martes, 2 de enero de 2007

LA ESCRITURA Y LA ORALIDAD

LA RIQUEZA DE LA ORALIDAD EN EL PAPEL

Se considera la palabra escrita como el mecanismo más adecuado para presentar los hechos con eficacia y precisión. Es decir que, a diferencia del discurso oral, el escrito permite una mayor meditación y, por lo tanto, una mejor distribución de las ideas y más tiempo para hallar la estructura adecuada desde la misma palabra hasta la propia organización general del texto. El escrito es entonces un trabajo más dotado de eficiencia. Sin embargo, tanto la historia, la sociología, antropología y, por supuesto, a la literatura no pueden ni quieren prescindir de la riqueza que tiene la oralidad. Ella carece puede carecer de precisión, pero está dotada de una riqueza invaluable: expresa la calidad del lenguaje en carne viva. El Dominical de El comercio deja para la lectura in interesante artículo sobre Los secretos de la cultura oral. Ese Perú de la cultura oral que se manifestaba en los mercados, en las plazas, en las aldeas y en las calles de los Andes, la selva y la costa. Intenta ser analizado cabalmente.
Entre otras interesante conclusiones se llega a afirmar : En el Perú -desde la Conquista hacia delante- lo que ha existido (al margen de otras segregaciones) ha sido una gran exclusión de códigos, por un lado, una minoría dominante escribal y por otro una mayoría oral. Dos formas de ver el mundo, dos racionalidades, cada una excluyente de la otra, cuyas características pueden hoy ser vistas desde la comida y la arquitectura hasta la vestimenta. ¿Cómo? Un ejemplo culinario puede ser ilustrativo: la cultura escribal responde a una lógica de símbolos, de subordinación y de jerarquía: entonces, la comida se divide en un plato principal y complementos como entradas o postres; en cambio, la lógica oral, acumulativa, agregacional y producto del encuentro físico, se basa en la yuxtaposición de elementos y un buen plato puede ser una combinación, digamos, de tallarines, arroz con pollo y papa a la huancaína, todo en la misma proporción.
Es interesante reflexionar sobre la gran brecha que se va abriendo en un país que se enriquece verbalmente más el comunicación oral que en la escrita. Como vemos no se trata de un problema de analfabetismo, de falta de lectura o de educación; se trata, en el fondo, dice Eduardo Zapata, de una construcción mental diferente (oral) que ha sido excluida y que no se siente ni representada ni entendida por una minoría (que responde al código escribal) y que a fin de cuentas maneja el país oficial desde el Estado y sus instituciones. Pero esta historia no termina aquí. Con la aparición del lenguaje de las computadoras este asunto ha tomado un cariz inesperado: oralidad y electronalidad comparten códigos similares. Entonces, Biondi y Zapata vuelven a la carga y piden explotar las nuevas posibilidades de lo electronal. ¿Qué cosa creen que hace el chico en la computadora, que solo juega? ¿Acaso no escribe, acaso no lee cuando consulta Internet?, se preguntan.

No hay comentarios.: