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martes, 24 de febrero de 2009

Los vivos y los muertos

Edmundo Paz Soldán es un escritor boliviano de gran talento que pertenece a un grupo de escritores ya no tan jóvenes que se vienen consolidando en las letras latinoamericanas, Fuguet, por ejemplo. Recuerdo que lo primero que leí de este escritor fue su cuento Dochera, cuento que le significó el premio Juan Rulfo. También, lo leo a menudo vía Boomeran(g) donde escribe su blog llamado Río Fugitivo. Ahora, con Los vivos y los muertos trata de retratar la violencia que existe en la sociedad americana que suele acoger en sus universidades número importante de intelecuales latinoamericanos. Desde su mirada, aspira a explicar los porqués de esta violencia y, a la vez, trazar las correspondencia con la violencia en nuestra sociedades. En unas semanas más, tendremos este libro en vitrinas.


Las frustraciones mueven el nuevo relato de Edmundo Paz Soldán (Bolivia, 1967), que lleva por título Los vivos y los muertos (Alfaguara), y en el que recoge nueve asesinatos de los once personajes que pasan por el libro, en pocas semanas en Madison (EEUU). El autor siembra de ficción hechos verídicos, para conseguir una crónica verosímil de la maldad a punto de cañón, por la que atraviesa la sociedad norteamericana.

"El problema de EEUU como sociedad es que tienen la tentación de las armas para dar respuesta. En Bolivia, si te deja tu novia o te emborrachas o te pegas con alguien, pero no solucionas los problemas con escopetas. Las armas y el arrebato son un cóctel muy peligroso", reconoce. Sin embargo, la violencia no queda tan lejos. Columbine no debería sonarnos tan extraño estos días. "Nadie está a salvo de esta violencia y cada vez será más común entre los jóvenes. Eso es lo que más me ha asustado", opina, aunque es consciente que la ausencia de las armas en nuestra cotidianidad nos libra.

El autor se ha metido en la piel de la primera persona de estos personajes alumnos, vecinos y un periodista para hacerles hablar desde el trauma que supone tanta desgracia, y tan cerca. De hecho, Amanda, la única alumna superviviente cuenta: "Estamos rodeados de gente que por no tomar la decisión correcta ha perdido su lugar en el mundo. Hay que entenderlos". Ella es la excepción que se impone al disparate, quien entiende que todo lo que le rodea es pura y dura hipocresía. Tanto ordenador, tanto YouTube, tanto MySpace, tanta Britney, Lindsay, Paris y Perez Hilton, tanto centro comercial y falsas esperanzas. Tantas fotos de Juan Pablo II, junto a las fotos de los entrenadores y banderines de los Jets. Tanta incapacidad para el fracaso.

"EEUU es una sociedad que no está acostumbrada a lidiar con el fracaso", explica el autor, que es profesor de Literatura Latinoamericana en la Universidad de Cornell (contigua a la ciudad de Ithaca, en el norte del estado de Nueva York). Recuerda que para algunos de sus compañeros en la universidad su ídolo era Donald Trump. "El aprendizaje para el éxito aparece en el High School con el deportista. Ese ritual genera muchas frustraciones para aquellos que no han podido llegar hasta el lugar de los elegidos", quizá por eso la gran soledad ante el cultivo de lo individual.

Cuando se enteró de la historia, porque son hechos reales, tuvo la tentación de hacer una crónica de los acontecimientos. Narrar con testimonios. Pero un día, recuerda, comenzó a escuchar las voces de los niños hablando en primera persona. "Me acordé de una novela de Faulkner, Mientras agoniza, que tenía esta estructura de monólogos interiores, que iban y venían. Ese era el modelo de estructura que más encajaba".

Entre esas voces, uno de los grandes logros de Edmundo Paz Soldán ha sido ponerle carne a los pensamientos que le pasan por la cabeza al asesino. No ha dibujado en este caso al típico vecino gris de-sagradable, que un día decide acabar con la vida de dos jovencitas tras aprovecharse de ellas. Encontró un motivo con el que sustentar toda la verosimilitud de la voz que estaba fabricando para un tipo enajenado: los chistes que se cuenta constantemente. Eso le ha terminado de dar la cara más perversa al personaje: "Era el desafío de la novela". En el detalle más absurdo encontró el retrato psicológico de un asesino.

Fuente: publico.es

miércoles, 21 de enero de 2009

El lector Obama

En la universidad, cuando empezó a participar en protestas contra el gobiernoapartheid en Sudáfrica, Barack Obama se dio cuenta que "la gente había empezado a tomar en cuenta mis opiniones". Obama llegó a entender que las palabras tenían el poder de transformar la realidad. Escribió: "Con las palabras justas todo podría cambiar: Sudáfrica, las vidas de los chicos en el ghetto a tan sólo pocas millas, y mi propio tenue lugar tenue en el mundo".

Se ha hablado mucho de la elocuencia de Obama, de su habilidad para persuadir, inspirar y emocionar a través de las palabras que utiliza en sus discursos. Pero su apreciación por la magia del lenguaje y su fervor por la lectura no sólo lo han provisto con una inusual habilidad para comunicar su pensamiento a los estadounidenses, contextualizando ideas complejas sobre la raza y la religión, sino que también han formado un sentido de sí mismo y de su lugar en el mundo. 

El primer libro de Barack Obama, Sueños de mi padre (que seguramente es la autobiografía más evocativa, lírica y cándida escrita por un futuro presidente), sugiere que durante toda su vida se volcó a los libros como una manera de adquirir conocimientos e información sobre otras personas, y también, como una manera de salirse de la burbuja del ser, y más recientemente, de la burbuja del poder y la fama. 

Recuerda que cuando era adolescente leía a los grandes autores afroamericanos como James Baldwin, Ralph Ellison, Langston Huges, Richard Wrigt y W.E.B. Du Bois, en un esfuerzo para reconciliarse con su identidad racial. Después, durante una fase ascética en la universidad, se empapó con las obras de pensadores como Nietzsche y San Agustín en una búsqueda espiritual e intelectual, y en un intento de descubrir en qué creía realmente. 

Más recientemente los libros han dado a Obama ideas concretas sobre cómo gobernar. Se ha reportado en varios lugares que el libro Equipo de rivales deDoris Kearns Goodwin sobre la decisión de Abraham Lincoln de incluir opositores en su gabinete, le ayudó a tomar la decisión de nombrar a Hillary Clinton como Secretaria del Estado. En otros casos, libros sobre los primeros 100 días de la presidencia de Franklin Delano Roosevelt, y Guerras de fantasmas de Steve Coll sobre Afganistán y la C.I.A., han servido como material para prepararse para los múltiples desafíos que a los que se enfrentará como Presidente.


La poesía y el sentido trágico de la vida

El amor de Obama por la ficción y la poesía (en su página de Facebook enumera aMoby Dick, las obras de Shakespeare y Gilead de Marilynne Robinson como algunos de sus favoritos, junto con la Biblia y las obras completas de Abraham Lincoln y Emerson), no sólo le ha dado un conocimiento sofisticado del uso del lenguaje. También lo ha inmerso en el sentido trágico de la historia y un conocimiento de las ambigüedades de la condición humana, muy opuestas de la visión del mundo que tiene Bush. 

Obama ha dicho que en la universidad escribió "poesía muy mala" y su biógrafo David Mendell ha sugerido que en algún momento fantaseó con la idea de ser novelista. De todas formas Sueños de mi padre demuestra un gran talento para relatar y una combinación excepcional de la empatía e imparcialidad que poseen los grandes novelistas. En esas memorias, Obama logró comunicar excepcionalmente variados puntos de vista distintos a los suyos y también evocar varios de los lugares donde vivió durante su infancia. En el libro, el narrador es a la vez un marginal solitario y un observador omnisciente que nos provee una vista coral de su pasado. 

Como Sueños de mi padre, muchas de las novelas que se dice que admira Obama tratan el tema de la identidad: La canción de Salomón de Toni Morrison cuenta la historia de un hombre que intenta averiguar sobre sus raíces familiares; El cuaderno dorado de Doris Lessing relata las dificultades de una mujer en articular el sentido de sí misma; y El hombre invisible de Ralph Ellison trata el problema de la definición del ser en un Estados Unidos hiper-consciente de los temas raciales y la posibilidad de trascendencia en ese ámbito. 

Las poesías de Elizabeth Alexander, quien fue elegida por Obama para leer una poesía original en la ceremonia de asunción, tratan sobre la intersección del pasado y del futuro, lo privado y lo político; mientras que la poesía de Derek Walcott (Obama fue fotografiado recientemente leyéndolo) explora qué significa ser "un niño dividido", situado sobre el margen de dos culturas, sin raíces tal vez, pero libre para inventar un nuevo ser. 

Esta idea de la creación del propio ser es muy estadounidense –es uno de los temas centrales, por ejemplo, de El gran Gatsby—y parece ejercer una gran fascinación sobre la imaginación de Obama.

Lincoln, el modelo a seguir

En un ensayo del 2005 en la revista Time, Obama escribió sobre los orígenes humildes que él compartía con Abraham Lincoln, agregando que el presidente número 16° lo hacía recordar "un elemento más grande, más fundamental de la vida americana: la creencia persistente de que podemos continuamente recrearnos a nosotros mismos para alcanzar el tamaño de nuestros sueños".

La nueva biografía de Fred Kaplan, Lincoln: la biografía de un escritor pone en claro que Lincoln, como Obama, amó los libros toda su vida y que fue indeleblemente formado por sus lecturas y que ellas forjaron su maestría sobre el lenguaje tanto como su visión filosófica del mundo. Especialmente en su caso, Shakespeare y la Biblia. Como dice Kaplan, "la herramienta y el hacedor de la herramienta inevitablemente se fusionaron en uno. El se convirtió en lo que le hizo el idioma".

El poder incandescente del lenguaje de Lincoln, su resonancia y sus candencias rítmicas, tanto como su habilidad de girar desde el tono magistral al humilde, ha sido un modelo para Obama, quien ha dicho que lee a Lincoln frecuentemente para inspirarse. También los usos que le dio Lincoln al idioma y sus dotes superiores de retórica le han servido a Obama como modelo: para inspirar a los americanos a fin de que completen el trabajo iniciado por sus próceres fundadores e inspirara un país que esta mareado por los males con una nueva visión de esperanza y reconciliación. 


Fuente: Revista Ñ

lunes, 19 de enero de 2009

El escribidor de Obama

Hombres talentosos dependen de otros hombres también talentosos. Barack Obama es uno de los ejemplos más recientes, quien tiene en el joven Jon Favreau a uno de los pilares de su retórica de la esperanza con la cual el día 20 de enero llegará a ser el hombre más poderoso del planeta. La nota siguiente fue recogida de El Comercio.

Cuando Jon Favreau conoció a Barack Obama en 2004 tenía solo 23 años. Ahora es el principal encargado de redactar los discursos de quien mañana será investido presidente de Estados Unidos y se ha hecho famoso por sus dotes de orador.

Favreau, a quien todo el mundo llama Favs, y el próximo presidente estadounidense se cruzaron en un momento crucial para Obama, en julio de 2004.

Fue entonces, durante la convención del Partido Demócrata en Boston, cuando Obama, un desconocido senador estatal de Illinois, pronunció el discurso que lo lanzó a la escena política nacional.

"No hay un EE.UU. blanco y un EE.UU. negro, sino los Estados Unidos de América", dijo quien mañana se convertirá en el 44 presidente del país en un discurso conciliatorio e impregnado de esperanza.

En una de esas casualidades del destino, Favs, que trabajaba en 2004 para la campaña del entonces aspirante presidencial demócrata John Kerry, se encontraba en la parte trasera del escenario mientras Obama ensayaba su discurso.

Y en un momento dado interrumpió a Obama para advertirle de que tenía que cambiar una frase porque había una repetición."Se me quedó mirando, un tanto confundido como diciendo, quién es este joven", recordó Favreau el año pasado en una entrevista con el diario The New York Times.

La derrota de Kerry en las elecciones presidenciales de noviembre de 2004 dejó a Favs desempleado pero con buenos contactos que lo recomendaron a quien ahora es su jefe.Obama tenía entonces bastante tiempo libre, y él y Favreau se conocieron bien.

Favs se impregnó de lleno de la retórica de Obama para poder redactar discursos que reflejaran su voz.

El engranaje entre ambos, a juzgar por los resultados, ha funcionado a la perfección.Los dos han trabajado estrechamente en el discurso más importante de Obama, el que pronunciará mañana frente al Capitolio estadounidense.

Según Jen Psaki, portavoz de la oficina de transición de Obama, éste se reunió con Fravreau y su asesor político David Axelrod antes de la celebración de Acción de Gracias, que tiene lugar el cuarto jueves de noviembre en EE.UU.

Favreau acabó el primer borrador a principios de diciembre.Tras conversaciones adicionales con Obama, Favreau y su equipo escribieron un segundo borrador durante las vacaciones de Navidad.

Hace dos fines de semana Obama editó y reescribió el discurso tras recibir varios comentarios y sugerencias de Axelrod y Favreau.

Se espera que el texto provoque la inspiración de John F. Kennedy, refleje los sueños de Martin Luther King y los desafíos que afrontó Franklin Delano Roosevelt, quien en 1933 dijo a sus compatriotas sumidos en la Gran Depresión que lo único que tenían que temer era al miedo en sí.

