EL RETORNO DEL ESPAÑOL
A LAS FILIPINAS
La lengua castellana mancomuna a más veinte países, aparte de enormes comunidades que mantienen vigente a la lengua de Cervantes en lugares tan opuestos como el norte de África así como en Estados Unidos de Norteamérica, este último con un marcado avance cultural y demográfico de la comunidad castellana.
Por supuesto que todavía subsiste la nostalgia por aquellas lenguas amerindias que van diluyéndose en el panorama de una América latina de rostro cada vez más castizo. El castellano es la lengua que actualmente integra a más de quinientos millones de habitantes de esta tierra y su progresión se reconoce como una fortaleza en el intrincado mundo contemporáneo de la globalización; pero ese es otro asunto que escapa de la intención de este post. La noticia que quería remarcar es que la lengua castellana ha regresado a la oficialidad en Filipinas.
Por supuesto que todavía subsiste la nostalgia por aquellas lenguas amerindias que van diluyéndose en el panorama de una América latina de rostro cada vez más castizo. El castellano es la lengua que actualmente integra a más de quinientos millones de habitantes de esta tierra y su progresión se reconoce como una fortaleza en el intrincado mundo contemporáneo de la globalización; pero ese es otro asunto que escapa de la intención de este post. La noticia que quería remarcar es que la lengua castellana ha regresado a la oficialidad en Filipinas.
La presidenta Gloria Macapagal Arroyo anuncia que el español como acto de habla y escritura regresará a Filipinas a través de la enseñanza escolar y con el apoyo del mismo Estado asiático. La nota dice, en tono vehemente, que vuelve la lengua de Cervantes de donde nunca debió irse pues, no obstante su proscripción por los norteamericanos durante casi cuarenta años desde el inicio del siglo XX y su marginalidad provocada desde la independencia del archipiélago en 1946. Lo cierto es que en ese período el español permaneció como parte de la cultura hispanolatina universal en el alma de ese pueblo en el oriente extremo. Ese es el cordón umbilical que une a los filipinos con los iberoamericanos en el inicio de este siglo XXI y allí reside también toda la importancia de la lengua castellana para la presencia y expansión cultural y comercial en curso de los latinoamericanos en el Asia.
En otro párrafo de la nota se comenta que la jefa del Ejecutivo de Manila había dado órdenes al ministerio de educación de su país para que se dispusieran medidas dirigidas a "promover la enseñanza del español en las escuelas e instituciones de educación" en los distintos niveles y modalidades de preparación formal.
La lengua española fue proscrita por la autoridad norteamericana que puso punto final al Imperio en el Pacífico y el Caribe, en 1898. Desde principios del siglo XX y hasta la ocupación japonesa durante la Segunda Guerra Mundial, el uso de la lengua ibérica fue una forma de resistencia a la presencia de los Estados Unidos en las islas. En la segunda mitad del siglo, posterior a la derrota del Japón y su corta presencia en Filipinas, el uso del español declinó de manera vertical con la voluntad indirecta, o abierta, de la nueva élite filipina, ya educada en inglés. No obstante, siguió siendo una de las tres lenguas oficiales del país hasta la década de los años 70, cuando el gobierno de Ferdinando Marcos la marginó como forma de expresión del Estado. Después, en 1987, la presidenta Corazón Aquino, mediante reforma constitucional, desplazó al español de la educación formal.
De otro lado, como para reforzar la intensidad de este hecheo, se recuerda que en el año 2005, el Brasil introdujo la obligatoriedad de la enseñanza del castellano en todo el espectro educativo lo que agregaría otros doscientos millones de hablantes. Asimismo, Puerto Rico nunca dejó de hablar y expresar su universo vital en lengua hispana, aun cuando desde 1898 hasta hoy, siguió como en Filipinas con imposición del inglés.
Aunque en el caso de la isla caribeña se mantuvo el vínculo de soberanía con los Estados Unidos, lo cierto es que los portorriqueños jamás han aceptado reemplazar al español por el inglés y mantienen a este último como una herramienta de apoyo y trabajo que amplía las posibilidades de la gente en términos de relación global, sin sacrificio del español para el uso diario, político y cultural.
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