jueves, 3 de diciembre de 2009

HABLAR BIEN ¿PARA QUÉ?

Encuentro una nota interesante que vale la pena compartir. Está relacionado con lo que llamamos el buen uso del idioma. Una exigencia que aumenta en la medida que se toma conciencia de su importancia cuando se busca proyectar una imagen de profesionalismo.
No obstante, el correcto uso del idioma se debe sostener en principios gramaticales que, a su vez, deberán generar un conjunto de recomendaciones que estarán por encima de los modos de hablar regionales. Allí está, precisamente, el gran conflicto. La lengua es un sistema que, al final, termina por acomadarse a las necesidades de los hablantes. En este sentido, las reglas son más bien articulados arbitrarios de espíritu conservador que pierden vigencia rápidamente. Mientras más rápido se transforman las sociedades, más rápido envejecen algunas de estas recomendaciones.
En el blog de Caras, Héctor Velis-Meza, escribe un interesantísimo artículo sobre los constantes cambios que se vienen dando en las recomendaciones establecidas para el buen uso del idioma. Léanlo apenas tengan tiempo.

DE QUÉ SIRVE HABLAR BIEN

En mayo de 2004 publicamos con Hernán Morales Silva un libro que titulamos Vicios en el lenguaje del chileno. De inmediato tuvo buena acogida y fue necesario reimprimirlo varias veces, hasta que el año pasado suspendimos su publicación, pese a la demanda que seguía teniendo.
Las librerías reaccionaron de inmediato y preguntaron a qué se debía que un título que se vendía bien no se siguiera editando. La razón era muy sencilla. En una de las tantas revisiones a que sometemos los libros, descubrimos que numerosas incorrecciones que habíamos consignado… ya no le eran. Esa fue la razón por la que se tomó la decisión de no seguir en el mercado con un volumen que consignaba yerros que habían dejado de serlo por determinación de la Asociación de Academias de la Lengua Española.
-El verbo adecuar ahora se puede conjugar tildando la “u”: Yo adecúo, tú adecúas, el adecúa. Antes no era correcto hacerlo.
-El sustantivo maratón, que era masculino, ahora es ambiguo. Por lo tanto, ahora se puede decir la maratón, lo que en el pasado era propio de quienes hablaban mal.
-La voz homosexualismo no existía. Hoy se puede usar con propiedad.
-Los números ordinales 11 y 12 sólo eran undécimo y duodécimo, pero las nuevas modificaciones aceptan decimoprimero y decimosegundo.
-El adjetivo desapercibido antes sólo significaba desprovisto y desprevenido; hoy es sinónimo de inadvertido.
-El único superlativo de pobre era paupérrimo; en la actualidad, el Diccionario panhispánico de dudas de la Asociación de Academias de la Lengua Española también acepta pobrísimo.
-Los adjetivos autodidacto y polígloto, cuyos femeninos son autodidacta y políglota, curiosamente fueron enmendados y hoy es correcto decir “el pintor es autodidacta” en circunstancias que hasta hace poco sólo se aceptaba “el pintor es autodidacto”.
¿De qué sirve hablar bien? En realidad hablar bien es un lujo, un gusto que se dan muchas personas que disfrutan empleando los vocablos con la propiedad debida. Pero este deleite sólo lo disfrutan los escasísimos privilegiados que conocen el significado de las palabras y que se desenvuelven con un vocabulario superior a las veinte mil voces… Para hablar en la vida cotidiana se necesitan seis mil palabras; para leer un texto común, 25 mil; y uno de literatura, 65 mil.
... ¿Sabía usted que el adjetivo acucioso significa presuroso y no minucioso; que la expresión correcta es a diestro y siniestro; que adolecer significa causar una dolencia y no carecer; que la bitácora es un mueble donde se guardan los instrumentos de navegación; que decir “regreso en breves minutos” es un disparate, porque todos los minutos son breves; que la frase “hace un tiempo atrás” es una redundancia equivalente a decir subo para arriba; que los vocablos caries, lavazas y propóleos siempre se escriben con “s” final en singular; que detentar es ejercer ilegítimamente el poder; que experticia es una prueba pericial y no experiencia; que latente significa oculto; que edil quiere decir concejal y que la pachorra es indolencia y apatía y no desplante.
¿Y qué se gana con hablar bien?Me he convencido que poco. Numerosos amigos me han confidenciado que hablar bien es un riesgo, porque si llegan a decir repitiente en vez de “repitente”, seguramente todos van a pensar que son ellos los que están hablando mal.
...También he llegado a pensar que hablar bien irrita a mucha gente, especialmente a quienes se manejan con un vocabulario paupérrimo. Se justifican asegurando que a la larga la Academia de la Lengua termina por aceptar los vicios de lenguaje y que no vale la pena aprender algo que se va a modificar con el tiempo.
En consecuencia, hablar bien es sólo un placer solitario, porque muy pocas personas lo reconocen, algunas ni se dan cuenta, otras piensan que es uno el que está cometiendo los errores, no faltan los que agregan el calificativo de siúticos a los que usan adecuadamente el lenguaje y se termina convertido en el bicho raro de la sociedad.
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5 comentarios:

Charlie Simons dijo...

El nuevo, nuevito, Blog: La Madriguera, perteneciente a Roger Rabbit (este servidor, que escribe desde otro servidor) ha recomendado, tal vez inútilmente su bitácora.
Era sólo para que lo sepa.
Saludos.

Charlie Simons dijo...

Ah! y a ver si se anima a comentar el primero de mis cuentos: El cuarto año. Se lo agradecería. No es de los mejores, sólo es el primero. =)

Charlie Simons dijo...

http://charliesimons.blogspot.com

Anónimo dijo...

no seas rochoso....has tu cherry por otro lado.... das pena

Anónimo dijo...

Escribidores..
Lo mas parecido a un fantoche trasnochado , un filosofo berreta que se muere en la borra del café , un mediático crónico donde el apuro y impaciencia siempre le juega en contra .
Un irrespetuoso crónico de la literatura
Quizás el inventor de los clasificados
o el que mejor maneja los mensajes de texto de un celular
pero no mas que eso
Como siempre mis editoriales se las piden a Google ( jaker2)