sábado, 6 de diciembre de 2008

La novela del siglo XX: Vida y destino

Los críticos afirman que es la Guerra y la paz del siglo XX. Además, afirman que no hay mejor novela que haya sido escrita con tanta maestría que esta. El autor es Vasili Semiónich Grossman (1905-1964), corresponsal de guerra judío de la antigua Unión Soviética.  En palabras del escritor Antonio Muñoz Molina, estamos frente a una novela que está al mismo nivel que la novela de Tólstoi, al mismo nivel, incluso, que la soberbia e indescifrable Ulises de Joyce. Les dejo un extracto de la crítica de Muñoz Molina sobre Vida y destino antes de comprarla en la Feria del Libro de Miraflores. Para leerla íntegramente, hacer clic aquí.  

Vida y destino confronta al lector con esos dos horrores, y lo hace con una clarividencia política y moral que sólo es comparable a su categoría literaria como obra de pura ficción. La fuerza suprema de Grossman es que combina en un solo acto de escritura la mirada exacta del testigo y la invención del novelista. Dice la verdad a la manera de Primo Levi o Evgenia Ginzburg, por poner dos ejemplos de testigos insuperables, pero también la dice a la manera de Tolstoi y de Joyce, lo cual sucede muy raramente en un solo escritor, en un solo libro. Cuenta lo que vio durante sus años como corresponsal en el frente junto al Ejército Soviético pero también lo que no pudo ver nadie, porque está más allá de la experiencia de los vivos. Como cronista, su relato tiene que detenerse a este lado de la antesala última del infierno: como novelista, acompaña a los personajes que ingresan en la cámara de gas y cuenta desde el interior su agonía y su muerte.

Por eso Vida y destino no sólo es una grandísima novela, sino una prueba de las posibilidades máximas de la ficción. Una novela puede contar cualquier cosa, pero hay un paso más allá en el que nos acercamos a algo mucho más serio, lo que sólo puede ser contado en una novela. La novela como verdadero conocimiento, y no sólo cómo mímesis, el artificio que nos cuenta eso que parece tan simple al enunciarlo en el dicho común: las cosas como son.

Cuando uno es joven y quiere ser novelista está tan enamorado de la ficción que ama sobre todo su sobreabundancia, su misma evidencia. Con los años se va volviendo escéptico y descubre que hay narraciones muy poderosas que no son novelas, y experiencias que no necesitan ser mejoradas ni manipuladas por los caprichos o las estrategias al fin y al cabo artesanales de la ficción. Uno descubre, simplemente, que el mundo es más rico que la literatura, y que en el prestigio de la imaginación del escritor hay una parte de tonta vanidad gremial. Vida y destino, como Ulysses, como Guerra y Paz, como À la recherche, como To the Lighthouse, nos devuelve la conciencia del poderío de la novela como forma suprema de narración del mundo. Palabras mayores. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Entonces será que la guerra sigue siendo el gran tema de la literatura. habrá un tema mayor? sera que solo la muerte de la guerra es igual a la vida de la ficcion. la iliada tambien fue la gran novela y la guerra y la paz que se diga. ire a comprar ese libro.

Liz