lunes, 1 de octubre de 2007



EL ARTE DE LEER A GARCIA MARQUEZ
Compilación de Juan Gustavo Cobo


El Dominical de El Comercio ha asumido la encomiable labor de publicar mensualmente una lista muy amplia de libros de título novedoso o de reediciones que hacían falta. Sinceramente el asunto es muy bueno, pero, claro, también deja un sinsabor en quienes quisiéramos tener el tiempo y el dinero suficiente para leerlo todo.
Esta semana, me llamó la atención el libro de Juan Gustavo Cobo Borda que compila El Arte de leer a García Márquez, por editorial Norma.

La obra de García Márquez es indudablemente una columna fundamental cuando de literatura latinoamericana contemporánea se quiera hablar; sin embargo, más de una vez se ha dicho que para las generaciones más jóvenes la literatura de Gabo lucía envejecida. Personalmente, pienso que es muy pronto para semejante afirmación; aunque, ciertamente, Latinoamérica esta cambiando rápida, abruptamente y muchos de los referentes que parecían inamovibles en la cultura de esta América van cambiando. Transcribo tres preguntas que contesta Juan G Cobo a propósito de su compilación.

¿Lo sorprendió especialmente alguno de estos textos?
-Bueno, diría que el Perry Anderson, que como usted sabe es un ensayista inglés dedicado a temas políticos e ideológicos. No me imaginaba que iba a encontrarme con un lector tan fino y perspicaz, capaz de articular las semejanzas y diferencias entre los mundos narrativos de García Márquez y Vargas Llosa. Y sin ánimo de halagar, déjeme decirle que para mí, los tres mejores lectores de García Márquez son peruanos: primero Vargas Llosa, cuya Historia de un deicidio es una referencia fundamental; luego, Julio Ortega y José Miguel Oviedo.
¿Podemos decir que se lee a García Márquez del mismo modo que hace cuarenta años? ¿Qué cosas han cambiado?
-A mi modo de ver, el primer cambio que noté es que yo había envejecido. A mí me da la sensación de que las nuevas generaciones, que pueden leer sus obras como parte del programa escolar, no tienen el fervor que hubo por el García Márquez inicial, su obra ya es parte de algo "asimilado". Naturalmente, se han perdido muchas referencias en el camino, ¿no? En la América Latina de 1967 lo más importante era la lucha revolucionaria o la literatura innovadora, aunque la literatura de García Márquez es, en el buen sentido de la palabra, de las más tradicionales que pueden haber.
Hay quienes dicen que Cien años de soledad, con el correr del tiempo, será como el Quijote de Sudamérica. ¿Está de acuerdo con esa percepción?
-La recepción de Cien años de soledad ha sido tan vasta, heterogénea y tumultuosa, que esta novela sí tiene algo de emblemático para nosotros. Pero no sé si la energía de la primera lectura es hoy compatible con estos tiempos, porque hay una suerte de espejo deformante, formado por los últimos libros de García Márquez, como Memorias de mis putas tristes o Del amor y otros demonios, que crean una distancia, porque a lo mejor estos son los libros que leen primero los más jóvenes, mientras que lectores como los de mi generación asistimos al paulatino crecimiento y edificación de una obra y, especialmente, de Macondo.

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