domingo, 19 de agosto de 2007



CARMEN EN LIMA
Fui a la ópera. No es una de las manifestaciones artísticas que más haya cultivado; pero tenía una enorme inquietud por asistir a la presentación de “Carmen” de George Bizet. Hacía tiempo ya la había visto en un video interpretado por Victoria de los Ángeles, con el perdón de quienes opinan que es casi un sacrilegio acercarse a la ópera a través del video. También había visto la excepcional adaptación al cine de Carlos Saura. Entonces tenía que verla. La asociación “Romanza” abría su temporada en el teatro Segura precisamente con esta obra.

Bizet había cogido esta historia escrita mucho antes por Merimee. La dividió en cuatro y la enriqueció con arias que se han convertido hasta ahora en un clásico evocatorio de la belleza de la ópera. Carmen es la mujer en quien confluye la hermosura, la sensualidad y la tragedia. Ella es una mujer que ama, y con pasión; pero que no tiene mayor compromiso sino con el amor. Nadie debería sentirse su dueño porque la bella gitana es principalmente libre para querer cuanto quiera, mientras quiera. La desdicha se inicia cuando conoce a José, un joven oficial cuyo futuro, hasta allí, se presentaba promisorio y feliz. El corazón del militar parecía satisfecho con la ternura de su madre y el amor de su bella y abnegada novia. Sin embargo la pasión envuelve a la gitana y al oficial. Esta pasión resulta tan poderosa que hace que José desgracie su carrera por dejar escapar a la mujer luego de que ésta cometiera un crimen. Poco después, José deja todo y se une a la banda de contrabandistas a la que Carmen pertenece. Pero hay algo que empieza a menguar el amor. El brillo de José se extingue y la pasional mujer parece buscar algo más. Hay un vaticinio que anuncia una muerte. Entonces aparece el Escamillo, un torero en el apogeo de su carrera que se interesa en Carmen. Hay un duelo entre José y el Escamillo que es interrumpido. El torero se aleja anunciando que pronto estará en la plaza de toros y que allí espera a quien lo ame. José tiene que dejar a Carmen por unos días para ver a su madre enferma; pero ya presiente lo que hará la gitana. En el último acto, y teniendo como fondo la entrada a la plaza de toros, José trata de convencer a la mujer de que se quede con él. Ya es tarde, ella le arroja el anillo y le anuncia que no lo ama, que ahora ama al Escamillo. El hombre, aturdido le cierra el paso antes de que ella ingrese a la plaza y la apuñala. Carmen cae herida mortalmente mientras en el interior del coso la multitud vitorea la faena del matador.

No es el argumento más original, pero la composición musical de Bizet elevó la obra al espacio de los clásicos. A pesar de que cuentan que su estreno fue tan disminuido que ocasionó la posterior muerte del compositor. Tenía que verla tarde o temprano. Ese sábado de agosto, en el centro de Lima, grisáceo para variar, un par de butacas habían sido separadas con mucha anticipación en las galerías del teatro Segura. Un par de vinos previos por la Plaza de Armas, una grata conversación, los ojos bonitos y la mirada enérgica de una bella dama que me acompañaba, que de óperas sí sabía, y que me había sometido a una rápida lección sobre ella. Luego la visión de la arquitectura interior del Segura, cada vez más percudida, digo si renovaran un poco el mobiliario; después las escaleras que nos separaban entre clases pudientes y los demás. Las alfombras desgastadas. Las fotografías del aún recordado tenor Luis Alva, con mostacho a lo Dartagnan. Y finalmente la visión del aforo. Después de tantos años de no haber estado allí, ahora me parecía más pequeño.
En fin, quería hacer un post sobre esta ópera porque el propósito de esta página es ir anotando las movidas culturales que se van dando y a las que el escribidor puede asistir, a veces poniendo de la suya y, en otras, de invitado. A veces solo, otras desolado, y en otras, gratamente acompañado.
Cierro este post con dos anotaciones. Los intérpretes nacionales e invitados francamente impresionaron positivamente al público. La pregunta que siempre se hacen los novatos es si los cantantes deben dar también con la talla y belleza física de los personajes quienes interpretan. Alguien me dijo que cuando la calidad de la voz, más la belleza de la interpretación, son buenas, todo lo demás como que carece de trascendencia en la majestad general de la ópera. Muy bien todos, sinceramente; pero para mí, al menos, la mezzosoprano María Lujan, invitada argentina que hizo de Carmen, como que no le dio al talle. Se supone que en ella descansaba la obra y, ciertamente, algo faltó en su interpretación actoral como en su misma voz cuyos desniveles tonales, a ratos, sacaban al público de su sumisión con la obra en general. Para tal caso – fue opinión de quien me acompañaba – pudieron haber dado al papel a más de una voz peruana que al parecer las hay y buenas.

