martes, 30 de septiembre de 2008

BRYCE ECHENIQUE EN LA BBC EN ESPAÑOL

Luego de la tremenda aporreada que recibió por el asunto de los plagios, y después de un buen tiempo desde la publicación de su novela más reciente “Las obra infames Pancho Marambio", llegan buenas noticias sobre Alfredo Bryce Echenique.
Como parte de las celebraciones por los cuarenta años de la publicación de su libro de cuento “Huerto cerrado”, el escritor aceptó la invitación que le hizo el web de BBC en español para participar en su sección Estudio Abierto. En dicho espacio sus lectores podrán formularle al escritor preguntas sobre temas tanto humanos como literarios. La nota incluye a Bryce Echenique como integrante de la generación posterior al fenómeno literario denominado boom, además de destacar los premios obtenidos por el autor a lo largo de su carrera literaria. Galardones como el Premio Nacional de Novela en 1972 por Un mundo para Julius y el título de Caballero de la Orden de las Artes y Letras de Francia.
Por si acaso, los cupos para las preguntas ya cerraron, pero, por si acaso, les apunto la página

Me alegro mucho por el autor peruano. Más allá de lo que haya sucedido con el asunto de los artículos periodísticos, la marca de Alfredo Bryce Echenique se ha hecho singular en el panorama de la narrativa peruana por el modo peculiar de contar sus novelas: un humor sutilmente corrosivo y una construcción verbal de tono coloquial que – lo saben quienes escriben – no es tan fácil de lograr.
El laureado escritor se distingue por una narrativa delirante y melancólica en la que recurre al humor fino y a la ironía para jugar con personajes, en su mayoría reales o personalmente conocidos.
Próximo a cumplir 70 años, el autor vive entre Barcelona y Lima, a donde regresó en 1999 después de lo que el calificó "exilio voluntario de 34 años en Europa" y tras haber declinado en 1995 por sus convicciones políticas y democráticas, la Orden del Sol -máxima distinción del gobierno peruano- que le otorgó el entonces presidente Alberto Fujimori.

En cambio, ese mismo año el escritor recibió el título de Caballero de la Orden de las Artes y Letras de Francia.
"Desde muy niño yo fui una persona que contaba cuentos, pero al que no le gustaba la literatura infantil", dijo el año anterior Alfredo Bryce Echenique en Madrid, en una clase sobre la escritura de sus libros.
Una vida dedicada a las letras, que nuestros lectores y oyentes podrán conocer en profundidad, en el diálogo de Alfredo Bryce Echenique con BBC Estudio Abierto.

domingo, 28 de septiembre de 2008

TALLER DE NARRATIVA DE MAX PALACIOS


EN UN TALLER DE CREACION LITERARIA no te dan la receta infalible para escribir un buen cuento. Lo cierto que escribir es un proceso extenso que, finalmente, se vuelve una historia escrita después de una larga confrontación personal del creador con la palabra, y generalmente en la mayor soledad.
No obstante, en los talleres de creación literaria se recoge una serie de experiencias valiosas que suelen ser de gran ayuda para cada una de las etapas del proceso creativo. Quienes dirigen los talleres, por lo general, han logrado conceptualizar una serie de experiencias creativas personales y las comparten con los participantes a fin de ayudarlos en el complicado camino de la creación narrativa. Además, el hecho de compartir, con los otros talleristas, la lectura de sus historias en proceso es de una gran ayuda, porque no solo porque permite afinar la historia a partir de las críticas colectivas, sino que, además, desarrolla en los participantes la habilidad para descubrir las debilidades, a veces imperceptibles de sus historias, pero que son las causantes de que éstas no terminen de redondearse.
Aun recuerdo con grata nostalgia, los talleres que compartí en el Museo de Arte de Lima. De esa etapa, he guardado un conjunto de cuentos y, principalmente, una buena lista de apreciados personas que me engrandecen con su amistad.
En ese sentido, me parece necesario hacer del conocimiento de mis lectores que Librería Ksa Tomada y Bizarro Ediciones invitan a estudiantes, profesionales y público en general interesados en la creación de textos narrativos al Taller de Narrativa que en el mes de octubre dirigirá el escritor y editor Max Palacios. Tiene que ser una grata experiencia desarrollar un taller bajo la coordinación del incansable Max Palacios quien seguramente tiene mucho que decir y que compartir sobre el difícil proceso creativo literario.

sábado, 27 de septiembre de 2008

CUENTO DE FERNANDO AMPUERO

En paralelo a su reconocida labor periodística, Fernando Ampuero ha venido desarrollando una interesante obra narrativa que se inició con el libro de cuentos "Paren el mundo que aquí me bajo" y que ha continuado con títulos como "Caramelo verde" y "Malos modales". Para 1996 su narrativa se enriquece con "Bicho raro". En estos últimos años, su labor literaria ha sido más intensa y ha publicado “Mujeres difíciles, hombres benditos” “Puta Linda” y “Hasta que me orinen los perros”. Para el crítico, Javier Ágreda, Fernando Ampuero recurre al humor como elemento que permite a muchos de sus personajes a orientarse en su búsqueda de la belleza. Los cuentos más conocidos de Ampuero narran historias que los limeños creemos ya haber escuchado alguna vez, esa especie de mitos urbanos contemporáneos que de cierto modo expresan el ambiente social y cultural propio de nuestra época.
CRIATURAS MUSICALES
La niña llegó del colegio cuando los gritos de sus padres se podían oír desde fuera del amplio y elegante departamento. Tocó el timbre y aguardó a que la empleada le abriera. Entró al vestíbulo y, cuando pasó frente al espejo oval, se hizo a sí misma una mueca graciosa. Luego enrumbó a la cocina, bebió un vaso de naranjada y, de vuelta en el vestíbulo, se detuvo cautelosa­mente en el primer peldaño de la escalera.
La discusión, como de costumbre, era a distancia. Su padre se hallaba en el baño, duchándose. Su madre reordenaba la ropa en los colgadores, en los cajones y en las gavetas del walk-in closet, una de sus actividades más socorridas cuando tenía los nervios de punta.
–¡Hola! –gritó alegremente la niña–. ¡Ya estoy aquí!
Un súbito silencio sobrevino a su saludo.
Pero unos instantes después se abrió la puerta del baño, que daba al hueco de la escalera, y salió su padre, desnudo y chorreando agua. También, como de costumbre, la niña vería que éste, ante su presencia, cambiaba rápidamente de talante. Ahora incluso le sonreía e imitaba su voz alegre y cantarina:
–¿Qué tal, Pilarcita?
–Bien, papi.
El padre volvió a encerrarse en el baño. La madre, por su parte, demoró cuatro o cinco segundos en intervenir, pero optó de buenas a primeras por ponerse en tren práctico:
–Pilar, no dejes tu mochila tirada en la sala –dijo a lo lejos, sin dejarse ver.
La niña fingió que no la oía:
–¿Qué dices, mami?
–Que no dejes tu mochila tirada.
–¿Cómo dices?
–¡Que no dejes tu mochila tirada, demonios! –gritó la madre.
–¡Ya te oí! ¡No me grites!
–¡Y sube a tu cuarto y ponte a hacer la tarea, porque en una hora tienes que ir al ballet!
–¿Al ballet?
–Claro que sí –replicó su madre–. ¿Acaso no sabes que hoy es jueves?
–No voy a ir al ballet –dijo la niña rotundamente.
Se hizo un nuevo silencio.
–¿Cómo que no vas a ir al ballet? ¿Han suspendido la clase?
–No es eso.
–¿Qué es, entonces?
–Se me ha roto la malla negra.
La madre se asomó por el hueco de la escalera con cara de sorpresa:
–¿Cuándo ocurrió eso?
–Anteayer. Me enganché con una planta llena de espinas y se rasgó toda.
La madre meneó la cabeza, apesadumbrada:
–Bueno, usa la malla roja –dijo volviendo a su tarea de ordenar ropa.
–No. Odio ese color.
–Mañana te compraré otra malla negra. Ahora hazme el favor de ponerte la roja y no fastidies.
–No quiero.
–No me contestes así, Pilar –dijo la madre.
–Pero es que tú no me entiendes.
–¿Qué es lo que no entiendo?
–Todas las chicas van con mallas negras.
–Ya lo sé. Pero es sólo por un día.
–¡No! –chilló la niña–. ¡Es huachafo!
–¡Pues te la vas a poner de todas maneras! –ordenó la madre en su tono más enérgico–. ¿Has entendido? ¡Aquí no se hace lo que tú quieres!
–¡No, no me la voy a poner! –gimoteó la niña–. ¡No me la voy a poner!
En pantuflas, y a medio cubrirse con una toalla anudada a la cintura, el padre fue esta vez quien asomó por el hueco de la escalera a fin de concordar con su hija:
–Yo también pienso que el rojo es huachafo –susurró en su tono más cómplice.
La niña alzó la cabeza y sonrió y miró a su padre con los ojos anegados de lágrimas, metiéndose enseguida un dedo en la nariz y sacándose una bolita de moco a la que dedicaría varios segundos de intensa concentración. Y fue en ese trance que la madre apareció de nuevo en el hueco de la escalera, aunque en esta ocasión con ímpetu de caballo desbocado, y se dirigió al padre increpándole entre dientes, con una especie de rabia afónica:
–¡No ma-ni-pu-les a la niña, desgraciado!

jueves, 25 de septiembre de 2008

EN PERÚ, ¿EL RACISMO ES UN TEMA AGOTADO?


¿SENTIMIENTO ESCONDIDO?

Una vez más, como no podía ser de otra manera en un país de tantos asuntos inconclusos, el tema del racismo vuelve a ser motivo de un debate. Esta vez, desde la columna de Mirko Lauer en el diario La República. "La opinión peruana parece interesarse más en el tema del racismo. ¿Es porque el racismo aumenta o porque disminuye y sus rezagos se vuelven más visibles e intolerables?" Ese es el punto de partida que propone el articulista invitado Rómulo Acurio para presentar las ideas tanto del sicoanalista Jorge Bruce, a propósito de su libro "Nos habíamos choleado tanto", como del analista político Martín Tanaka.

Aun cuando la polémica sobre el racismo, en lo personal, ya me parece irritante, creo que es necesario anotar algunas de esas ideas en esta libreta de paso. El asunto del racismo no es un tema agotado en este nuestro país y lo peor sería intentar pasarlo por alto, como muchos otros asuntos vitales, con la justificación de que hay asuntos más urgentes que solucionar en estos tiempos de globalización. Cuando situaciones como ésta, empapadas de resentimiento, se traspapelan en el fondo del alma, tarde o temprano resultan siendo como la humedad que va corroyendo paulatinamente la fachada más sólida y vistosa. El racismo es un "sentimiento" retrógrada y nocivo, es totalmente insoportable en ambos sentidos, desde los que segregan como de los que se sienten segregados. Sin embargo, allí está, latente en la sociedad peruana, aun cuando es negado por casi todos, va supurando su resentimiento en cada movimiento social: sea político, cultural, artístico.

En un comentado libro Jorge Bruce ha recordado que la clasificación racial, aunque no tiene sustento científico, persiste en el imaginario social como un mecanismo psicológico, una obsesión cargada de resentimiento y autodenigración. Los peruanos necesitan clasificarse a primera vista entre sí para ubicarse socialmente, necesidad a menudo inconsciente que les hace sufrir y que reclama, por tanto, alguna forma de terapia.
El politólogo Martín Tanaka ha reconocido la persistencia del racismo descrito por Bruce, pero indica que para entender a la sociedad peruana es más importante remarcar el cambio de mentalidades de las últimas décadas. En su opinión, el racismo subsiste pero disminuye a medida que aumentan las oportunidades de educación, salud y bienestar y la gente cuestiona las jerarquías discriminatorias del pasado. Para Tanaka, lo importante es cómo actúa la gente, no tanto cómo piensa.
Así, ¿el racismo es un fenómeno tenaz, como indica Bruce, o más bien menguante, como sostiene Tanaka? ¿Es un vaso medio vacío o medio lleno? La realidad actual, me parece, no revela la evolución de un racismo conocido, sino más bien su nueva naturaleza.
Aquí la exclusión racista ya no se basa en el color de la piel, sino en la apariencia más amplia: el acento, el vocabulario, los modales, la vestimenta, la higiene de la persona. El racismo es hoy, en muchas sociedades, una categoría socio-cultural.
Este racismo ha sustituido aquí al rechazo biológico con formas no menos violentas de desprecio. Es crucial entender que su sustento no es ya una ideología de pureza racial, sino de formas dogmáticas de identidad personal. El discurso republicano del mestizaje, las culturas chicha y achorada y la cultura publicitaria globalizada alientan formas diversamente ficticias de igualación o de universalización, modos alternativos de ocultamiento de las diferencias interpersonales.
Contra lo que parece suponer Tanaka, la democratización es sólo eufemística y fuente de mayor racismo si no se asienta en un espacio público de libertad cultural. El desafío subestimado de la democracia peruana es ofrecer a las personas la oportunidad de conquistar, además de una inclusión cívica y material, el reconocimiento de sus singularidades, de sus derechos al arraigo y desarraigo comunitario.
Por eso, también es erróneo concluir, como Bruce, que la respuesta ante el racismo es terapéutica. Se requiere, en realidad, una nueva forma de activismo social: presión pública para políticas estatales a favor de la exploración de las memorias personales, locales y regionales, del diálogo intercultural, de la organización multicultural y de nuevos sentidos de patriotismo y de cosmopolitismo.
Es urgente comprender que el contenido del racismo ha cambiado y que, por ello, desafía en modo nuevo la convivencia entre peruanos distintos.

martes, 23 de septiembre de 2008

CUENTO DE SERGIO GALARZA

Sergio Galarza ha publicado, entre otros, el libro de cuentos "Matacabros" (1996), "El infierno en un buen lugar" (1997), "Todas las mujeres son galgos" (1999) y "La soledad de los aviones" 2005. Ha sido colaborador de la revista Etiqueta Negra y de varias publicaciones extranjeras. Sus cuentos figuran en las antologías El cuento peruano de Ricardo Gonzáles Vigil. Abogado de profesión. Hace algunos años, partió rumbo a Madrid con una beca de estudio a buscarse un mejor futuro como escritor. En 2006, obtuvo el segundo lugar en la Bienal de Cuento Copé. El siguiente cuento ha sido transcrito del libro pubicado por la Bienal de COPE. 2006.


