viernes, 31 de octubre de 2008

CUENTO DE RAÚL TOLA

Aparte de un respetada labor de periodista que lo ha llevado a la conducción de programas de opinión de gran aceptación, Raúl Tola desarrolla su vocación de escritor con la misma seriedad. En 1999 publicó Noche de cuervos, cuya versión en el cine – Bala perdida, dirigido por Aldo Salvini – mereció el Premio de la Prensa cinematográfica en el V Encuentro latinoamericano de Cine del Centro cultural de la Universidad Católica. En el año 2002 publicó Heridas Privadas, su segunda novela. En 2007 obtuvo una mención honrosa en el Primer Concurso Cuento Gastronómico Matalamanga por una versión de “La víspera”. Su más reciente trabajo, el libro de cuentos Toque de queda, confirma su calidad como escritor.


LA JAURÍA


Santiago los contempla taciturno. ¿Qué pensarán?, se pregunta: tan llenos de miedo que con sólo una mirada se los puede diferenciar. Ese hombre pequeño, por ejemplo, moreno, de pelo corto y trinchudo, que abraza con devoción un atado con su ropa y un tapete, es obvio, partirá para siempre. Pobre, se compadece Santiago, olvidando por un momento que él mismo pronto se sumará a la inmensa jauría de los migrantes.
Abrazas tu atado, Saúl, cargando tus miedos, con el sudor cayendo a chorros por tu cuello y tu espalda. Hay tanto a qué temer, piensas. ¿Estarás haciendo lo correcto? ¿Será la mejor decisión? Sí, carajo, te respondes, no hay nada que te una a esta tierra. No hay por qué albergar las mismas dudas de niño, cuando, muerta tu familia (mamita, papito, tus hermanitos menores), huiste de tu pueblo a la capital, montado en la tolva de un camión, entre carneros, perseguido por las sombras que habían entrado a casa muy temprano, a la hora que bajabas al río para recoger el agua, y habían abatido a todos por negarse a entregarles un saco de arroz. Sentiste su presencia muy cerca, persiguiéndote mientras el camión atravesaba trochas, esquivaba precipicios, devoraba kilómetros de carretera y, al final, entraba a la trama de pistas y casas en los cerros de Lima. No Saúl, te dices, si siendo un niño fuiste capaz de subsistir, solo, mendigando primero, y después trabajando donde fuera, cualquier aventura, como la que emprendes, será pan comido.
¿Qué pensarán?, Santiago le daba vueltas a la pregunta mientras los veía alinearse en la cola de migraciones, aguardando su turno frente a la ventanilla, con miedo de no recibir el sello de salida. Entregó su pasaporte abierto, y el funcionario apenas lo vio antes de estampar el salvoconducto rojo. Tenía tiempo, así que compró “El Comercio” junto a la sala de embarque y lo hojeó de principio a fin. Oyó el último llamado a abordar, dobló el diario, y se formó en la larga fila, que avanzó lenta. Mostró su boleto, entró al avión, ubicó su asiento, se acomodó, comprobó que llevaba una nota con el teléfono de su contacto en la billetera y ajustó su cinturón de seguridad. El despegue fue suave. Al rato un camarero le ofreció una bandeja con la comida y una botellita de vino.
Un viaje más...

martes, 28 de octubre de 2008

ARTURO PÉREZ-REVERTE Y SU AVERSIÓN CONTRA LA POLÍTICA

Para el escritor español, la política es una forma infame de ganarse la vida, donde el honor nunca sobrevive. Asi también, ésta es irresponsable y vacía de cultura, donde si chupas las botas apropiadas, no necesitas leer, sólo tienes que ser un buen chico de partido. Esto - agregó - se extiende al ser humano en general, pues ha perdido su inocencia. Arturo Pérez-Reverte hizo estas escépticas declaraciones sobre la política dentro de una conferencia de prensa que dio en Murcia, España, poco antes de iniciar un ciclo de diálogos literarios para hablar de su último libro, Un día de cólera.
No nos queda otra que decirle al autor de novelas exitosas como Territorio Comanche, La tabla de Flandes, El club Dumas que tendría que darse una vuelta por nuestro país para que termine de hundirse en el pesimismo sobre la vida política, la mal entendida actividad política, la que va mermando la poca fe que nos va quedando en la validez del sistema.
Arturo Pérez Reverte aseguró también que ha llegado a la edad en la que tendrá que elegir entre sus proyectos narrativos porque probablemente haya novelas que no verán la luz porque, sencillamente, el tiempo no le va a alcanzar. Por eso, por ahora lleva consigo veinte historias que cambian a lo largo del tiempo: la nueva novela agrupará tres de ellas.
Por lo que se entiende de sus opiniones políticas, en todas partes se cuecen habas y la corrupción, la mezquindad, las bajezas morales no son cosas de partidos o de países sino de accidentes de la naturaleza humana. Lo de malo, en nuestro caso, es que nuestros porcentajes de corrupción van en constante crecimiento y, a veces se teme, que nos acostumbremos a ella y terminemos por pensar que esa es la única forma de hacer política y el único camino para conseguir un deformado desarrollo. Ojalá que no.
De otro lado, el escritor analizó el proceso de creación de Un día de cólera, que definió como una novela colectiva en la que rescata a los verdaderos protagonistas del 2 de mayo de 1808, fecha de un "estallido popular de cólera", pues "el movimiento de independencia y la complejidad de la guerra vino al día siguiente". Tras revivir esa época, el escritor señaló que se trataba de una "España fanática y desigual", pero ahora echa en falta algunos comportamientos de los hombres, como "el honor, la dignidad, la vergüenza o la lealtad", presentes entonces y que hoy han perdido importancia.

lunes, 27 de octubre de 2008

APUNTES SOBRE LA PELICULA "CEGUERA"



La novela de José Saramago, Ensayo sobre la ceguera, como toda buena novela, puede ser leída en varios niveles. No obstante, el eje central de esta novela pone sobre el tapete la fragilidad de la civilización, de esta civilización que - conforme los optimistas - ha ido perfeccionándose y elevando la condición humana. De pronto, una ceguera - colectiva e inexplicable - se expande con vertiginosa velocidad sin darle tiempo a nadie a reacomodarse en esa nueva situación. Esa condición inusitada y violenta descalabra todo el sistema y, no solo pone al descubierto la fragilidad de todo lo construido por el hombre, sino que saca a la superficie las bajezas y vilezas de la condición humana en su desesperación por sobrevivir en ese nuevo mundo de ciegos en donde el orden se ha quebrado. Para ello, Saramago hace uso de varios recursos técnicos que van desde la construcción sintáctica (oraciones largas, supresión de signos, alteraciones ortográficas) hasta la intromisión de un narrador que ingresa al interior de los personajes para carearlos con sus temores y miserias. No les pone nombre a los personajes, pero en el contexto verbal se entiende plenamente la poca importancia de los nombres y de las identidades externas. Ahora bien, para muchos, la concesión que hace al final de la historia, retornando al hombre a su anterior condición, a manera de un "final feliz", es el punto más debil de esta dura novela.
Como era de esperarse, la adaptación al cine de una novela como ésta tenía que diseccionar mucho de la riqueza de la obra escrita. Es el viejo enfrentamiento entre el lenguaje verbal y el audiovisual: la diferencia de tiempos para contar la historia, la interpretación de la imagen, ya no individual, sino desde los ojos de un director, etc.
No obstante, al parecer, el director Fernando Meirelles no ha salido por la pata de los caballos como suele pasarle a muchos de los emprenden el reto de llevar al cine un escrito. La película capta en cierta medida la atmósfera y mensaje del original, siguiendo sus mismas pautas narrativas, aun cuando el resultado final, como que no termina de satisfacer a pesar de sus no pocos aciertos.
A Fernando Meirelles - director de películas hiperrealistas como "Ciudad de Dios" - le caía a pelo un contenido temático de esta naturaleza: una muestra, en diferente tono, de los males de la sociedad contemporánea, pero coherente con su visión personal de la sociedad moderna. En Cartelera.com se agrega los siguiente: Dividida en tres partes claramente diferenciadas, "Ceguera" evoluciona de manera escalonada, en un constante in crescendo de barbarismo que, desde un buen comienzo, deja bien patente un pesimismo inherente en cuanto a nuestra sociedad se refiere, una sociedad en la que la dignidad, el altruismo y la moral sucumben estrepitosamente ante el egoismo y el control del poder, encarnados en este caso en la figura de Gael García Bernal. Como en la novela original, no hace otra cosa sino mostrar la regresión de la raza humana hacia su estado de barbárie original en el mismo momento en que la sociedad pierde uno de sus valores capitales. Así pues, Meirelles nos ofrece un tríptico de ascendente degradación que transmuta en una final esperanza en cuanto la anterior llega a su momento más álgido bajo la forma de uno de los más viles actos de animalidad existentes, donde el pecado de la lujuria contrasta diamtralmente con la virtud del sacrificio en pos del prójimo. Por desgracia, y a pesar de poseer unas interpretaciones más que solventes en líneas generales, Fernando Meirelles obvia casi por completo la introspección de sus personajes en beneficio de un estudio mucho más genérico -uno de los principales baluartes en la novela de Saramago era precisamente dicho estudio del individuo, logrando a través de dicho retrato que reconozcamos a todos y cada uno de sus personajes sin la necesidad de etiquetarlos con un nombre-, por lo que 'Blindness' carece de la fuerza necesaria en alguno de sus momentos más álgidos. Y es que Meirelles parece querer estudiar la sociedad sin prestar atención a los individuos que la conforman, quedando éstos retratados como meros arquetipos -a excepciónd e alguno de sus perosnajes protagónicos- carentes de personalidad propia.
Creo que para quienes pudieron leer la novela, la película es un aceptable ejercicio de comparación que puede retroalimentar el valor temático de la novela. Ahora bien, para quienes van a enfrentarse primero con la interpretación cinematográfica, probablemente disfruten de una película hábilmente llevada que pareciera acercarse más al género de suspenso.
Vayan y luego, como debe ser, intercambién ideas con un buen café de por medio y desde un lugar con mucha iluminación y una gran visión de la ciudad.

