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lunes, 19 de enero de 2009
El escribidor de Obama
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De esta Feria no me Libro

CUENTO DE DIEGO TRELLES PAZ

Publicidad y arte

domingo, 18 de enero de 2009
Los Reyes Magos de Lima

sábado, 17 de enero de 2009
CUENTO DE ISAAC GOLDEMBERG

MISA DE SEMANA SANTA
Fue un día cualquiera de Semana Santa. A eso de las once de la mañana, mi abuela anunció que iba a preparar estofado para el almuerzo. Yo me apresté a ayudarla pero ella me ordenó que me fuera a la iglesia y que no regresara, por nada del mundo, hasta la hora de almuerzo. El par de horas que duró la misa yo tenía la boca hecha agua. Toda la iglesia olía a ají, a culantro. Empecé a sentir algo extraño, la cabeza me daba vueltas. Me pareció que al Cristo de la cruz le salían alas y escuché el chillido de un gallo. Me salí corriendo de la iglesia y me regresé a la casa. Todos ya estaban sentados a la mesa. Comían extasiados, como transportados a una especie de paraíso. Yo comí despacio, apachurrando el arroz con la papa, saboreando cada bocado, rezando en mis adentros para que no se vaciara mi plato.
En eso oí un chasquido. Era el abuelo, que, relamiéndose los labios, exclamó suspirando: “¡Carajo, qué bueno que había estado el cojo!”
La comida regresó desde mi estómago al plato. Clavé mis ojos en los de mi abuela y ella me devolvió una mirada de piedra, ordenándome que contuviera las lágrimas. El cojo era mi pollo. Mi mascota. Mi pata del alma. Casi mi hermano. Todos le decían el cojo porque rengueaba de la pata derecha, pero se llamaba Jesús. El nombre se lo puse yo, en honor a mi abuela. Y justo, por pura coincidencia, nos lo comimos en Semana Santa. Años más tarde, a mi abuela Jesús le amputaron la pierna derecha.
viernes, 16 de enero de 2009
El curioso caso de Benjamin Button

jueves, 15 de enero de 2009
Volvió la China Tudela

martes, 13 de enero de 2009
El Prado en Google Earth
Esta iniciativa, denominada "Obas maestras del Prado en Google Earth", permitirá ver detalles de los cuadros que el ojo humano no puede percibir directamente y convierte al Prado en el primer museo internacional en el que es posible acercarse a catorce pinturas reproducidas a tamaño natural.
La costura en el lienzo de "Las Meninas" de Velázquez, los detalles escondidos en "El Jardín de las delicias" de El Bosco, las lágrimas casi imperceptibles de San Juan en "El Descendimiento" de Roger van der Weyden o la abeja que se posa en una flor de "Las tres Gracias" de Rubens se hacen visibles.
Este proyecto también da la posibilidad de contemplar en toda su dimensión "El emperador Carlos V, a caballo, en Mühlberg" de Tiziano. Completan la lista de las catorce obras maestras "La Crucifixión" de Juan de Flandes; "El caballero de la mano en el pecho", de El Greco; "El sueño de Jacob", de Ribera; "El 3 de mayo", de Goya; "La Anunciación", de Fra Angelico; "El Cardenal", de Rafael; "La Inmaculada Concepción", de Tiepolo; "Autorretrato", de Durero, y "Artemisa", de Rembrandt.
La selección de estas obras responde a la propuesta que hace el propio Museo del Prado en su página web; son obras que se consideran imprescindibles desde un punto de vista didáctico ya que en ellas están representadas las escuelas presentes en la colección del Museo.
Así lo explicó durante la presentación el director del Prado, Miguel Zugaza, para quien también podrían haber sido seleccionadas cualquiera de las otras mil obras expuestas.Aunque estas imágenes no pueden sustituir a la experiencia de contemplar la obra de arte en directo, "el nivel de calidad de excelencia del trabajo acerca la obra a nivel universal y permite llegar a un detalle inalcanzable con la obra en directo", comentó.
El director del Prado también dijo que no hay mejor manera de rendir tributo a los maestros del arte que universalizando sus obras. Esta universalización es uno de los objetivos del proyecto pero también, "más allá del deleite de las imágenes", Zugaza quiso destacar la importancia del mismo para la investigación y la docencia, aspectos a los que incorpora un nuevo valor. La precisión extraordinaria lograda "permite observar hasta los detalles de restauraciones llevadas a cabo, así como experimentar un placer extraordinario al poder contemplar cada uno de los fragmentos de una obra de una complejidad tan extraordinaria como el Jardín de las delicias", señaló Zugaza.
Así, bromeó con el hecho de que Goya y Velázquez "estarían atemorizados" ante el descubrimiento de estas precisiones "y se sentirían fascinados como nosotros". A través de la imagen digital "se ve la disección científica, aunque en ella no vamos a contemplar el alma que se halla en la contemplación directa de la obra", dijo el director, y aseguró que el futuro de los museos tendrá que ver con las nuevas tecnologías y las nuevas formas de comunicación". El proyecto, único en el mundo, según recordó Javier Rodríguez Zapatero, director de Google España, "es un avance más en la democratización del acceso a la información y la cultura, en este caso acercando el arte a todo el mundo".
Sin coste alguno para el Prado, la iniciativa, que podría verse ampliada dependiendo de su acogida, permite contemplar imágenes con cerca de 14.000 megapíxeles y una precisión 1.400 veces superior a la que se obtendría con una cámara digital de 10 megapíxeles.
La envidia subjetiva

