QUE 2009 SEA UN MEJOR AÑO PARA TODOS LOS QUE QUIERAN VIVIRLO ASÍ
martes, 30 de diciembre de 2008
EL ESCRIBIDOR LES DESEA UN BUEN AÑO 2009
QUE 2009 SEA UN MEJOR AÑO PARA TODOS LOS QUE QUIERAN VIVIRLO ASÍ
domingo, 28 de diciembre de 2008
Recuentos 2008: Teatro
Entre las producciones locales que más nos entusiasmaron podemos citar el proyecto del director Jorge Castro de contar historias que no llevaban a ninguna parte. "No pasa nada" (Ccpucp) fue un personal montaje que nos recordó que siempre vale la pena olvidar a Aristóteles. Asimismo, divertido como texto y brillante en lo actoral, "Efímero" (Biblioteca Municipal de San Isidro), obra escrita y dirigida por Mariana de Althaus, puso a un excelente trío formado por Alejandra Guerra, Denise Arregui y Lita Baluarte a buscar a un gato para descubrir las razones de la soledad y la tristeza femenina.
Pero si hay que elegir, quien gana por audacia y madurez es Mateo Chiarella, autor y director de "Il Duce", historia en dos actos sobre el ascenso, el auge y la caída de Mussolini (Teatro Británico). Una historia contada con pulso y oficio. Ambicioso fresco en el que circulan, además, Hitler, Vittorio Emanuele III o el papa Pío XII. Una rara avis de la dramaturgia local que debe celebrarse.
En lo que a creación colectiva respecta, Yuyachkani ofreció "El último ensayo", en que un grupo de músicos envidiosos prepara en un cine abandonado un homenaje para una de nuestras mayores divas. Ima Súmac es la gran excusa para contar historias paralelas: la del propio grupo, la de la diva y la del Perú en el siglo XX, desde una perspectiva lúdica, sensorial y fragmentada.
Por su parte, para Mario Delgado y el grupo Cuatrotablas, la celebración institucional de sus 30 años coincidió con un nuevo encuentro internacional en Ayacucho, oportunidad para una reflexión que seguro marcará sus próximos espectáculos. La fiesta contó con la presencia del maestro Eugenio Barba y el Odin Teatret, quienes también pasaron por Lima para ofrecer presentaciones y conferencias. También de aniversario, Carlos Cueva y La Otra Orilla (LOT) celebraron 10 años de creación experimental, defendiendo los fueros de la performance como uno de los más estimulantes motores de la escena local.
DRAMAS Y COMEDIAS
El año teatral comenzó con el estreno de la esperada pieza escrita por Mario Vargas Llosa "Al pie del Támesis", que Luis Peirano llevó a escena en el Teatro Británico. La historia de dos amigos miraflorinos que se encuentran en el hotel Savoy para revelarse misterios que estuvieron guardados durante décadas, en que el más evidente es el cambio de sexo de uno de ellos, fue la anécdota de un montaje difícil, interpretado en un solo acto por Alberto Ísola y Bertha Pancorvo. Una obra sobre los sentimientos y las fantasías ligados a la identidad sexual, que reeditó viejas obsesiones y técnicas dramatúrgicas de nuestro laureado escritor.
El cineasta Francisco Lombardi nos ofreció en el Ccpucp uno de los montajes más atractivos: llevando las matemáticas al frío jardín de las familias disfuncionales, "La prueba", de David Auburn, le dio a la actriz Wendy Vásquez la oportunidad de brillar como torturada genio del cálculo al lado de Carlos Gassols, Vanessa Saba y Diego Lombardi.
Otros montajes para destacar: "No te preocupes, Ojos Azules", del mexicano Sergio Zurita, dirigido por Alberto Ísola (biblioteca de San Isidro), sobre el improbable encuentro entre Frank Sinatra y Kurt Cobain; "Ese extraño animal", de Gabriel Arout, dirigida por Ruth Escudero (Alianza Francesa); "En la cama", desenfadado y lúcido texto del joven autor argentino José María Muscari, dirigida y protagonizada por Osvaldo Cattone (Marsano); "Amadeus", la célebre obra del inglés Peter Shaffer dirigida por un conocedor de la música y sus demonios como Jorge Chiarella (Británico), y "Arsénico y encaje antiguo", comedia de Joseph Kesselring llevada a escena por David Carrillo (teatro Mario Vargas Llosa).
Por cierto, el gran cierre de La Plaza-ISIL quedó en manos de la directora Chela de Ferrari, con "El beso de la mujer araña", novela de Manuel Puig adaptada al teatro por el propio autor argentino. La crítica celebró este montaje por abordar con precisión y sin sentimentalismo una obra que descansa en la opresión de dos víctimas del sistema.
MUSICALES
Lo más ambicioso que este año pudo verse en este demandante género lo produjo Denisse Dibós al adaptar bajo la dirección de Mateo Chiarella "Don Quijote de la Mancha", en el (teatro Segura). Diego Bertie se vistió con la armadura del caballero de la triste figura e hizo creíble su balanceo entre la realidad y la locura del personaje. Igualmente protagonizada por Bertie, también resultó exitosa "Una gran comedia romana" (Teatro Peruano-Japonés), comedia 'made in' Broadway dirigido por Juan Carlos Fisher, sin duda el más eficaz director de su generación. Prueba de ello fueron dos obras notables para abrir y cerrar el 2008: "El teniente de Inishmore" (La Plaza-ISIL), violenta comedia del británico Martin McDonagh que con terrible humor negro echa una mirada al abismo de la locura, y "En casa/En Kabul", de Tony Kushner (Alianza Francesa), drama ubicado en la Afganistán de 1998, en la que Jimena Lindo y Norma Martínez componen una madre y una hija cercadas por la insania. Notable.
CLÁSICOS
Un clásico inédito en Lima fue "El mentiroso", brillante oportunidad para redescubrir al padre de la comedia realista italiana, Carlo Goldoni. Dirigida por Giovani Ciccia, su desfile de arlequines, doctores, payasos y bellas colombinas nos llevó a la magnífica y decadente Venecia del siglo XVIII, y calentó la platea del teatro Mario Vargas Llosa, ya consolidado dentro del circuito escénico de la ciudad.
Asimismo, con la militancia de la directora Miriam Reátegui, el clásico español "Don Juan Tenorio" se reeditó por quinto año consecutivo en el cementerio Presbítero Maestro y ya puede hablarse de una nueva tradición no solo del Día de Difuntos, sino también para todo el mes de presentaciones.
Sin duda, un año en el que hubo lugar para todos los géneros. Incluso hasta el legendario Roberto Gómez Bolaños, Chespirito, participó en la fiesta con su montaje cómico "11 y 12", aunque algunas glorias locales de nuestras tablas se resintieron por el excesivo aplauso al bufón mexicano. Es que no le tienen paciencia.
Fuente: elcomercio.com.pe
Recuentos 2008: Literatura
El suceso literario del año, de repercusión inusitada en la prensa y en la blogósfera, fue una obra inclasificable, poética y narrativa simultáneamente: "Bombardero" de César Gutiérrez. Rechazado por numerosos sellos editoriales, el libro tuvo que ser financiado por el propio autor, bajo el sello Tomahawk; dada su repercusión inmediata, la editorial Norma, con magníficos reflejos, convenció a Gutiérrez para sacarlo en tres tomos, lanzando el primero de ellos este año. Estamos ante un gran mural de la humanidad post-Hiroshima y, sobre todo, post-11 de setiembre.
HOMENAJES
Mario Vargas Llosa fue homenajeado como nunca en nuestro país mediante actividades organizadas por la Universidad Católica: exposición "MVLL: la libertad y la vida", fuente del hermoso libro homónimo editado por la Pucp y Planeta; presidente del jurado del Encuentro El Cine y doctorado honoris causa. Además, MVLL visitó la Feria Internacional del Libro limeña, con motivo de la presentación de "Las guerras de este mundo: Sociedad, poder y ficción en la obra de MVLL" (U. Católica y Planeta). Este año vargasllosiano también contó con el estreno teatral de "Al pie del Támesis" (Alfaguara) y la publicación de su ensayo "El viaje a la ficción: El mundo de Juan Carlos Onetti" (Alfaguara).
Mención aparte reclama la resonancia de Manuel Scorza a un cuarto de siglo de su trágico final. Una editorial argentina anunció que publicará todas sus obras; aunque ha suscitado litigio, consignemos que la U. Alas Peruanas lanzó la Biblioteca Manuel Scorza (y ahí un tomo con material disperso o novedoso: "Homenaje a la palabra").
En contraste, apenas se conmemoró el centenario de Martín Adán, uno de nuestros poetas principales. Más repercusión generaron los 70 años de la muerte de Vallejo (simposio en Nueva York, homenaje en la Feria de Libro de México DF, número especial de la revista "Martín", etc.) y los 80 de la aparición de los "7 ensayos" de José Carlos Mariátegui. Y, cerrando el año, fue apoteósica la celebración de los 90 años de existencia del eminente filósofo y humanista Francisco Miró Quesada Cantuarias (condecorado con la Orden del Sol del Perú en grado de Gran Cruz, por el Presidente de la República); sumándose al homenaje a su Director General, "El Comercio" entregó una antología de sus escritos, preparada por Héctor López Martínez.