EL MAPACHE

Para Tito y Simona, por cuidar del mapache

Lavaplatos, ayudante de entrega de artículos informáticos, cuidador de una piscina, dependiente de la sección de comida en un supermercado, teleoperador por tres días y paseador de perros, son algunos de los trabajos que he realizado desde que iniciara este peregrinaje por la ruta incierta de los anhelos. Antes fui empleado en una oficina. ¿Oficina de qué? No importa (pero parecía una nave espacial Alucinada en los años cincuenta). Los empleados son sólo empleados en cualquier parte del mundo. He viajado por Chile, Bolivia, Paraguay, Argentina y Uruguay, Florida, Alabama, Mississipi, Louisiana, Washington, Chicago, Ohio, Nueva York y ahora escribo estas señales de viajero desde Barcelona, aunque mi hogar en España está en Madrid. Han pasado unos meses desde que partiera una mañana de forma definitiva de Lima, luego de varios regresos obligados. Lima es la ciudad donde aprendí a odiar, verbo que conjugo muy bien si de pelear se trata, donde, como una carta de despedida en cada lugar al que llegara. Sin embargo, mis odios persisten y se renuevan, mientras extraño aquella primera carta de despedida. Quien me reveló esta verdad fue un mapache.Madrid es como una maternidad para los viajeros. Aquí todo empieza y yo tenia ganas de borrar el lado A de un disco sin éxitos. El lado B es éste, que empieza como todo aquí en Madrid.Trabajo paseando perros. Es un trabajo que me aleja de la gente y sus tareas. Cuando era lavaplatos ahuyentaba a las ratas del Deep South para tirar la basura y cuando fui teleoperador tuve que soportar los discursos motivadores de un colombiano que me preguntaba a cada rato cómo me sentía. Ésta es una de las cosas que más odio, que alguien me interrumpa para preguntar cómo me siento. He llagado a creer que mi rostro refleja a un tipo huraño. ¿Acaso soy un tipo que necesita ayuda? ¿Será por eso que los amigos de mis amigos me miran raro y me hablan con timidez como si acabara de salirn de un centro de desintoxicación? A veces no me interesa hablar en las reuniones; sólo me da la gana de escuchar y quedarme ciego de fiesta. Si llego de trabajar, lo único que necesito es el descanso en una cama tendida a la perfección. Que por dentro me carcoma una calamidad, es lo de menos. Lo que importará siempre es que la cama esté bien hecha y limpia como la jaula del mapache que conocí. Llegué a Madrid en compañía de Laura, mi novia. La convencí de que no valía la pena quedarse estacionado en una misma ciudad, le dije que siempre tendría a su familia como un mapa de afectos que podría visitar cuando quisiera, y me creyó...

lunes, 22 de septiembre de 2008

LOS GRAFFITIS


PROHIBIDO PROHIBIR

En la avenida Brasil, en las cuadras que le pertenecen a Jesus María, hay unos avisos de dicha municipalidad en donde se promueve una campaña contra los graffitis. La imagen de un "spry" encerrado en un círculo rojo y con la clásica linea diagonal prohibitiva aparece una y otra vez. El alcalde Ocrospoma, seguro que, como buen político, ha escuchado la voz de los vecinos constituidos. Es decir, de aquellos propietarios que pagan sus arbitrios y a quienes no les debe gustar encontrar en sus fachadas esos dibujos rápidos con pulso nervioso o esos textos escritos al vuelo y que a veces pueden ser palabras sin sentido, pero que en otros, suelen ser declaraciones de amor, simpatías futbolísticas o, en todo caso, frases de protesta de cualquier consigna.
Como siempre, todo depende del cristal con el que se mire. He paseado muchas veces en bicicleta, los domingos, por las ahora veteranas calles de Jesus María y he sentido como si el tiempo se hubiera detenido entre las fachadas de esos chalecitos de arquitectura tradicional. Ciertamente, muchas de esas calles no se han modernizado, pero conservan su edad madura con dignidad.
Está bien, señor Alcalde, usted hace lo que debe para darle a sus contribuyentes lo que piden. Sin embargo, es necesario aclarar que el término graffiti va mucho más allá que las pintas de mal gusto hechas por algun loco de amor o de otro tipo de locura. Los graffitis han pasado por largas etapas de maduración hasta convertirse en una forma de arte, todavía llamado "contracultural", pero que ya empieza a ganarse un espacio como expresión artística contemporánea.
De las inscripciones hechas en aquellas paredes abandonadas por donde pasaba poca gente, de los primeras frases políticas hechas a toda prisa en medio de la clandestinidad, de los primeros dibujos bastante elementales que no discriminaban nada y lo permitían todo, el mundo de los graffitis se ha desarrollado inconteniblemente y sin perder ese perfil contestario y antisistémico. No creo que se pueda llegar a un consenso para la convivencia entre los que defienden el ornato público inmaculado con aquellos que buscan llenar los espacios en blanco de las paredes como si fueran hojas grandes de papel útiles para expresar sus demonios. Es más, si se diera esa posibilidad, es probable - supongo - que se estuviera perdiendo parte del espíritu constestario de los graffitis.
En el suplemento El Dominical de El Comercio, Enrique Sánchez Hernani escribe un artículo sobre le movimiento graffitero limeño, tomando como referentes a artistas de la calle como Naf, Ente, Pésimo, Seimiek y el colectivo Fumakaka. Aquí algunos fragmentos para quien no hubiese tenido la oportunidad leerlo:
Por el 98 también empezó a pintar Pésimo (cuyo nombre de pila es Edwin Higuchi). Él pintaba influido por lo que veía de Trans. En su barrio de Santa Catalina, además, vivían otros dos grafiteros con alguna calle, Cat y Nyet. Edwin, que todavía no era Pésimo, paraba con ellos y pintaba en la calle, aún en el colegio. Luego vino el primer concurso de grafiteros de Miraflores, el 98, en el Estadio Niño Héroe Manuel Bonilla, y allí nació Pésimo. En esa época no había tanta Internet pero sí una tienda que se llamaba "Mafia", en Caminos del Inca, para skaters, uno de cuyos dueños hacía graffiti. Edwin, que ya era Pésimo, iba por allí a chequear revistas y aprender de aerosoles. Se compró su primera revista a 15 dólares del alma, cuando el dólar pasaba los 3.50 soles. Pero le abrió el mundo grafitero.
Cuando se desarrolló el uso del Internet, Ente y Pésimo, y los demás de ese mundo, comenzaron a ver lo que se hacía en otras partes. Pésimo dice que ellos chequeaban Internet pero para evitar lo hecho, pues buscaban más autenticidad. Ambos se quejan que ahora otros grafiteros más chiquillos lo usen para copiarlos en las paredes limeñas. Ente arguye que cuando ambos empezaron a pintar, la onda era bien competitiva. Ente está de acuerdo en que el graffiti es un arte.
Y si ahora el inglés Bansky, cuya verdadera identidad se desconoce por su ubicuidad cuando pinta los lugares más insólitos de Londres, le ha dado su carta de legitimización, no es el único. Gente como Futura 2000 o El Parla suelen vender sus obras en miles de dólares. Y hasta hay bienales internacionales que convocan a grafiteros, como ya pasa en Sao Paulo, y un Día del graffiti. Ente y Pésimo también han sido llamados para exponer junto a pintores formales. Hasta dictaron un curso al aire libre, pared pintarrajeada mediante, en el Museo de Arte Contemporáneo (MAC-Lima) de Barranco.
LA MOVIDA ROCKERA
Pero todo no es Hip Hop. A los muchachos de Piratas Fumakaka les vacila más el rock. De hecho empezaron oyendo punk aunque ahora han ampliado su onda a otros géneros. PF está formado por Seimiek (en su casa le dicen Diego Cornejo), Ioke, Oso y el veterano Naf. Están juntos desde el 2002, pero pintan desde el 97. El colectivo ha trascendido los muros y han avanzado hacia una especie de esperpénticos muñecos, objetos escultóricos, que han colgado sobre alambres en algunas calles de Barranco. Todas sus esculturas están hechas con objetos de desechos.
PEDRO NAVAJA EN PUERTO NUEVO
Cuando la banda de los Nole, de la calle Loreto, saltaron a la cruda fama por agarrarse a balazos con Los Malditos de la calle Castilla, del Callao, a algunas autoridades chalacas no se les ocurrió mejor cosa que borrar unos inmensos murales que había por todo el puerto, las "lápidas callejeras", donde un artista de Puerto Nuevo, El Salsa, había pintado unos íconos de los caídos, a pedido.
A El Salsa (Alex Villanueva para su partida de nacimiento) de nada le valió ser el ganador del concurso de grafiteros del puerto. Él ya era célebre por haber pintado en el centro mismo de su barrio toda una cuadra con los más bravos soneros que en este mundo son: Héctor Lavoe, Celia Cruz, Maelo, Ismael Miranda, entre otros. El Salsa, a quien le gusta el Hip Hop, pero también la salsa y el reggaeton, dice que lo que él hace es por iniciativa de la gente de su barrio. Es el pincel de sus patas, de su "batería" como se dice hoy. Ahora ya no le dan permiso para pintar y está pensando en volver a hacerlo de manera clandestina, como empezaron todos en Lima. Su grupo, el Callao Cartel, alista sprays y brochas. A preparar los muros.

