Kozumi Shozuke lo pensó un momento y decidió hacerla pasar a la sala.
Kozumi era escritor. Las visitas sin cita previa y a cualquier hora eran asunto de todos los días. Justo en ese momento había tres visitantes en la sala. Aunque los tres habían llegado por separado, los tres estaban conversando juntos. Eran las dos de una tarde en la que, a pesar de ser principios de diciembre, hacía calor.
La cuarta visitante se arrodilló en el corredor de afuera y dejó la puerta corrediza abierta. Parecía avergonzada con los otros visitantes.
-Por favor, pase usted -le dijo Kozumi.
-En realidad, de hecho... -dijo la mujer con voz temblorosa-. Llevamos tanto tiempo sin vernos. Ahora mi apellido es Murano. Pero cuando nos conocimos era Tai. ¿No lo recuerda?
Kozumi miró la cara de la mujer. Estaba entrando en los cincuenta pero se veía joven para su edad. Sus blancas mejillas tenían un suave tinte rojo. Sus ojos se veían aún grandes, tal vez porque no tenía la contextura gruesa propia de la edad madura.
-¡Justo lo que pensaba! No hay duda de que usted es el Kozumi que conocí -dijo la mujer. Al mirarlo los ojos le brillaban de alegría. Su entusiasmo contrastaba con la seriedad de Kozumi, que la miraba intentando recordarla-. No ha cambiado usted en nada. La forma del perfil desde el oído a la barbilla. ¡Sí!, y también la parte alrededor de las cejas. ¡Está idéntico!
Y así siguió, señalando rasgo por rasgo como si se tratara de una encuesta. A todo esto Kozumi se mostraba confundido pero también preocupado por su falta de memoria.
La mujer vestía un haori negro bordado con el emblema de la familia. El gusto que denotaban su quimono y su obi era discreto. Sus ropas estaban usadas pero no hacían pensar en una familia venida a menos. Era pequeña de cuerpo y de cara. No llevaba anillos en sus cortos dedos.
-Hace cerca de treinta años estuvo en el pueblo de Yumiura, ¿recuerda? Y tuvo entonces la gentileza de venir a mi habitación. ¿Ya se ha olvidado usted de eso? Fue el día del Festival del Puerto, hacia el atardecer...
-¿Ah... ?
Cuando Kozumi oyó que había ido a la habitación de una muchacha que sin duda había sido bonita hizo un esfuerzo aún mayor para recordar. Si eso había ocurrido treinta años atrás, tenía entonces veinticuatro o veinticinco años. Todavía no estaba casado.
-Usted estaba con los profesores Kida Hiroshi y Akiyama Hisaro, e iban de viaje por Kyushu. Se quedaron en Nagasaki debido a una invitación que les hicimos para asistir al lanzamiento de un pequeño periódico de Yumiura.
Kida Hiroshi y Akiyama Hisaro ya estaban muertos. Ambos novelistas, diez años mayores que Kozumi, lo habían alentado afectuosamente desde que tenía veintidós o veintitrés años. Hacía treinta años ya eran novelistas de primera línea. Era cierto que ellos dos habían estado de paseo por Nagasaki. Kozumi recordaba los diarios de ese viaje y las anécdotas que habían contado sobre él. Tanto los diarios como las anécdotas eran de sobra conocidos por el público literario.
Por aquella época Kozumi comenzaba su carrera. Pero no estaba seguro de que hubiese sido invitado por dos escritores mayores que él a acompañarlos en un viaje a Nagasaki. Al revolver sin descanso su memoria, evocó nítidamente los rostros benévolos de Kida y Akiyama, y recordó los innumerables favores que le hicieron. Kozumi fue cayendo en un estado psicológico de dulces y suaves reminiscencias. Su expresión debió de haber cambiado porque la mujer le dijo:
-Se está acordando, ¿verdad? -la voz de la mujer también cambió-. Yo acababa de hacerme cortar el pelo. Sentía frío desde las orejas hasta la nuca. ¿Recuerda que le dije que me sentía avergonzada? El otoño ya había terminado... Iba a salir el nuevo periódico en el pueblo y decidí dejarme el pelo corto para volverme reportera. Recuerdo muy bien que cuando sus ojos se fijaban en mi cuello yo me volvía como si me estuvieran tocando. De regreso usted me acompañó a mi habitación. Entonces abrí presurosa una caja de cintas del pelo y se las mostré. Creo que quería darle una evidencia de mi pelo largo, mostrándole las cintas con que lo había atado. Usted se sorprendió y me dijo que eran muchas. Es porque las cintas me gustaron desde niña.
