jueves, 21 de mayo de 2009

Sables y utopías

Un nuevo libro de Mario Vargas Llosa estará pronto en las librerías. Se llama Sables y utopías. El título resume muy bien la actitud de nuestro escritor en el ámbito del ensayo. La recopilación de los mejores artículos desde los años 60 corre a cargo de Carlos Granés. Para saber más de lo que está haciendo por estos días, lean la buena entrevista aparecida en Peru.21. 

Además de nuestro mejor novelista, Mario Vargas Llosa es un intelectual riguroso y coherente y, por ello, es respetado mundialmente. Acaba de publicarse una reunión de sus artículos, desde los años 60 hasta el presente, en lo que seguimos los cambios en sus ideas respecto a la política, a Latinoamérica, a la cultura y a otros temas. Sables y utopías ya está está en librerías a 64 soles.

“Esta selección de artículos fue hecha por un escritor colombiano, Carlos Granés, que trabajó con completa libertad. No los he corregido –excepto alguna errata– y tampoco he cambiado ninguna idea. Son textos escritos a lo largo de muchos años en los que hay opiniones muy diversas, por supuesto, pero me pareció que era mejor presentar todo tal como fue escrito para mostrar una evolución, un cambio de opiniones políticas, literarias, etc. Es una especie de autobiografía que se ha armado sola y que ha sido editada por Granés”, explica acerca de Sables y utopías, libro que reúne artículos suyos desde los años 60.

¿Por qué la necesidad de reunir en un solo volumen su pensamiento sobre América Latina?
No fue una idea mía. Yo había pensado hacer una recopilación –las he hecho antes–, pero esta fue una sugerencia de mi editor. Y yo propuse que lo hiciera alguien con otra perspectiva, para lo cual pensé en Carlos Granés, porque él escribió una tesis en la Universidad de Madrid sobre mis ensayos. Me interesó mucho porque era una tesis muy personal y creativa.

Acaba de fallecer Mario Benedetti. Usted lo conocía y también polemizaron.
Fuimos muy amigos. Lo conocí en los 60. Le tuve siempre afecto y admiración, aunque discrepé profundamente con él por razones políticas. No solo me pareció siempre un buen escritor sino un intelectual honesto, un hombre siempre coherente entre sus convicciones y su conducta, a diferencia de otras personas, sobre todo en el campo intelectual, que usaron mucho sus convicciones para medrar.

Usted escribió un artículo llamado El intelectual barato. ¿Cree que esa es una costumbre latinoamericana?
Él no fue un intelectual barato. Y eso se da en todas partes, pero creo que más en América Latina por la pequeñez del mundo intelectual, donde existe la sensación de que, si un escritor o intelectual tiene éxito, cierra la puerta a los demás. Eso no es cierto. En Francia o en Inglaterra hay debate intelectual por supuesto y, también, pequeñeces humanas, como en todas partes, pero nunca se alcanza esa mezquindad de los países pequeñitos, que envenena el mundo intelectual, aunque también el mundo artístico y toda profesión.

¿En qué medida su evolución ideológica afectó sus novelas?
No lo puedo saber. No tengo suficiente distancia. Creo que ha habido una constante en mí: cuando he querido defender determinadas ideas o valores políticos o culturales, he escrito artículos, ensayos o he dado entrevistas. Cuando he escrito cosas creativas –novela, cuento, teatro–, no diré que he prescindido de mis convicciones, pero he buscado desarrollarlas menos subordinadas a la actualidad. Creo que la literatura, el arte en general, dependiente de la actualidad es efímero y, muchas veces, fracasado. La labor creativa debe tocar experiencias más permanentes que trasciendan lo puramente político, que es lo más actual que existe y, por lo mismo, lo más efímero.

En los años 60 estaba obsesionado por la novela total; en los 70 encontró el humor pero, últimamente, sus novelas muestran personajes que persiguen la utopía, como Gauguin o Flora Tristán, así como la que está escribiendo ahora, sobre Roger Casement, este independentista irlandés.
Creo que la búsqueda de la novela total está siempre ahí, en todo escritor, consciente o inconscientemente. A diferencia de un género como la poesía, que es el ideal de perfección, que puede ser condensado en un texto muy breve, la novela que ocurre en el tiempo lo empuja a uno hacia la totalidad; aunque, por supuesto, ninguna novela la alcanza. Pero, además, ese ideal se ajusta a una temática. Hay historias que requieren de un formato más pequeño; por ejemplo, Travesuras de la niña mala. En cambio, la novela sobre Flora Tristán y Gauguin (_El paraíso en la otra esquina_) o la de Trujillo (_La fiesta del Chivo_) están más dentro de las que escribí en los años 60, que buscan más visiblemente esa totalidad. Quizá también es el caso de la novela que estoy escribiendo ahora.

Para continuar leyendo la entrevista hacer clic en Perú.21.

2 comentarios:

david martinez debray dijo...

Respecto al último libro de Vargas LLosa
Pues parece que Vargas llosa nunca de los nuncas ha aplicado aquello de que todas las ideas deben sacrificarse si esta en riesgo la vida de una sola persona y están en riesgo millones de niños que mueren de desnutrición. El defiende el libre mercado sin matices, la ley del mas fuerte y ataca por el lado mas débil a la izquierda “la utopía revolucionaria”. Cuando se ven niños hambrientos, prostitutas, casi niñas, vendiendose por 50 pesos en la merced, jóvenes drogándose sin futuro ni educación, él dice que son daños colaterales del libre mercado y que con el tiempo se corregiran. Parece un vocero de la mas insensible y despiadada ultraderecha que lo único que le interesa es la ganancia económica, no la salud ni el bienestar de la gente. Para mi Vargas Llosa es buen escritor, pero es mejor todavía defendiendo los intereses mas reaccionarios. Perdió la presidencia del Perú e inmediatamente se nacionalizo español. Tiene alma de encomendero, donde los pobres y los indígenas son solo cifras, simple carne de cañon que eso me parece que piensa el “varguitas”, como el se autodefine. Una canción de ruben blades “adan garcia” habla de la desesperación de un padre de familia que para darle de comer a su familia asalta un banco con la pistola de agua de su chiquillo y es muerto por la policía. Es un caso frecuente en nuestros países latinoamericanos, hoy veo la noticia que una mujer embarazada y su pareja asaltaban camiones con una pistola de agua.

Thejuanadearc dijo...

Bueno yo no sé si todas esas tragedias personales son "efectos colaterales" del capitalismo, como dice Vargas LLosa, en cuanto a los que origina "la utopía revolucionaria" todo lo anterior se queda chiquito. Sino vea la dramática situación de deterioro venezolana bajo la revolución de Hugo Chávez. Y tenga en cuenta que nunca, en la historia de Vzla entró tanto dinero por la venta del petróleo, como en éstos 11 anios de Gobierno revolucionario. Entonces no nos queda sino elegir entre dos males, el menor? y ese, ya lo demostró la historia, no va por el camino revolucionario. Ese significa atraso y destrucción.
Tenemos que buscar una vía nueva.
Cual no sé, lo que si sé es que no funciona si cada uno de nosotros no cumple con su responsabilidad
inmediata y a largo plazo.