sábado, 6 de octubre de 2012

DESCANSA EN PAZ, ANTONIO CISNEROS





Expreso mi más profunda pena por la partida de Antonio Cisneros.  Se sabía que estaba enfermo, pero no se esperaba que la muerte lo visitara tan pronto. Nada se puede hacer contra ella, pero - con el mayor cariño y respeto - se puede recordar al poeta de la única manera posible: releyendo la poesía que nos ha heredado; una poesía  con una óptica irónica - como ha dicho Ricardo Gonzales Vigil -, pero con los pies en tierra. Que descanse en paz.

ANTES QUE EL OLVIDOS NOS

Lo que quiero recordar es una calle. Calle que nombro por no
nombrar el tambo de Gabriel
y el pampón de los perros y el pozo seco de Clara
Vallarino y la higuera del diablo.
Y quiero recordarla antes que se hunda en todas las memorias
así como se hundió bajo la arena del gobierno de Odría
 en el año 50.
Los viejos que jugaban dominó ya no eran ni recuerdo.
Nadie jugaba y nadie se apuraba en esa calle, ni aun los
remolinos del terral pesados como piedras.
Ya no había hacia dónde salir ni adonde entrar.
La neblina o el sol eran de arena.
Apenas los muchachos y los perros corríamos tras el camión
azul del abuelo de Celia.
El camión de agua dulce, con sus cilindros altos de Castrol.
Yo pisé entonces una botella rota. Los muchachos (tal vez) se
convirtieron en estatuas de sal.
Los perros (pobres perros) fueron muertos por el guardián de la
Urbanizadora.
Y la Urbanizadora tenía unos tractores amarillos y puso los
cordeles y nombró como calles las tierras que nosotros no
habíamos nombrado.
(También son sólo olvido.)

Lo que quiero recordar es una calle. No sé ni para qué.

Crónica del niño Jesús de Chilca.  México, 1982

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