OBRAS COMPLETAS
Una figura central de la Generación del 50, el poeta, narrador y crítico Washington Delgado: "Obras completas" (U. de Lima), 4 tomos a cargo de Jorge Eslava. Se dio inicio a las "Obras esenciales" de Francisco Miró Quesada Cantuarias (U. Ricardo Palma), nuestro mayor filósofo. Y la U. Inca Garcilaso de la Vega continuó con el proyecto de entregar todas las obras del cronista que le da nombre, brindando esta vez la "Segunda Parte de los Comentarios Reales".
Tres de los libros más significativos y admirables de poesía en el 2008: "Los versos juntos, 1946-2008 / Poesía completa" (Sevilla, Sibila, Fundación BBVA) de Carlos Germán Belli, nuestro poeta vivo más importante, prologado por M. Vargas Llosa; "Poesía completa" (Madrid, Visor) de Rodolfo Hinostroza, voz protagónica de la Generación del 60; y "Poesía completa" (Pre-Textos y El Virrey) del poeta de la Generación del 70 José Watanabe.
NOVELA
Subrayemos la maestría de "La montaña roja" (San Marcos) de Luis Enrique Tord y un logro mayor en la ciencia-ficción con sátira socio-política, "999 palabras para el planeta Tierra" (HuaitaPuquio) de Enrique Congrains Martin. Cerca de ellas, un elenco descollante: "Diario de Santa María" (Alfaguara) del gran Edgardo Rivera Martínez, "La noche humana" (Copé) de Carlos Calderón Fajardo y "Como los verdaderos héroes" (Copé) de Percy Galindo, Premio Copé Internacional de Novela. Agreguemos los aciertos de "Hasta que me orinen los perros" (Planeta) de Fernando Ampuero, "La vida no es una tómbola" (U. San Marcos) de Siu Kam Wen, "El Jardín de los encantos" (Cultura Peruana) de Dimas Arrieta, "Machipharo" (U. Inca Garcilaso) de José Antonio Bravo y "Dos veces por semana" (Alfaguara) de Giovanna Pollarolo. La falta de espacio nos obliga a registrar escuetamente las obras publicadas por Abelardo Sánchez León, Teresa Ruiz Rosas, Iván Thays, Sergio Galarza, Jaime Bayly, Roberto Reátegui, Ernesto Ferrini y Francisco Ángeles.
En el rubro Novela Corta, sobresale una contribución mayúscula: "La iluminación de Katzuo Nakamatsu" (San Marcos) de Augusto Higa Oshiro. Cinco libros memorables: "El guachimán y otras historias" (Alfaguara) de Luis Nieto Degregori, "La tradición secreta de Ricardo Palma" (Peisa) de Luis Freire Sarria, "Huérfano de mujer" (Alfaguara) de Carlos Eduardo Zavaleta, "Diario del asombro" (Hanchaco) de Elvira Roca Rey y "Entre el cielo y el suelo" (Banco Central de Reserva y Alfaguara) de Lorenzo Helguero. Anotemos, además, los nombres de Jesús Egúsquiza y Mariano Vargas.
CUENTO
Todo un clásico contemporáneo: "Cuentos del Ande y la neblina" (Punto de Lectura-Santillana) de Edgardo Rivera Martínez. Lo acompañan cuatro volúmenes de gran consistencia artística: "La horda primitiva" (Peisa) de Pilar Dughi, "Las tentaciones de don Antonio" (San Marcos) de Jorge Díaz Herrera, "Los espectros nacionales" (San Marcos) de José Güich Rodríguez y "Fiesta de promoción" (Estruendomudo), el debut narrativo del excelente poeta Lorenzo Helguero.
Otras colecciones a considerar: "Zorro, zorrito y otras narraciones cosmogónicas" (San Marcos) de José Luis Ayala, "Cruce de caminos" (Huánuco, El Albatros) de Samuel Cárdich, "Maldita sea" (Planeta) de Julie de Trazegnies, "5:37" (Madrid, Algaida) de José Luis Torres Vitolas, "Toque de queda" (Planeta) de Raúl Tola, "Crónica de amores furtivos" (San Marcos) de Sandro Bossio Suárez y "Herencia de familia" (Mesa Redonda) de Patricia Miró Quesada.
En el rubro antologías: "Matadoras: Nuevas narradoras peruanas" (Estruendomudo); "El autómata y otros relatos" (U. Católica) de Xavier Abril, selección de Jorge Valenzuela; "17 fantásticos cuentos peruanos" (Casatomada) de Gabriel Rimachi Sialer y Carlos M. Sotomayor; y la nueva edición, muy ampliada, de "La estirpe del ensueño: Narrativa peruana de orientación fantástica" (El Lamparero Alucinado) de Gonzalo Portals Zubiate.
POESIA
Ponderemos la excelencia de una amplia muestra de Oswaldo Chanove: "Las palabras no pueden expresar lo que yo experimenté entonces" (Álbum del Universo Bakterial). También agruparon sus textos Livio Gómez: "Alrededores" y Santiago Aguilar: "Tempestad de la nada". De otro lado, resaltemos "Estación reunida" y "Viajes imaginarios" de Javier Heraud, ediciones anotadas por Edgar O'Hara (Mesa Redonda).