domingo, 26 de octubre de 2008

Sigo escribiendo sobre el Perú

Se ha hablado mucho de ti como el escritor peruano joven más interesado en el tema político. ¿De dónde viene ese interés en tu narrativa?
Eso ocurre porque cuando empecé mi primera novela, "Los años inútiles," venía de la época terrible del primer gobierno de Alan García y era imposible escapar de ello. Era una época sumamente politizada. En España escribí desde esa sensación. Y esta novela llevó a la otra y mi interés en hacer una trilogía. El interés contemporáneo más lejano resultó ser el gobierno de Velasco. Pero la novela que vengo escribiendo ahora ya no es tan política.

¿Tienes todavía el interés de hacer una novela sobre Montesinos, tal como declaraste hace unos años? 
Lo que yo planteé más bien fue que me interesó incorporar a Montesinos como un personaje de mi novela "Un millón de soles", porque él fue asesor del general Montagne y eso me pareció muy interesante. En todo caso, la historia de Montesinos es muy difícil de novelar porque, como tantas cosas reales en el Perú, resulta difícil de creer. Pero por ahora no me provoca. No tengo un convencimiento emocional.

¿Tus temas no son una especie de ajuste de cuentas con el Perú frente a tu exilio voluntario?
Creo que sí. Una novela se parece más a una psicoterapia y desde ese punto de vista es un ajuste de cuentas. Siempre estás preguntándote por tu relación con el país. Yo vivo veinte años en España y, no obstante, sigo escribiendo sobre el Perú, pero no soy un fervoroso nacionalista. El Perú es una cosa a la que renunciamos cada quince minutos, pero en esa renuncia hay una esencia de la que no podemos escapar.

¿A qué escritores peruanos te sientes próximo? 
A mis amigos: Fernando Iwasaki, Iván Thays, Fernando Ampuero, Alonso Cueto, Gustavo Rodríguez, por una cuestión de inmediatez, los tengo más cerca. A otros estupendos escritores recién los estoy conociendo como Nieto Degregori. Pero la vinculación solo es una cosa de azar. No necesariamente quiero decir que sean los mejores. Mi vínculo es la amistad. No obstante, al congreso que organizamos en Madrid invité a andinos y a criollos, y a los que quieren pasar como de ambos grupos.

¿En España los ven a ti y a Iwasaki, por ejemplo, como una comunidad especial? 
Sí. Iwasaki dice que por mucho que vivamos allá vamos a ser siempre escritores hispanoamericanos, pero cuando llegamos al Perú somos los peruanos de fuera, no participamos de nada. Flotamos en una especie de limbo. Ahora, como en España hay un interés muy grande por la nueva escritura latinoamericana, echan mano a los escritores que tienen más cerca, y nos invitan mucho, a Santiago Roncagliolo, Iwasaki o a mí. Eso no nos hace necesariamente mejores, sino que les sale más barato invitarnos. Ahora, Fernando y Santiago me parecen dos estupendos escritores. Como son reconocidos allá Cueto y Bayly, al que he notado que aquí le mezquinan mucho.

¿A ti te gusta Bayly? 
Unas cosas sí y otras no. Es un tipo que ha escrito diez novelas, mucho más que un camión de otros escritores, y yo sé lo difícil que es eso, requiere de mucho tiempo. He leído "Los últimos días de La Prensa", "La noche es virgen" o esta última, "El canalla sentimental", que me parece destacable hasta donde he llegado a leer. Creo que le mezquinan su situación de escritor por su faceta en el espectáculo y la televisión.

¿Los círculos literarios españoles admiten a los escritores peruanos con facilidad? 
Estamos plenamente integrados. En España hay una actitud muy positiva. Cuando llegamos como que hay una mirada de respeto, muy sutil, pero de ninguna manera nos miran por sobre el hombro. Yo participo activamente de la vida cultural española y lo mismo le ocurre a Fernando. Bueno, también hemos ganado el derecho a piso.

¿También estás sometido a las influencias que sienten los escritores españoles? 
Nunca me lo había planteado así. Pero uno es su evolución, sus lecturas y yo con veinte años en España aún no he escrito nada de allí. Mi última novela transcurre en muchas ciudades: arranca en Damasco y termina en el Cusco, es quizá la primera novela europea que escribo, aunque con personajes peruanos, porque me resulta muy difícil inventar un personaje no peruano, imitando un acento que ni siquiera se me ha pegado oralmente. Pero no sé qué ocurrirá en el futuro. Me siento peruano y español, tengo mi novia y mis amigos allá, me han abierto las puertas y tengo la nacionalidad española. Pero eso no me quita un ápice de peruanidad.

¿Has tenido la tentación de regresar al Perú? 
Por el momento no. Me gusta mucho venir de vacaciones a ver a los amigos, pero Lima es una ciudad incómoda para mí, porque es muy grande y mal comunicada. Yo vivo en Madrid por la Plaza Mayor y a todo voy caminando. No he cogido un auto desde que salí de Tenerife y creo que ya no podría conducir. Aquí peor, sería la locura; me abruman mucho las distancias. Además allá tengo mi biblioteca cerca, mis cafés, muchas cosas.

Entrevista por Enrique Sánchez Hernani aparecida en El Dominical este domingo.



viernes, 24 de octubre de 2008

LARGA VIDA A LA MÚSICA CRIOLLA



Como a las seis de la mañana de este lunes, el repique de una guitarra y luego la voz cascada del Zambo Cavero irrumpieron en mi semana para cambiarle el ritmo y el tono a mis tranquilos amaneceres. Mi vecino, un respetable señor de muchas canas, de quien no se puede mal hablar, porque ha sido un solitario caballero de excelentes modales desde su llegada, inició lo que el ha llamado las jornadas previas a la celebración del criollismo. ¡Pero a las seis de la mañana! ¡Qué bárbaro!
Sin embargo, por lo menos yo no tengo corazón para oponerme a su inusual euforia. Hay algo que ilumina esos ojos cansados, como un pequeño brillo que revive tiempos “como los de antes” cuando la música y, en general, la cultura criolla presagiaba una larga vida que finalmente se truncó. Eran los tiempos - lo escucho - en los que una serenata con guitarra y cajón eran comunes junto a la ventana de la mujer amada. Caray. Qué bonito. Eran otros tiempos. Yo también me acuerdo un poco de aquello, porque perdí el corazón una tarde de aquellas cuando el amor nos llama. Eso le cuento a don Ramiro, que así se llama, aunque tranquilamente podría llamarse Oscar Avilés por el mostachito y el cabello peinado hacia atrás todavía con gomina. Para qué le conté que hubo una mala sombra en mi vida y que lejano estoy de un gran amor aunque de la lejos aun la estoy queriendo. Para el martes por la tarde, me esperó con tremenda colección valses como para cortarse las venas, y yo, por supuesto, puse las copitas de pisco acholado.
Claro que no a todos les ha caído bien aquello de la jornada criolla con casi quince días de anticipación. Porque una cosa es una canción de cuando en cuando y otra atosigar la semana con tanto valsecito. Pero don Ramiro es de la vieja guardia y sabe cómo manejarse con la gente. Ni hablar, para el miércoles Los Morochucos nos pusieron en nota a todos porque eso de llora guitarra porque eres mi voz de dolor sí que afecta. El jueves quise convertirme en el discípulo amado de don Ramiro y traté de despertar el espíritu criollo entre mis amigos de otros lados. Pude poco. Un almuerzo criollo. Un par de piscos y, luego: ya no jodas más con la cantaleta de la canción criolla porque ese género hace tiempo está fuera de cuenta. Pero claro que no – dije yo, que ni bailar vals sé, pero aprovechando que el Zambo Cavero se manda con y se llama Perú -: la música criolla es un componente imprescindible de la cultura peruana. Pero ellos, nada: el vals se ha quedado entrampado en la nostalgia de un tiempo que no llegó a existir por completo, compadrito, así que cambia de disco.
No importa, cada quien sabe cómo toca su guitarra. En lo que respecta a mí. También me he aprovisionado de muchos compactos valsísticos en el auto. Y si alguien me cae por casa será recibido de entrada con algo de Chabuca Granda, y toda la conversación tendrá como fondo los valses, ese género que sobrevive principalmente por la nostalgia de criollos y acriollados. Esas canciones de letras algo ahuevadas, pero que se han quedado prendidas en el tiempo.
- Les dejó un enlace interesante que habla de la música criolla con mayor conocimiento de causa y efecto. Haga click aquí
- También, a la derecha de este blog, cuelgo un video que trata sobre la historia del vals.