Los otros tres visitantes estaban callados. Una vez terminada la consulta de sus asuntos se habían quedado sentados, charlando entre ellos, hasta que llegó la mujer. Era natural que ahora dejaran hablar a Kozumi con la recién llegada. Pero había algo en la compostura de la mujer que los obligaba a permanecer en silencio. Los tres visitantes escuchaban la conversación con aire de no estar oyendo y sin mirar la cara ni de la mujer ni de Kozumi.
-Cuando terminó la ceremonia de inauguración del periódico bajamos por la calle del pueblo que lleva hacia el mar. Había un atardecer arrebolado que parecía que iba a ocasionar un incendio en cualquier momento. Un color rojo cobrizo cubría los tejados. No olvido que usted me dijo que hasta mi cuello parecía de cobre. Yo le contesté que Yumiura era un sitio famoso por sus atardeceres. Y, es cierto, aún no he podido olvidar los atardeceres de Yumiura. El día en que nos conocimos hubo un lindo crepúsculo. Yumiura se llama así probablemente por su forma, pues es un pequeño puerto como un arco que hubiesen tajado a lo largo de la línea de la costa, siguiendo el contorno de la montaña. Los colores del atardecer se recogen en ese cuenco. Aquel día la bóveda del cielo con las nubes revueltas se veía más baja de lo que suele verse en otros lugares. La línea del horizonte parecía sorprendentemente cercana. Era como una bandada negra de aves migratorias que no pudiera traspasar la barrera de las nubes. No era que el color del cielo se reflejara en el mar; era como si el rojo encendido del cielo se hubiera fundido y mezclado totalmente con el agua en ese puerto pequeño. Había allí un barquito del festival adornado con una bandera, del que salía una música de flauta y tambores. Y había un niño en el bote. Usted comentó que si se hubiese raspado un fósforo al lado del quimono del niño, mar y cielo hubieran estallado en un instante como una llamarada. ¿Tiene algún recuerdo de eso ?
-¡Pueees ... !
-Desde que mi esposo y yo nos casamos mi memoria parece haberse deteriorado lamentablemente. Tal vez no exista una felicidad tal que nos lleve a decidir no olvidar. Las personas que además de felices están ocupadas, como usted, no tienen tiempo libre para ponerse a recordar tonterías del pasado. Tal vez no lo necesitan... Pero para mí Yumiura ha sido toda mi vida un pueblo especial.
-¿Estuvo mucho tiempo en Yumiura? -preguntó Kozumi.
-No. Casi medio año después de haberlo conocido a usted fui a Numazu a casarme. De mis hijos, el mayor terminó la universidad y ahora está trabajando; la menor ya tiene edad suficiente para buscar marido. Yo nací en Shizuoka pero como no me entendía con mi madrastra me mandaron a Yumiura por un tiempo a casa de unos parientes. Por llevar la contraria, entré a trabajar en el periódico. Cuando mis padres se enteraron, me mandaron llamar y me forzaron a casarme. Así que sólo estuve siete meses en Yumiura.
-Y, ¿su esposo es...?
-Es sacerdote shintoísta en un santuario de Numazu.
Al oír mencionar una profesión tan inesperada Kozumi miró la cara de la visitante. Existe una palabra que tal vez ahora no se use y me temo que produzca una impresión desfavorable sobre un peinado, pero la visitante tenía un corte de cabello al estilo Fuji, y fue esto lo que atrajo la mirada de Kozumi.
-Antes se podía vivir muy bien como sacerdote shintoísta. Después de la guerra, sin embargo, día a día le es más difícil conseguir dinero. Tanto mi hijo como mi hija me apoyan, pero pelean con su padre por cualquier cosa.
Kozumi sintió la zozobra del hogar de la mujer.
