jueves, 13 de noviembre de 2008

CUENTO DE GABRIEL RIMACHI SALIER


Arqueólogo, escritor y periodista. Gabriel Rimachi es autor de los libros de cuento "Despertares nocturnos" 2000),"Canto en el infierno" (2001), "El color del camaleón" (2005) y de las antologías de cuento "Nacimos para perder. Simplemente cuentos" (2007) y "17 fantásticos cuentos peruanos" (2008).
Desde 2005 dirige la editorial independiente Casatomada y los talleres de escritura creativa. Dirige la sección cultural de la revista Apertura latina y colabora en diarios y páginas virtuales dedicadas a las letras. El siguiente cuento ha sido tomado del libro "El color del camaleón".



SIN MIRAR ATRÁS


No sé cuándo empezó todo esto. Hace dos años que no consigo trabajo y mi vida se ha ido deteriorando poco a poco, lentamente, sutilmente, hasta convertirme en esto que ahora soy: un triste y pobre remedo de mí mismo.Silvana sonrió tras el teléfono: te veo en media hora en el McDonald´s, y después... ya sabes.Ahora tendré que ir a toda prisa por la avenida, atravesar corriendo el Central Park, cruzar rápido a la vista de todos los que mendigan un poco de afecto. Johny me mira y sonríe con displicencia (quizá con envidia), corro como un demente entre los árboles, sabe que veré a Silvana y que de ella dependen los dólares para seguir viviendo. La señora Carlson me saluda a duras penas levantando el brazo (¿o pedirá ayuda?); desde ayer sigue tirada entre los arbustos. Los negros de la octava creen que acabo de robar algo, mi velocidad es espeluznante, como el pavor al hambre. Todos están tranquilos. Saben que tengo novia y que además me mantiene porque lo ha gritado en medio de la avenida cuando le pedí unos dólares para cerveza. Saben además que le gusta el sexo que tenemos porque se los he contado con detalles. Les mostré algunas fotos, para qué mentir. Sexo fuerte. Rico. Sin ascos. Sólo sensaciones límite. Polos opuestos, dicen. A veces me pide que la abrace muy fuerte, pero no puedo. La ternura la olvidé en alguna parte y no me interesa recuperarla. El tiempo corre y yo también. Llego a la pileta. Roy y los italianos me hacen señas, pero hoy no quiero ir de putas. Sólo quiero llegar al maldito McDonald´s y devorar una de sus asquerosas ofertas.Hace cuatro días que no veo a Silvana y hace cuatro días que no como. Bebo cualquier cosa y observo las formas de las nubes. Ayer descubrí un cocodrilo en el cielo. Quisiera ser un cocodrilo para matarla a dentelladas. Pero estoy tan débil que fácilmente se haría un par de botas y una cartera con mi pellejo. Por eso sigo corriendo, sólo unos metros más...

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