Recién esta semana pude asistir a la presentación de esta intensa pieza de teatro escrita por Mariana. Pues bien, se ha ratificado la buena impresión que tuve de su trabajo cuando asistí a la presentación de "El lenguaje de la sirenas".
Tomé un par de fotos, pero salieron muy mal. Tampoco pude hablar con Mariana pues, fiel a su sencillez y discreción, se retiró unos momentos antes entre la bruma del ahora Miraflores invernal.
No obstante, acabo de encontrar un artículo escrito por Renato Cisneros, para La República, que expresa hábilmente la sensación que deja esta obra.
Mis felicitaciones, una vez más a Mariana de Althaus, tanto por su obra como por su libros, y los invito a leer el artículo de Renato Cisneros cuando puedan.
Atención, aún hay tiempo de verla hasta el 26 de mayo. Por supuesto, en el acogedor "Campo Abierto" de Recavarren, Miraflores.
Copio un fragmento del mencionado artículo:
Lo que vemos es un episodio tenso, angustiante, donde una pareja de hermanos y su padre se empeñan en superar viejas rencillas y cruzar la enorme, pantanosa frontera que existe entre el rencor y la reconciliación. Y aunque la situación que se nos narra es en el fondo penosa, cruda, hiriente, la directora huye del dramatismo con brochazos de un humor negro y corrosivo, subrayando el matiz tragicómico de que suelen estar impregnados los conflictos que sostenemos con quienes nos quieren más.
En varios pasajes, esos giros sarcásticos me aliviaron el esfuerzo de disimular las lágrimas. ¿Por qué lloraba? Varias razones. Porque algo de la reciedumbre de mi padre está en Leonardo, el personaje que tan magistralmente compone Gustavo Bueno; porque los incurables devaneos sentimentales de mi hermana están en los vehementes monólogos de Edurne; porque en el solitario y sabio Puli vi contenido a mi sabio y solitario hermano menor, tan dado a establecer iluminadas interpretaciones de la realidad; porque yo mismo he sido varias veces como el asmático Pavel, inseguro, gallina, incapaz de resolver crisis domésticas cuando faltaba alguien que tomara el mando; y porque mi madre tiene no solo el pragmatismo de Paula sino también su vocación optimista.
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