-El santuario de Numazu es tan grande que no puede compararse con el templete donde se celebraba el festival de Yumiura, pero cuanto más grandes son, más complicados de manejar. Mi marido está en problemas por haber vendido sin consultar diez cedros que había en la parte de atrás del templo. Me vine a Tokio huyendo de eso.
-...
-Los recuerdos son algo por lo que deberíamos estar agradecidos ¿verdad? No importa en qué situación se meta el ser humano, los recuerdos del pasado son sin duda un don de los dioses. En el templete del camino que bajaba la ladera de Yumiura había muchos niños y usted sugirió que siguiésemos adelante sin detenernos. Sin embargo, alcanzamos a ver que había dos o tres flores de finos pétalos dobles en un pequeño arbusto de camelias, al lado de los baños. Yo todavía recuerdo esas camelias y pienso en quién pudo haber sido la persona de corazón tierno que plantó ese arbusto.
Era claro que Kozumi se encontraba entre los personajes que aparecían en algún escenario de los recuerdos de la visitante. También Kozumi, seducido por sus palabras, sintió como si las imágenes de esa camelia y del atardecer en el puerto de Yumiura le llegaran flotando. Sin embargo, lo irritaba no poder entrar con la mujer en la misma región del mundo de sus reminiscencias. Estaban tan separados como están los vivos y los muertos en aquel país. La capacidad de memoria de Kozumi se había reducido en comparación con la de muchas personas de su edad. Le era usual sostener una larga conversación con alguien cuya cara le resultaba familiar sin recordar su nombre. A la ansiedad de esos momentos se venía a sumar el miedo. Ahora mismo, mientras intentaba inútilmente despertar sus propios recuerdos con la visitante, empezó a sentir que la cabeza le dolía.
-Cuando me detengo a pensar en la persona que plantó aquella camelia se me ocurre que debería haber tenido más arreglada mi habitación en Yumiura. Usted sólo pasó por allí una vez y desde entonces han transcurrido más de treinta años sin vernos. Aunque, ¿no es verdad que entonces la había adornado un poco y que se veía como la habitación de una muchacha joven?
Kozumi frunció el ceño y su expresión pareció tornarse más rígida. No podía recordar nada de esa habitación.
-Le pido excusas por haberlo visitado tan de improviso, fue quizás grosero de mi parte... -dijo la mujer a modo de despedida-. Durante largo tiempo deseé verlo. Nada podía hacerme más feliz. Me pregunto si me permitiría visitarlo de nuevo. Hay muchas cosas que me gustaría conversar con usted.
-Sí.
Había algo que la mujer temía decir frente a los otros visitantes. El tono de su voz indicaba que no podía hacerlo. Kuzumi salió al corredor para despedirla. Al correr el panel de la puerta tras de sí casi no cree a sus propios ojos. La mujer había relajado la postura del cuerpo. Tenía la actitud corporal de una mujer que está frente a un hombre que la ha tenido en sus brazos.
-¿La niña que salió a recibirme era su hija?
-Así es.
-Siento no haber visto a su esposa...
Kozumi sin responder se adelantó hasta el umbral de la entrada.
Desde allí le dijo a la mujer, que estaba de espaldas poniéndose los zori:
-¿Así que fui a su habitación en un pueblo llamado Yumiura?
-Sí -contestó ella, y lo miró por encima del hombro-. Me pidió que me casara con usted. En mi propio cuarto.
-¿Sí...?
-En aquella época yo ya estaba comprometida con mi actual esposo. Eso le dije. Me negué. Pero...
Kozumi sintió un golpe en el pecho. Por más que tuviera pésima memoria, pensar que hubiera olvidado por completo una propuesta de matrimonio y que él mismo no fuera capaz de recordar a la muchacha, más que sorprendente le resultó ridículo. Nunca había sido el tipo de persona capaz de proponer matrimonio precipitadamente.
-Usted fue muy amable y comprendió las circunstancias de mi negativa -dijo la mujer mientras se le llenaban los ojos de lágrimas. Después, con sus dedos cortos, sacó temblando una fotografía del bolso.
-Estos son mis hijos. Ella es ahora mucho más alta que yo. Pero se parece mucho a mí cuando era joven.
