viernes, 12 de septiembre de 2008

11 DE SETIEMBRE, FECHA FATÍDICA






LO QUE NO SE DEBE OLVIDAR

Un once de setiembre, de hace siete años, tuvimos que ser testigos de un asesinato masivo y, por supuesto demencial. Dos aviones colmados de pasajeros fueron estrellados en el World Trade Center de Manhattan. Quienes pudimos ver por la televisión las escalofriantes imágenes de los aviones que chocaban contra las torres gemelas demoramos un buen rato para comprender la verdadera dimensión de la tragedia. Minutos más, minutos menos aparecieron las imágenes de catástrofe en las instalaciones del Pentágono norteamericano y, quizás por entonces, algunas mentes más lúcidas y rápidas señalaban que las cosas en el mundo iban a cambiar e iban a descender un peldaño más en su barbarie.
Yo dictaba clases esa mañana. Busqué a mi mujer, que por esa época trabajaba conmigo, para contarle lo que estaba sucediendo y recuerdo que no encontraba las palabras para decirle que aquello era más horroroso de lo que se podía ver en la televisión. Había miles de personas siendo asesinadas sin tener más culpa que vivir en el territorio de los poderosos. Pero, claro, las imágenes llegaban por la televisión y de esa pantalla habían salido tantas imágenes de fantasía que para muchos ya casi no había diferencia entre una y otra. Solo cuando fueron pasando las horas, los que no éramos parte directa de la tragedia comenzamos a entender la proyección de la barbarie. El once de setiembre quedaría anotado en la historia con un relieve de dolor sangriento.
Ahora bien, Gustavo Faverón, desde su blog Puente Aéreo, tiene el tino de anotar que un once de setiembre, pero de hace 35 años, también hubo un acto de barbarie en Chile cuando un golpe de estado del ejercito de ese país, en confabulación con autoridades norteamericanas (eso ahora totalmente confirmado por los americanos mismos), asesinó al presidente Allende e inició una de las más horrendas masacres contra quienes habían simpatizado con el gobierno derrotado. En este caso, también fueron miles los hombres y las mujeres asesinados. Soy testigo de que aún hay gente en Chile que se estremece hasta el espanto cuando recuerda los estampidos de los fusiles matando gente en el Estadio de ese país, toda la noche, en una masacre interminable. Por supuesto que los años han pasado, y el pueblo de Chile ha decidido seguir para adelante y ha logrado sobrevivir al resentimiento y el odio para construir su futuro; pero sin olvidar la terrible experiencia para que no se vuelva a repetir.
Comparto totalmente con Faverón, desde mi elemental condición de ciudadano, y con todos aquellos que piensan que es inaudito querer relacionar ambos hechos como una lógica consecuencia; es decir, que la tragedia de hace siete no ha sido si no la venganza histórica de los sucedido 35 años antes en el sur de América. De alguna manera es embarrarse con el mismo fango. Dar a entender que la muerte de los inocentes se justifica si es que la trascendencia de los hechos lo amerita. Ese es pues, el círculo vicioso en el que vivimos entrampados eternamente. Por ese camino se llega fácil al crimen consagrado siempre y cuando lo justifique la coyuntura histórica.
Enhebrado como un eslabón en medio de los demás cortos...: nos recuerda los crímenes cometidos o apoyados por gobiernos norteamericanos a lo largo del siglo pasado. Lamentablemente, sin embargo, también parece querer colocar en dos platos de una misma balanza la dos violencias asesinas, como si una se justificara en la otra, como si una fuera consecuencia de la otra y, por tanto, acaso, menos horrorosa o menos despreciable. El mensaje apenas velado: los Estados Unidos recibieron una cucharada de su propia medicina. No es un fenómeno extraño. Es de hecho otra cara de una vieja moneda: la que critica los crímenes del adversario pero pasa por alto criticar los crímenes del aliado. Podemos observarlo en los seculares enfrentamientos de izquierda y derecha en todo el mundo: hay quienes recuerdan los crímenes de Pinochet pero justifican los de Castro o Guevara y quienes acusan a éstos últimos pero pasan por alto los delitos de Pinochet; hay quienes acusan a las Fuerzas Armadas peruanas de genocidio en la guerra antiterrorista pero llaman a los crímenes de Sendero Luminoso simples "excesos" y quienes enumeran los asesinatos de Sendero Luminoso pero encuentran justificables y necesarios los de las Fuerzas Armadas.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

AUNQUE ES VERDAD QUE FUE UN CRIMEN TAN CRUEL COMO TODO ASESINATO EN MASA, LOS AMERICANOS RECIBIERON UNA MUESTRA DE LO QUE SIGNIFICA LLEVAR EL TERROR A OTROS TERRITORIOS...VIETMAN, COREA, GRANADA, AFGANISTA... POR FAVOR, NO TIENES QUE SER EL DALAI LAMA

Anónimo dijo...

Los americanos se merecerían mucho mas que lo de las torres gemelas. La carniceria que han hecho se comprendera con los años. no puedes ser tan benevolente

Anónimo dijo...

NI OLVIDO NI PERDON

Anónimo dijo...

A veces no debería comentarse lo que no se conoce. No que la violencia en su sentido total anotada por el dueño del blog no ha sido entendida por los que ponen su comentario. Le pregunto al dueño del blog por que no anula algunos comentarios absurdos que rebajan la calidad. o es que tambien le parece que eso da pubblidad

EfeR Soto dijo...

Richar Primo Silva.

bien. te explico el asunto.
SOMOS UN GRUPO DE ESTUDIANTES DE PERIODISMO QUE ESTAMOS REALIZANDO UN PROGRAMA CULTURAL... QUEREMOS INVITARTE AL PROGRAMA QUE ES ESTE LUNES A LAS 7.30 PM.

RESPONDEME.
GRACIAS...