jueves, 9 de abril de 2009

Fujimori, la condena y la lección que no debemos olvidar

Por el aprecio que les tengo a los lectores quienes me han escrito reclamando el pronunciamiento de este blog, y, principalmente, porque creo necesario que quienes tienen alguna tribuna, por más pequeña que esta sea, se pronuncien con el fin de evitar que la indiferencia vuelva a ser cómplice de la corrupción, debo indicarles mi total respaldo a esa condena.

Este ha sido un hecho histórico que sienta un precedente en la vida social y política del país.
Quienes manejan el poder tendrán presente a partir de ahora que no quedan exentos de la ley, ni pueden estar por encima de ella, sino que tienen que responder ante ella como cualquier ciudadano. Esta afirmación que hasta aquí parecía tan solo una alegoría se debe convertir, a partir de ese juicio, en un principio de nuestra democracia. Es más, creo que esto último es lo que debe machacarse en la consciente de los peruanos. Que la democracia - que no es ni lejos perfecta - es al menos el sistema que permite buscar una sociedad de convivencia en donde impere el estado de derecho, y en donde quienes busquen el poder para abusar de él, sabrán que más tarde o más temprano tendrán que responder por sus fechorías.

Ahora bien, lo que se está olvidando, lo que se está dejando peligrosamente de lado es que el ahora sentenciado ex presidente es apenas la cabeza visible de una locura colectiva que envolvió al país durante esos años. Frente a la demencial criminalidad del terrorismo, el Estado en nombre de los peruanos, asumió que tenía derecho a responder con la misma bajeza con la que nos atacaba el terrorismo. Por las razones que sean, a pesar de los tantos argumentos que busquen explicar o difuminar aquellos actos, el Estado, que tuvo tres presidentes sucesivos en esos años, lastimó su dignidad cuando actuó con igual barbarie que aquellos criminales. Más aun, cuando esa barbarie cayó sobre las mismas víctimas de la criminalidad terrorista.
Creo que se equivocan o pecan de emotivos o, en algunos casos, pretenden astutamente difuminarse en los humos de la fiesta, quienes suponen que se cerró el capítulo del horror con la condena de Fujimori. En 1995, cuando éste fue reelecto con una amplia e innegable mayoría, hechos como el asesinato de los estudiantes de la Cantuta o las desapariciones sistemáticas ya eran ampliamente conocidos; pero eso no impidió que un amplio número de peruanos le brindara su respaldo. La demencia se hizo colectiva y, por lo visto, hubo un momento en que el consciente colectivo de los peruanos miró a otro lado, para no aceptar que estaba siendo cómplice indirecto de los atropellos a los derechos humanos. Por supuesto que no fueron todos, pero es curioso como ahora parecen ser tantos los celebrantes y en aquellos momentos parecían ser tan pocos los que condenaban aquellos actos.

Esta condena no va a tener el valor trascendente que debería si no se han entendido aquellos funestos hechos con imparcialidad y si no se difunden las conclusiones más objetivas entre los peruanos. Todo aquello no debe repetirse: no al abandono social y económico de sectores que fermentaron por décadas su resentimiento, no a la pesadilla de creer que la muerte de unos implica la libertad de otros, no entre peruanos, no en tiempos en el que se habla de democracia y mejor civilización; no a la indiferencia entre peruanos, no a las soluciones inmediatas que rompan principios como la vida y el respeto a los derechos de cada ciudadano.

La condena no tiene que ser una venganza, ni debe ser un acto celebratorio. Es un capítulo de nuestra historia que debe llevarnos a una profunda reflexión sobre todo lo sucedido para que no vuelvan a suceder.
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3 comentarios:

Anónimo dijo...

Se hizo justicia, eso lo que se debe mencionar, y pronto le tocara a su mano asesina, montesinos, y si se tiene que celebrar

Anónimo dijo...

el pueblo herido puede haber pedido muchas cosas, pero eso no justifica que las autoridades hayan cometido las atrocidades que hicieron, siempre habra voces que piden muerte por muerte,eso pasa si te matan un familiar, pero la responsabilidad la tienen que asumir los toman las decisiones. eso si, tienes razon, no han sido condenados todos los que deberían, pero ya les caera la justicia

Anónimo dijo...

Te molesta que lo hayan condenado?