Hoy se cumple 50 años de la publicación del estupendo poemario de Blanca Varela Ese puerto existe. Es una gran oportunidad para volver a su poesía limpia en imágenes y sin más pretensiones retóricas que la palabra justa.
(Tomado de Perú.21) “Pero, Octavio, ese puerto existe”. Así nació el nombre del primer poemario de Blanca Varela. Octavio Paz, el gran poeta mexicano, no estaba de acuerdo con el nombre elegido por Varela (Puerto Supe) para su libro. Ante estos reparos, la poeta le respondió aquella frase. Paz, siempre genial, le dijo: “Allí tienes el nombre de tu libro”. Así halló título uno de los volúmenes de versos más importantes de nuestras letras: Ese puerto existe cumple, este año, cinco décadas de hondura poética.
Y, aunque el nombre no le haya gustado a Paz, la potencia del poema Puerto Supe, como bien señala Marco Martos en el ensayo que le dedica a Varela y a su obra en el último número de Libros & Artes, la excelente revista de la BNP, “llega intacta hasta nosotros. Varela es poeta de la tierra y, sobre todo, de las cavernas (...). Es una poeta que excava en sus entrañas y que establece un curioso contraste entre una dicción límpida y el sentimiento exacerbado de estar arrojada en el mundo”.
Varela, durante varios años esposa del pintor Fernando de Szyszlo, pertenece a nuestra mejor generación poética –la del 50–, a la que también están adscritos Romualdo, Delgado, Eielson, Sologuren, Salazar Bondy y el ‘sobreviviente’ Carlos Germán Belli. La obra de Blanca –breve y profunda– no desentona ante estos virtuosos de la palabra. Hoy, que está sumida en su mundo interior, nos quedan sus versos para conocer su valor. Debemos leerla.
Y, aunque el nombre no le haya gustado a Paz, la potencia del poema Puerto Supe, como bien señala Marco Martos en el ensayo que le dedica a Varela y a su obra en el último número de Libros & Artes, la excelente revista de la BNP, “llega intacta hasta nosotros. Varela es poeta de la tierra y, sobre todo, de las cavernas (...). Es una poeta que excava en sus entrañas y que establece un curioso contraste entre una dicción límpida y el sentimiento exacerbado de estar arrojada en el mundo”.
Varela, durante varios años esposa del pintor Fernando de Szyszlo, pertenece a nuestra mejor generación poética –la del 50–, a la que también están adscritos Romualdo, Delgado, Eielson, Sologuren, Salazar Bondy y el ‘sobreviviente’ Carlos Germán Belli. La obra de Blanca –breve y profunda– no desentona ante estos virtuosos de la palabra. Hoy, que está sumida en su mundo interior, nos quedan sus versos para conocer su valor. Debemos leerla.
1 comentario:
A pesar de que Blanca Valera es una gran poetisa, para muchos es dificil relacionarse con su obra, y con la obra de su generacion sobre todo los jovenes de ahora q poco a poco comienzan a perder su sensibilidad. Solo queda esperar que unos cuantos levanten las miradas y encruenten el sentido a las palbras de esta gran mujer.
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