Uno de los sucesos del año fue la segunda edición, ampliada, con prólogo y cartas de Roberto Bolaño, del magistral "Ave Soul" (Doble Príncipe) de Jorge Pimentel, de Hora Zero.
Poemarios notables: "Viviendo el tiempo" (Carpe Diem) de Yolanda Westphalen, "El Zoo a través del cristal" (Premio Copé de Oro) de Rocío Castro Morgado, "El hilo negro" (Borrador) de Carlos López Degregori y "Les Motiv" (Calcomanía) de Melissa Ghezzi.
Añadamos "Dante y Virgilio iban oscuros en la profunda noche" (U. San Martín) de Marco Martos, "Cantos de amor a la tierra" (San Marcos) de Krufú Orifús, "Labrada" (Hipocampo y Asalto al Cielo) de Róger Santiváñez, "Puerta de exilio" (Hipocampo) de Samuel Cárdich y "Los desmoronamientos sinfónicos" (Hipocampo) así como "Himnos" (Apolo Land) de Miguel Ildefonso. Limitémonos a consignar la calidad mostrada por Rafael Espinoza, Alida Castañeda Guerra, Bethoven Medina, Micaela Chirif, Segundo Cancino, Carlos Orellana, Cecilia Molina, Percy Ramírez, Julio del Valle, Rubén Quiroz, Lena Retamoso, Alessandra Tenorio y Alex Morillo.
INFANTIL
Aquí recomendemos lo editado por Rosa Cerna (Santillana), Isabel Córdova Rosas (SM), Jorge Díaz Herrera (San Marcos) y Jorge Eslava (Santillama), este último obsequió, también, una guía crítica: "Libro del capitán" (Taurus).
OTROS GENEROS
CREACION BREVISIMA: "Ars Brevis" (Mesa Redonda) de José Donayre H.
BIOGRAFIAS: tomo IV de "Grau" (Congreso) de Guillermo Thorndike y "Ultraligera memoria / Lecciones de vuelo de Gastón Garreaud" (Estuendomudo) de Enrique Planas.
PERIODISMO: la edición ampliada de "Cambio de palabras" (Iquitos, Tierra Nueva) de César Hildebrandt, el tomo 2 de "Rajes del oficio" (Planeta) de Pedro Salinas, "Animales literarios" (Aguilar) de Alonso Rabí, "Charlas con Soledad" (Pilpinta) de Jorge Salazar, "Sábados en familia" (San Marcos) de Guillermo Giacosa, "Traducciones peruanas" (Norma) de Gustavo Rodríguez, "Sexografías" (Planeta) de Gabriela Wiener y "Estúpidos, rufianes e iluminados" (San Marcos) de Carlos Bejarano.
LOS DESTACADOS
Premio: Primera convocatoria al Premio Internacional de Novela que organiza el diario "El Comercio".
Exposición: Mario Vargas Llosa: la libertad y la vida (U. Católica).
Edición esperada: Por primera vez, la "Poesía completa" (Sevilla, Sibila-BBVA) de Carlos Germán Belli.
Fusión Novela-Poema: "Bombardero" de César Gutiérrez.
Revelación poética: Melissa Ghezzi.
Revelación narrativa: Lorenzo Helguero.
Fuente: elcomercio.com.pe
sábado, 27 de diciembre de 2008
CUENTO DE FERNANDO IWASAKI CAUTI
Fernando me envía un cuento para la antología de escritores peruanos contemporáneos. Como siempre hay que enlazarse al blog. Por lo pronto, las gracias de este escribidor y los invito a leerlo.
