MUCHAS LENGUAS HAN DESAPARECIDO
Que una lengua es un sistema compuesto por número limitado de signos cuyas combinaciones ofrecen una ilimitada cantidad de palabras con las que podemos comunicarlo todo, es una aseveración que repito, de tanto en tanto, cuando me toca hablar sobre asuntos del lenguaje. Esos momentos, no son de los mejores en mis clases porque a mis estudiantes siempre les hace poca gracia gastar su tiempo en asuntos tan poco prácticos como los asuntos lingüísticos. Entonces comienzan los bostezos o las miradas que se pierden en algún punto muy distante del salón de conferencias. Aun así, les insisto que la lengua es una herramienta valiosa que de ser tan parte de cada momento de nuestra vida diaria, no reparamos en su trascendencia para ser lo que somos, para intentar ser lo que quisiéramos. A veces, lo confieso, termino la clase con la certeza de haber dicho lo que debía, pero con la duda sobre la importancia que le hayan dado mis estudiantes a tales disquisiciones.
Ahora que leo, en la Página del Castellano, una nota sobre la acelerada extinción de las lenguas, me subo al coche del articulista para restregarles, a quienes lean este post y que hayan sido mis estudiantes, que los asuntos del lenguaje sí tienen su lado práctico en este mundo aborreciblemente pragmático. ¿Qué se pierde cuando una lengua desaparece? Definitivamente, algo más que un sistema de comunicación, se pierde una riqueza cultural muchas veces irrepetible.
Más del cuarenta por ciento de los 6.000 idiomas existentes actualmente en el mundo van a desaparecer hacia la segunda mitad de este siglo, vaticinó un grupo de investigadores reunidos en Seattle, en los Estados Unidos. El profesor K. David Harrison, catedrático de Lingüística del Swarathmore College, calificó esa declinación como "catastrófica". "Hoy ya existen menos idiomas de los había hace seis meses", advirtió Harrison. El lingüista contó que, por ejemplo, está estudiando dos comunidades de Siberia cuyos idiomas son hablados por poquísimos individuos. "Son idiomas de los aborígenes de Siberia. Uno se llama tofa y el otro meio chulym, ambos derivados del tronco turco. Equivocadamente, algunos llegan a considerarlas lenguas de poco prestigio.
Los lingüistas presentes en el encuentro señalaron el error de pensar que los idiomas hablados por pequeñas comunidades son menos importantes que las grandes lenguas internacionales, como el inglés o el español. El filólogo Stephen Anderson, de la Universidad de Yale, destacó la gran importancia económica de algunos de estos idiomas, como ocurre con algunas lenguas de los indios brasileños que viven en la cuenca del Amazonas. "En la Amazonia, existen tribus de indios que poseen conocimiento de remedios naturales en los cuales la industria farmacéutica está interesada". Si esas lenguas mueren no habrá cómo adquirir esos conocimientos". ¿Exageró Anderson? No lo creo.
El científico estadounidense atribuyó a la globalización la responsabilidad por la muerte de muchas lenguas, puesto que muchos individuos se ven obligados a aprender idiomas dominantes para obtener mejor calificación en el mercado de trabajo.
Sin embargo, no se debe afirmar que una única lengua pueda llegar a dominar el mundo. Si el mundo entero hablase, por ejemplo, esperanto, en cincuenta o cien años esa lengua ya tendría dialectos y en un par de siglos ya nadie se entendería. La evolución de los idiomas es constante y la condición humana está asociada a la existencia de muchas lenguas.
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