La muchacha se veía pequeña en la fotografía pero sus ojos estaban llenos de vida y la forma de la cara era hermosa. Kozumi fijó la mirada en la muchacha de la fotografía. ¿Sería posible que hace treinta años se hubiera visto con ella durante un viaje y le hubiera propuesto matrimonio?
-Algún día le voy a traer a mi hija y si gusta podrá ver cómo era yo en aquel tiempo -dijo con lágrimas mezcladas en la voz-. Les he contado los detalles de lo que pasó con usted. Lo saben todo. Hablan de usted como si se tratara de algún ser querido. En ambos embarazos tuve unas náuseas terribles y me iba volviendo un poco loca. Después las náuseas se calmaban y cuando el niño comenzaba a moverse me daba por cavilar si no sería suyo. De vez en cuando me ponía a afilar un cuchillo en la cocina... Esto también se lo he contado a mis hijos.
-Eso... No puede hacer eso.
Kozumi no articuló más palabras.
De todas maneras parecía que la mujer había sido extremadamente desgraciada a causa de Kozumi. También su familia lo había sido... O al contrario. Tal vez con el recuerdo de Kozumi pudo suavizar una vida extremadamente desgraciada. Y su familia había participado de eso en cierto modo...
Pero ese pasado, el encuentro imprevisto con Kozumi en un pueblo llamado Yumiura, parecía vivir con intensidad en aquella mujer. En Kozumi, que de alguna manera había cometido una falta, ese mismo pasado se había perdido completamente y estaba muerto.
-¿Quiere que le deje la fotografía? -preguntó ella. A lo cual Kozumi meneando la cabeza respondió que no.
La figura pequeña de la mujer, caminando con pasos cortos, desapareció tras la puerta de entrada.
Kozumi tomó del estante de libros un mapa detallado del Japón y un diccionario de nombres de ciudades y regresó a la salita. Los tres visitantes le ayudaron a buscar, pero en ningún lugar de Kyushu encontraron un pueblo llamado Yumiura.
-¡Qué extraño! -dijo Kozumi. Levantó la cabeza, cerró los ojos y se puso a pensar-. No recuerdo siquiera haber estado en Kyushu antes de la guerra. Estoy seguro de que no. ¡Ya! La primera vez que estuve en Kyushu fui en avión, como corresponsal de la armada, a la base de las fuerzas especiales en Shikaya durante la batalla de Okinawa. La segunda fue una visita que hice a Nagasaki después de la explosión de la bomba atómica. Y fue en Nagasaki donde oí la historia de la visita de Kida y de Akiyama a la región, que había tenido lugar treinta años antes.
Los tres visitantes expusieron por turnos su opinión sobre las ilusiones o fantasías de la mujer y se echaron a reír. Concluyeron que evidentemente estaba loca. Kozumi, sin embargo, pensaba que él también debía de estar loco. Había estado oyéndole la historia a la mujer, buscando en sus recuerdos mientras la escuchaba. En este caso, no había existido un pueblo llamado Yumiura, pero cuánto de su pasado, un pasado que él había olvidado y que para él ya no existía, podía ser recordado por otros. Después de su muerte, la visitante de hoy iba a pensar que Kozumi le había propuesto matrimonio en Yumiura. Para él no había diferencia entre uno y otro caso.
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jueves, 3 de septiembre de 2009

Estrategias para escribir una novela

Los amigos más añejos ya han escuchado la vieja historia de cómo perdí una novela ya terminada. La perdí en una epoca en la que aún no se instalaban, en su plenitud, los procesadores de texto. Ahora bien, si a eso le sumamos que unos días antes de dicha desgracia, había limpiado el escritorio de tanto papel y de tantas fichas de trabajo, entonces comprenderán que cuando la perdí, la perdí bien, por completo.
Eran tiempos en los que algunos todavía escribíamos en maquinita de escribir y auxiliados por un borrador llamado rádex , que era como una pegatina pequeña apelmazada con un polvo blanco que se colocaba sobre la letra equivocada, se volvía teclear la letra y quedaba borrada, blanqueada para ser más exactos.