lunes, 20 de octubre de 2008

CUENTO DE EDUARDO GONZÁLES VIAÑA

Nacido en Chepén. Eduardo González Viaña obtuvo, muy joven, el Premio Nacional de Literatura del Perú con su libro "Batalla de Felipe en la casa de las palomas". Entre sus novelas se destacan "Identificación de David", "Sarita Colonia viene volando" (he leído ambas obras con deleite y admiración); también ha publicado "Los sueños de América" (Alfaguara) –traducido al inglés -American Dreams- (Arte Público, Houston 2005) y que ha sido reeditado doce veces. Con esta obra, González Viaña obtuvo el Premio Latino de Literatura de los Estados Unidos.
Hasta el momento, su novela acerca de la inmigración, "El Corrido de Dante" ha tenido cinco ediciones y en en julio del 2007 obtuvo el Premio Latino Internacional de Novela de los Estados Unidos en el que el segundo premio fue compartido por las reconocidas novelistas Gioconda Belli e Isabel Allende. "El Corrido de Dante" es considerado como un clásico de la inmigración en Estados Unidos. González Viaña es otro escritor peruano imprescindible en la antología de escritores peruanos contemporáneos.

HELLO, THIS IS SUSAN IN HOT LINE

Puedes creer que mi nombre es un nombre lánguido y pálido, y puede ser el nombre de un sue­ño, y como dices parece el nombre de una mujer que nunca hubiera salido a la calle. Y es exactamente como te lo imaginas. Soy rubia y delgada, y mis piernas son largas y lánguidas, y el color de mi cuerpo se parece al color de mi vida. Y el color de mi vida se parece al color de esta habitación de donde nunca he salido, y por eso mi carne tan sólo ha sido calentada por la luz de la luna, y cuando la luna entra en mi cuarto, me desnudo y le muestro todos mis rincones, y me acuesto y me miro y me toco y me huelo y me enrosco y, me abro hasta el infinito, hasta que la humedad forma caminos en mis piernas, hasta que todo mi cuerpo es un desierto silencioso y hambriento, hasta que mi silencio se convierte en un gemido, y mis piernas largas, mis muslos dolorosos, mi cadera redonda, mi cintura estrecha, mis senos duros, mis labios abiertos y mis ojos iluminados: toda yo soy un cuerpo solitario, una playa olorosa, una cueva profunda, una herida que palpita, un pensamiento enfermizo y una voz como un aullido que repite tu nombre hasta que le sobra el amor y, le falta la vida.
Si quieres, dame tu nombre. Dame un nombre cualquiera, y te comenzaré a llamar y a reclamar en esta celda donde tan sólo hay una cama caliente y una mujer solitaria. Dime cómo te llamas o cómo quieres que te llame, y te traeré a mis sábanas y a mis sueños. Y mencionaré tu nombre muchas veces cuando rezo desnuda, de rodillas sobre la almohada. Y te rezaré y te traeré a mi vida. Y podrás olerme, y podré tocarte. Y primero nos miraremos con una mi­rada fría como el frío que, en este instante, eriza mis vellos y mi carne. Y primero estaremos a un metro de distancia. Y primero nos miraremos como dos anima­les bellos. Y primero nos desearemos como dos caní­bales. Y primero se mojarán nuestras lenguas y nuestros labios. Y primero estaremos llorando de hambre. Y primero nuestros ojos brillarán como brilla el infierno. Y nunca habrá después porque cuando nuestros cuerpos se encuentren será siempre primero antes de después.
Ese nombre que me das ya lo conozco...

Alonso Cueto en Internet

Con un diseño elegante y sobrio, el escritor Alonso Cueto ha estrenado hace muy poco una página web personal donde podremos acceder a la información sobre su carrera literaria. Sin embargo, lo más atractivo de la página es la serie de entrevistas recopiladas sobre su carrera.
Aquí la dirección: http://www.alonsocueto.com.pe/



domingo, 19 de octubre de 2008

DIOSES

También esta semana podremos ver en los circuitos comerciales la segunda película de Josúe Méndez, DIOSES. Aquí, el tráiler.



Así como con la película sobre el libro de Saramago, les daré mi opinión acerca de estas cintas apenas las vea.

Blindness

Por fin, llegó al Perú la tan esperada película basada en la novela de José Saramago (Premio Nobel 1998) "Ensayo sobre la ceguera", cuyo título en inglés es Blindness. Este jueves 23 se exhibirá en casi todas las salas importantes de Lima.




Les dejo un enlace para se empapen de los pormenores de Blindness. Un sugerencia obvia: primero leer el excelente libro de Saramago.

viernes, 17 de octubre de 2008

'La hermandad de la buena suerte' (Savater - Premio Planeta 2008)

A propósito del último ganador del PREMIO PLANETA 2008, reproducimos sus declaraciones en la primera conferencia de prensa que brindó después de ser galardonado.


Fernando Savater (San Sebastián, 1947) ganó en la noche del miércoles el Premio Planeta en su 57 edición gracias a 'La hermandad de la buena suerte', una obra que presentó como 'La curva del Pardo' y bajo el seudónimo de Patricio. El próximo 6 de noviembre comenzará la gira de promoción del libro, del que la editorial Planeta editará 210.000 ejemplares. Esta entrevista está realizada con las respuestas que el escritor vasco ofreció en las ruedas de prensa de la madrugada del miércoles y ayer por la mañana.

-¿Qué es 'La hermandad de la buena suerte'?
-Es una novela de ficción, sin pretensiones realistas o históricas. Transcurre en el mundo del turf: se aproxima la carrera de caballos más importante del año; hay dos magnates que se odian y quieren dirimir sus diferencias humillando al adversario por medio de la carrera. Uno de ellos tiene un gran caballo, pero muy especial y difícil de montar. Y el único jinete que podría montarlo ha desaparecido. Hay cuatro personajes aventureros que tienen el encargo de encontrarle antes de la carrera. La novela está contada con varias voces y cada capítulo tiene entidad propia, su propio narrador. Es una novela de aventuras con un poquito de metafísica: qué es la buena suerte, hasta qué punto se puede perseguir...



-¿Qué dificultad tiene escribir una novela para alguien que habitualmente no produce ficción?
-Como autor de artículos, me gusta comprimir y resumir. En cambio, el 90% de una novela es puro relleno; todo se dilata y tarda en llegar. Como lector me gusta, pero como escritor me aburre. Es un reto que ese relleno no se convierta en frases vacías. Esta es una novela desgrasada, 'low fat', que no engorda.



-Con tanto 'desgrase', ¿en cuántas páginas ha quedado la novela?
-Me horrorizan las novelas largas. Una novela de 800 páginas en España sólo se la tolero a Javier Marías y pocos más. Pero en fin, la mía tampoco es un cuento; desgrasar no es lo mismo que deshojar... La grasa se quita de dentro.


-En el libro aparece una de sus pasiones, el mundo de la hípica. ¿Están también sus otras obsesiones: la política, la filosofía, el nacionalismo...?
-Quiero tranquilizar al lector. Mis lectores habituales están resignados a aguantar mis sermones sobre política, filosofía... En este libro me he tomado unas vacaciones de mí mismo. Aquí no hay teorías. Marcel Proust decía que una novela con teorías es como un regalo con el precio puesto; las teorías en una novela deben ir por dentro, sin que se note. He escrito sobre lo que me gusta y me divierte. Como Borges, soy un lector hedónico y también un escritor hedónico.



-¿Se nota cuando un escritor se divierte?
-Bueno, yo soy hedónico en el terreno literario, porque es lo que escribo sin necesidad. Mis artículos, mis libros de ensayo, son parte de mi vocación pedagógica, educativa, que es a la que he dedicado mi vida, y eso lo escribo con un sentido de la responsabilidad. En la literatura soy yo el dueño y el pacto con el lector es: 'Yo me voy a divertir y procuraré divertirte a ti'. Nada más. Eso es lo que he hecho. A veces hablan de la vida desgraciada de Edgar Allan Poe, pero yo creo que se lo pasó estupendamente escribiendo 'La verdad sobre el caso del señor Valdemar' o 'La narración de Arthur Gordon Pym'. En la vida hay muchas desgracias, pero poder escribir un relato o una aventura, algo que a uno le guste, es un privilegio y una suerte.


-Primero ganó el Planeta Álvaro Pombo, candidato de UPD; ahora, usted, promotor del mismo partido. ¿Cree que la diputada Rosa Díez debería presentarse al premio?
-¿También lo ha ganado Mario Vargas Llosa! Habría que preguntarle a Rosa si piensa escribir una novela...