sábado, 20 de septiembre de 2008

SARAMAGO TIENE SU BLOG


LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN EN SU TOTALIDAD

Antes de la llegada de los servicios que ahora te permite internet, para tener acceso a un medio de comunicación colectiva había que elegir entre muy pocas puertas, yo diría que pelear por acceder a esas pocas puertas. Periódicos, revistas, programas de radio y televisión eran espacios bastante difíciles de alcanzar, si se podía. Y eso era muchos después de los primeros ejercicios de comunicación en revistas artesanales universitarias o de grupos culturales. Estas eran revistas impresas generalmente en un viejo mimeógrafo de rumores metálicos que amenazaba con explotar en cada movimiento. En otros, con un poquito más de dinero, se lograba "quemar" algunas "placas" y se editaba una revista algo "más decente". Esto, solo por mencionar algunas de las alternativas que se tenía a mano cuando se buscaba establecer una comunicación colectiva. Ciertamente, en este sentido, el mundo ha cambiado de manera asombrosa y rápida, casi vertiginosamente.

De otro lado, en aquellos tiempos - que no son muy antiguos - era cierto que había que enfrentar los filtros que ponían quienes manejaban los medios de comunicación. Defecto que al parecer todavía existe en muchos medios de gran cobertura y de declarados intereses económicos. No obstante, la tecnología ha arremetido con tanta fuerza que ha sobrepasado los cálculos de muchos visionarios y ha abierto un abanico de posibilidades "innovadoramente democráticas". En este caso, me estoy refiriendo a los blogs, los que han generado un nuevo modo de comunicación en donde todos pueden decir lo que opinan y pueden decirlo todo y, de igual modo, todos tienen el derecho de elegir leerte o pasarte al olvido en el ejercicio pleno de su albedrío.

Los cálculos sobre el futuro de los blogs aún son especulativos. Sea como sea, los blogs han cubierto ese espacio que languidecía por inanición y aquí están ahora. Hay páginas virtuales que alcanzan más del millón de lectores, quienes te leen porque simplemente les da la gana y punto.

Digo esto por varias razones. Porque me entero de que un premio Nobel como Saramago ha decidido ingresar a la blogósforea para tener, según sus propias declaraciones, una comunicación más directa y honestas con sus lectores. Claro que no es el primero. El número de ilustres y de desconocidos que buscan una manera más sincera de estar en contacto con los demás es enorme.

Pero también digo esto porque leo y escucho quejas sobre algunos blogs que se han convertido - según muchos - en altoparlantes para propagar el odio, el resentimiento y las bajezas del alma. Se dice que los blogs permiten que "desde el anonimato se puede lanzar estiercol con ventilador". Sin embargo, esta es apenas una pequeña molestia que se puede evitar con tan solo saltarse la página, y de hecho va sucediendo con más de una de ellas. La contundencia de los blogs se sustenta en un principio básico y sólido: la práctica total de la libertad de expresión y la libertad de elegir si se quiere escucharla.

La nota dice: El Premio Nobel José Saramago acaba de inaugurar un "espacio personal" en "la pagina infinita de Internet", con el que pretende establecer una nueva forma de comunicación con sus lectores y que está alojado en el blog de la página de la Fundación que lleva su nombre. El escritor portugués, de 85 años, empleará este espacio, que lleva el nombre de El cuaderno de Saramago, para comentar acontecimientos, expresar opiniones, reflexionar en voz alta y, "en definitiva, comportarse como uno más de los blogueros que pueblan el ciberespacio", ha anunciado su Fundación. "La característica especial –se destaca– es que se suma a esta nueva vía de expresión un hombre maduro, escritor y Premio Nobel de Literatura.

jueves, 18 de septiembre de 2008

CUENTO DE ALONSO CUETO

Alonso Cueto es, definitivamente, uno de los escritores más importantes y respetados de la literatura contemporánea. Es uno de los narradores más fecundos no sólo por la natural frecuencia de sus cuentos y novelas, sino porque ha convertido a la clase media limeña en un espacio de exploración fluido y pasional. Coloco un cuento que enriquece la lista de autores peruanos contemporáneos.