«En España escribí dos libros. Uno era una colección de ensayos que había titulado, ahora me pregunto por qué, Los naipes del tahúr. Eran ensayos literarios y políticos... Al no encontrar editor, destruí el manuscrito tan pronto regresé a Buenos Aires»
ABELARDO LINARES arrellanó su enteca humanidad frente a un ordenador donde parpadeaba fosforescente un mensaje turbador: «La flota invasora se acerca. Presione intro para destruir
La librería tenía una animación especial aquella noche, pues todos habíamos salido hechizados de la conferencia que Abelardo leyó en
Haga click aquí para seguir con el cuento en el blog Escritores Peruanos Contemporáneos
El Sapo TV y el Fem TV
Una más sobre la inmigración
Nunca pasa nada
Sobre Harold Pinter
martes, 23 de diciembre de 2008
CUENTO DE ENRIQUE VÁSQUEZ VALLADARES
Fue por eso que estaba allí. De otra manera nunca hubiera sucedido. Sin embargo, ahora, frente a esas mujeres de escandalosos labios humedecidos por alcohol barato, cubiertos de ese acre olor a tabaco, no estoy seguro de poder seguir con esto. ¿Que nunca debí venir? Quizás, es probable. Sin embargo estoy aquí, enfrentado a mis debilidades, disfrutando mi miseria, y es entonces cuando me siento apabullado, humillado, insignificante ante una realidad que me aplasta, me enmudece y me atrapa. Y todo por culpa de Muriel. Si no hubiese sido por ella, su estúpido interés en casarse, en verse a mi lado, de blanco, entrando a una iglesia, quizás ahora en vez de estar acá, estaría a su lado, tomando una cerveza en alguna taberna barranquina o mejor aún en algún hotelito de esos en los que solíamos esperar las primeras horas de un domingo, reposando aquellas copas de vino que habían encendido nuestras pasiones y encandilado nuestras miradas. Pero la realidad es sólida y fría como un hielo. Estoy aquí, sintiéndome un tonto irremediable, por culpa de esa estúpida pelea con Muriel, por culpa de esa vida al lado de Muriel, por culpa de esa boda con Muriel. Sí, porque aunque para muchos resultara una sorpresa (para mí también lo fue), una tarde de febrero, caliente y sudorosa, en la iglesia de Fátima, frente a un puñado de incrédulos invitados y vestido con aquel terno que aún llevaba la etiqueta de la lavandería, me casé con esa muchacha, con Muriel.
lunes, 22 de diciembre de 2008
Los músicos ambulantes Yuyachkani
Había una vez un burro que trabajaba en una granja.
Cuando el burro se hizo viejo, su amo decidió llevarlo al matadero. Pero el burro descubrió sus planes y escapó de la granja.
-¡Qué injusticia! He gastado toda mi vida y mis fuerzas al servicio del amo... ¡y mira cómo me lo agradece! -murmuraba el burro.
Entonces, pensó ir a la ciudad de Bremen para hacerse músico de la banda municipal.
Por el camino encontró a un perro de caza y le preguntó:
-Amigo, ¿por qué corres con la lengua fuera?
-Porque soy viejo y mi amo quiere matarme...
El burro escuchó todas las desgracias del perro y dijo:
-Compañero, vente conmigo a Bremen y nos haremos músicos de la banda municipal. Yo tocaré la guitarra y tú el tambor.
Al cabo de un rato, el burro y el perro se encontraron con un gato.
-Compañero, ¿por qué estás triste? -le preguntaron.
-Como ya soy viejo, mi ama quería ahogarme. Por eso he escapado y ahora no sé cómo voy a ganarme la vida...
-No te preocupes -le dijeron-; tu historia es igual que la nuestra. Ven con nosotros, nos haremos músicos.
Un poco más adelante, el burro, el perro y el gato oyeron a un gallo que cantaba, parecía que se iba a romper la garganta.
El gallo les dijo:
-¡Qué injusticia! Toda la vida he trabajado de despertador y mañana piensan echarme a la sopa... Ahora, canto hasta desgañitarme mientras puedo.
Entonces, el burro le dijo:
-¿No tienes cerebro debajo de esa cresta? Vente con nosotros a Bremen. Vamos a ser músicos de la banda municipal.
Pero la ciudad de Bremen estaba lejos y la noche se les echó encima a medio camino. Los cuatro músicos decidieron pasar la noche junto a un árbol grueso.
El burro y el perro se quedaron bajo el árbol, el gato trepó a una rama y el gallo se encaramó a la rama más alta.
Desde aquella altura, el gallo gritó:
-¡Se ve una luz a lo lejos...!
-Vamos allá, compañeros -dijo el burro-; seguro que es mejor posada que ésta.
Cuando llegaron a la casa, el burro se asomó a una ventana y dijo:
-Hay un grupo de bandidos sentados a la mesa. Tienen preparada una cena fastuosa.
Los animales, después de alguna discusión, prepararon un plan para echar a los bandidos.
El burro apoyó las patas delanteras en la ventana; el perro se puso encima del burro; el gato se encaramó sobre el perro y el gallo, sobre la cabeza del gato.
A una señal, todos comenzaron su música: el burro rebuznaba, el perro ladraba, el gato maullaba y el gallo cantaba. Y, a una señal, todos se echaron sobre la ventana. El cristal se rompió en mil pedazos y los bandidos gritaron asustados:
-¡Fantasmas! ¡La casa está embrujada!
Y todos huyeron aterrorizados al bosque.
Entonces, los cuatro músicos de Bremen se sentaron a la mesa y dieron buena cuenta de todos los alimentos. Cuando terminaron de cenar, apagaron la luz y se acostaron.
Cuando los bandidos se tranquilizaron, el capitán mandó a uno que fuera a la casa para espiar.
El bandido entró sin hacer ruido; al fondo de la habitación brillaban los ojos del gato. El bandido pensó que era fuego y acercó una cerilla para encender una vela.
