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miércoles, 1 de abril de 2009

García Márquez: ¿se retira?

Sobre Gabriel García Márquez, en uno de sus estupendos monólogos el argentino Facundo Cabral decía que cada vez que un periodista preguntaba por el Gabo y el premio Nobel que había ganado en su querida Aracataca, precisamente a su madre, esta mujer del trópico afirmaba que "lo único que sabía era que su hijo tenía muy buena memoria, porque todo aquello que había escrito se lo contaron". En ese mismo monólogo, contaba también, medio en broma, medio enserio, que cuando le preguntaban a Juan Rulfo por qué hacía tantos años no escribía, recordemos que el maestro solo escribió dos libros fundamentales para las letras latinoamericanas, Pedro Páramo y El llano en llamas, Rulfo contestaba que la gente que le contaba las historias se había muerto. Ahora me entero que García Márquez ha decidido no escribir más. Como lector o amante de su prosa, me pregunto si cabe esperar un nuevo libro, una obra más, inclusive, si se puede esperar una obra mejor que Cien años de soledad o El amor en los tiempos del cólera. Creo que no. Si Gabo decidió no inventar más historias, sea porque desea vivir más la realidad, sea porque efectivamente esas personas tan orales del tropico ya no están o porque ya no desea simplemente, su imaginación ya nos ha regalado más de lo que podemos agradecer.

Lo afirmó en declaraciones a la prensa su agente literaria, Carmen Balcells, quien se encuentra de visita en Chile. Allí se reunirá con los miembros de la Fundación Pablo Neruda para digitalizar toda la obra del poeta chileno.

La fuente es muy cercana: Carmen Balcells, representante del Premio Nobel colombiano Gabriel García Márquez dijo, en una entrevista al diario chileno La Tercera, que está convencida de que Gabo "no volverá a escribir nunca más".
El dato no le es indiferente: esto, contó, le impactará en el plano empresarial porque para ella García Márquez "es un cliente que representa el 36,2 por ciento de su facturación". Aunque se sabe con son cercanos, Balcells suele decir que es reticente a considerar "amigos" a aquellos con quienes tiene un compromiso profesional.

El año pasado corrió la versión de que el Premio Nobel colombiano estaba escribiendo una nueva novela y hasta que ya tenía el título: En agosto nos vemos. Sin embargo, él mismo descartó seguir con ese proyecto. Carmen Balcells es una de las agentes más prestigiosas del mundo y entre sus clientes están, además de García Márquez, Mario Vargas Llosa e Isabel Allende.

De visita en Chile, Balcells contó al diario El Mercurio que proyecta digitalizar toda la obra del poeta chileno Pablo Neruda, de quien es única representante desde que ganó el Premio Nobel de literatura.La visita tiene como objetivo, justamente, entrevistarse personalmente con los miembros de la Fundación Pablo Neruda.

Balcells detalló que con la fundación que creó –Barcelona Latinitatis Patria– pretende "conseguir una conexión permanente con la Fundación Neruda, 24 horas al día, para que desde Barcelona se pueda consultar toda la biblioteca de Neruda, todos los libros digitalizados".

Esta idea introdujo algunos cambios. "El proyecto tenía tres patas: Barcelona, Guadalajara y Buenos Aires, pero recién ahora he decidido sustituir Buenos Aires por Santiago de Chile, donde tengo un acervo importantísimo de escritores, empezando por Neruda".

La representante dijo también que el proyecto tendrá fines de lucro: "De lucro mío, sí. Yo sólo tengo finalidad de lucro".Balcells manifestó que si de ella dependiera, empezaría a darle premios a Isabel Allende "no porque no han bajado sus ventas, sino para callar a todos esos idiotas que la atacan".

Fuente: Revista Ñ

sábado, 10 de enero de 2009

Hildebrandt y el silencio


César Hildebrantd da en el clavo. También nos despierta y activa nuestra indignación. ¿Qué está pasando en Gaza que nadie sale a protestar? ¿Por qué no se escucha a los intelectuales protestar, a todos? Será que este verano esta inmovilizando nuestra capacidad de ver más allá de la sentencia a Magaly Medina, los pases del fútbol peruano o una nueva decepción en las comisiones investigadoras del congreso. Allá, en el Medio Oriente, aunque es muy lejos, pasa algo. Y eso que pasa debe ser comentado por todos.


¿Y los intelectuales? ¿Dónde veranean? ¿En cuántos idiomas se callan? ¿O es que esperan el premio Jerusalén?

Y ese poeta borrachoso y alguna vez divertido que tiene la voz guarapera y desprecia a todos los que no se emborrachan y esnifan y jura que es el Guinsberg de la calle de las pizzas, ¿en qué cocina de Torre Tagle sirve y con qué bocaditos se atraganta?

