lunes, 2 de octubre de 2006

ARTÍCULO





¿Quién no recuerda los percentiles ortográficos colegiales para practicar hasta el hartazgo aquello de las tildes? ¿Quién no recuerda a la profesora - en mi caso, una bella profesora - que hablaba de la importancia de colocar la tilde en su lugar porque, después de todo no era igual decir: eres una gran pérdida para mí que eres una gran perdida para mí? Ese viejo ejemplo, que aún uso en mis clases, (captaste el humor, ¿cierto?, sino tienes problemas con la tilde) nos hacía reír y con eso, mi linda profesora se ganaba por un rato nuestra atención. Ha pasado mucha agua por debajo del puente desde que Nebrija escribió la primera gramática castellana allá por 1492 ("Gramática de la lengua castellana", Salamanca, agosto de 1492), y la tilde sigue peleando por ganarase el respeto de los estudiantes.
Según la página castellano.org, la palabra tilde tiene tres significados en nuestra lengua: a) cualquier signo que se ponga sobre las letras para modificarlas, tales como la virgulilla que ponemos sobre la eñe, el acento agudo del español, el grave de los franceses y el circunflejo que, a modo de sombrerito, se pone sobre algunas vocales en francés y en portugués. Entran también en esta acepción la diéresis sobre la ü, que compartimos con el portugués y el alemán, entre otros idiomas; la que en muchas lenguas europeas se pone sobre la ö y la ä; y la cedilla que se pone por debajo de la c, al menos en francés y en portugués; b) también significa ´cosa de poca importancia´, ´bagatela´ y c) se usa con el sentido de ´tacha´ o ´mancha denigrante´,
Como sea la etimología de esta palabra, que ahora coloco para justificar un buen enlace con los señores de www.castellano.org, (quienes te envían gratis la etimología de muchas palabras a tu correo), lo que hay reiterar es que - efectivamente - en nuestra lengua, el mal manejo de la tilde cambia el sentido de nuestro mensaje. Por ejemplo, yo habito con gente que tiene el mal hábito de no tildar "habitó" cuando se trata de una aguda es otro caso que se me ocurre para graficar que las omisiones de tildación empobrecen nuestros texto y que muchos escritores suponen, equivocadamente, que esa no es su labor sino la de los correctores de estilo. Por allí leí alguna que vez que un error de forma es una error de creatividad. Vamos, si no nos acordamos de las viejas recomendaciones de tildación, busquemos un manual.

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