Con esa historia de trauma literario he ido alargando, hasta ahora, la publicación de una novela, y me dedique, medianamente, a escribir cuentos. La verdad es que del trauma ya queda muy poco, y lo que tengo es la certeza de lo difícil que es escribir una novela. Una novela que no sea un borbotón de ideas personales y momentos catárticos, sino una novela que arme una historia que se enmarque en su propio universo.
Bueno, ciertamente, este es un asunto personal con el que cada quien tiene que lidiar a solas. Este post iba, más bien, a mencionar una buena nota escrita por Jorge Eduardo Benavides en su blog - taller de escritura literaria para Boomerang. Con el título: Estrategias para escribir una novela, Benavides señala algunas ideas inciales para enfrentar la escritura de una novela. Es de esperar que seguirá desarrollando este tema a lo largo de sus clases virtuales, clases que recomiendo seguir si acaso están pensando acometer tal empresa literaria.


Una novela es un descubrimiento, un hallazgo, el lento y paciente asedio de una historia o más bien de una red de historias que siguen el cauce mayor propuesto por una de ellas. El escritor, el novelista, sabe que de tanto darle vueltas al germen de la historia, de que ésta poco a poco reclame tiempo e interés, todo empieza a articularse y generar la cualidad esencial de cualquier ficción narrativa: su coherencia interna, sin la cual no hay persuasión. Por ello, los novelistas suelen disponer una estrategia que permite alcanzar el desarrollo de la historia y que esta tenga sentido, sustancia, interés.

A diferencia de un cuento, la novela no es un estallido, no es una repentina explosión de ideas que se articulan simplemente porque hemos pensando mucho en ellas: como muchos de ustedes saben por experiencia, el cuento es como un resorte que se impulsa desde el primer instante, desde sus primeras líneas, una vez que tenemos casi como la revelación, por fin, acerca de cómo debe contarse. Por eso el cuento es intenso, unidireccional, monotemático. La novela - ese largo asedio narrativo - requiere de un plano, de una dosificación de las historias, de una revisión constante de lo contado para anticiparnos a lo que queremos seguir contando: aproximadamente en cuántas páginas, en cuántos capítulos, con cuántas voces... Por eso muchas veces hay que descartar posibles vetas ficcionables, pues no corresponden a ese plano que hemos diseñado previamente. Pero no hay que tomar todo esto al pie de la letra: nada en la construcción de la novela es rígido y uno debe ceder de vez en cuando a la repentina inspiración que nos sugiere un cambio de rumbo y una modificación de la estrategia.
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$ Dan Brown $ - publica nueva novela

Después de cinco año de trabajo, el escritor Dan Brown dio luz verde a la esperada continuación de El código Da Vinci. El título de esta, su nueva obra, es El símbolo perdido, novela que incluso ya tiene fecha de publicación en inglés: el próximo 15 setiembre, con una tirada inicial de cinco millones de ejemplares ¡Nada más! ¡Poca cosa, eh! Para América Latina, se anuncia que la publicación saldrá a librería el 29 de octubre.
Por lo que se ha deslizado para los periódicos, la novela comienza con la frase "El secreto es cómo morir", y la acción transcurre en un período de doce horas. Está ambientada en las cámaras ocultas, túneles y templos de Washington DC. Por lo visto, la novela tendrá todos los elementos que harán las delicias de los millones de lectores de Dan Brown. Diga lo que se diga, en términos de éxito económico - y esa es una medida tangible después de todo - Brown le dado al blanco en cuestión de gustos de la época y está dispuesto a explotar esta veta hasta el último dólar.
Sólo hay que recordar que "El Código Da Vinci", editada en España hace seis años, vendió 81 millones de copias en todo el mundo y fue traducida a 51 idiomas. Aparte de la adaptación cinematográfica, dirigida por Ron Howard que se estrenó en 2006, con Tom Hanks y Audrey Tautou como protagonistas, y que recaudó - atención - 750 millones de dólares. ¿Que la novela es ligera e inconsistente? Seguramente. ¿Que la película - por favor - no tenía nada en especial? Probablemente. No obstante, desde los millones ganados por el autor y el grupo editorial, seguro que se oyen muy lejanas las críticas que se les pudiera hacer.
Ni modo, yo por lo menos reconozco que seré uno de los que se dé tiempo para darle una mirada a su nueva novela.
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