Esta semana tuve la oportunidad de ver la obra de
teatro “Nosotros los burócratas”. Obra escrita por la dramaturga y actriz, Delfina Paredes, y que
fue premiada en 1980, en el Primer Premio del Concurso Nacional
de Obras de Teatro, organizado por el Teatro Universitario de San Marcos (TUSM). En ese
momento, por lo que entiendo, el concurso
más importante del país. Sin embargo, por extrañas
circunstancias, la obra recién ha sido llevada
a escena este año, bajo la dirección de Martín Velásquez, quien es, precisamente, nieto de
la dramaturga
¿Cómo así, una obra premiada y – de paso – escrita por
una de las actrices más emblemáticas del teatro nacional queda en el olvido por
tanto años?
En fin, al
margen de estas sinrazones – que
probablemente merezcan una nota aparte - la obra
teatral viene dejando una muy buena impresión en el público.
Nosotros los burócratas, cuenta
cómo un grupo de teatro de un Ministerio Público decide representar su vida
laboral. Sin embargo, el drama se acrecienta
porque, precisamente, todo se lleva a cabo en el crucial día en el que saldrá publicada una implacable y generalizada
lista de despidos de empleados públicos,
como parte de una política de reorganización del Estado. Hay, pues, una espada de Damocles pendiendo
sobre la cabeza de los funcionarios. Al menos eso se infiere del desarrollo de
la obra.
Ahora bien, la obra – como las
cajas chinas – tiene varios niveles narrativos porque, de pronto, y con un
artilugio teatral que me hizo recordar a Luigi de Pirandello, dramaturgo
italiano de gran trascendencia, se
conecta con el público y propone una improvisación que nos lleva a la vida y
problemas familiares de aquellos aficionados actores y burócratas amenazados
por el despido. Los sueños y las
aspiraciones personales de cada uno, empleados supeditados a los intereses
políticos de algún gobierno de turno, podrían quedar frustrados. Un acertado reflejo
de la precaria situación económica, la inseguridad laboral y el incierto futuro
que se vivió en el Perú de aquellos años cuando fue escrita la obra y que, por
lo visto, no ha cambiado gran cosa en lo referente a la oficinas e
instituciones públicas.
Cuando la obra se acerca al
final, el interés por saber quiénes serán los despedidos está al tope. La tensión
no solo incluye a los actores-empleados, sino al propio público, que ya ha sido comprendido en
la obra. En mi opinión, ese es uno de sus mayores logros.
Aun cuando hay momentos en
los que gana el discurso típico del teatro de denuncia, una marca indeleble de
la dramaturgia de aquellos tiempos, pero que, desde mi punto de vista, es un
excedente explicativo que sobrecarga una historia.
No obstante, la obra es coherente con la línea de
teatro que ha caracterizado a la siempre respetable y talentosa
Delfina Paredes, y eso sí que es
encomiable. “Nosotros los burócratas” es una obra que vale la pena ver.
Va de jueves a domingo a la 8pm, todo el mes de mayo,
en la ya mítica sala de la triple AAA (Jr. Ica 323, Cercado de Lima)
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