La envidia, pecado capital, se define en el ser humano como el simple hecho de querer con ciertos tintes negativos lo que otro posee. La envidia ha sido un motor frecuente en la historia de la literatura. Recuerdo como en algunas clases de literatura, en esas veces que me aventuraba a contar sobre lo que había leído sin mayor rigurosidad que el amor por la literatura, les decía a mis alumnos que los celos en la obra Otelo de Shakespeare no se debía entender como solo la pasión amorosa que siente el moro de Venecia, es cierto, la envidia cuando de amor se habla se convierte en celos. ¿Habrá alguna diferencia? Celo se define como el recelo que alguien siente de que cualquier afecto o bien que disfrute o pretenda llegue a ser alcanzado por otro. En cambio, envidia, es el deseo de algo que no se posee. Entonces, ambos poseen algo en común: desear aquello que no se tiene. Otelo monta en cólera, cegado porque otro poseía lo que era suyo. Hyago envidiaba lo que tenía Otelo. Entonces, les explicaba cómo este sentimientro movilizaba la obra. El escritor Jean-Francois Fogel advierte en el estupendo libro El viaje a la ficción de Vargas Llosa los hilos de la envidia que en nuestro escritor se transformaron en tributo.
El ensayo de Mario Vargas Llosa sobre Juan Carlos Onetti (El viaje a la ficción, Alfaguara) pertenece a un género específico: escritores que escriben sobre escritores. Son textos que dicen tanto sobre el autor como sobre su tema. Más allá de la expresión de una admiración hay envidia o desconcierto:¿Cómo puede ser una obra tan potente? En el caso de Vargas Llosa frente a Onetti, veo:
El libro de Vargas Llosa me parece de una lectura imprescindible por los amantes de la literatura. Pero aún más por los que se interesan en América latina, pues Mario Vargas Llosa proclama en una especie de mensaje político obvio (y no solo una vez sino dos veces) la victoria de la ficción sobre la realidad en la política del continente. Después de reconocer a los personajes de Onetti el derecho a la desesperanza, a la frustración y, al final, el derecho a fugarse a lo imaginario, denuncia este mismo comportamiento en los habitantes del continente que optan "por lo irreal" en su vida real, creyendo en revoluciones y lideres locos. La victoria de la ficción sobre la realidad se puede aguantar en una novela pero es insoportable, para el novelista peruano, en la vida diaria. En otras palabras: el mundo real no puedo copiar al arte sin provocar una catástrofe. "La mejor definición del subdesarrollo tal vez sea, escribe Vargas Llosa: la elección de la irrealidad, el rechazo del pragmatismo en nombre de la utopía, negarse a aceptar la evidencia, perseverar en el error en nombre de sueños que rechazan el principio de realidad" (página 231).