-Una de las obras finalistas trataba sobre un terrorista de ETA que se siente traicionado y empieza a combatir a sus antiguos compinches. Algunos hemos pensado que el autor era usted... -Cuando a uno le etiquetan es muy difícil salirse de ahí. En el servicio militar me nombraron sastre, y tuve que ser sastre, con gran perjuicio para la vestimenta militar... Bastante tiempo pierdo con el terrorismo en otras actividades como para encima tratarlo también cuando me divierto. Uno ha hecho otras cosas en la vida...



-Han ganado el Planeta dos obras con una trama detectivesca. ¿Reivindica una novela más de estilo anglosajón, con más acción?
-Bueno, muy detectivesca no es. No es un thriller, es más bien una novela de aventuras. Hay acción al uso, pero también hay una acción interior. Por ejemplo, uno de los personajes va contando todo lo que le ocurre al fantasma de su mujer. Otro relata un sueño que ha tenido...


-Alguna vez ha dicho, citando a Picasso, que su ambición es ser rico para vivir como un pobre. ¿Los 600.100 euros del premio ayudan?
-El verdadero lujo de nuestra época es no pensar en el dinero. Hay dos tipos sociales que viven obsesionados por el dinero: los que tienen mucho, porque tienen que aumentarlo y asegurarlo y cuidarlo como un rebaño para que no se escape; y los que no tienen nada, porque lo necesitan para comer. A mí me gustaría tener esa cantidad de dinero que le permite a uno dejar de pensar absolutamente en el dinero. Yo soy un jubilado ya y necesito completar la pensión...

Fuente: http://www.ideal.es/granada/20081017/cultura/fernando-savater-premio-planeta-20081017.html

CUENTO DE GUSTAVO RODRÍGUEZ

Escritor y comunicador. Profesional ampliamente respetado en el campo de la creatividad publicitaria. Ha publicado libros importantes de narrativa como “Cuentos de fin de semana”, así como “La furia de Aquiles”. Ha sido finalista del Premio Herralde de Novela (España) con un manuscrito que vería la luz con el nombre de “La risa de tu madre”. En julio de 2006, Alfaguara presentó su colección de relatos “Trece mentiras cortas”. Con un inobjetable conocimiento de las técnicas narrativas y un impecable manejo del idioma, sus historias fluyen naturalmente hasta que, de pronto, un giro abrupto sorprende al lector y lo sumerge plenamente en la ficción.

MI PAPÁ ES EL LOCO CIENFUEGOS

La última vez que viajé a Trujillo en un ómnibus de estos tenía tu edad. Nada ha cambiado. Siguen siendo nueve horas mirando en esta pantalla la misma película, la arena como protagonista omnipresente y alguno que otro matorral marrón que entra en escena para desaparecer como un extra cualquiera. En vez de acomodadores tenemos a toda esta gente que sube ofreciendo pacaes, pacaes, ahí tiene los ricos pacaes.Lo único bueno es que si vas al baño, al fondo, no te pierdes nada. Todo sigue igual. Hasta los baches por los que estamos pasando ahora. Maldito aeropuerto. Felizmente aquí no proyectan el famoso cartelito de la disposición municipal con el cigarro tachado.¿Te molesta si fumo? Qué bien. Espero que tampoco te moleste mi conversación. En todo caso, si te aburre, será mejor para ti. Te puedes quedar dormido mientras mis palabras te entran por un oído y te salen por el otro. Por si acaso, si te llego al pincho, no te molestes en contestarme. Yo te comprendo. Yo tuve tu edad hace no mucho y los tíos habladores eran un suplicio para mí. Hasta eso sigue igual.Ya sé en qué estás pensando. Si le molesta viajar por tierra, porqué no tomó el avión, huevón. Ah, sonríes. Yo hubiera pensado lo mismo. Ha sido esa maldita huelga de aeropuertos. Justo hoy, que tengo que llegar a Trujillo a como dé lugar. Tengo que despedir a un amigo que se está yendo. ¿A dónde? Es una buena pregunta. Nando, carajo. A Nando lo he salvado de muchas, pero de ésta ya no lo va a sacar nadie. La primera vez que lo salvé, era menor que tú. Un pata que estudiaba en nuestro colegio, un ídolo por su forma de trompear, se lo estaba llevando para estropearlo. Ese cojudo era un caso para ser estudiado. En los recreos agarraba a la gente del cuello y la atenazaba bajo el brazo preguntándole quién es tu papá, di, quién es tu papá. Y si no le contestabas mi papá es el Loco Cienfuegos, te sacaba la mierda.Se llamaba Agustín. Pero todos lo conocían por esta chapa: El Loco Cienfuegos. Pero antes de que agarrara de punto a Nando, ya me había echado el ojo a mí.Para que entiendas bien lo que te voy a contar, déjame explicarte mejor cómo era el Loco. Por esa época yo tenía catorce años y estaba en tercero de secundaria. El tenía dieciocho o diecinueve, y estaba en quinto. Lo recuerdo enorme, con el pelo siempre corto, y con un ropero en vez de cuerpo, sin duda por la disciplina del Ramón Castilla. Sí, ese mismo, el colegio militar...

miércoles, 15 de octubre de 2008

CUANDO ESCRIBIR ES UN PELIGRO


Si algunos de ustedes, ha tenido la idea de escribir una novela que desenmarañe el mundo intrincado del hampa peruana. Por ejemplo, la vida tenebrosa de Los Nole que no hace mucho saltaron a la fama por sus peligrosas andanzas o, tal vez, dar a conocer los tejes y manejes de organizaciones asesinas como la de Los Injertos, y, por qué no, escribir una ficción que tome como eje a personajes siniestros como Fernando Zevallos el cual, se dice, determina quién vive y quien muere en el oscuro mundo del narcotráfico.
Pues debe pensarlo un poco más y sopesar tanto el éxito de ventas - que seguramente va a tener - contra los incovenientes mortales que puede acarrear tal empresa.
Digo esto porque me entero por El Comercio que el escritor italiano Roberto Saviano no puede disfrutar del éxito de su libro "Gomorra", ni de la fama que le ha brindado la película basada en la obra, porque para él han significado solo la condena a muerte por parte de la Camorra.
En mayo del 2006 se publicó "Gomorra", un libro firmado por un hasta entonces desconocido escritor de Nápoles, de tan solo 27 años, y que en pocos meses se convirtió en uno de los mayores éxitos editoriales de la historia del país. Un éxito que lanzó a Saviano a la deseada fama pero que, inopinadamente, vino acompañado por serias amenazas de muerte. "Gomorra" desenreda como nadie los entresijos del funcionamiento y de las actividades ilegales de la Camorra, y en particular de los Casalesi, el clan más potente y despiadado de la mafia local. Revelaciones que sobresaltaron a los jefes mafiosos y aun más el clamor que despertó la obra, que los colocó en el centro de la atención mediática y policial, por lo que inmediatamente juraron venganza contra el autor.El 13 de octubre del 2006 empezaron las primeras amenazas y el entonces ministro del Interior, Giuliano Amato, le concedió al joven escritor una escolta y lo instó a abandonar Nápoles y a su familia para siempre. Las amenazas no se han quedado en meras palabras. Los Casalesi tenían previsto acabar con la vida del autor y su escolta antes de la Navidad de este año con un atentado espectacular, como reveló ayer la prensa italiana. Saviano, convertido en el país en un símbolo de la lucha contra la mafia, vive rodeado solo por angustia y soledad, obligado a cambiar de residencia cada poco tiempo y acompañado por su escolta.

