Al día siguiente le comenté a mi mamá sobre aquel show de novias que ofrecía la Plaza de Armas los fines de semana. Bueno a esto tengo que agregar, que por ser yo su única hija, mi mamá viene planeando mi boda desde hace años. Aunque debido a mi reciente ruptura, imaginé que ella postergaría sus preparativos, por un tiempo al menos. “Me gustaría ir”, me dijo “así podremos ver que fotógrafo es mejor”. Aparentemente mi ruptura no había afectado en lo absoluto sus planes.
viernes, 30 de octubre de 2009
De amores, de novias y de tradiciones
Al día siguiente le comenté a mi mamá sobre aquel show de novias que ofrecía la Plaza de Armas los fines de semana. Bueno a esto tengo que agregar, que por ser yo su única hija, mi mamá viene planeando mi boda desde hace años. Aunque debido a mi reciente ruptura, imaginé que ella postergaría sus preparativos, por un tiempo al menos. “Me gustaría ir”, me dijo “así podremos ver que fotógrafo es mejor”. Aparentemente mi ruptura no había afectado en lo absoluto sus planes.
miércoles, 28 de octubre de 2009
Mejor película de terror
¿Cuál es la mejor película de terror de todos los tiempos? Una difícil pregunta para la que cada cual tendrá su propia respuesta. Pero la palma, según una encuesta realizada por el portal Totalscifionline.com entre sus usuarios, se la lleva «El resplandor», la cinta de Stanley Kubrick basada en la novela homónima de Stephen King.
1. «El resplandor» (Stanley Kubrick, 1980)
2. «La semilla del diablo» (Roman Polanski, 1968)
3. «The Wicker Man» (Robin Hardy, 1973)
4. «La novia de Frankenstein» (James Wahle, 1935)
5. «Psicosis» (Alfred Hitchcock, 1960)
6. «Alien» (Ridley Scott, 1979)
7. «La noche de los muertos vivientes» (George A. Romero, 1968)
8. «La matanza de Texas» (Tobe Hooper, 1974)
9. «La noche de Halloween» (John Carpenter, 1978)
10. «Tiburón» (Steven Spielberg, 1977)
...
martes, 27 de octubre de 2009
SOBRE EL MECENAZGO CULTURAL
lunes, 26 de octubre de 2009
Crónica de una corredor aficionado
De todas maneras, era un hecho que este año yo iba a participar en la maratón de Radio Programas como lo venía haciendo desde hacía varios años. Si había participado incluso en mis momentos más difíciles, cuando el ánimo se me empolvaba bajo el felpudo de una habitación de penitente, no iba a abandonar la tradición precisamente ahora. Lo de malo estaba en la poca preparación que había tenido en las semanas previas. El trabajo – que de retos deportivos no entiende – había consumido todas mis horas posibles. Así es que el domingo de marras me encontró flojo y entumecido. Aun así, a las ocho de la mañana yo estaba merodeando por el Paseo de los Héroes con mucho linimento en los muslos y las pantorrillas, y tratando de desentumetecer las músculos con la mayor dignidad.
La leyenda cuenta que cuando los Persas llegaron a las cercanías de Atenas en plan de guerra, se regó la amenaza de que – si estos ganaban la batalla – iban a violar a las mujeres griegas e iban a asesinar a todos los niños. Entonces, para evitar semejante humillación, los griegos habían acordado que, de suceder esto, las mujeres iban a matar a sus propios hijos antes de suicidarse en masa. No obstante, la valentía de los atenienses hizo retroceder a los persas, pero en un tiempo mayor del convenido con las mujeres que esperaban en Atenas. Por eso el general Milciades tuvo que enviar a Filípides a toda carrera para que recorra los cuarenta kilómetros que los separaban de la ciudad y así evitar una mayor catástrofe que la misma guerra. Lo cierto es que hay otras leyendas. Por ejemplo que la corrida de Filípides fue para pedir ayuda a los espartanos, quienes se negaron por estar de feriado o algo así. Nada es seguro con las leyendas. Pero me parece que correr para salvar a las bellas griegas del suicidio es una mejor explicación para semejante carrera.
