Para ser una mujer de quince años, Valeria había solucionado muy bien el no sentir remordimientos cada vez que miraba a su rival sentada en la última carpeta del salón. Un par de conversaciones sutiles en el receso, unas cuantas miradas y otros desplantes habían hecho de su rival un animalejo asustadizo. Semejante a una bestia inconforme, Valeria se acercaba a ella, la rodeaba, llamaba a un par de compañeras y hablaban sin dirigirle la palabra. Esa acción la hacía sentirse saciada, poderosa, aguda. Podía notar cada movimiento de su rival y descifraba en ellos el peso de su decisión, pues lo que hacía la víctima era inevitable: mover incontrolablemente una de sus piernas, mirar el vacío, fingir leer, pausar su respiración hasta volver los jadeos inconstantes, evitar el sollozo o detener el abismarse en un grito. Entonces, alguien preguntaba si ya era suficiente, si tres semanas de ostracismo enseñaba a la rival a no subir las cuestas de Valeria ni abrigarse en su nombre para no morir en lo gélido de su identidad.
- No era suficiente con una semana.
- Ni con dos, me has escuchado, ni con dos meses. No la miren, sigamos hablando –y los ojos de Valeria se inyectaban de rabia, su labio temblaba.
Así había solucionado el trance de la piedad: con frases calibradas y tonos ásperos. Cortaba la compasión con nuevas historias o con nuevos secretos de la rival. Y el grupo se alineaba, renovaba el ánimo y se convocaba muy cerca de la víctima para conversar, reírse, celebrar sin miramientos. Entonces la víctima se hartaba, salía de su carpeta y cruzaba todo el salón hasta protegerse en la ventana, solo pensando arribar a ese espacio para darse aire. Pero Valeria hacía callar al grupo para que el camino de su víctima sea silencioso, áspero, acechado de vacíos. La rival sabía que era inevitable ese silencio; ineludible, esas miradas escudriñar todo movimiento para volver la distancia titánica y el esfuerzo por llegar a ese nuevo refugio, inútil. Valeria era sabia para su edad. Sabia porque al rival se le dejaba un espacio por donde escapar, sabia porque ese espacio era vital para que no luchara con todas sus armas como un animal enjaulado. Así se anticipaba a los llantos, a los gritos, incluso a las agresiones. Pero esa huida debía ser vigilada con arrogancia para que palpe el poder, ese extraño poder que saboreaba Valeria desde el círculo donde se encontraba satisfecha.
- Parece que va a llorar. Mejor no la miramos, Valeria.
- Un minuto más.
- Un minuto es una eternidad, Valeria. Es demasiado.
- Está bien.
Y esa piedad era fingida, calculada según la condición psicológica de la víctima y la reacción de ese grupo que la seguía con una lealtad ondulante, pero lealtad que ahora poseía sin concesiones. Valeria la piadosa, eso pensaban, Valeria la justa y esa idea la hacía divagar: debía dejarla escapar, escuchar a sus subalternas, seguir sus intuiciones, retomar el castigo sin piedad. Para eso ya el círculo se había disuelto al sonar el timbre. La víctima parecía sonreír al sujetar su mochila y sacar sus audífonos. Guardó sus últimos libros, esperó que todas salieran y subió al máximo el volumen de la música. Cuando cruzó la puerta, todo fue una caída. Valeria la esperaba sola. Sola la había hecho caer, y sola se había aproximado muy cerca de su cara y sacado los audífonos y sola se reía: “Mañana va a ser peor, Ariana”.
lunes, 11 de septiembre de 2006
"Tú serás Cortez"
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5 comentarios:
olass
es un cuento o la primera parte de un cuento?? tal vez podria responderme esa pregunta
el kuento tiene contiuacion
si es asi continueenla
Cortez no es con s???
es una de las tantas historias q pasan con las chicas estoy segura si usted hubiera sido mujer tendria mucho q contar de su experiencia personales.
A mi entender es un relato corto y bien estructurado. Deja en todo momento la ingonita: ¿Por qué son rivales? ¿talvez son hermanas? ¿son lesbianas? ¿Quieren al mismo hombre?. Toda esa atmosfera que rodea a las adolescentes en un mar de sentimientos confusos las hace proximas a un desenlace fatal: "mañana sera peor". Toda adoleccencia futura es un "mañana peor".
Este es un relato esclarece el transfondo de una opinión que me había formado desde que pase por esa edad. Y ahora mejor lo comprendo, desde luego. Mis felicitaciones por el relato.
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