CINCO PARA LAS NUEVE

Van a ser las ocho y el sol brilla sobre la isla de cemento que estoy pisando. Me encuentro a mí mismo, me descubro en una calle cerca de unos árboles, junto a un poste. No sé muy bien en qué barrio.Un regimiento de hormigas camina. Las patitas marchan hacia arriba, hacia abajo, en círculos. La corriente me hace apurarme. Un enorme rinoceronte corre en mi cabeza. Pienso que puedo pararme en la pista y que el rinoceronte va a salir y va a correr delante de mí. Ahora siento un microbús: el bufido ronco, la nube de óxido. Ya tengo menos fuerza. Voy a buscar un restaurante para entrar al baño. Hay un velo de luz sobre las paredes de la calle. Hay una maceta y una flor en una ventana. Tengo que llegar a las ocho.Ya sé dónde estoy. Voy a dar un examen. El sol sigue brillando, va a ser un día típico de verano y yo he perdido la esperanza.Mido la presión de mi pie derecho contra el cemento. Algo me quema y me quito el zapato. Estoy sentado en el sardinel. Es tarde. El regimiento de hormigas en mi sangre recupera su velocidad mientras el viento me azota el pelo y lo estira. Voy a ponerme el zapato. No puedo perder el tiempo. Faltan minutos, segundos. Algunos segundos algunos minutos. Eso es. No pienso en lo que puedo hacer hoy. O esta noche. O más tarde. Mi terror al futuro no tiene explicación. Es el miedo a lo que va a pasar. No quiero saber de eso. Tengo sólo estos segundos. ¿Tengo sólo estos segundos? ¿Estoy caminando a un examen y no me importa. El sol brilla en el centro del cielo.Estoy parado junto a una reja metálica. Algunos patas vagan por allí. Giancarlo está a mi lado. Nos ha ido mal en el examen. Preguntas con respuesta múltiple. Ni siquiera tenían “Ninguna de las anteriores”. Ni siquiera. Yo me siento triste pero Giancarlo fuma y sonríe. Unas chicas de pelo rubio pasan. Las miramos. Ya vámonos de acá – me dice- vamos a mi casa. Tengo un poco todavía. “Un poco” en el lenguaje de Giancarlo es unas líneas de polvo que él va a poner en la mesa de su casa.

ANÉCDOTAS SOBRE BORGES




LOS GUSTOS DEL MAESTRO


Jorge Luis Borges, a quien hemos leído una y otra vez, y luego otra vez. En algunos casos, para disfrutarlo repetidamente y en otras - la mayoría de ellas quizás - para simplemente poder entender a cabalidad la intensidad de sus construcciones verbales y la hondura de razonamientos. Ese Jorge Luis Borges, resulta que era - a veces lo olvidamos - un ser de carne y hueso que tenía también sus gustos terrestres y las simplezas domésticas de cualquier mortal. Algo de eso recojo en en el diario La Nación, de las declaraciones de María Kodama su polémica compañera ya en el tramo final de su vida. Ella cuenta, por ejemplo, que Borges escuchaba a Pink Floyd, a los Beatles y a los Stones, nada más y nada menos. Más aún, aborrecía a Beethoven y a Gardel no le perdonaba haber convertido el tango en algo llorón y sentimental. No es el primero de quien oigo esa afirmación con respecto a Gardel y al tango, pero es el primer argentino famoso que pudo decirlo sin que le caigan los fanáticos del gardelismo. Tanto le gustaba Pink Floyd que el "himno para su cumpleaños no el Happy Birthday sino Tha Wall". Como que no es fácil imaginarse al maestro golpeando fuerte el bastón para llevar el ritmo rebelde de aquel grupo. De paso, una pena el fallecimiento de uno de sus integrantes.
La Kodama contó que el escritor tenía pasión por la comida japonesa y que dejó de tomar vino cuando un amigo de su padre vaticinó que se volvería un "borracho perdido". Se consideraba un sordo musical que tenía sólo oído para la música de la palabra. Por lo visto, María Kodama anduvo locuaz en París, donde se exponen 130 fotos de los viajes personales del genial escritor por el mundo. Eso sí, aclaró que a Borges le gustaban Brahms, Bach, la música antigua, medieval, la música folclórica, la milonga y los tangos de la ´guardia vieja´ como los llamaba, porque eran como milongas: tenían letras divertidas, en doble sentido.
Tanto le gustaba Pink Floyd que "el himno para su cumpleaños no era el Happy birthday sino The Wall". Le gustaba ese tipo de música porque decía que tenía enorme fuerza, terrible pero vital". Los Rolling Stones y los Beatles también "le encantaban por su fuerza increíble.
En una parte final de sus declaraciones, ella expresa: "Creo que si Borges hubiera tenido buena vista quizás lo hubiéramos perdido como escritor -ironizó- Hubiera sido un aventurero. No tenía rutinas, ni siquiera para escribir". Escribía, como decía, "cuando la Musa le dictaba o cuando el espíritu lo habitaba. Si no tenía ninguna idea en la cabeza, seguía de largo y no pasaba nada".

viernes, 12 de septiembre de 2008

11 DE SETIEMBRE, FECHA FATÍDICA






LO QUE NO SE DEBE OLVIDAR

Un once de setiembre, de hace siete años, tuvimos que ser testigos de un asesinato masivo y, por supuesto demencial. Dos aviones colmados de pasajeros fueron estrellados en el World Trade Center de Manhattan. Quienes pudimos ver por la televisión las escalofriantes imágenes de los aviones que chocaban contra las torres gemelas demoramos un buen rato para comprender la verdadera dimensión de la tragedia. Minutos más, minutos menos aparecieron las imágenes de catástrofe en las instalaciones del Pentágono norteamericano y, quizás por entonces, algunas mentes más lúcidas y rápidas señalaban que las cosas en el mundo iban a cambiar e iban a descender un peldaño más en su barbarie.
Yo dictaba clases esa mañana. Busqué a mi mujer, que por esa época trabajaba conmigo, para contarle lo que estaba sucediendo y recuerdo que no encontraba las palabras para decirle que aquello era más horroroso de lo que se podía ver en la televisión. Había miles de personas siendo asesinadas sin tener más culpa que vivir en el territorio de los poderosos. Pero, claro, las imágenes llegaban por la televisión y de esa pantalla habían salido tantas imágenes de fantasía que para muchos ya casi no había diferencia entre una y otra. Solo cuando fueron pasando las horas, los que no éramos parte directa de la tragedia comenzamos a entender la proyección de la barbarie. El once de setiembre quedaría anotado en la historia con un relieve de dolor sangriento.
Ahora bien, Gustavo Faverón, desde su blog Puente Aéreo, tiene el tino de anotar que un once de setiembre, pero de hace 35 años, también hubo un acto de barbarie en Chile cuando un golpe de estado del ejercito de ese país, en confabulación con autoridades norteamericanas (eso ahora totalmente confirmado por los americanos mismos), asesinó al presidente Allende e inició una de las más horrendas masacres contra quienes habían simpatizado con el gobierno derrotado. En este caso, también fueron miles los hombres y las mujeres asesinados. Soy testigo de que aún hay gente en Chile que se estremece hasta el espanto cuando recuerda los estampidos de los fusiles matando gente en el Estadio de ese país, toda la noche, en una masacre interminable. Por supuesto que los años han pasado, y el pueblo de Chile ha decidido seguir para adelante y ha logrado sobrevivir al resentimiento y el odio para construir su futuro; pero sin olvidar la terrible experiencia para que no se vuelva a repetir.
Comparto totalmente con Faverón, desde mi elemental condición de ciudadano, y con todos aquellos que piensan que es inaudito querer relacionar ambos hechos como una lógica consecuencia; es decir, que la tragedia de hace siete no ha sido si no la venganza histórica de los sucedido 35 años antes en el sur de América. De alguna manera es embarrarse con el mismo fango. Dar a entender que la muerte de los inocentes se justifica si es que la trascendencia de los hechos lo amerita. Ese es pues, el círculo vicioso en el que vivimos entrampados eternamente. Por ese camino se llega fácil al crimen consagrado siempre y cuando lo justifique la coyuntura histórica.
Enhebrado como un eslabón en medio de los demás cortos...: nos recuerda los crímenes cometidos o apoyados por gobiernos norteamericanos a lo largo del siglo pasado. Lamentablemente, sin embargo, también parece querer colocar en dos platos de una misma balanza la dos violencias asesinas, como si una se justificara en la otra, como si una fuera consecuencia de la otra y, por tanto, acaso, menos horrorosa o menos despreciable. El mensaje apenas velado: los Estados Unidos recibieron una cucharada de su propia medicina. No es un fenómeno extraño. Es de hecho otra cara de una vieja moneda: la que critica los crímenes del adversario pero pasa por alto criticar los crímenes del aliado. Podemos observarlo en los seculares enfrentamientos de izquierda y derecha en todo el mundo: hay quienes recuerdan los crímenes de Pinochet pero justifican los de Castro o Guevara y quienes acusan a éstos últimos pero pasan por alto los delitos de Pinochet; hay quienes acusan a las Fuerzas Armadas peruanas de genocidio en la guerra antiterrorista pero llaman a los crímenes de Sendero Luminoso simples "excesos" y quienes enumeran los asesinatos de Sendero Luminoso pero encuentran justificables y necesarios los de las Fuerzas Armadas.

sábado, 6 de septiembre de 2008

CUENTO DE MIGUEL ANGEL TORRES

Miguel Ángel Torres, ha ganado varios concursos, entre ellos el premio de Caretas 2006. Coloco un cuento suyo que me parece una clara expresión de los tantos temores que asechan al escritor.
Aviso a los amigos que deben enviarme el cuento tal y como desean que vaya. Con los apartados y detalles ortográficos que consideren adecuados. Temo meterme a cambiar la intención del relato con alguna modificación .






NOTAS AL MARGEN


Imagino que hubo un tiempo en que escribía. Que no era esta calma incómoda y este hecho siempre. Supongo, también, que algo de lo que hice entonces pudo tener algún valor literario. Sé que me esforzaba menos y conseguía más. Hoy, cuando le pregunté si no era así antes, Miguel Ángel hizo que sí con la cabeza.Y es que Miguel Ángel vino acá hoy dia. Llevaba una casaca de cuero y mordía un mondadientes. Nada nuevo. Yo le hablé de lo único que en estos días sé repetir –de mi literatura imposible-. No tomamos, la botella nos esperó intacta al lado. Estoy seguro de que él me escuchaba con cansancio, como quien se observaba hastiado en el espejo: pero no me importó repetirme frente a él. En realidad, los dos hemos aprendido a tolerarnos; yo acepto sus ocurrencias, él las mías. Sospecho que lo nuestro tiene poco de amistad y más de costumbre. Antes de irse me dejó el borrador de un cuento que está empezando. No lo he leído, aún, ni lo pienso leer.Pienso en que estoy pensando y en cuán inútiles son mis esfuerzos por sacudirme este letargo. También en que le estoy robando tiempo a escribir (en un sentido más feliz del término), aplazándolo para un después que estoy seguro no va a llegar existe un argumento que ideé hace muy poco y creí me sacaría de este estado. Es bastante simple: un profesor está dictando una clase en un aula amplia –debe ser enorme y situarse en un piso alto-, de pronto un alumno se levanta y salta por una de las ventanas. Los estudiantes observan esto sorprendidos pero quietos. Entonces la historia se me escapa. Concebí, primero, narrarla desde el estupor del profesor; que poco a poco fueran saltando todos y él, finalmente, se les sumara. Luego encontré más conveniente que fuese un alumno el que viera con temor todo esto y decidiera no unirse –había una ventaja en esta perspectiva: la imagen del profesor impávido antes los hechos. Al final decidí no escribir nada. El cuento, si lo era, no pretendía más que un misterio insatisfecho y a lo más la presentación de una anécdota. Era, en suma, una historia de escasa importancia que me dejaría sólo el mal sabor de la prosa operativa...

viernes, 5 de septiembre de 2008

CUANDO EL FÚTBOL NOS HACIA FELICES



Y SI EL SÁBADO GANAMOS,
YA NO IMPORTA


No soy un fanático del fútbol. Sin embargo, como la mayoría de homínidos, soy de aquellos que pueden disfrutar del espectáculo de un buen partido por hora y media y, además, regalarle otra media hora de vida en una charla post partido en donde, por fortuna, todos pueden meter su cuchara con opiniones de entendido en la materia.
Y esa puede ser una las razones por la que este es el deporte de mayor atracción en el mundo. Un partido de fútbol no solo implica la pasión desaforada de los jugadores sino que imanta a los que observan. Es decir, según como lo veo, son varios partidos los que se dan en torno a un encuentro de fútbol, en distintos planos, de distinta manera; pero siempre con el gol como el eje sobre el que descansa todo.
No soy un fanático del fútbol, pero, como casi todos, era de los que se ponían la camiseta de su país o se pintaba la frente con los colores nacionales o, como mínimo, agitaba su banderita cuando jugaba su selección. ¡Qué se podía hacer con esos sentimientos! No valía la pena racionalizarlos porque el fútbol es... eso: simple pasión irracional que nos despeja de toda odiosa racionalidad.
Mis amigos saben bien que para jugar y sudar prefiero el tenis, el frontón o el insípido esfuerzo de correr varios kilómetros sin que alguien me persiga. Pero, claro, todo cambiaba cuando jugaba la selección del país. En ese caso no hay excusa que valga y el fútbol era lo supremo y punto. Si acaso no se iba al estadio, se alistaba la casa para juntar a los parientes y a los amigos para sufrir los noventa minutos del juego con ellos. Por su parte, los restaurantes y bares se abarrotaban a esa hora y las novias o esposas, las más resignadas o las más amorosas, se sentaban al lado de sus hombres tratando de compartir ese extraño ritual de desaforo y griterío por 22 tipos corriendo tras una pelotita. Pero jugaba Perú y el corazón era blanquirrojo y en esos momentos hasta el himno nacional tenía un sentido de patriotismo inusitado.
No soy un fanático del fútbol, pero, como todos o casi todos, vivía la euforia del fútbol cuando jugaba Perú. Tal vez por eso, por ser tan solo un peruano más que de alguna manera sencilla era feliz cuando jugaba su selección, estoy molesto con la realidad presente. Esta que nos ha llevado a un terreno que va más allá de la apatía y está más cerca de la incomodidad. Hoy viernes que escucho por la radio que aun no hay ni cuatro mil entrada vendidas para el partido contra Venezuela, me molesto como muchos. Hoy que veo el cielo gris y lluvioso de Lima y sus calles con las entrañas abiertas por este arreglo descomunal, y que busco en el rostro de la gente esa antigua complicidad cuando faltaban pocas horas para el partido, no encuentro nada. Seguimos siendo los mismos transeúntes encerrados en nuestras cavilaciones y aburridos de los desvíos laberínticos de esta ciudad en reconstrucción; pero del partido ni el pelo de un perro.
Por eso supongo que el sábado, aunque gane o pierda nuestra selección, será un poco más de lo mismo. Hay algo que se ha perdido y que será difícil recuperar: la pasión y el cariño incondicional del aficionado por su selección. En ese sentido, no estamos molestos por no tener un equipo campeón que navegue en las aguas de las grandes ligas, eso se entendía con una miradita leve a las estadísticas. Estamos molestos porque nos quitaron la pasión, irracional es cierto, pero pasión por el fútbol de selecciones.
Mañana voy a extrañar tanto esos momentos de antes, tanto como extraño a quien me acompañaba pacientemente cada vez que jugaba Perú y me veía pasear por la sala cantando: Perú campeón, Perú campeón, es el grito que repite la afición... No hay derecho que nos hayan quitado la ilusión.