Repúblicas del silencio, torres de jade, almas con sordina, viejos apolillados, jóvenes veletas, pendejos de todas las falanges:¿Dónde están que nadie los oye mientras los niños son troceados en Gaza?

¿Que esos niños están muy lejos y no nos conciernen?

Gaza está aquí nomás, a tiro de Al Jazeera: ustedes son los que están lejos.Además, valgan verdades, a ustedes ni los niños de Lima les conciernen.

Las becas Fullbright, las becas Guggenheim, las becaciones, las vacaciones, las contemplaciones: todo eso, muchachos, los ha sacado de la historia, los ha librado del dolor, los ha vuelto esa prosa oscura y fingidamente autista, esa poesía que se empeña en no decir nada y lo logra admirablemente, esa manera tan bien pagada de hacerse los cojudos.

De los viejos, digamos, hechas las excepciones tan escasas y visibles, no cabe esperar mucho. La mayor parte de ellos envidia a Pablo Macera, que se cansó de ser honesto y bailó para Fujimori mientras tramaba la pensión de la 20530 (diez mil trescientos soles que se lleva cada mes por haber estado sesenta días en el Congreso).

Los viejos empezaron a volverse incrédulos cuando ya nadie creía en ellos. Así pasa cuando la procesión va por dentro.

Pero, ¿y los jóvenes?Nadie dice que salgan a las calles y quemen banderas. Eso sí que puede estar pasado de moda.

¿Pero no pueden decir algo, escribir algo, balbucear algo, gritar un poco, enviar cartas, llorar por los niños de Gaza que son los mismos de Sabra y Chatila?

¿Y el señor Abugattás? ¿No es que era medio palestino? ¿Cómo están las exportaciones de textiles, señor Abugattás?

¿Y el señor Mufarech está de acuerdo con la ruleta de las balas israelíes? ¿O sólo hay tiempo para hacerse la cara de nuevo?

¿Y los Saba? ¿Tampoco tienen nada que decir? ¡Pues qué bien que lo dicen!Y así sucesivamente.

¿Es que en el Perú ya está la Fox News?

El silencio de la mayor parte de los periodistas tiene una explicación servil. Pero el silencio de los poetas y de las poetas, como se dice ahora, es un estruendo mudo, una afonía oportunista, una manera de congraciarse con lo peor.

En Gaza los niños son bombardeados.

En el Perú los niños pueden morir más despacio, en la cámara lenta de la tuberculosis y la anemia, caídos por el plomo de La Oroya.

En Gaza y en el Perú, en suma, los niños se mueren por causas evitables.Pero a los intelectuales eso no les importa.A los poetas y a las poetas no les importa.

A los novelistas que no han leído a Arguedas pero adoran a Bayly les importa menos.

A toda esa tribu la convencieron de que si su obra se metía con la realidad, entonces la realidad se metería con ellos y con ellas.

Y entonces nada de críticas arregladas en el dominical de “El Comercio”. Nada con la mafia malogradaza de los cuetos. Nada con postular a becas de los Estados Unidos, donde viven los faverón y despachan los viejos que el sistema desbravó hace un montón de años.

Por eso es que en mucho de lo que se publica, todo parece de cartón o mineralizado, abstracto hasta la desaparición del hombre, amoratado a golpes de evasión.

El sistema les dijo: no se contaminen y ellos no se contaminaron. Trabajan en quirófanos (donde opera el sistema).

Creen que si una rabia auténtica cruza por su prosa o tensa su poesía, entonces vendrán los viejos amaestrados en Texas y les dirán:-Hum, suena a poesía social y a populismo literario. Mala cosa.

Y entonces tendrán que guardar sus pasaportes y sus venias.

Por eso odian al pobre de Juan Gonzalo Rose, que amó tanto a los demás que su poesía parece un parque para enamorados, un asilo, un colegio que sirve de refugio, un templo de la cólera.

Y por todas estas razones estos muchachos creen que hablar de Gaza infecta y hablar de la pobreza impertérrita te vuelve anecdótico y hablar de las mentiras de la aldea global ensucia lo que debe parecer siempre aséptico y salido de un laboratorio de palabras.

¿Qué ensucia Gaza, en realidad?

No ensucia nada.

Porque la página en blanco –blanca como un mandil desinfectado- sigue en blanco después de ser llenada con esas frases que son como las buganvilias estériles y que están hechas para entusiasmar a los que creen que escribir es una manera de hacerse con un puesto en la cola de las visas.

Páginas que se quedan en blanco. Páginas en blanco que están más en blanco que nunca cuando son editadas (y aplaudidas por la crítica políticamente correcta).

Páginas blancas, pálidas de miedo.