Entonces, el gato se lanzó sobre él y le arañó la cara; en su huida tropezó con el perro y éste le mordió en una pierna; finalmente, el burro le atizó una coz tremenda.
Cuando escapaba aterrorizado oyó cantar al gallo:
-¡Quiquiriqui!
El ladrón volvió junto a sus compañeros y les dijo:
-En la casa hay una bruja horrible. Nada más entrar me arañó la cara. Luego, me agarró la pierna con unas tenazas y un mostruo negro y peludo me golpeó con una porra. Cuando escapaba, un fantasma gritó: «¡Traédmelo aquí!»
A partir de aquel día, los bandidos no se atrevieron a volver a la casa y los cuatro músicos de Bremen se quedaron en ella para siempre.
Montazer al-Zaidi y la dignidad
Para hablar de referentes, es decir el conocimiento del mundo que nos hace entender con mayor profundidad los actos comunicativos del presente, Ramiro Escobar nos presenta una serie de hechos relacionados con el zapato.
CUENTO DE PEDRO CASTILLEJO
Entonces, te llegó de pronto aquella sensación repugnante y única apoderándose de ti. Ese sudor maloliente impregnándose como una fiebre aftosa que se adhiere a todo; como un ave de rapiña que se presenta a devorarte la vida cuando ésta se asemeja más a la carroña. Tus fracasos son la carroña, que de tanto repetirse se han hecho tú mismo. En el fondo, intuías que era inevitable esa aparición asquerosa, porque jamás te habías sentido tan mal. Hoy, no tenías ímpetu ni siquiera para preguntarte por el misterio que su existencia contenía, el porqué ese olor en especial, o el porqué te había elegido justo a ti. Tan sólo alcanzas a recordar que siempre te impulsa hacia la muerte, contestando tus preguntas más íntimas con respuestas, que aparecen y se congregan alrededor del vacío al que has convenido en llamar "tu vida", para que termines concluyendo que debes eliminarla, porque lo que no vale no existe -te repites, casi saboreando la frase.
Antes, pudiste vencer a ese sudor infecto tiñendo tus derrotas, porque tenías algunas ilusiones en la vida que te daban fuerzas para defenderla, pero hoy -temprano- el editor y las risas burlonas las han sepultado definitivamente, dejándote vulnerable y perdido. Sentiste, entonces, ese escozor húmedo revoloteando, caliente, desde la boca del estómago, subiendo arbitrariamente hacia tu cabeza, donde el suicidio sería el resultado final y contundente. Porque estabas seguro: esta vez no tenías atenuantes, el fracaso te había acaparado.
Sin embargo, y como nunca antes, esa humedad extraña duró poco y, por el contrario, pareció concederte la salida a toda esa secuencia de frustración en la que habías sobrevivido, a esa inacabable cadena de deméritos y vacío. Y te alegraste, aún cuando -como otras veces- el sabor a moho te quedó indeleble en la lengua. Recién, luego de unos momentos percibiste aquella luminosa y nueva convicción, aquel bochorno acuoso te había entregado la llave para escapar de toda tu mediocridad: estabas a punto de escribir la gran obra de tu vida. Por fin, veías la luz al final del túnel: el éxito.
Con la respiración aún acelerada, no alcanzaste a alegrarte, ni te preguntaste por la excepcionalidad del hecho y, sin que te alcanzara el tiempo para cuestionar absolutamente nada, corriste lo más rápido que tu vejez permitía, tomaste un lápiz, un cuaderno y regresaste a la vieja sala, sentándote frente a la pequeña mesita de centro que atrajiste hacia ti, para emprender la escritura. Como siempre, olvidaste cerrar la puerta que daba a la calle y permitía el ingreso de ese hilillo de aire tan molesto al inicio, y totalmente olvidado ante tu ahora absorbente dedicación.
Tomaste un lápiz entre las manos y te acomodaste sobre el mullido mueble. La sensación de placidez te recordó las inesperadas visitas de Carlos, ese entrañable amigo al que le agradaba tanto sentarse en el sillón que habías elegido y que daba la espalda a la puerta.
Hubieras podido cuestionar el hecho, pero lo cierto es que con el lápiz en la mano, sentiste que todo era como escribir un comienzo de cuento ya escrito en tu mente. No bosquejaste demasiado al personaje, al ambiente, ni escogiste un tono, así como tampoco a ningún otro elemento. Simplemente empezaste a escribir.
"Allí está él -Borges se llama- viejo, terco y solitario. Su magra figura se perfila frente a la tenue luz de un candil, que en la esquina de la pequeña habitación refulge torpe y ambicioso. Su rostro seco rechaza ese haz de luz que sin éxito se esfuerza por alcanzar la profundidad de sus arrugas, ahogadas para siempre en una oscuridad sin tiempo. Bajo la luz del candil y sobre la vieja mesa, unos polvosos cerros de papel son la animografía del fracaso, de las tantas horas de creación perdidas. Borges los contempla y ríe sin ganas "todo ese fracaso quedó atrás, hoy siento que haré el mejor cuento que nunca antes se haya escrito".