La otra anotación viene a propósito del trágico terremoto. Al parecer las instalaciones del teatro Segura han sembrado dudas sobre su estabilidad y las funciones se trasladarán al auditorio del colegio Santa Úrsula. Quizás es lo mejor, pero como que en el viejo Segura, con todo y vejez descuidada, siempre habrá un aire clásico que le da cierta singular prestancia a la ópera, al menos tal y como mí me la contaron. Pero, en fin, todo cambia.

Dejó un fragmento de Carmen interpretado por Agnes Baltsa en una de la arias más conocidas Habanera



LAS CONDOLENCIAS PARA PARA LA POBLACION DE ICA. NO HAY NADA QUE AGREGAR, SINO LA PENA POR ESAS COSAS INEVITABLES. TODOS TENEMOS QUE AYUDAR SIN EXCUSA QUE VALGA.

Además de este acto inmediato. Es bueno reflexionar sobre las ineficiencia que saltó después de la tragedia. Sobre eso sí que habría que proceder. Dejo un fragmento extraído de El Comercio del domingo, de Pedro Ortiz Bisso, cuyo contenido refleja la preocupación de todos para situaciones futuras.
...enfurece ser testigo de este carnavalismo, del que también han tomado parte ciertos personajes, en extremo diligentes para señalar culpables, pero absolutamente incapaces para remangarse las camisas. Hay una diferencia más que sutil entre quien advierte errores a fin de corregirlos y aquel que busca el mejor ángulo de una cámara para descargar sus mezquindades. Afortunadamente, las imágenes los retrataron tal como son. No los olvidemos.
... La otra gran constatación tras la tragedia es la lentitud de la autoridad para reaccionar con eficiencia luego de un suceso de esta naturaleza. No basta con reunir carpas, alimentos o movilizar maquinaria pesada. Hace falta un sisitema de emergencia articulado con funciones y autoridades definidas. En pocas palabras, una organización que funcione y no tambalee apenas ocurrida la emergencia. Es una crueldad que parte de la ayuda acopiada no haya podido ser distribuida adecuadamente por falta de vehículos para transportarla.
En un país donde los desastres naturales son parte de su cotidianidad, el abastecimiento de estrategias de prevención y reacción efectivas son vitales. Defensa Civil debe ser reestructurado.