jueves, 4 de septiembre de 2008

ARCAISMOS QUE AUN NO SE VAN


PALABRAS MUERTAS QUE AUN NO SALEN DE DICCIONARIO

Como es de conocimiento común, las palabras no contienen un solo significado sino que pueden presentar varias acepciones oficiales. Más aun, ellas poseen el don de la versatilidad y se dejan acomodar a situaciones distintas según el contexto en el que se usen o según el capricho de los hablantes. Técnicamente, se explica como variaciones semánticas. En ese sentido, los poetas son capaces de llevar la riqueza expresiva de una palabra por los senderos más extraños de la imaginación y obtener de ella toda su pasión significativa.
No obstante, las palabras también pueden deternerse en un tiempo y entonces llegan a envejecer junto con todo lo que representaba. En ese caso se les define como arcaísmos. Cada cierto tiempo las ediciones de diccionarios oficiales van haciendo notar el conjunto de estas palabras. Lo cierto es que los académicos no hacen otra cosa oficializar lo que en la calle ya se había dado: setenciar a algunas palabras al olvido. Después de todo, el entorno cambia constantemente - mucho más en estos tiempos de locura - y hay ideas, conceptos, inventos, objetos que envejecen junto con las palabras que las representaban.
Como caso particular, siempre que puedo, comento la injusticia de haber mandado a la categoría de arcaísmo al vocablo "enantes" que se refería al momento anterior inmediato. Como todo ciudadano culto sabe, ahora deberá decirse "hace un momento". Pero ¿por qué cambiar una palabra por una frase cuando lo recomendable es buscar la simplificación? En fin, esas son "las cosas de un loco que otros no la entienden ni yo tampoco". Sencillamente las palabras son tan complejas como la misma sociedad humana que hace uso de ellas.
Leo un artículo interesante sobre algunos arcaísmos que aun se mantienen tercamente en las listas oficiales incluso a pesar de que el polvo del olvido prácticamente ya las enterrado. Ricardo Soca en un artículo titulado "Palabras que aun viven en el diccionario" en Páginas del Castellano dice:

La Academia Española no se caracteriza, como sabemos, por su agilidad en la incorporación de nuevos vocablos ni tampoco, ciertamente, por su presteza en la hora de eliminar términos abandonados por el uso y olvidados por los hablantes. Este último caso parece ser el de zurruscarse, vocablo que figura en el Diccionario con la denotación de 'irse de vientre involuntariamente'. En la primera edición (Autoridades), más precisa en este punto, se aclaraba que la acción enunciada por este verbo tenía lugar 'especialmente con ruido o en la ropa'. Mientras zurruscarse enmohece en el diccionario y ni siquiera existe en el corpus actual de la Academia, me parece poco probable que algún lector se haya topado alguna vez con un pedido tal como "Oye, me he zurruscado, ¿podrías ir a mi casa a buscarme un pantalón limpio?" No menos útil para una persona que se precie de poseer vocabulario rico y presto para todas las eventualidades es la palabra bardaje, que, según el mismo Diccionario nos enseña, denota 'homosexual paciente' y de la cual aparecen cuatro casos en el corpus, sin duda todos ellos tomados del Diccionario. El calificativo paciente no está allí, obviamente, para excluir a los homosexuales que tienen poca paciencia, sino para delimitar el alcance del término a los pasivos pero, en todo caso, parece altamente improbable que este extraño vocablo pueda oírse en nuestra época con mucha frecuencia en cualquier lugar del área hispanohablante.
La ideología católica y reaccionaria ha marcado –sobre todo hasta el siglo pasado– muchas definiciones del diccionario, como la de marxismo que, hasta 1970, era definido como "doctrina de Carlos Marx y sus secuaces". Ese texto quedó atrás en la edición de 1984, nueve años después de la muerte de Franco, pero el peso de la ideología se arrastra hasta hoy en vocablos surgidos en el tiempo en que la mujer era considerada un ser inferior, que se mantienen en el acervo académico como una costra que espera ser limpiada. Vemos, por ejemplo, la palabra zurrona 'mujer perdida y estafadora'. No sabemos en qué casos podría aplicarse esta doble adjetivación y el Diccionario no lo explica; tal vez a una prostituta que se niega a prestar sus servicios después de haber recibido el dinero del cliente, aunque en ese caso sería sin duda estafadora, pero ya no tan perdida, puesto que rehúsa conceder sus pecaminosos favores. Por supuesto, un zurrón no es para el DRAE un hombre perdido y estafador, sino una simple bolsa de cuero.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

CUENTO DE JORGE E BENAVIDES

Cojo ahora un cuento del escritor peruano Jorge Eduardo Benavides, del libro titulado "La noche de Morgana" editado por Alfaguara. He elegido uno en donde creo encontrar algunas claves reconocidas por los amigos que compartieron con él la fascinación inicial por la literatura. Encuentro en el lenguaje y en el punto de vista narrativo de este relato mucho de ese escritor joven que - con el tiempo y el esfuerzo personal - se ha convertido en uno de las voces más importantes de la narrativa peruana. Agrego este cuento a la tentativa de ir juntado una buena lista de escritores peruanos contemporáneos.