Sumido en un esfuerzo total Borges, se dispone a resolver los destinos de un cuento, a construir su delirio de papel. En la penumbra, las ideas se arremolinan; sin saber exactamente como, su talento empieza a dibujar los perfiles de un rostro: había nacido Ramón Arenas. Lo gestó y lo hizo materializarse en la calle Maldonado, respirar hondo y emprender viaje. Tenía ojos sanguinolentos, un cuerpo descomunal y una recurrente cualidad maldita. El mismo Borges sonrió fascinado por su obra.
Ramón Arenas apenas hizo un gesto antes de caminar sinceramente familiar por esas calles recién inventadas para él. Luego avanzó, sin jadear, con el rumor del sol en sus enormes espaldas. Ni siquiera el ruido asfixiante del tráfico a su alrededor lo hizo dudar. Creado perfecto, sin fallas, tenía una clara intensión programada: interceptar el cortejo fúnebre del embajador noruego, justo cuando éste atraviese la calle Anteras, en el Barrio reputado como "de los intelectuales", San Alfonso de Parné. Al tenerlo cerca, ubicar a la esposa del embajador y asesinarla para que una ofensa que no lograba recordar, pero de cuya existencia estaba extrañamente seguro, quedara saldada. Después, huir sin rumbo fijo.
Caminó sigiloso hacia el centro de la ciudad, esquivó a unos policías que venían en sentido contrario, haciendo uso de un raro instinto que no nacía de la experiencia, pues prácticamente no tenía pasado. Subió a un ómnibus, con el que atravesó la ciudad entera. Cuando debió pagar el viaje, la yugular siempre a punto de estallar y su agresiva sonrisa -repleta de dientes podridos- pareció atemorizar al cobrador; bajando sin problema alguno, sin siquiera una llamada de atención. Estaba en un barrio pobre, cerca de un gran mercado. Se internó por un angosto callejón y tocó una destartalada puerta. El rostro vago de un conocido de nunca lo invitó a pasar. Minutos más tarde salió con un pequeño pero pesado bulto en la mano derecha, envuelto en un sobre de manila. Entonces, Ramón Arenas volvió a emprender viaje, a cumplir sus cadenas de papel.
Anduvo mucho tiempo por las calles de una gran avenida, saturado por los colores que debía reconocer a pesar de su novedad. El bulto en la mano aumentaba su peso conforme pasaba el tiempo. Cuando se descubrió en la esquina correcta, pensó en la mujer del embajador y en algo más. A Borges se le generó allí la primera incógnita; pero pretendiendo no perder la concertación, continuó, se acomodó mejor en el mueble y acercó el candil para ver mejor y seguir escribiendo.
Ramón Arenas hizo una horrible mueca, dio media vuelta y empezó a caminar hacia el Este. Borges esta vez no pudo pasar por alto aquella reiterada desobediencia; antes quiso que pensara en la mujer del embajador pero no en ese "algo más", así como tampoco que diera media vuelta y abandonara el lugar donde debía ejecutar el asesinato. Entonces, detuvo la escritura y volvió a emprenderla recién cuando acudieron en auxilio de su desconcierto las palabras de su difunto profesor de literatura: "En las obras de arte, en las verdaderas, el autor es excedido y reducido al rol de un simple moderador". Con el sonido de ese recuerdo reemprendió el escrito, aún más emocionado que antes.
Las baldosas de la acera pasaban bajo los pies de Ramón Arenas rápidamente. A pesar de su voluminoso cuerpo, casi no hacía ruido al pisar, y eso aparentemente lo complacía mucho. Cambió de dirección múltiples veces, como si intentara despistar a alguien. El papel que envolvía el bulto estaba ya humedecido y los contornos del revolver empezaban a notarse; no obstante, la noche y la repugnancia que trasuntaba impedían que los transeúntes le fijaran la mirada. Vuelta a la derecha, dos cuadras de frente, una a la izquierda. En un instante macabro, Borges contempló caer su pluma, como en cámara lenta, golpeando contra el piso como un bombo destemplado. Pensó que lo peor de todo había sido esa última mueca retorcida, con ello lo supo todo, Borges ya no tenía duda. Por fin había reconocido en qué sitio se hallaba Ramón Arenas; Borges supo que inexplicablemente estaba a sólo a unas cuadras de su casa. Lo atacaron infinidad de sentimientos, miedo, curiosidad "¿Será posible?"; racionalidad, frialdad, "las creaciones siempre pueden ser dominadas; y en última instancia destruidas, si, eso, destruidas".