jueves, 16 de agosto de 2007



LA GUERRA DE LOS SEXOS
LOS ESCRITORES TAMPOCO SE EXCLUYEN


Leo algunos blogs y luego me entero de que el asunto tiene una larga cola que incluye periódicos y revistas. Una nueva batalla se ha desatado en el mundillo literario. Batalla de esas que no destacan por su épica sino por su frivolidad. La cosa se ha iniciado entre los suecos, pero el asunto comienza a extenderse hacia todos los confines. Y los periodistas, cuando no, contentos con la bombardeo de misiles verbales entre los contendientes. Hay una pugna de género (sexual) entre escritores. ¿Cómo puede ser? Pues tan sencillo como que ser escritor no exime de las simplicidades de la naturaleza.
Max Palacios desde su blog "amores bizarros", sintetiza el asunto: "Un grupo de escritores maduros ha criticado el éxito que han tenido un conjunto de escritoras jóvenes con respecto a la publicación de sus libros. Al parecer, estos escritores no aceptan el hecho de que algunas mujeres hayan tenido grandes ventas en sus libros, poniendo reparo a la calidad de las misma. Los ataques vienen de los dos bandos: sexistas y rubias; demostrando que la pelea que hubo en nuestro país entre "criollos" y "andinos" no es nada en comparación con los insultos de los suecos"
El diario Peru 21 publica algunas de los golpes verbakles:
- G. W. Persson, profesor de criminología de 62 años y exitoso autor de novelas policiales, dijo sobre su colega Camilla Lchkerg, 30 años más joven, que encara sus libros como "novelas cursis para revistas de caballos" y que escribe "en un estilo de libro tonto para niños". La atacada le pagó con la misma moneda y afirmó tajante: "Es simplemente una meada de un señor mayor que se siente postergado".
- Ernst Brunner, de 56 años, autor menos exitoso de novelas más ambiciosas, comparó a la - enorme avalancha de novelas policiacas suecas escritas por mujeres con "mierda de gaviotas".
- Su colega Björn Ranelid, de 58 años, centró sus críticas en Liza Marklund, de 44 años, quien logró vender en Suecia, país de nueve millones de habitantes, nueve millones de libros. "Es simple: un millón de suecos sabe escribir como Liza Marklund", ironizó. Ranelid ve en la sistemática comercialización de la atractiva escritora rubia en todas las portadas de sus libros una amenaza para su propio negocio: "Si esto sigue así, se hundirá la literatura de ficción". Tampoco hizo falta esperar mucho en este caso para escuchar la respuesta.
- La escritora Mari Jungstedt, de 45 años, consideró que estas declaraciones surgen de la desesperación de hombres "que no pueden soportar ser excluidos del sector por mujeres exitosas y guapas".
El único de la vieja guardia de productores de bestsellers que comparte esta opinión es Jan Guillou, de 63 años, cuyos libros -entre ellos la serie de agentes Coq Rouge- también lograron ediciones de nueve millones: "Se trata de pura envidia", sentenció.
Lo que en el fondo brilla es la enorme vanidad con la que, a veces, se reviste la vocación de algunos escritores. En ese sentido no hay país desarrollado o mentalidad cultivada que valga.

viernes, 10 de agosto de 2007


EL JAZZ RECUERDA A LOUIS ARMSTRONG

En el mes de julio, el mundo recordó a Louis Daniel Armstrong nacido en Nueva Orleans un 4 agosto y fallecido en julio de 1971. El escribidor debía esta nota desde hace días, pero los avatares del mes a veces le juegan malas pasadas. No importa. La música, que cuando es buena no envejece, puede estar con nosotros en cualquier tiempo, y cuando se trata Satchmo, no hay problema con el tiempo porque él ya es inmortal. El gran trompetista y cantante estadounidense (de esto último él no tiene la culpa) puede ser recordado cualquier noche, cuando se destapa un botella y se busca un disco en donde la música que emana de su trompeta arrastra las notas hacia las dimensiones más tradicionales del jazz. De ese jazz que él recogió casi desde el lugar de donde se formaron los primeros acordes de este género que ha convertido a sus seguidores casi en una logia.
Armstrong ejercitó muchos tipos de música, desde el blues más enraizado para navegar, en otros momentos, por las canciones y géneros populares norteamericacos e hispanoamericanos y, por supuesto, hasta las a sinfonías y óperas clásicas. Armstrong incorporó influencias de todas estas fuentes en sus interpretaciones. En algunos casos provocó la protesta de sus fans que querían que el artista se mantuviese en una línea más convencional. Según wikepedia, Louis Armstrong fue situado en el Rock and Roll Hall of Fame al ser considerado como una de sus primeras influencias. Algunos de sus solos de los años cincuenta, como por ejemplo la rockera versión del "Saint Louis Blues" del disco con WC Handy, muestran que la influencia fue recíproca.
Los dejó con un clásico de este gran jazzista.
A PROPÓSITO DEL POEMARIO
DE HENRY ZAPATA



La literatura es una forma de historia en donde los hechos se cuentan sin la limitación racional a la que obligan las Ciencias Sociales. Cuántas veces hemos recurrido a una novela para poder comprender un momento de nuestra historia. Cuántas veces la poesía señala mejor las sensaciones que de una etapa mala o buena del tiempo que nos tocó vivir.

De otro lado, no está, ni siquiera totalmente iniciado, todo el proceso de comprensión de los dramáticos acontecimientos que nos tocó vivir durante el apogeo del terrorismo. Y peor aún: ¿Todo eso ya terminó? ¿Sí? ¿Seguros? Y otra vez, la literatura comienza a navegar por esos momentos ayudado por la memoria colectiva y por ese temor que aun no ha terminado, pero que ya tiene cierta distancia que afina la perspectiva. Las narraciones y los poemarios se suceden unos tras otros buscando verbalizar lo que por años era, más bien, una sensación de pesadilla que no terminaba nunca.

