LA RAZÓN NO EXISTE
SIN LA EMOCIÓN
Muchos de por aquí supimos de Mario Bunge por un librito de múltiples reediciones (la mayoría de ellas impresas de cualquier manera y en olor a piratería): “Qué es la ciencia”. Después de esa lectura, para algunos, Bunge quedó como un escritor de manual sencillo y poco pretencioso que intentaba acercarnos a la ciencia a la manera de un libro de bolsillo. Para otros (los menos posiblemente), se constituyó en un pensador polémico que, desde las canteras de la “izquierda de aquellos tiempos”, trataba de construir una línea de pensamiento vanguardista. Finalmente, aparecieron otros retos intelectuales en el horizonte y el mismo mundo en el que nos tocó crecer fue cambiando abruptamente desde sus raíces ideológicas, entonces Mario Bunge se perdió de vista, al menos para muchos de nosotros.
Ahora nos enteramos de él por una larga e interesante entrevista titulada "La razón no existe sin la emoción" que concedió al diario La Nación de Argentina mientras estaba de visita por ese su país natal después de siete años. Filósofo, epistemólogo y físico ha pasado sus últimas cuatro décadas en Canadá y desde su cátedra de Lógica y Metafísica en la Universidad McGill, en Montreal, se ha dedicado a enseñar y a escribir incansablemente. De esa labor resultaron tratados de erudición inmensa, como los ocho tomos sobre filosofía que están empezando a traducirse al español; además de artículos especializados y libros sobre su gran pasión: la filosofía y la metodología de la ciencia.
Por lo que se deduce de la entrevista, a los 88 años, Mario Bunge no ha perdido su lucidez, su escepticismo, su mordacidad, su estilo de predicador del progreso y sus críticas despiadadas a los que no son de su gusto. Y eso que la lista de los que caben en su categoría de "charlatanes" es larga: empieza con los filósofos Husserl, Kant, Heidegger y Sartre, sigue con los pensadores y científicos neodarwinianos Daniel Dennett, Steven Pinker y Richard Dawkins. A Freud lo sentenció - con un giro linguístico argentino - como "el rey de los macaneadores".
Ahora nos enteramos de él por una larga e interesante entrevista titulada "La razón no existe sin la emoción" que concedió al diario La Nación de Argentina mientras estaba de visita por ese su país natal después de siete años. Filósofo, epistemólogo y físico ha pasado sus últimas cuatro décadas en Canadá y desde su cátedra de Lógica y Metafísica en la Universidad McGill, en Montreal, se ha dedicado a enseñar y a escribir incansablemente. De esa labor resultaron tratados de erudición inmensa, como los ocho tomos sobre filosofía que están empezando a traducirse al español; además de artículos especializados y libros sobre su gran pasión: la filosofía y la metodología de la ciencia.
Por lo que se deduce de la entrevista, a los 88 años, Mario Bunge no ha perdido su lucidez, su escepticismo, su mordacidad, su estilo de predicador del progreso y sus críticas despiadadas a los que no son de su gusto. Y eso que la lista de los que caben en su categoría de "charlatanes" es larga: empieza con los filósofos Husserl, Kant, Heidegger y Sartre, sigue con los pensadores y científicos neodarwinianos Daniel Dennett, Steven Pinker y Richard Dawkins. A Freud lo sentenció - con un giro linguístico argentino - como "el rey de los macaneadores".
En la entrevisa, no quiso comentar sobre asuntos de política contemporánea argentina como la huelga del agro y aclaró, contundentemente, que su “socialismo” sigue siendo aquel que intenta nacer de abajo para arriba, y no del otro, desde arriba. Con este último, remarcó, se está buscando una dictadura política. Socialismo sin democracia no es socialismo. Se llevó de una manazo verbal a personajes como Evo Morales y Hugo Chávez.
Cuando tuvo que contestar a temas más personales como el amor dijo: -¡Ah! Siempre he sido muy enamoradizo pero soy también gran partidario de la familia. Yo he estado casado dos veces: la primera, durante 17 años; respecto de la segunda, estoy por cumplir 50 años de casado. Y por supuesto que quiero muchísimo a mis hijos, y no sólo a ellos. A cualquier chico que anda por ahí, me paro a mirarlo, me parece una maravilla. Y la razón no existe separada de la emoción, por la sencilla razón de que en el cerebro humano, la corteza cerebral, que es el órgano de la razón, está íntimamente relacionada con el órgano de la emoción, que es el sistema límbico. La idea de Descartes de la razón pura, de que es posible pensar sin las emociones, es completamente absurda. Yo soy un apasionado de la razón. Pero además trato de controlar mis emociones, controlar mi cólera, aunque me resulta muy difícil frente a la industria de la charlatanería (el psicoanálisis, la homeopatía, el existencialismo y tantas otras cosas). No tienen la menor idea de lo que es el método científico, jamás sometieron a pruebas experimentales sus ideas. Son macaneadores completos, pero ganan bien.
Cuando tuvo que contestar a temas más personales como el amor dijo: -¡Ah! Siempre he sido muy enamoradizo pero soy también gran partidario de la familia. Yo he estado casado dos veces: la primera, durante 17 años; respecto de la segunda, estoy por cumplir 50 años de casado. Y por supuesto que quiero muchísimo a mis hijos, y no sólo a ellos. A cualquier chico que anda por ahí, me paro a mirarlo, me parece una maravilla. Y la razón no existe separada de la emoción, por la sencilla razón de que en el cerebro humano, la corteza cerebral, que es el órgano de la razón, está íntimamente relacionada con el órgano de la emoción, que es el sistema límbico. La idea de Descartes de la razón pura, de que es posible pensar sin las emociones, es completamente absurda. Yo soy un apasionado de la razón. Pero además trato de controlar mis emociones, controlar mi cólera, aunque me resulta muy difícil frente a la industria de la charlatanería (el psicoanálisis, la homeopatía, el existencialismo y tantas otras cosas). No tienen la menor idea de lo que es el método científico, jamás sometieron a pruebas experimentales sus ideas. Son macaneadores completos, pero ganan bien.
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