Obama ha dicho que el principal objetivo de su discurso es definir el momento histórico en el que se encuentra EE.UU.."Creo que esa es la principal tarea para mí en un discurso de investidura (...) el intentar capturar lo mejor que puedo el momento en el que nos encontramos", dijo en una entrevista reciente con la cadena de televisión ABC.

El contenido del discurso es un gran secreto, pero Favreau no oculta que acude a las palabras de JFK, de su hermano Robert Fitzgerald Kennedy y de Martin Luther King en busca de inspiración.

En cuanto a sus predecesores, los encargados de escribir discursos para presidentes, ha confesado que Peggy Noonan, quien trabajó para Ronald Reagan es su favorita.Noonan reconoció el año pasado que el mensaje de Obama es efectivo porque, dijo, va unido a la persona que lo pronuncia y a la inspiradora historia de su vida.

Favreau dice admirar también a Michael Gerson, quien trabajó para el presidente saliente George W. Bush.Obama descubrió su poder dialéctico durante una marcha contra la segregación racial en la universidad en la que se dio cuenta de que había captado la atención de los asistentes tras empezar a hablar.

"Los congregados se quedaron callados y me miraban", recuerda en sus memorias: "Dreams From My Father" (Sueños de mi padre).

Mañana captará también la atención, pero de un grupo mucho más numeroso: los millones de personas dentro y fuera de EE.UU. que están pendientes de su toma de posesión.
Tomado de El Comercio

viernes, 16 de enero de 2009

El curioso caso de Benjamin Button

A propósito del inminente estreno de "El curioso caso de Benjamin Button", les doy el dato que el guión se basó en el cuento homónimo de F. Scott Fitzgerald, gran cuentista estadounidense, autor de "El gran Gatsby". Les dejó las primeras líneas del cuento, tomado de la edición Alfaguara, y el dato para que puedan leerlo íntegramente.

Fue difícil vender El extraño caso de Benjamin Button (aparecido en la revista Collier el 21 de mayo de 1922). Fitzgerald le escribiría más tarde a su agente Harold Ober: « Ya seque las revistas sólo quieren mis relatos sobre chicas a la moda; los problemas que has tenido para vender Benjamin Button y Un diamante tan grande como el Ritz lo demuestran». Benjamin Button fue su segundo relato (le había precedido The Cut-Glass BowL en 1920) de corte fantástico o superreal, un estilo en el que escribió algunos de sus cuentos más brillantes y que quizá le atraía por su tensión entre romanticismo y realismo, por el desafío que la fantasía plantea: convertir lo imposible en verosímil. Fitzgerald explicó la génesis de Benjamín Button cuando lo incluyó en sus Cuentos de la era del jazz: «Me inspiró el cuento un comentario de Mark Twain: era una lástima que el mejor tramo de nuestra vida estuviera al principio y el peor al final. He intentado demostrar su tesis, haciendo un experimento con un hombre inserto en un ambiente absolutamente normal. Semanas después de terminar el relato, descubrí un argumento casi idéntico en los cuadernos de Samuel Butler.»

I. 
Hasta 1860 lo correcto era nacer en tu propia casa. Hoy, según me dicen, los grandes dioses de la medicina han establecido que los primeros llantos del recién nacido deben ser emitidos en la atmósfera aséptica de un hospital, preferiblemente en un hospital elegante. Así que el señor y la señora Button se adelantaron cincuenta años a la moda cuando decidieron, un día de verano de 1860, que su primer hijo nacería en un hospital. Nunca sabremos si este anacronismo tuvo alguna influencia en la asombrosa historia que estoy a punto de referirles. 

Les contaré lo que ocurrió, y dejaré que juzguen por sí mismos. 

Los Button gozaban de una posición envidiable, tanto social como económica, en el Baltimore de antes de la guerra. Estaban emparentados con Esta o Aquella Familia, lo que, como todo sureño sabía, les daba el derecho a formar parte de la inmensa aristocracia que habitaba la Confederación. Era su primera experiencia en lo que atañe a la antigua y encantadora costumbre de tener hijos: naturalmente, el señor Button estaba nervioso. Confiaba en que fuera un niño, para poder mandarlo a la Universidad de Yale, en Connecticut, institución en la que el propio señor Button había sido conocido durante cuatro años con el apodo, más bien obvio, de Cuello Duro. 