Leo algunos poemas del Henry Zapata, y recuerdo que la violencia fue mucho más cruel en otros lugares del país. Pero, principalmente, recuerdo que la violencia nos contagió a todos como un parásito que distorsionó nuestros valores. Hubo un tiempo en que queríamos matar casi con la misma saña con la que nos mataban.

Leo otros poemas de Zapata y no quiero discutir la forma ni la técnica. Sólo quiero sentir al escritor que evoca momentos que para él fueron de carne, hueso y bala.


DESEOS PROFANOS

Hoy, yo quisiera
jugar con tus cabellos,
llevarte entre mis hombros por las punas,
oler tu cuerpo de hierbas.

Hoy, yo quisiera
hacerte madre de mis alegrías,
madre de todas mis ironías,
madre de mis hijos

(de aquellos que nunca tuvimos).

Hoy, yo quisiera
acaso tenerte un solo instante
para irme contigo de este mundo

callado y sin testigos.

Hoy, yo quisiera muchas cosas,
pero hace tantos años que no te veo,
tantos años que esas manchas rojas
te arrancaron de mi sendero,
éste que hoy te aguarda cubierto de soledad.

jueves, 2 de agosto de 2007

NOTAS DE LA CIUDAD



EL PARADERO

Llegó muy agitado a la esquina de Moquegua con Tacna y por supuesto que encontró a una multitud que aguardaba desesperadamente para cogerse del primer transporte que se detuviera. Ya se vivía la hora punta y se diría que la angustia de la gente, que avanzaba entre tropezones y maldiciones, era tan denso que se confundía con la bruma sucia de la mañana. Fulano aceptó entonces - mientras intentaba controlar el ritmo de su respiración- que estaba muy atrasado y que la posibilidad de una tercera tardanza en una misma semana rondaba amenazante aquella mañana. Respiró muy hondo, miró al gentío alborotado y se dispuso a iniciar la batalla de todos los días en pos de un transporte.
Desde aquella ubicación, Fulano pudo ver toda la amplitud de la avenida Tacna: la sucesión de edificios grises y agotados, los esqueletos de letreros maltrechos y dormidos, el caudal fragoroso de vehículos bajando desde el puente Santa Rosa, el cielo plomizo, el aire sucio, la muchedumbre desesperada por la hora, las carretillas de los emolienteros, la desazón general. Fulano inevitablemente suspiró.
Su rostro palideció cuando volvió a mirar su reloj: el tiempo avanzaba incontenible. Levantó ansioso la mirada tratando de distinguir el ómnibus que le convenía: nada. Entonces miró a su alrededor e intuyó que no era él único que temía por una tercera tardanza y como que aceptó el consuelo que a veces se tiene cuando el mal es compartido. Luego recordó que precisamente ese problema colectivo iba a convertir el abordaje del ómnibus en una batalla campal. Y de pronto se sintió minúsculo, débil, como cuando el jefe lo humillaba con palabras que - sin aparentar algún agravio - dejaban implícito el dolor de un regaño. Fulano volvió a suspirar
Cuando el ómnibus se hizo visible en la cuadra anterior, sintió un rala alegría que inmediatamente se transformó en preocupación porque se dio cuenta de que muchos de los que se aglomeraban con él, se preparaban también para el asalto. Guardó sus lentes de carey, sujetó con fuerza su maletín envejecido y trató de adivinar el lugar en donde podría detenerse el ómnibus. Todos los demás también comenzaron sutilmente a orientar sus movimientos según sus propias predicciones.
Los vehículos se movieron aun antes de que la luz del semáforo parpadeara y entonces la muchedumbre se descoyuntó a toda prisa en busca de su objetivo. El ómnibus que le interesaba se veía repleto y como que hizo el amago de seguir de largo. Sin embargo, se detuvo sorpresivamente en el sitio menos previsto con bufido de animal viejo y cansado. La hora decisiva había llegado. Fulano lo supo cuando empezó a correr antes que los demás peatones sorprendidos. El ruido era ensordecedor como cada mañana: bocinazos, cobradores vociferando sus rutas, motores destartalados y la humedad del clima y el humo de las máquinas: el aire picante, lacrimoso, oscuro.
Fulano se dio cuenta que podía ser el primero en subirse al estribo del vehículo y fue feliz. Supo que estaba sólo a unos cuantos metros de su objetivo y dedujo que esa mañana iba a ser un ganador. Sintió que sus contrincantes ya estaban muy cerca y apresuró el paso. El delicioso sabor de la victoria le daba fuerzas. Y cuando vio que por su derecha otro hombre impetuoso estaba por rebasarlo, no tuvo tiempo de pensarlo, tal vez no quiso pensarlo: simplemente se le atravesó. No tuvo de tiempo de ver cuando aquel cuerpo trastabilló y cayó humillantemente.
Alcanzó a colocar el pie en el estribo cuando el ómnibus ya arrancaba.
Antes de que el ómnibus diera un giro hacía la avenida Garcilazo, Fulano todavía alcanzó a ver a aquel hombre, muy parecido a él, incorporándose con la ayuda de algunos otros desdichados y maldiciendo su caída, maldiciendo al malvado que lo empujó, y a su tercera tardanza y a la vida misma.
Fulano se sintió mal por su proceder. Luego de unos instantes se sintió en verdad peor cuando reconoció que verdaderamente no se sentía tan mal.


