Hombre se prende a lo bonzo
LA DESESPERACIÓN DE UN MIGRANTE
Encuentro esta noticia en el diario El País y veo la escalofriante fotografía. Un hombre desesperado se prendió fuego porque ya no tenía otra forma de hacerse notar en un país que no es el suyo. El hombre es el padre de una familia de migrantes de Rumania (puede ser de cualquier país y eso no es trascendente) quiens llegaron a España en busca de mejor suerte, pero esta les siguió siendo adversa. Fueron estafados por una mafia y luego fueron cayendo de tumbo en tumbo en un país, que como muchos páises del próspero mercado europeo, están cansados y desbordados de extranjeros.
El hombre, de entre 40 y 50 años y padre de dos hijos, - publica el El País - se ha rociado con un producto inflamable, probablemente gasolina... Una vez el hombre estaba en llamas, los agentes han logrado quitarle la ropa y le han atendido hasta que han llegado los medios sanitarios y lo han trasladado al hospital con una afectación importante en la piel... La terrible escena ha tenido lugar ante la mujer de este hombre y sus dos hijos, uno de ellos pequeño, que habían acompañado a su padre hasta la puerta de Subdelegación.
La hija habla poco español, pero le alcanza para explicar el drama de su familia. Isabella ha señalado tras lo ocurrido que su padre estaba "desesperado" por la situación que atraviesan en España, donde viven desde hace poco más de tres meses. Vinieron con la promesa de un trabajo y un piso de alquiler que resultó ser una estafa. Isabella ha explicado que su familia quiere regresar a Rumania y que para ello necesitan que alguien les preste los cerca de 400 euros que cuestan los billetes, un dinero que ellos se comprometen a devolver. La joven ha insistido en que su familia no llegó a España para robar o de prostituirse, sino con el propósito de trabajar, y ha agregado que, durante un tiempo, trataron de ganarse la vida recogiendo chatarra y que luego se dedicaron a vender latas de refrescos en la playa, pero dejaron de hacerlo cuando supieron que está prohibido.
Todavía falta mucho para alcanzar ese estado en donde el progreso económico no sea sólo una noticia optimista en las páginas financieras, sino para que se convierta en una realidad al menos moderada para la mayorías. Llegan a mi memoria los relatos de tantos amigos que la pasaron muy mal cuando les tocó vivir en tierras ajenas. Tuvieron que hacerlo, claro, porque la certeza de sus sueños contrastaba con la realidad caótica de nuestro país. Pero les costó mucho, a veces, demasiado.
Foto: tomada del diario El País
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