"El rumor de las aguas mansas" (Lima, Peisa, 2013), segunda
novela de Christian Reynoso (Puno, 1978) ha llamado gratamente la atención de la crítica literaria. Eso se
infiere, de inmediato, de las notas y comentarios que se han escrito acerca de
ella desde su publicación.
En lo personal, he leído la novela con suma atención, y
reconozco que quedé rápidamente atrapado en la lectura. A pesar de sus 314 páginas, la leí casi de un tirón buscando descifrar –
como suele suceder en una buena novela - los enigmas que se habían planteado
desde muy temprano.
Ahora bien, hay un componente histórico que estimula el interés,
aun antes de iniciar la lectura. Me refiero a los lamentables
hechos sucedidos en abril de 2004 cuando una turba descontrolada asesinó
brutalmente al alcalde del distrito de Ilave, en la provincia de El Collao. Un
hecho que hizo reflexionar sobre cómo la
violencia– en este caso disfrazada de
justicia popular - sobrepasaba todos los límites hasta llegar a la más espantosa
barbarie. La noticia causó un impacto
estremecedor no solo en los habitantes
del departamento de Puno, sino, en general, en toda la comunidad peruana e
internacional. Sin embargo, y como suele suceder, la memoria de dicha tragedia se fue relegando hasta
perderse, al menos de la memoria general, mas no de la complicada
región de Puno, en donde los resentimientos y conflictos aún subsisten. Es en este contexto, en el que Christian Reynoso
decide desarrollar su novela.
No obstante, el mérito de la novela radica, precisamente, en
revivir un hecho dramático, pero sin convertir su libro en una crónica o trabajo
documental de corte periodístico. En “El rumor de las aguas mansas” hay una
trama que se entrelaza con el relato de aquellos infaustos hechos. Un escritor,
Bruno Giraldo, quien decide consolidar su relación amorosa con un joven veinte
años menor, Almudena, tiene
que alterar sus planes cuando un amigo cercano, el periodista Núñez – cuya vida corre peligro – le entrega
un sobre con documentos que contienen una investigación que revelaría los
pormenores de una conspiración que acabaría por propiciar, finalmente, el linchamiento del
alcalde Fernando Godoy. Dichos documentos desatan una sórdida e implacable persecución de quienes serían los directos
sospechosos y que obliga a Bruno,
Almudena y a un par de amigos a una huida que los irá alejando cada vez más. Por mientras, el
periodista Núñez desaparece. La persecución arrecia entonces y el asunto alcanza niveles
de suspenso cuando se descubre que, incluso, hay infiltrados entre los amigos
más insospechados.
La aventura se extiende a países como Bolivia, Paraguay,
Argentina, y ciudades como Lima, aunque
el eje desde el cual giran todas las locaciones seguirá siendo “Lago
Grande”. He aquí otro hecho interesante en la obra de Reynoso, quien – ya desde su novela "Febrero lujuria" e,
incluso, desde algunos cuentos anteriores – ha ido dándole forma a una ciudad
ficticia llamada, precisamente, “Lago Grande”; por supuesto, con una
innegable relación con la ciudad de
Puno. Pero, al igual que Juan Carlos Onetti con la ficticia Santa María,
Reynoso se desenvuelve con más soltura en una ciudad ficcional en donde sus
componentes no tienen, necesariamente, que mantener una fidelidad con la
realidad, aun cuando mantiene los vasos comunicantes con ella. En esta, su segunda novela, “Lago Grande” va
adquiriendo una mayor personalidad, un trazo que avizora toda una dimensión
plena en donde, probablemente, se desarrollen
sus nuevas historias.
Estructuralmente, la novela está divida en tres partes. Es
en la segunda parte, en donde la novela aborda el penoso asunto del
linchamiento del alcalde. El autor usa, de modo eficiente, un narrador omnisciente que se interna en la
mente de los personajes que están detrás
del asesinato del alcalde. Hay un cierto tono periodístico que le da dinamismo
a este capítulo. En el último capítulo, se cierran los hilos del misterio, usando
recursos eficientes como la entrevista con uno de los implicados.
Al terminar de leer la novela, y más allá de la certeza de
haber leído una estupenda novela muy bien contada, me ha quedado la certeza de
que en este país - de variadas culturas
y muchos resentimientos - hay todavía
mucho que resolver. Y si estas contradicciones no se remedian, la amenaza de un magma de violencia latente podría estallar ante
cualquier pinchazo social. En el mismo
título de la novela, “El rumor de las aguas mansas”, el autor deja en evidencia,
precisamente, lo anunciado: "Hay un
territorio inflamado bajo la apariencia
de aguas mansas".
Recomiendo plenamente la lectura de este novela, y felicito
a Christian Reynoso por un estupendo trabajo que deja muy en claro que la literatura peruana contemporánea
cuenta con escritores serios, disciplinados y
consolidados como Reynoso quien – según entiendo – ha decidido dedicarse plenamente a literatura.
Congratulaciones.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario