Queda un vacío que, principalmente, se percibe con el alma. También como que se quiebra la cadencia de una oración y se piensa con pena en esa página que se quedará en blanco para siempre. Cuando muere un poeta solo queda guardar el luto respetuoso, y leer sus versos.
Alejandro Romualdo ha muerto a una edad respetable y nos deja una herencia de palabras que guardaremos con cariño. Escritor, periodista y dibujante. Estudió literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y obtuvo en 1949 el Premio Nacional de Poesía. Entre sus obras más reconocidas figura el famoso poema Canto coral a Túpac Amaru, publicado en el libro Edición Extraordinaria (1958).
Ademas, fue autor de otras obras importantes como La torre de los alucinados (1949), Poesía (1954), El cuerpo que tú iluminas (1951), Desde abajo (1961), Como Dios manda (1967), El movimiento y el sueño (1971), Cuarto mundo (1972), En la extensión de la palabra (1974), Poemas (1975) y Poesía íntegra (1986).
De Alejandro Romualdo, Carlos Germán Belli, otra de las figuras de la poesía peruana, dijo alguna vez, que era una figura emblemática de la poesía comprometida con el sentido solidario y que supo conjugar lo ético con lo estético... Su legado está más allá de la impronta personal, de la actitud ideológica. La trascendencia literaria de sus textos está por encima.
Sus cuerpo se velará en la Casona de la Universidad San Marcos.
Ademas, fue autor de otras obras importantes como La torre de los alucinados (1949), Poesía (1954), El cuerpo que tú iluminas (1951), Desde abajo (1961), Como Dios manda (1967), El movimiento y el sueño (1971), Cuarto mundo (1972), En la extensión de la palabra (1974), Poemas (1975) y Poesía íntegra (1986).
De Alejandro Romualdo, Carlos Germán Belli, otra de las figuras de la poesía peruana, dijo alguna vez, que era una figura emblemática de la poesía comprometida con el sentido solidario y que supo conjugar lo ético con lo estético... Su legado está más allá de la impronta personal, de la actitud ideológica. La trascendencia literaria de sus textos está por encima.
Sus cuerpo se velará en la Casona de la Universidad San Marcos.
SOBRE LA INFANCIA
La infancia nos llena la cabeza de luciérnagas
de polvo las rodillas y los ojos nos cubre
dulcemente. La infancia nos llena las manos
de globos y limosnas; la boca, de pitos y azucenas
y nos cubre las espaldas con sus plumas de cigüeña.
En la infancia son monarcas los ratones y los dientes.
¡Oh la infancia, la hora blanca del reloj,
el tierno silabario, el bonete de los ángeles y el
duende
!Uno se siente nuevo, herido por un corcho,
muerto heroicamente sobre un caballo de madera:
amo mi infancia, mi corazón en pantalones cortos.
de “LA TORRE DE LOS ALUCINADOS"
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