ALFREDO BRYCE ECHENIQUE
Aun cuando las cosas no están yendo muy bien para Alfredo Bryce Echenique, la publicación de su novela "Las obras infames de Pancho Marambio" le ha dado un leve respiro y, mejor aun, el aire - ojalá que suficiente - para buscar salir de este remolino de incidentes lamentables en los que se ha visto envuelto. Si bien, salió librado de una demanda por plagio que le había tramitado por medio de Incecopi uno de sus tanto acusadores, lo cierto es que todavía tiene mucho que hacer para acabar con este mal momento.
Por mientras, leo en El Cultural que su novela ha sido calificada como un excelente ejercicio de narrativa seudobiográfica y en otra parte, que su novela se mueve una vez más en los nada fáciles registros humorísticos. Ivan Thays, desde su blog, agrega un comentario con el que me suscribo: sin duda, para dolor de algunos sepultureros prematuros, el mejor Bryce asoma por estas páginas.
Otra parte de la nota del suplemento expresa: "El autor realiza breves incursiones en el pasado, aunque para culminar la exhaustiva descripción del omnipresente Bienvenido. Su vida cotidiana se transforma: de elegante compostura a dejada vestimenta. Observa cómo su mundo se reduce a su habitación y al consumo de una botella tras otra. Cuando pierde ya el sentido, de noche, en plena calle y como un pordiosero, es trasladado a una psicoclínica, un infierno que no carece de calabozos ni de monja diablesa, Sor Sic, que le odia y atormenta. Las relaciones con otros enfermos, como El Amenazante y su novia Noemí, con la que mantiene relaciones íntimas, constituyen los detalles, siempre desde una ironía que desemboca en un humor desengañado, de esta travesía. Nos hallamos ante una novela liberadora, brillante ejercicio de narrativa seudobiográfica, con descripciones del espacio urbano elegido y amplios análisis de estados de ánimo. El estilo se expande en extensos parágrafos donde articula la morosidad o se desarrolla en frases cortas si elige la inmediatez".
Otra parte de la nota del suplemento expresa: "El autor realiza breves incursiones en el pasado, aunque para culminar la exhaustiva descripción del omnipresente Bienvenido. Su vida cotidiana se transforma: de elegante compostura a dejada vestimenta. Observa cómo su mundo se reduce a su habitación y al consumo de una botella tras otra. Cuando pierde ya el sentido, de noche, en plena calle y como un pordiosero, es trasladado a una psicoclínica, un infierno que no carece de calabozos ni de monja diablesa, Sor Sic, que le odia y atormenta. Las relaciones con otros enfermos, como El Amenazante y su novia Noemí, con la que mantiene relaciones íntimas, constituyen los detalles, siempre desde una ironía que desemboca en un humor desengañado, de esta travesía. Nos hallamos ante una novela liberadora, brillante ejercicio de narrativa seudobiográfica, con descripciones del espacio urbano elegido y amplios análisis de estados de ánimo. El estilo se expande en extensos parágrafos donde articula la morosidad o se desarrolla en frases cortas si elige la inmediatez".
No se puede respaldar equívocos como de los que es acusado Alfredo Bryce; pero cómo se percibe el olor de la bajeza en los artículos y en la andanada de golpes verbales con las que algunos han buscado hacer leña de arbol caído. Espero leer la novela pronto para corroborar las buenas nuevas de la nota cultural.
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