martes, 14 de octubre de 2008

QUE NO REGRESEN LOS AÑOS DE TERROR

Un 17 de mayo de 1980 se quemaron unas ánforas electorales en un pequeño y olvidado pueblo ayacuchano llamado Chuschi. Luego aparecieron en Lima uno perros colgados en unos postes de alumbrado público. Había unos trapos rojos junto a ellos y el dibujo tosco de un símbolo que, con los años, se convertiría en el ícono que estremecería los días, las semanas y los años siguientes en el alma de los peruanos. Cuando se dieron las primeras víctimas del terrorismo, hubo todavía tiempo de recordar los nombres de los caídos y hasta se alcanzó a organizar minutos de silencio colectivo. Luego, fueron tantos los muertos, tanta la barbarie que no había ya tiempo para anotar tantos nombres, tantos crímenes, tanto errores y entonces el país cayó en una noche sangrienta e insondable.
No obstante, creo que hasta ahora no se ha dicho todo lo que tendría que decirse, y lo poco que se ha dicho apenas ha logrado expresar con mediana fidelidad lo que pasó y lo que se sintió colectivamente en esos tiempos de horror. ¡ Hay tanto que hacer todavía! ¡Tanto que escrutar! ¡Tanto que expresar para que esa pesadilla no se vuelva a repetir! La Comisión de la Verdad y la Reconciliación ha contabilizado 69,000 mil muertos y ha puesto en cifras las pérdidas cuantiosas de ese período. Y es obvio que los números - siempre abstractos y, por ende, tan fáciles de aceptar por ser tan solo cifras - han quedado cortos para quienes tuvieron que convivir con la violencia. Han quedado cortos porque no han podido medir las pérdidas en el alma colectiva de los que sobrevivieron.
Por eso, ahora que leo, otra vez, sobre un atentado terrorista en la sierra del Perú, y apenas unos días después de otra emboscada que había dejado diecinueve muertos, asesinados como en los momentos más espeluznantes de aquellas décadas, me siento molesto con la actitud de quienes asumen la noticia como un hecho más en la notas informativas de los noticiarios. ¡Eso no está bien! Preocupa que haya mas cobertura en un partido de fútbol decepcionante o en las fechorías de algunos malechores de corbata. No que no haya que preocuparse de que la democracia se ocupe de expectorar a esa flema pestilente que aun cree que el país es su feudo.
Pero qué está pasando en este país de boyante crecimiento y de prometedoras expectativas cuando en algunas regiones del Perú todavía se ataca poblaciones y se asesina personas bajo el bestialidad del terrorismo. Cuando en los ochenta aparecieron las primeras muestras de violencia, se quiso calmar a la población con la afirmación de que eran abigeos de la región. Ahora leo por allí que algunos miembros del Gobierno opinan que tan solo son algunos rezagos desesperados de un terrorismo agonizante.
Vamos. Es hora de que la opinión pública concentre mejor sus preocupaciones cívicas en la previsión de hechos que pueden marcar nuestra historia con la tragedia, si acaso no se presiona lo suficiente a los responsables para que cumplan con sus funciones. El terrorismo que vivimos fue una lección de la que tendríamos que haber aprendido lo suficiente como para evitar, a toda costa, que se vuelva a repetir.
Hoy catorce de octubre, una nota de El Comercio dice: Dos jóvenes soldados del Ejército del Perú murieron y cuatro resultaron heridos luego de un enfrentamiento con presuntos delincuentes narcoterroristas de Sendero Luminoso en el departamento de Ayacucho, informó el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas. A través de una nota de prensa, informó que el hecho se registró a las 9:30 a.m. en la región Vizcatán, distrito de Ayahuanco, provincia de Huanta. La patrulla afectada fue una perteneciente al Comando Especial de los ríos de los valles Apurímac y Ene (CE-VRAE).Las víctimas mortales fueron identificadas como: los sargentos Jhonatan Aragón Casimiro y Milton Quispe Chamorro. Aunque no se precisó la identidad de los heridos, entre los que hay un oficial y cuatro miembros de tropa, se indicó que estos fueron evacuados en helicópteros al puesto de comando de Pichari para ser atendidos.
Días antes, en algunas periodísticas como el diario Hoy , se dice: unas 19 personas murieron la noche del pasado jueves en una emboscada de remanentes del grupo guerrillero Sendero Luminoso en una región cocalera del sudeste peruano. Esta zona se ubica dentro del Valle del Río Apurímac y Ene (VRAE).Este es considerado el peor atentado del grupo en 10 años. De acuerdo con un comunicado del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas del Perú, la emboscada se produjo cuando cuatro vehículos del ejército regresaban a su base en Tintaypunco, provincia de Tayacaja, en el departamento de Huancavelica.Entre los que perdieron la vida se encuentran 12 militares y siete civiles, entre ellos un niño. El atentado dejó además un saldo de al menos unos 10 heridos, tres de ellos se encuentran en estado grave.

sábado, 11 de octubre de 2008

CUENTO DE CARLOS DÁVALOS

Nacido en Lima en 1977 y actualmente radicado en España. Carlos Dávalos estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Lima y ha escrito para revistas y periódicos en Perú, así como diarios extranjeros como La Tercera de Chile. Ha publicado el libro de cuentos NADIE SABE ADONDE IR y aparece en la antología PEQUEÑAS RESISTENCIAS. En el siguiente relato, no solo hay una historia de sensaciones controvertidas, sino una manera particular de mirar a la sociedad limeña contemporánea.
NADA QUE HACER


—¿Aló? —contestó.
—Aló. ¿Carolina? —se escuchó una voz de mujer.
—Sí, ella habla.
—Hola, habla Gina, la amiga de Sandra... Nos conocimos antes de anoche, en su reunión. ¿Te acuerdas?
Carolina pensó. Hizo memoria y se acordó. Sandra las había presentado en su cumpleaños y habían pasado gran parte de la noche conversando, bebiendo juntas.
—¡Ah!, hola, Gina —dijo Carolina al fin—. Ya me acordé ¿cómo estás?
—Ahí bien. ¿Qué haces?
—Nada, viendo tele.
—Oye, que tal si vamos a la playa.
—Bien. Bacán.
—Entonces, te paso a buscar en veinte minutos. ¿Te parece?
—Okey. Pero, ¿tienes mi dirección?
—Sí. Sandra me la dio.
—¿Ella va?
—No. Dice que tiene que estudiar, que mañana tiene examen.
Carolina colgó el teléfono. Por un instante dudó, se acordó. Gina y ella conversando, tomando, le había caído bien. Abrió el closet y buscó su ropa de baño. Se lo puso. Y encima ¿qué? Sacó un polo y un pareo. El polo largo hasta los muslos. Se lo amarró para que no cayera, el ombligo quedó al aire. Abajo, el pareo. Entró al baño y terminó de acicalarse. Listo. Regia.
Esperó diez minutos. La casa sola, no había nadie. Sonó un claxon. Se asomó. Era ella, la reconoció. Estaba en un Civic rojo. Subió al carro y la saludo. Dentro se sentía el olor a Hawaian Tropic. Gina puso primera y arrancó.
—¿Adónde vamos?
—Al sur. ¿Te parece?
—Sí, bacán. ¿A qué playa?
—Primero vamos a punta hermosa, comemos algo y de ahí nos vamos más al sur. Conozco una playa donde va poca gente —dijo Gina y subió el volumen de la radio.
Llegaron a Punta Hermosa y la playa llenecita: tablistas con pelo largo y quemados por el sol. Chicas lindas y bronceadas. En playa blanca sólo señores y gente bien. Al lado, playa negra, se notaba la diferencia. Más gente y de todos lados, mezclados. Se sentaron en un restaurante y pidieron cebiche, choritos y cerveza.
—Esta playa siempre para llena, acá sólo vengo a comer —dijo Gina.
—Yo no vengo mucho acá. Paro en Santa María.
Pidieron otra cerveza. Se tomaron cuatro grandes. Cuando terminaron de almorzar se dieron una vuelta por el malecón. Ambulantes en el suelo vendían chaquiras y esas cosas. Eran la una y el sol mataba.
—Vamos a meternos al agua —dijo Carolina sofocada por el calor.
—No, espera vamos a la playa que te digo, acá hay mucha gente.
Subieron al carro. Salieron por las estrechas calles de Punta Hermosa, a la carretera. Pusieron la radio a todo volumen. Ya en la carretera Gina pisó el aceleredor a fondo. Para el camino cervezas en lata, infaltables.
—Oye, Carolina, me caes bien— dijo Gina de repente. Estaba alegre. La cerveza había hecho efecto—. Eres de puta madre.
—Tú también...

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viernes, 10 de octubre de 2008

LOS 80 AÑOS DE CARLOS FUENTES


El primer libro que leí de Carlos Fuentes fue "La muerte de Artemio Cruz" Lo leí motivado por la necesidad de completar la lista de escritores que eran incluidos en ese fenómeno literario llamado el boom la literatura latinoamericana y que – según los entendidos – marcó un antes y un después para nuestros escritores.
Volví a leer la novela apenas terminada la primera lectura, porque quise comprender, en caliente, las claves que hacían de ese libro una obra monumental. La muerte de Artemio Cruz, 1962, me proponía una visión panorámica de la historia del México contemporáneo desde la mirada del personaje principal. Un industrial y político que desde su agonía recordaba las etapas más importantes de su vida: sus inicios, sus amores, su estrategia para hacerse del poder, su manera de entender la revolución mexicana y, posteriormente, la manera como poco a poco fue perdiendo sus ideales a la par que el amor de la única mujer que de verdad lo amó. Mal hablado, audaz, corrupto, oportunista, Artemio Cruz representaba las paradojas de la historia del México de esos tiempos: su sistema político eternizado, las costumbres de la clase media y de la clase alta arraigadas en el poder. Fue una novela que me descolocó porque mientras más avanzaba la historia hacia la muerte de Artemio Cruz, los saltos temporales me llevaban al principio de todo: el nacimiento. He leído otras obras de Carlos Fuentes y considero que no todo lo que ha escrito ha sido estupendo, pero basta con tres o cuatro novelas suyas para entender que es un escritor que distingue la lengua castellana.
Ahora leo que Fuentes ha publicado una nueva novela que lleva por título "La voluntad y la fortuna" ". "Una novela que se anuncia como uno de sus mejores trabajos, el que todo el mundo querrá leer, el que enorgullece por su vigor, por su capacidad narrativa, la de retratar a un México sangriento en el que hay pugnas por el poder político y económico", explicó la directora editorial de Santillana, Marisol Schultz.
"La historia es la de dos amigos que de jóvenes se encuentran y entablan esa complicidad que hay cuando uno es adolescente, está descubriendo el mundo, que te lo quieres comer y empiezas a entender lo que es la filosofía y a cuestionarte todo".