La mañana de septiembre consagrada al extraordinario acontecimiento se levantó muy nervioso a las seis, se vistió, se anudó una impecable corbata y corrió por las calles de Baltimore hasta el hospital, donde averiguaría si la oscuridad de la noche había traído en su seno una nueva vida. A unos cien metros de la Clínica Maryland para Damas y Caballeros vio al doctor Keene, el médico de cabecera, que bajaba por la escalera principal restregándose las manos como si se las lavara —como todos los médicos están obligados a hacer, de acuerdo con los principios éticos, nunca escritos, de la profesión. 

El señor Roger Button, presidente de Roger Button & Company, Ferreteros Mayoristas, echó a correr hacia el doctor Keene con mucha menos dignidad de lo que se esperaría de un caballero del Sur, hijo de aquella época pintoresca.

Para leer el cuento íntegramente copiar este enlace: http://www.scribd.com/doc/10904195/El-Extrano-Caso-de-Benjamin-Button

sábado, 13 de diciembre de 2008

Giacosa y el absurdo

Fue simple. Un grupo de seres humanos aplastó literalmente a otro debido a que no pudieron controlar las ansias irrefenables por comprar en centro comercial de Estados Unidos. La fiebre de las fiestas o la fiebre de las ofertas ocasionaron la tragedia que recoge una muy bien contada columna de Guillermo Giacosa. ¿Absurdo? No menos que invadir países por prevención. Sin duda es terrible el grado de manipulación que las grandes corporaciones hacen a sus clientes, consumidores, seres humanos al fin y al cabo, quienes los persuaden mediante muy calculadas campañas publicitarias. Guillermo Giacosa reflexiona sobre este hecho en su columna diaria en Perú.21. 

Eso es lo que yo llamo civilización, progreso, espíritu competitivo, alma proactiva. Es casi el ejemplo de una sociedad ideal. Prefigura y anuncia la Arcadia ideal con la que soñaron muchas de las almas más transparentes de este mundo. 

¿A qué me refiero? Pues, al ejemplo de entusiasmo que dieron los ciudadanos estadounidenses en un local de Wal-Mart, en Arkansas, cuando, apiñados ante las puertas aún cerradas, pusieron en evidencia, al lograr abrirlas por la fuerza, la energía física que otorga una buena alimentación y el maravilloso espíritu competitivo que ha hecho de los Estados Unidos y de su ideología madre una gran potencia. En efecto, los bravos clientes, con el alma plena de ilusiones y sueños consumistas por las rebajas que ofrecía Wal-Mart, se lanzaron en loca carrera procurando cumplir sus objetivos. Tan afanosos y apasionados se mostraron que, en su estampida, al estilo de los famosos búfalos de las llanuras gringas, se llevaron por delante a un empleado del supermercado, acabando con su vida. ¡Oh, my God! ¡Quién puede detener a un país donde nadie puede detener a sus impetuosos ciudadanos! Si en una rebaja de precios se comportan así, qué no habría hecho esa gente si la hubiesen enviado a Irak o a Afganistán en lugar de los inútiles que se han dejado vapulear y maltratar por los “jockeys de camellos”, como amigablemente llaman los soldados gringos a la población del país. 

El muchacho de 34 años que murió seguramente no estaba a la altura de las circunstancias. Si al menos hubiese sido socio del Club del Rifle, al que Bush, Cheney y Condoleezza adoran, podría haberse bajado a unos cuantos clientes y, de ese modo, haber dejado en alto el nombre de su empresa y el suyo propio. Un angustiado compañero de trabajo del fallecido declaró al Daily News: “Lo atropellaron más de 200 personas que arrancaron las puertas de las bisagras, lo derribaron y pisotearon delante de mí. A mí también me derribaron... Tuve que sacudirme la gente que me pisoteaba la espalda’’. Todo eso solo por unas ofertas, y no precisamente de productos alimenticios. ¿La crisis los habrá puesto en ese estado de hiperemotividad compradora? ¿O será que el 'Viernes Negro’, cuando ocurrió lo relatado, día posterior a la fiesta de la jornada de Acción de Gracias y fecha en que comienzan las compras navideñas, los empuja hacia ese estado de euforia? No lo sabemos, pero se trata de síntomas preocupantes en el interior de una sociedad que ha santificado el consumo y la competencia como valores humanos a cultivar. Y, por lo que parece, con suficiente fertilizante en el ánimo de sus cazadores de ofertas como para pasar por encima de un empleado. Y para no ser menos que en Wal-Mart, dos personas murieron en un tiroteo ocurrido en la juguetería Toys 'R’ Us, en el día de remates de mayor demanda entre los consumidores de Estados Unidos. El enfrentamiento ocurrió en la mañana del 'Viernes Negro’ y hasta hoy se ignora si el enfrentamiento tenía que ver con las compras de juguetes.