miércoles, 22 de septiembre de 2010

Cuento breve "Esclavitud"

ESCLAVITUD

Voy a morirme esta misma tarde, nos dijo, y después, asumió ese gesto imperturbable que ya le conocíamos hasta el cansancio. ¿En verdad lo crees?, le preguntamos, y él, sin la piedad de una mirada, apenas si movió la cabeza afirmativamente. No te mueras, padre, por favor, por esta vez renuncia a tus antojos. Sin embargo, él guardó un silencio inescrutable que nos apabulló como siempre.

La hora del almuerzo transcurrió silenciosa. La luz del sol matutino se filtró por entre los pliegues de las cortinas mal cerradas. Odiosamente apacible, nuestro padre estuvo bebiendo su café, como siempre, después del almuerzo.

Pareciera que todo es una mentira como otras tantas, renegó en voz baja un hermano. En verdad, hubiéramos querido que así fuera, porque a pesar de todo, sabíamos que él nos haría falta desde el mismo comienzo de su ausencia. Un retrato suyo colgaba de una pared: los pómulos rosados, el bigote pequeño y bien definido, el rostro de hombre bueno. ¿Cómo hacen los que retocan las fotografías para esconder a los demonios? ¿Qué haríamos sin él?

Cuando dieron las seis de la tarde y él seguía allí, igual que tantas otras tardes, con su presencia de domador, leyendo las hojas sueltas de un periódico, creímos que todo había sido una burla más. Calma, nos dijo entonces, he dicho que voy a morir y así será, sólo es cuestión de que alguno de ustedes se decida.

A las siete de la noche y cuando ya ninguno de nosotros sabía el paradero de los demás, entendimos, claramente, que el dominio de él aún no había terminado.

No hay comentarios.: