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No nos queda otra que decirle al autor de novelas exitosas como Territorio Comanche, La tabla de Flandes, El club Dumas que tendría que darse una vuelta por nuestro país para que termine de hundirse en el pesimismo sobre la vida política, la mal entendida actividad política, la que va mermando la poca fe que nos va quedando en la validez del sistema.
Arturo Pérez Reverte aseguró también que ha llegado a la edad en la que tendrá que elegir entre sus proyectos narrativos porque probablemente haya novelas que no verán la luz porque, sencillamente, el tiempo no le va a alcanzar. Por eso, por ahora lleva consigo veinte historias que cambian a lo largo del tiempo: la nueva novela agrupará tres de ellas.
Por lo que se entiende de sus opiniones políticas, en todas partes se cuecen habas y la corrupción, la mezquindad, las bajezas morales no son cosas de partidos o de países sino de accidentes de la naturaleza humana. Lo de malo, en nuestro caso, es que nuestros porcentajes de corrupción van en constante crecimiento y, a veces se teme, que nos acostumbremos a ella y terminemos por pensar que esa es la única forma de hacer política y el único camino para conseguir un deformado desarrollo. Ojalá que no.
De otro lado, el escritor analizó el proceso de creación de Un día de cólera, que definió como una novela colectiva en la que rescata a los verdaderos protagonistas del 2 de mayo de 1808, fecha de un "estallido popular de cólera", pues "el movimiento de independencia y la complejidad de la guerra vino al día siguiente". Tras revivir esa época, el escritor señaló que se trataba de una "España fanática y desigual", pero ahora echa en falta algunos comportamientos de los hombres, como "el honor, la dignidad, la vergüenza o la lealtad", presentes entonces y que hoy han perdido importancia.
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