sábado, 26 de septiembre de 2009

DOE RUN GANÓ - QUE VIVA LA CONTAMINACIÓN

No siempre se puede mantener la línea de esta libreta de notas, cuyo propósito es, primordialmente, la difusión y comentarios de asuntos relacionados con el arte, principalmente la literatura, por supuesto.
Sucede que en estos días - usando una frase remanida - la realidad ha sobrepasado la ficción. Hace unos años, una corporación minera se instaló en una zona serrana del Perú, explotó a discresión las riquezas minerales de la región, aprovechó inmensamete el auge de los minerales en el mercado mundial y ganó dinero más allá de las todas las espectativas que predijeron sus analistas.
A cambio, tenían que invertir un porcentaje de sus ganancias en un programa de adecuación protección y manejo ambiental (PAMA). Las emisiones tóxicas, la depredación de los bienes de la naturaleza, entre tantos otros males, han asolado la región hasta convertirla en un lugar de pesadilla ecológica. Sin embargo, ahora la Minera, luego de haberse empachado en un banquete económico, dice que no puede cumplir con el PAMA, que necesita tiempo, mucho tiempo más de ganancia para ello. Amenaza con irse y, con eso, orilla a sus miles de trabajadores a organizar una defensa cerrada de los intereses de la Minera. Los trabajadores organizan marchas, son reprimidos, muere un policía. El Estado se asusta y entonces decide conceder los deseos de la Minera. La hora del banquete se alargará y la pesadilla ambiental continuará por treinta meses más.
Cuelgo un artículo de Patricia del Río, publicado en Perú 21. Me parece pertinente que lo lean apenas puedan.
LA OROYA, UN MUNDO FELIZ

Llamémosle Rodolfo y digamos que hace diez años trabaja para Doe Run. Gana 800 soles mensuales y su mujer, Marta, aporta unos 500 más gracias al restaurantito que puso en su sala para venderles caldo de gallina a los trabajadores del turno de la tarde. Marta y Rodolfo no conocen otra forma de vida. Sus padres trabajaron en la refinería, mucho antes de que llegara Doe Run. Sus hijos también serán mineros.
La vida no les es grata. Se levantan siempre bajo el mismo cielo color acero que pareciera sepultarlos bajo los gases tóxicos que emana la gran chimenea de la refinería. Viven en una de las diez ciudades más contaminadas del mundo, y en sus pulmones, su sangre y sus huesos se acumulan, todos los días, residuos de plomo, arsénico, dióxido de azufre y otros metales pesados. Por eso respiran mal, sus niños no crecen, y ayer se enteraron de que su vecino se murió de cáncer. Sobre su caso se ha pronunciado la Corte Interamericana de Derechos Humanos y el Tribunal Constitucional exigiendo acciones concretas para controlar la contaminación ambiental. Pero nadie les ha cumplido. Rodolfo y Marta, entonces, han decidido salir a protestar. Pero no, no van a exigir que se haga todo lo posible por evitar la contaminación que los está matando. Lo que buscan, en realidad, es que la refinería, parada por no cumplir con el Programa de Adecuación Ambiental (PAMA) que les exige el Estado, vuelva a funcionar como sea porque hace dos meses que están sin chamba y ya no saben cómo hacer para alimentar a sus hijos.
De la empresa les han dicho que, si no se quejan, el Gobierno no cederá y ellos se quedarán sin trabajo, sin casa, sin vida. Marta ha salido con víveres para los manifestantes. Rodolfo se ha apostado en el cerro, junto con sus compañeros, listo para asustar con piedras a los 1,200 policías que quieren romper el bloqueo. Abajo, en la carretera, queda tirado un policía. Tiene el cráneo destrozado. Tiene 27 años. Grover Sayco Taipe, se llama. Rodolfo y sus amigos se asustan, se dispersan, pero no abandonan la lucha. Les han dicho que necesitan sangre para ser escuchados.
En la capital se condenan los hechos de violencia. Se acusa a Doe Run de haberse manchado las manos con la sangre del policía muerto. Se anuncia que habrá denuncia penal contra el gerente de la empresa. Sin embargo, y a pesar de las graves imputaciones, en la Comisión de Energía del Congreso se acepta que se prorrogue por 30 meses más el cumplimiento del PAMA.
Doe Run puede seguir operando. Rodolfo y Marta se van satisfechos a casa. La familia Sayco vela a su muerto. Todo vuelve a la normalidad. El problema ambiental puede esperar un tiempo más. Qué importa un poco más de plomo en la sangre. El problema social, felizmente, ese sí ha quedado resuelto.
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4 comentarios:

Henry dijo...

Hola Richar. comparto tu indignación; pero, sobre todo, mi desencanto con la política formal en el Perú. Es una vergüenza que nos ensucien, nos roben, nos maten y encima les demos más tiempo para seguir haciéndolo. Maldita legalidad, desgraciada formalidad, discriminadora formalidad.

Anónimo dijo...

Un estado sin pantalones. Un corporación desalmada. Que espeluzante futuro para el medio ambiente. Y no solo es el de esta mina, sino el desprecio total de todos por salvar el ambiente para los que vienen. Es cierto INDIGNANTE

Anónimo dijo...

Tiene razon el comentario de Henry, una verguenza ser parte de un estado tan cobarde

Anónimo dijo...

Cobarde es la palabra!! Indignación es lo que todos sentimos. Verguenza siento de no hacer nada, total nosotros estamos en Lima.
De verdad, no puede ser que esto termine asi...!