La publicación se da en el momento preciso porque este año, en noviembre, se celebran los 80 años del escritor y los cincuenta años de la publicación de su novela "La región más transparente". Por lo que leo, se ha previsto todo un conjunto de actividades, a modo de homenaje: presentaciones de ópera, teatro, conferencias y coloquios. Los actos durarán desde el 10 de noviembre hasta el 3 de diciembre y tendrán lugar en la capital mexicana, el Festival Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara. En ellos está programada la participación de escritores como Gabriel García Márquez, Juan Goytisolo, y Nadine Gordimer, el cineasta Arturo Ripstein, el historiador Hugh Thomas, y destacados políticos como el chileno Ricardo Lagos, el francés Dominique de Villepin, y el secretario general iberoamericano, Enrique Iglesias.
Autor de más de 60 libros, Fuentes, quien también ha sido diplomático, editor y profesor universitario, ha recibido importantes premios a lo largo de su carrera, como el Cervantes, en 1987, y el Príncipe de Asturias, en 1994.
Cuando se pueda, no está demás, un encuentro o reencuentro con algunas novelas de este importante escritor latinoamericano.

jueves, 9 de octubre de 2008

JEAN MARIE LE CLÉZIO - NOBEL DE LITERATURA 2008


Después de veintitrés años, un escritor francés vuelve a ganar el Premio Nobel de Literatura. El último fue Claude Simon en 1985. El nombre de Jean Marie Le Clézio, no estaba entre los más voceados, pero no es la primera vez que esto sucede en la entrega del Nobel.
Con más de cincuenta obras publicadas, y un premio francés tan importante como el Renaudot a los 23 años, la Academia decidió otorgarle la distinción por considerarlo "un escritor de la ruptura, de la aventura poética y del éxtasis sensual" y "explorador de la humanidad, dentro y fuera de la civilización dominante". También destacó del autor que - partiendo de los últimos estertores del existencialismo y del 'nouveau roman' - ha conseguido "rescatar las palabras del estado degenerado del lenguaje cotidiano y devolverles la fuerza para invocar una realidad existencial".
El flamante ganador, nacido en 1940, se crió en el seno de dos idiomas (el inglés paterno y el francés materno). Finalmente, eligió el francés para expresar por escrito su inconformidad con asuntos sociales como la colonización de la isla Mauricio por los ingleses.
Leo en otras notas que aparecen a raudales en los cables que Le Clézio adquirió rápidamente la consideración del mundo de la literatura y el entusiasmo de sus lectores cada vez más numerosos. Ha publicado más de cincuenta libros, entre novelas, ensayos, dos traducciones de mitología india, así como innumerables prólogos y artículos, sin descartar algunas contribuciones a obras colectivas. El escritor francés busca – según sus declaraciones antes de ganar el Nobel - transcribir las experiencias internas y externas a la manera de un sismógrafo y así tratar de descifrar lo que caracteriza el comportamiento humano. La escritura supera la palabra oral porque logra una esquematización, como un dibujo de letras. "Tenemos acceso a la realidad a través del lenguaje que lo contiene todo, que es rotundamente la realidad. Las palabras son transparentes, nos ayudan a entender y a percibir más claramente el mundo". "En la calle, todo me parece escrito. La ciudad es una arquitectura a escritura".
"Escribir, dice en otra parte, consiste en encontrar una base de vida en la sociedad occidental "huérfana de sus mitos" y considera que la ficción coherente es la mejor manera de conseguirlo. Su denuncia de la confusión, de la angustia y del temor de la gran ciudad occidental, presente en sus primeros escritos, dieron paso poco a poco a una escritura más centrada en la experiencia íntima de sus personajes, como la historia de un chico que va en busca de su padre por África, la historia de los emigrantes judíos, las aventuras de su abuelo materno o su propia infancia, como en una de sus novelas más trascendentes: “El africano”.

Por otro lado, el desdén contra el ganador arrancó muy temprano y el escritor y crítico Camilo Marks, desde Chile, considera al ganador como “una lata”, “como todos los escritores franceses del noveau roman y de esa época". Sostuvo que, tras leer libros como "El diluvio" y "El éxtasis material", ve "poco argumento" y "una visión de personas desarraigadas que están alienadas en una sociedad mecanizada o muy urbana y consumista, entonces se refugia en la textura de lo místico". "Se fija en la tipografía, cambia las letras, el tamaño, incluso la textura de las páginas es distinta, por ahí va la cosa".
Bueno, Camilo Marks ya no nos sorprende. Lo recordamos mucho por su ojeriza gratuita contra el escritor Daniel Alarcón. Aquí una perla más de los exabruptos de Marks. Consultado por los escasos lectores del francés en Chile, retrucó que "en ese país no es conocido nadie porque en Chile no se lee; aquí el libro no está en vías de extinción, sino que se extinguió, se acabó".
Y con respecto al premio Nobel en sí, agrega: "Es un premio que no tiene ninguna importancia, siempre es noticia, como el Oscar; pero si tú revisas los 110 Nobel, te das cuenta que hay 80 escritores, como (el polaco Henryk) Sienkiewicz, (el sueco Eyvind) Johnson, (el italiano Grazia) Deledda", que no merecían el premio".

miércoles, 8 de octubre de 2008

CUENTO DE RICARDO SUMALAVIA

Escritor, profesor y editor. Con una gran actividad cultural que va desde la edición de libros hasta respetabilísimos estudios sobre literatura coreana. Ricardo Sumalavia, estudió Lingüística y Literatura en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) y siguió la Maestría de Literatura Peruana y Latinoamericana en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ha publicado el libro de prosas "Habitaciones" con varias reediciones. También ha publicado "Retratos familiares" (Serie Ficciones del Fondo Editorial PUCP, Lima, 2001) y "Enciclopedia mínima" (Serie Ficciones del Fondo Editorial PUCP, Lima, 2004). Su nombre y su obra se hacen imprescindibles cuando se quiere hacer una antología de escritores peruanos contemporáneos.
PUERTAS MARRONES
MI PADRE NUNCA ANSIÓ tener muchos amigos, pero los pocos que llegaron a frecuentar la casa lo hacían con un gran respeto y consideración a sus años como agente municipal. Y este aprecio siempre les fue devuelto como era debido. No era de extrañarse, entonces, que lo buscaran para comunicarle que don Félix, su amigo, había muerto. Le contaron que había sido arrollado por un auto en el jirón Carabaya, frente a su taller de imprenta, justo cuando salía acompañado por sus operarios. «Fue absurdo», repetían estos mirando a mi padre y viéndose entre sí, como sobrevivientes de una inadvertida batalla. Agregaron que don Félix murió mientras era llevado dentro del taller. La ambulancia ya había sido llamada, pero solo llegó para certificar la muerte de quien aún yacía sobre una mesa, entre letras de molde y pliegos de papel, a la espera del fiscal de turno.
Le dijeron a mi padre que por su condición de amigo él era el indicado para darle la noticia a doña Lucía y sus hijos. La familia de don Félix vivía en la calle siguiente, al final de una larga cuadra elevada, semejante a una pendiente, que se truncaba en una plazoleta frente a la Iglesia Santa Ana. Mi padre se mantuvo sereno. Aceptó el encargo y luego muy cortésmente les pidió a aquellos hombres que se retiraran. Mi madre y yo lo vimos caminar hacia su cuarto y reaparecer con una casaca azul encima. Mi madre no lloró, pero su tristeza era evidente. Ambos intercambiaron una rápida mirada. Cuando mi padre subía el cierre de su casaca, se dirigió a mí y ordenó que me alistara, que iba a acompañarlo a la casa de la señora Lucía. Mi madre intervino y le sugirió que no era una buena idea; pero él ya estaba junto a la puerta marrón de nuestra casa, esperándome. Me alisté lo más pronto posible y, antes de cruzar la puerta, mi madre me pasó la mano por el cabello, alisándomelo, y me dijo que no peleara con los hijos de Lucía. Asentí y fui a reunirme con mi padre, quien tenía un par de metros avanzados.
Los hijos de la señora Lucía eran una pareja de doce y diez años. A ambos les gustaba cantar y eran obesos. Quien mejor cantaba era la muchacha, la mayor; realmente sorprendente. El otro, a pesar de su edad, corporalmente era bastante desarrollado y sus cuerdas vocales no le respondían de manera tan sublime como a su hermana. Los dos usaban anteojos de gran medida y con gruesas monturas de carey negro que por aquellos años no era muy usual entre los jóvenes y niños. Sin lugar a dudas, la elección provenía de la madre, ya que ella usaba unos iguales. Ella, Doña Lucía, sin alcanzar la obesidad de sus hijos, era una mujer rolliza y atractiva. Tenía una cabellera larga, lacia y castaña. Aún hoy puedo imaginarla con las tupidas pecas en su rostro, concentradas bajo sus pómulos.

lunes, 6 de octubre de 2008

¿QUIÉN GANARÁ EL NOBEL DE LITERATURA 2008?