Un momento, en doce minutos le imprimimos el libro que solicita

LIBROS A LA CARTA


La tecnología, como siempre, va sorprendiéndonos a cada paso. Es tan abrumador todo esto. En un momento cualquiera aparece una máquina o un sistema que ofrece un servicio que hasta allí parecía una cosa de las películas de ciencia ficción. Todavía recuerdo mi primera computadora que era una 286 con 20 megas de memoria con monitor de letras naranjas en un fondo negro. Sin embargo, ya eso era maravilloso para quien se equivocaba tantas veces al momento de pulsar las teclas de las máquinas de escribir mecánicas. Un invento de locos que me mantuvo dos noches despierto y fascinado frente a esa pequeña pantalla en donde podía escribir y corregir una y mil veces.

Pero por supuesto que la cosa no iba a quedar allí. La tecnología se colaba y se sigue colando por todos los espacios de nuestra sociedad modificando nuestros modos de vida.

Ahora bien, muchos tienen que haber pensado en la revolución que se acerca con relación a los libros. Desde hace tiempo se viene hablando de que los libros cibernéticos tendrían que reemplazar a los libros tradicionales. Libros virtuales que se pueden leer desde la pantalla de una computadora o desde pantallitas transportables. Problemas como la fatiga visual que podían ocasionar los monitores se irían corrigiendo paulatinamente. Como que nos íbamos resignando al hecho, aunque muchos asegurábamos que extrañaríamos los libros a la antigüita. Tener algo tangible, tener hojas que marcar, ver una carátula, ordenarlos en la biblioteca.

Pero ahora que leo un post de Ivan Thays que, a la vez, coge rebote del blog de Jean-François Fogel, me quedo, otra vez, gratamente sorprendido. La marca Espresso Book Machine evoca la sencillez de la máquina que hace café porque puede imprimir un libro de 200 páginas en unos 12 minutos, repito, 12 minutos. Son libros encuadernados, con su respectiva raya de goma y correctamente pegadas a la tapa. La máquina tiene una memoria que almacena hasta 200 mil titulos. Entonces es solo cosa de solicitar el título y 12 minutos después ya se tiene un libro impreso en la mano. Adiós a la búsqueda fatigante del libro, de una librería a otra, o a la espera de que esta llegue después de varias visitas.

Ivan Thays agrega... sin duda no será difícil permitir que la máquina acepte libros que se guardan en los memory sticks de los clientes. ¡Ese tiene que ser el futuro del libro! Habrá que ver cómo se evita la piratería de pasarse de mano en mano el zip del libro comprado, pero ahí está el futuro. Nunca más viajes a librerías trasatlánticas y maletas repletas que demoro horas en cerrar, y cobros por sobrepeso, ni cobros inauditos por traerte un libro en DHL.

La máquina, al parecer cuesta como millón de dolares, pero no es tan grande como para no caber una libreria mediana. Todo es cuestión de esperar a ver qué viene después. Por lo menos, por ahora, larga vida a los libros.