Fue simple. Un grupo de seres humanos aplastó literalmente a otro debido a que no pudieron controlar las ansias irrefenables por comprar en centro comercial de Estados Unidos. La fiebre de las fiestas o la fiebre de las ofertas ocasionaron la tragedia que recoge una muy bien contada columna de Guillermo Giacosa. ¿Absurdo? No menos que invadir países por prevención. Sin duda es terrible el grado de manipulación que las grandes corporaciones hacen a sus clientes, consumidores, seres humanos al fin y al cabo, quienes los persuaden mediante muy calculadas campañas publicitarias. Guillermo Giacosa reflexiona sobre este hecho en su columna diaria en Perú.21.
Eso es lo que yo llamo civilización, progreso, espíritu competitivo, alma proactiva. Es casi el ejemplo de una sociedad ideal. Prefigura y anuncia la Arcadia ideal con la que soñaron muchas de las almas más transparentes de este mundo.
¿A qué me refiero? Pues, al ejemplo de entusiasmo que dieron los ciudadanos estadounidenses en un local de Wal-Mart, en Arkansas, cuando, apiñados ante las puertas aún cerradas, pusieron en evidencia, al lograr abrirlas por la fuerza, la energía física que otorga una buena alimentación y el maravilloso espíritu competitivo que ha hecho de los Estados Unidos y de su ideología madre una gran potencia. En efecto, los bravos clientes, con el alma plena de ilusiones y sueños consumistas por las rebajas que ofrecía Wal-Mart, se lanzaron en loca carrera procurando cumplir sus objetivos. Tan afanosos y apasionados se mostraron que, en su estampida, al estilo de los famosos búfalos de las llanuras gringas, se llevaron por delante a un empleado del supermercado, acabando con su vida. ¡Oh, my God! ¡Quién puede detener a un país donde nadie puede detener a sus impetuosos ciudadanos! Si en una rebaja de precios se comportan así, qué no habría hecho esa gente si la hubiesen enviado a Irak o a Afganistán en lugar de los inútiles que se han dejado vapulear y maltratar por los “jockeys de camellos”, como amigablemente llaman los soldados gringos a la población del país.
El muchacho de 34 años que murió seguramente no estaba a la altura de las circunstancias. Si al menos hubiese sido socio del Club del Rifle, al que Bush, Cheney y Condoleezza adoran, podría haberse bajado a unos cuantos clientes y, de ese modo, haber dejado en alto el nombre de su empresa y el suyo propio. Un angustiado compañero de trabajo del fallecido declaró al Daily News: “Lo atropellaron más de 200 personas que arrancaron las puertas de las bisagras, lo derribaron y pisotearon delante de mí. A mí también me derribaron... Tuve que sacudirme la gente que me pisoteaba la espalda’’. Todo eso solo por unas ofertas, y no precisamente de productos alimenticios. ¿La crisis los habrá puesto en ese estado de hiperemotividad compradora? ¿O será que el 'Viernes Negro’, cuando ocurrió lo relatado, día posterior a la fiesta de la jornada de Acción de Gracias y fecha en que comienzan las compras navideñas, los empuja hacia ese estado de euforia? No lo sabemos, pero se trata de síntomas preocupantes en el interior de una sociedad que ha santificado el consumo y la competencia como valores humanos a cultivar. Y, por lo que parece, con suficiente fertilizante en el ánimo de sus cazadores de ofertas como para pasar por encima de un empleado. Y para no ser menos que en Wal-Mart, dos personas murieron en un tiroteo ocurrido en la juguetería Toys 'R’ Us, en el día de remates de mayor demanda entre los consumidores de Estados Unidos. El enfrentamiento ocurrió en la mañana del 'Viernes Negro’ y hasta hoy se ignora si el enfrentamiento tenía que ver con las compras de juguetes.
1 comentario:
que bestia el espiritu navideño o espiritu consumista compulsivo? Aqui mismo, anuncian cierra puertas en Saga o Ripley y las tiendas se ven abarrotadas de gente y ni que decir del tráfico
Publicar un comentario