Los rumores y especulaciones sobre quién recibirá el premio Nobel de Literatura de este año ya están circulando por todos los medios. Este jueves 9 de octubre finalmente se sabrá el nombre del galardonado. Por supuesto que el nombre de Vargas Llosa debe de estar en la mesa de discusiones y, claro, se espera con pesimismo que una vez más sea postergado casi ya como una tradición de la Academia Sueca.
Por lo pronto la espera desespera y, para los apasionados por la literatura, el Premio Nobel - con todo lo discutible que puede ser - aún atrae nuestra atención. Por ejemplo, Ivan Thays, desde sus Notas Moleskine, invita a una encuesta brevísima para votar por el posible ganador. Es muy sencilla porque solo hay tres opciones: o lo gana un autor muy celebrado y conocido que está en la lista (Claudio Magris, por ejemplo); o lo gana un autor que siempre aparece en la lista pese a no ser tan traducido (Ko Un, por ejemplo); o lo gana un absoluto desconocido, un outsider, un descubrimiento, una sorpresa de esas que a los suecos les encanta (ahí no hay ejemplo).
Max Palacios, en su blog Amores Bizarros, para matizar la espera, cuelga algunas anécdotas sobre nominados, ganadores y perdedores: ... "Uno de los designados que hoy nadie lee es José Echegaray, un escritor español mediocre que era odiado por otro, de gran talento: Ramón del Valle Inclán. Para espanto de Valle Inclán, cuando Echegaray recibió el premio, le pusieron su nombre a una calle madrileña, donde justamente vivía un amigo de Valle Inclán".
Por otro lado, encuentro un artículo de Alonso Cueto en el diario Perú 21 en el que desarrolla algunas ideas que deberían tomarse en cuenta en relación a este premio de marras. No solo especula sobre algunos nombres más probables para este año: Magris, Mc Carthy o el poeta Zimmerman. Sino que también recuerda nombres de galardonados en los que sí hubo consenso general como fue el caso del mexicano Octavio Paz. Del mismo modo, nombra escritores cuya nominación defraudó a la crítica en general: Doris Leesing, por dar un ejemplo. Ahora bien, lo que sí parece una actitud evidente, aunque negada por la Academia, es que los premios se dan sustentados en criterios que van mucho más allá de lo literario y se acercan más a la diplomacia internacional.
En fin, veremos qué es lo que pasa este año. Por mientras les dejo algunos fragmentos del artículo mencionado.
... A diferencia de los premios en el área de las ciencias, el de Literatura siempre ha estado sujeto a discrepancias y comentarios. Si bien algunos premiados recientes, como Coetzee y Pamuk, han sido indiscutibles, no ocurre lo mismo con la premiada del año pasado, Doris Lessing, cuyos méritos me parecen bastante menores. Sin embargo, si los rumores que corren fueran ciertos, y el premiado de este año resultara ser Claudio Magris, el premio estaría en buenas manos. A todos los interesados en la obra de Magris les recomendaría no sus novelas, sino dos obras maestras de la literatura de viajes, El Danubio y Microcosmos. Hace poco, el secretario de la Academia Sueca de la Lengua, Orase Engdahl, afirmó que la literatura norteamericana es demasiado insular y aislada, para luego concluir que, en realidad, lo esencial de la actividad literaria en este momento se concentra en Europa. En un artículo publicado el jueves pasado en el periódico británico The Guardian, John Sutherland comenta aquellas declaraciones y le recomienda a Philip Roth que guarde su diccionario sueco por un buen tiempo... No se puede ignorar el rango de la obra de escritores como Roth o McCarthy o de quien considera el mejor poeta vivo norteamericano, Robert Zimmerman. Sutherland también opina que el gran narrador inglés Ian McEwan tiene pocas posibilidades de llevarse el galardón al haber sido elegida Doris Lessing el año pasado, pero después agrega que tiene el pálpito de que McEwan será premiado después de todo.
Quizá la Academia sueca quiera negar la acusación según la cual el premio es rotativo y los ganadores de dos años seguidos no pueden pertenecer a la misma lengua. De hecho eso ya ocurrió cuando ganaron, en 1989, el español Camilo José Cela (uno de los premios a mi juicio inmerecidos) y, en 1990, el mexicano Octavio Paz (uno de los más merecidos).

domingo, 5 de octubre de 2008

ANOTACIONES DE UNA MARATÓN

A las 7 y 30 de la mañana de este domingo, Helena me despertó a punta de timbrazos para preguntarme si en verdad iba a correr en la maratón de la que tanto le había hablado durante la semana. Me tomó unos segundos saber en qué planeta estaba y de qué maratón de marras me hablaba Helena. <Por supuesto>, le dije. Aunque la verdad sea dicha, si ella no me hubiera despertado para recriminarme por esa locura de correr un domingo por la mañana, quizás me hubiera quedado dormido, arrullado por un subconsciente que intentaba evitarme el trabajo instrascendente de correr y correr: < y sin que nadie te persiga>, como me dijo Helena cuando le conté lo de los quince kilómetros, los quince mil corredores, el espíritu deportivo y la historia de Filípides de Atenas, allá en la Grecia antigua, corriendo cuarenta kilómetros hacia la ciudad para avisarle a la mujeres que no había necesidad de que se mataran porque habían ganado la batalla contra los Persas. Niké (Victoria), dijo, y se murió, Helena, el pobre se murió exhausto e histórico para siempre, y por eso cuando se reiniciaron las Olimpiadas fue inevitable que la competencia estrella fuera la maratón. Sentí que la voz de Helena bostezaba. Seguro que estaba aun recostada cómodamente y que el auricular descansaba de medio lado sobre su oreja. Finalmente, me dijo que sí, que me iba a acompañar en la partida por la curiosidad de ver a tanto loco buscando un calambre gratuitamente. Colgó.
Ciertamente había entrenado muy poco y mal; pero ya no era cosa de echarse para atrás. Eso de levantarse en la madrugada para correr como que no me había convencido en los días previos, aun cuando había visto hacía poco una escena de la vieja película Rocky, justo cuando éste se sirve un vaso lleno de huevos crudos y sale a correr por una ciudad oscura y escarchada por el frío. No me sirvió. Ni de vainas, me dije, más de una vez, pensando desde mi cama en las calles húmedas de Magdalena a esa hora. Entonces levantaba la frazada sobre mi cabeza y mandaba mis bendiciones para la gente de Perú Runner que a esa hora ya estaban corriendo por algún lugar de Lima entrenando disciplinadamente.
No obstante todo lo que se hace se paga, aparte de que uno se vuelve esclavo de lo que promete, además de que no se pueden preparar tortillas sin romper los huevos y uno que otro refrán de esos que Helena sabe decir para burlarse de mis alegatos, me llevaron a los alrededores del Estadio Nacional muy cerca de las diez de la mañana. Allí me encontré con ella que andaba bastante confusa. <Parecen raros>, me cuchicheó como para no ofender a los que estaban cerca. A esa hora ya eran miles los corredores con camiseta amarilla y roja calentando cuerpo, mientras la música del grupo cinco peruanizaba la mañana. Ay Helena, pensé, debes salir un poco más de malecón Cisneros para ver que hay muchos más matices de los que ves corriendo por el faro de Miraflores. La verdad, yo estaba más preocupado en cuánto podría aguantar de aquellos quince kilómetros en los que me había metido por bocón. De pronto, una sirena se activó, las motos de los policías comenzaron a moverse y una mancha de amarillo mostaza y rojo kechtup -descripción cromática de Helena sin desayuno por solidaria - se precipitó con dirección a la avenida Cuba en paralelo a la Vía Expresa. Como a la mitad de la correntada me despedí de Helena que parecía un junco a punto de ser jalada por la corriente y comencé mi odisea personal.
En las primeras cuadras cayeron como una docena de novatos que de paso se llevaron a otros en la caída porque todo estaba muy apretado y más parecía gente corriendo hacia el paradero en un día de trabajo con huelga de transportistas. Ni modo. Para cuando llegamos a Salaverry, las ambulancias ya estaban atendiendo a algunos ingenuos de poca perspectiva que habían confundido quince kilómetros con quince cuadras y ya caían agotados y acalambrados. Salaverry es una larga y agradable avenida, pero sólo los domingos, cuando el tráfico es mínimo, la prisa es poca y solo entonces hay tiempo para admirar el largo corredor arbolado en medio de las dos calzadas. Hasta allí mi respiración había sido bastante pareja y sentía que la cosa no iba a ser tan mala. Era solo cuestión de saber mantener el ritmo. Me pasaron a buen trote un grupo de evangélicos que llevaban unas banderas avisando que el juicio final se acercaba; también otro grupito de jóvenes que pasaron coreando estribillos militares. Recordé que Helena se había reído mucho cuando le expliqué que allá en Atenas las mujeres habían prometido que si sus hombres perdían la batalla frente a los Persas, ellas preferían matar a los niños y suicidarse antes de permitir que los malos de la historia las convirtieran en esclavas. Los Atenienses ganaron la batalla de Marathon, pero habían demorado más de los previsto y el temor era de que ella cumpliesen su promesa y los hombres griegos se quedaran en nada. < O sea de que había una mujer de por medio, como en todo >, se había burlado Helena, parafreseando el título de un cuento del mexicano Arreola.
Para cuando pasé por el hotel Melliá, algunas personas habían salido en batas y con el rostro descansado a darnos aliento y gritarnos que si se podía, claro, como no, desde allí era fácil. Sin embargo todo se puso muy complicado en la avenida del Ejercito que era de subida y nosotros ya íbamos de bajada. Entonces me comenzó el dolorcito en la pierna la pantorrilla izquierda, de esos dolores que son mínimos, pero que amenazan con desplegar después su verdadera intensidad. A la altura del complejo deportivo de San Isidro cayeron muchos más, con buen ojo eso sí, justo donde estaban las cómodas carpas de esa municipalidad. Tuvimos que torcer hacia Santa Cruz y el dolorcito era ya un aguijón en la pantorrilla. Nada que hacer, la vista era apacible y hasta había pájaros que cantaban desde los añosos árboles. Antes de llegar a Aramburú, hubo escándalo porque algunos automóvilistas se habían cansado de esperar a que pasara tanto amarillo y rojo y amenzaban con atropellar a uno que otro peruano de color modesto.
Helena me llamó justo cuando bajábamos de Aramburú a la Vía Expresa. Me llamó cuando me había convencido de que mi dolorcito era lo suficientemente contundente como para retirarme con honor antes de entrar al zanjón en donde, allí sí que ya no habría retorno. Me preguntó que cómo me iba y, entonces, me salió aquello de que los machos no se rinden y le dije que todo iba bien, y más aun, que después de eso nos íbamos a desayunar un buen pan con chicharrón dominguero. Lo cierto es que, aun antes de que colgara, yo ya estaba maldiciendo estar bajando hacia el zanjón. Miré a los otros corredores y comprendí que estaba con el grupo de los que corrían sin armonía ni elegancia, con el grupo de los corrían porque ya no había forma de regresar. Sin embargo algo fue definitivo: íbamos a llegar, con lo que nos quedara de cuerpo íbamos a llegar. A la altura de la avenida Isabel la Católica ya estábamos corriendo arrastrados por la costumbre de mover las piernas en una agonía ya casi eterna. Pensé en esa mañana, antes de las 7 y 30, en mi cómoda cama y el periódico que iba a leer hasta las once mientras bebía una taza de café negro. Y luego, claro, pensé en Helena esperándome después de la línea de llegada con la camarita lista para fotografiar mi llegada, pensé en que la tarde iba a ser tranquila y sin las pesadillas de antes, y luego vi las caras de quienes corrían a mi lado. Entendí que en la mirada perdida de cada uno había una motivación secreta que los llevaba a subir por la rampa de Bauzate y Meza y llegar al Estadio Nacional en algún puesto escondido entre los miles de corredores.
¿Por qué se pierde una mañana de domingo matándose en un trote de quince kilómetros? Deben haber varias razones. La mía estaba en Helena que me esperaba con la cámara lista, la sonrisa ingenua y una mirada querendona; aunque, claro, jamás iba a entender eso de correr sin que nadie te persiga.