Una intriga absoluta se construyó en sus ojos sumamente viejos, que se preguntaban mil cosas. Su mano temblorosa recogió la pluma y agitándola violentamente, le reprochó el infinito de miedos que lo monopolizaban. "Oiga Borges, le dije que su trabajo es en la página "provincias", que jamás va a ser usted un intelectual, que sus escritos sobre arte no le interesan a nadie, que no tiene talento, creatividad...¨No esperará que el periódico diga que es usted literato, ¿no es cierto?".
Nunca, nunca más, se dijo. Sus ojos profundamente viejos capturaron todo el resentimiento de años y Borges reemprendió su obra, queriendo retomar el mando y demostrarse muchas, muchas cosas. Ya no le importaba que esa última mueca le revelara que su creación venía a matarlo, sabía que hoy era capaz de dominarla y de no permitirle más insubordinación. Borges fijó su vista en el papel, sus ojos se llenaron de empuje y lo decidieron a guerrear contra ese monstruoso personaje que deseaba matarlo. Así, volvió a estampar palabras en la cuartilla. Le ordenó que regresara, que tirara el revolver, que se detuviera, que sonriera bondadoso. No consiguió nada. Por primera vez sintió realmente pánico; era como si ya no pudiese romper la dinámica de su propio cuento, como si de alguna forma éste empezara a escribir su propia muerte. Si continuaba sometía su vida a una macabra curiosidad, a su enfermizo deseo de venganza social. Borges lo sometió todo y se aferró a un nuevo intento. Asentó la pluma hasta casi romper el papel, apretó los dientes haciéndolos crujir agudamente, llevó su obsesión hasta límites oscuros, que de improviso terminaron por relajarse. De pronto dejó de luchar, tiró su cuerpo apenas hacia atrás, y con un aparente toque de resignación permitió a Ramón Arenas llegar hasta la puerta de su casa, subir las escaleras lenta, largamente, situarse frente a su encorvada espalda y encañonarlo directo a la nuca. En ese preciso instante, Borges con mucha calma deja la pluma sobre la mesa y empieza a reír, pensando que nunca más sería un fracasado y que no se prestaría a perpetrar su propia muerte.
La escena se te reproduce espiritual y gélida. Tu final también era otro, patético, un Borges dejándose matar por sus complejos y sus traumas. Pero Borges no quería escribirlo, no quería plasmar sus últimas palabras mortuorias. Quisiste consolarte pensando que el mal momento frente al editor en la mañana y el esfuerzo de escribir la novela, te había resultado agotador; que te había apresado en una cárcel en donde los barrotes horizontales son tus fantasías y los verticales, el cansancio. Casi no entendías lo que pasaba. Y te esforzaste, quisiste ir contra el instinto de conservación y conseguiste que Borges viviera nuevamente, "casi lo logro", te dijiste, y él toma la pluma otra vez, la atenaza entre sus dedos, apunta sobre la última línea, va a escribir, con la mano izquierda cubre la hoja, tú no ves, no te lo permite, "¿que‚ hace?", escribe y no sabes qué, quedas curioso y aterrado... exhausto, pero tú tampoco te detienes.
Los ojos antes tercos de Borges aparecen ahora burlones. Y tú: piensas en tantas cosas. Borges siente unos pasos alejándose, el ruido de la puerta a sus espaldas, y vuelve a sonreír sin que puedas evitarlo. Piensas otra vez en tantas cosas. Borges ríe por última vez. Luego, sientes que el hilillo de aire a tus espaldas se hace inmenso, porque tu puerta ha sido abierta, estás casi seguro de eso. Tienes miedo. Ves una sombra humana proyectándose enorme sobre los polvosos cerros de papel en tu mesita. El miedo aumenta, el sabor a moho toma tu garganta; aún así te decides y volteas.
Finalmente, publicaron tu novela acompañada de la siguiente nota del editor:
“Los escritos de la obra que tenemos el gusto de entregar a usted en esta oportunidad, señor lector, fueron hallados por Carlos Bustamante, entrañable amigo del autor, en circunstancias que hacen más apasionante su lectura.
A continuación reproducimos una nota periodística que ilustra de alguna manera la muerte de tan hábil literato:
"El cadáver del oscuro escritor Pedro Saldaña, de 65 años de edad, presenta una herida de bala en la espalda. Se le encontró de cúbito sobre una pequeña mesa, cubriendo con sus manos y su cabeza algunas cuartillas de papel manuscritas y en desorden; presumiblemente a causa del violento impacto provocado por el proyectil.
Se desconoce aún la identidad del asesino.
Un hecho que ha intrigado mucho a los investigadores de la división de homicidios, es la maloliente humedad impregnada sobre el cadáver y las hojas manuscritas halladas en el lugar. Las autoridades especulan que el occiso habría sufrido de una extraña enfermedad causante de ese aparente y profuso sudor febril.