DEDITOS

Las rosas, le gustaban mucho las rosas y Antonio hubiera querido dibujar esos instantes en que Maria Luisa entrecerraba los ojos y acercaba la flor para sentir su fragancia y la caricia afelpaba con que los pétalos contorneaban su piel. También le gustaban las tardes caminadas sin mucha prisa, a golpe de cinco, cuando llegaba de su oficina y tiraba la cartera en cualquier mueble, subía de dos en dos las escaleras que conducían a la habitación y allí lo encontraba, parado a contraluz frente a un lienzo donde algunos trazos tenues significaban que había aprovechado bien el dia y estaría contento. Se besaban
Suavemente y casi sin mediar palabra salían a seguirle la pista a la tarde, a fumarse un cigarrillo en el parquecito cercano, a comentar trivialidades y a observar las nubes que parecían un rubrica destejida sobre el cielo ya encendido de colores. A veces Antonio, sin dejar de conversar, sacaba un lápiz y sobre cualquier papelito que el viento llevaba hasta sus pies, garrapateaba unas cuantas líneas, gaviotas raudas, velámenes estilizados, torsos desnudos. Maria Luisa lo miraba buscando en su perfil algún vestigio de aquella obsesión por el dibujo que lo llevaba a desatender lo que ella empezaba a contarle y a ensimismarse en el vuelo de un pájaro, por ejemplo, o en el romper de las olas cuando caminaban por la playa, o en un niño que se inclinaba para recoger una piedrita de colores. Si Maria Luisa lo observaba, acatando ese silencio maravillado en que se zambullía Antonio, el lápiz llenando de rayas y círculos cualquier trozo de papel. Pero al cabo de un momento, como si se tratase de romper algún maleficio, sus manos largas y traviesas lo despeinaban obligándolo a enojarse y a perseguirla entre risas y hojas crujientes, sin importarles demasiado las miradas perplejas de los niños que jugaban cerca.

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martes, 2 de septiembre de 2008

LA NUEVA NOVELA DEL NOBEL PAMUK




EL MUSEO DE LA INOCENCIA


Por un lado encuentro el comentario de Ivan Thays acerca de los ganadores del premio Nobel. ¿Qué pasa cuando se gana un premio tan importante? Pues que la talla le puede quedar grande a cualquiera. ¿Un autor puede escribir una siguiente novela que supere a lo escrito hasta allí? Esa es la pregunta más incómoda. ¿Esa necesidad de superar su propio trabajo literario puede entorpecer su libertad creativa? Esa es otra pregunta antipática. Ahora bien, es muy cierto que la crítica generalmente ha sido implacable con las obras posteriores al Nobel.
En lo personal, puedo aseverar que Gabriel García Márquez con su novela "El amor en los tiempos del cólera" logró construir una obra tan contundente como "Cien años de soledad", aun cuando esta última fue la que lo catapultó hasta el premio de la academia sueca. Para Ivan, el escritor que se superó así mismo fue Coetzee. No hay por qué discutirlo. Son cosas de gusto y de perspectiva.
Por otro lado, me entero de que Orhan Pamuk, premio Nobel de literatura 2006, tiene en vitrina una nueva novela titulada "El museo de la inocencia" la que está en venta de hace unos días. ¿Será de los que han logrado superar la valla de la fama? Habrá que leer la novela. Por lo pronto, la nota dice pulblicada en el diario El Clarín dice:
El museo de la inocencia (592 páginas) explora la historia de amor entre Kemal, un millonario de Estambul, y Füsun, una pariente lejana pobre, una historia al estilo de Yesilçam (el Hollywood turco de los años sesenta y setenta), según explicó Pamuk en una entrevista concedida a la cadena NTV y emitida anoche."Para tener una verdadera relación amorosa, uno debería ser capaz de hablar sobre el amor mirando a los ojos del otro", dijo.La pasión de Kemal le lleva a coleccionar objetos de su amada, del mismo modo que ha hecho el laureado novelista en el proceso de preparación de su libro.Pamuk viajó a museos de todo el mundo y recorrió rastros y bazares en busca de pequeños objetos de la vida cotidiana que le permitiesen hacerse una idea sobre la personalidad de sus antiguos usuarios y le inspirasen sobre las historias de sus personajes.Así, acumuló estatuillas, zapatos viejos o billetes de museos, entre otros objetos, que ahora utilizará para crear un Museo de la Inocencia en la vida real.
Y por aquí algunos no damos pie con bola con un pequeño libro de cuentos.

lunes, 1 de septiembre de 2008

LA LIMA QUE NOS TOCA VIVIR



CADA DIA UNA CALLE MÁS HA SIDO CERRADA


Siete de la mañana en Lima. Inevitable la melancolía. Todo luce tan neblinoso y triste. Lima la ciudad gris. Pero hay que hacer optimismo con lo que queda porque, de lo contrario, el día se va a poner denso y las horas van a transcurrir pesadamente, como si se caminara por un terreno fangoso. La ganas se hacen, decía mi madre, y siempre uso esa frase como estímulo cuando me toca, por ejemplo, salir temprano para el trabajo y atravesar la ciudad de punta a punta antes de que sea las ocho. Hay un relojito con un marcador de tarjetas que debe morder el cartón con tu nombre antes de esa hora.
Mejor dicho, desde el arranque, desde que cierras las puerta de tu casa y te encuentras con la humedad que corroe las calles y oxida las rejas de las casas y aguijonea los huesos de los transeuntes, desde allí ya está la espada de Damocles pendulando sobre la cabeza y amenazando con una tardanza. Sin embargo, a pesar de todo, siempre he creído que sí es posible tener ilusiones para ser feliz en la tres veces coronada ciudad. Digo, después de todo, con un poco de imaginación y otro de fantasía (decía la Polastry) se puede diseñar una agenda del día y de la semana que matice la rutina del trabajo con la ilusión de un obtener, por ejemplo, un punto más de eficiencia en tu productividad laboral, o tal vez, la ilusión de terminar a tiempo para llegar al gimnasio y sudar con estilo, o quizás, para hacer una cita con la persona querida, y, mejor aún, optimizar los días para llevar ese curso que nos ha estado dando vueltas en la cabeza. Por favor, que no se diga que los peruanos no hemos procurado hallar la manera de vencer la humedad de Lima, esa humedad que todo lo herrumbra, como decía un amigo que ahora se queja del calor y la sequedad de Madrid.
No obstante, a veces pareciera que los dioses del lado oscuro de la fuerza se confabularan para hacer añicos nuestro terco optimismo y mandarnos por un tubo directo al desague. Eso me viene sucediendo por estos días en los que la incertidumbre de no saber qué calle nueva habrá sido cerrada y por cual otra calle se habrá habilitado un sendero estrecho para que pasen los autos de uno en uno, casi en puntitas, nos trae a todos de muy mal humor. En mi caso, debo atravesar la ciudad desde Magdalena hasta Los Olivos un par de veces por semana. Pero los puntos de referencia dan lo mismo. Usted puede mencionar la ruta que le toca y, salvo gloriosas excepciones, será el mismo matirio. En mi caso, luego del destrozo de la Universitaria, luego de la decepción de la Panamericana Norte cuyos autos van cayendo en un embudo aterrador en Fiori, anduve sobreviviendo por Faucett, pero ya no: ahora también la atacaron, la descascararon, y han aparecido esas cintas de plastico con agujeritos y eso palitos mal pintados que te van llevando hacia otro más de los tantos congestionamientos limeños.
La ruta no importa. Estamos siendo sutil, pero definitivamente aislados.