jueves, 2 de octubre de 2008

CUENTO DE SANTIAGO RONCAGLIOLO

Actualmente radicado en España, pero permanentemente vinculado con el quehacer del país, Santiago Roncagliolo es uno de los escritores peruanos jóvenes que viene logrando un importante reconocimiento de la crítica internacional. En el año 2006, su novela Abril rojo obtuvo el Premio Alfaguara de novela. Previamente, su novela Pudor ya había dejado claro que era un escritor de buen oficio.
Cuelgo este cuento que, amablemente, me envió Santiago para que sea parte de esta lista cuentos de escritores actuales que se está formando en la página de Escritores Peruanos Contemporáneos.


EL PASAJERO DE AL LADO

Fue sólo un susto.
El frenazo y el golpe. Los golpes. Estás un poco aturdido, pero puedes moverte. Abres la portezuela y te bajas sin mirar al taxista. No te duele nada. Eres un turista. Tu única obligación es pasarlo bien.
Para tu suerte, un autobús frena en la plaza. Te subes sin ver a dónde va. Caminas hacia al fondo. Aparte del mendigo que duerme, no hay nadie más ahí. Te sientas. Miras por la ventanilla. La ciudad y la mañana se extienden ante tus ojos. Respiras hondo. Te relajas.
En la primera parada, sube una chica. Tiene unos veinte años y es muy atractiva. Rubia. Todos aquí son rubios. Es la chica que siempre has querido que se siente a tu costado. Va vestida informalmente, con jeans ajustados y zapatillas. Su abrigo está cerrado, pero sugiere su rebosante camiseta blanca. Se sienta a tu lado. No puedes evitar mirarla.
Notas que te mira.
Al principio es imperceptible. Pero lo notas. Voltea a verte rápidamente con el rabillo del ojo, durante sólo un instante. Cuando le devuelves la mirada, vuelve a bajar los ojos. Se ruboriza. Trata de disimular una sonrisa. Finalmente, como venciendo la timidez, dice coqueta:
-¿Qué estás mirando? ¡No me mires!
Vuelve a apartar la vista de ti, pero ahora no puede dejar de sonreír. Hace un gesto, como cediendo a su impulso:
-¿Por qué me miras tanto? ¿Ah? Ya sé -Ahora se entristece-. Se me nota ¿No? ¿Se me nota? Pensaba que no -Sonríe pícara-. ¿Te la enseño? Si se me nota, ya no tengo que esconderla. ¿Quieres verla? -Se da aires de interesante, pone una mirada cómplice y habla en voz baja, como si transmitiese un secreto-. Está bien, mira.
Se abre el abrigo y deja ver una enorme herida de bala en su corazón. El resto del pecho está bañado en sangre.
Ríe pícaramente y se pone repentinamente seria para anunciar:
-¿Ves? Estoy muerta.

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miércoles, 1 de octubre de 2008

DIA DEL PERIODISMO

Como toda profesión, el periodismo es una carrera que se enriquece con profesionales que han hecho de esta ocupación una labor muy cercana a la heroicidad. La lista de periodistas, que por cumplir con su trabajo, han perdido la vida es extensa. Los nombres de profesionales que han sabido ganarse el respeto de la mayoría tal vez no sea tan extensa, pero ha sido conseguida con un sacrificio total de la seguridad personal en casi todos los sentidos. Ahora bien, inevitablemente, ha habido momentos y personajes que usaron el periodismo como un antifaz diabólico para respaldar actos despreciables; sin embargo, no sería justo desmerecer todo lo trascendente que significa el trabajo de la información por la tangencial presencia de algunos parásitos. Algún personaje de "Conversación en la catedral" de Mario Vargas Llosa, dijo, más o menos, que el periodismo "es algo que cuando se te mete en el alma ya no puedes salirte de él, te jodiste". Dicho de otra manera, el periodismo es una pasión por la que bien vale la pena vivir contra viento y marea. Cuelgo un artículo interesante que encontré en la revista Crónica Viva. Feliz Día, amigos periodistas.




SER PERIODISTA EN EL PERÚ

Ser periodista en el Perú significa las puertas abiertas al despido arbitrario, la ley de la Mordaza en las redacciones y el avasallamiento de los sindicatos que destrozaron con la amenaza del “despido arbitrario”.
Pero también ser periodista en el Perú , es enfrentarse a los mercantilistas de la comunicación y los gobiernos de turno, con denuncias que han mandado a su casa a más de un político corrupto.
Ser periodista en el Perú significa la tarea diaria y tesonera de los combativos reporteros en radioemisoras de provincias que se enfrentan a los caciques locales, aunque muchos colegas hayan perecido por las manos asesinas financiadas en las arcas de alcaldes que deberán pagar sus culpas, aunque la mano de la Justicia tarde más de lo debido.

En todas partes se cuecen habas. Ser periodista en el Perú es seguir el camino de reporteros que se enfrentaron a los verdugos de la guerra sucia, como Jaime Ayala, ante el comandante AP, Allvaro Artaza , “Camión”, prófugo por obra y gracia de un mal entendido espíritu de cuerpo”, o los Mártires de Uchuraccay, despedazados en una masacre nunca esclarecida.
Ser periodista en el Perú es mantener en alto nuestras banderas de lucha aunque los horizontes se tornen sombríos.
Ser periodista en el Perú es saber que existe un largo camino para la verdadera libertad de prensa, sin mordazas ni patrones que utilizan los medios de comunicación para sus intereses políticos o económicos.
Ser periodista en el Perú es dar la batalla desde nuestros gremios, sin banderas oportunistas ni ambigüedades, dando la batalla con la Asociación Nacional de Periodistas del Perú,.ANP, la Federación de Periodistas y el Colegio Nacional de Periodistas.