En un bolso tipo canguro guardé el teléfono, las llaves del auto y la toallita que Elena (de Lima) me había obsequiado. Cuando se dio la partida, había empezado a caer una menuda lluvia y el monumento de Grau parecía un gigante entumecido por la humedad de Lima. Un caudal de camisetas amarillas comenzó a fluir desde Palacio de Justicia para entrar rápidamente a la Vía Expresa. De pronto, yo ya era parte de la corriente. Una sensación de colectividad que ya quisieran analizar los que reclaman por un espacio para la individualidad. Correr sin perseguir a nadie. Tal vez había que darle más crédito a las palabras de Pedro Castillejo.
La primera maratón de estos tiempos la ganó el griego Spiridon Loues en 1896, en el mismo estadio de Atenas. Pidió como premio un burro, una carreta y que liberaran a su hermano que estaba preso por una pelea doméstica. Por supuesto que le concedieron su petición y lo griegos siguen recordándolo con mucho orgullo. Aunque, valgan verdades, él solo recorrió 40 kilómetros. Los 42.195 fueron el resultado de la exquisitez de la realeza británica que en 1908 obligó a que se agregaran los dos kilómetros y pico para que la carrera llegara hasta el Palacio y pudiera ser vista desde allí, por la nobleza, sin ser molestados por la lluvia que había comenzado a caer sobre Londres desde el comienzo de los tiempos.
En el kilómetro cinco, corría yo por Jesús María, justo en la avenida Cuba en cruce con Arequipa. La camiseta totalmente mojada, el cangurito que había comenzado a pesar extrañamente más de lo acostumbrado, y una ampollita en el empeine izquierdo que se iba transformando en una gran molestia. ¿Cómo se me había ocurrido tamaña idea de correr en semejante estado de dejadez? ¿Y si abandonaba? ¿Si me escabullía por Almirante Guise? Y no paraba hasta el garaje en donde había dejado el auto. Algo así como el norteamericano Fred Lorz quien, en los Juegos Olimpicos Saint Louis 1904, después de haber recorrido casi diecisiete kilómetros, se subió a un auto que lo acercó hasta muy pocos kilómetros de la meta. Por supuesto que lo pillaron, le quitaron todo honor y pasó a la historia como el gran tramposo de la maratón. Bueno. Tampoco era para asustarme. Después de todo, en estos tiempos, la buena o mala memoria era solo cuestión de coyuntura. Sino que lo diga el presidente García.
Como quien no se da cuenta, de pronto, ya estaba en el kilómetro ocho. Delante de mí aparecieron dos guapas rubias que desentonaban bastante entre la pelotón de cetrinos que habíamos coincidido. O sea que Dios nos había criado y nosotros nos habíamos apelotonado ordenadamente por tamaño y color. Salvo las rubias que avanzaban levantando ánimos. Para cuando llegué al kilómetro catorce, el olor del mar refrescaba la mañana porque ya estábamos por Miraflores cerca de la costanera. Sentía unos agujazos en las pantorrillas y que las articulaciones de las piernas crujían lastimeramente. Recogí al vuelo las bolsitas de agua que ofrecían cada cierto tiempo. ¿Cuándo terminaría la subida de Miraflores? Sabía que en algún momento había que girar hacía la izquierda para llegar otra vez hacia la Via Expresa. De allí todo sería una recta hasta el Palacio de Justicia en el Centro de Lima. Pero ¿Cuándo? ¿Iba a abandonar?
jueves, 22 de octubre de 2009
El Escribidor explica su ausencia
sábado, 17 de octubre de 2009
Herta Müller estuvo en Perú
miércoles, 14 de octubre de 2009
Herta Müller critica a la Feria de Fráncfort
Müller dijo que durante mucho tiempo pocos registraron el terror que emanaba de los regímenes comunistas -a los que ella misma se vio sometida en Rumanía- y que ahora sigue habiendo demasiadas dictaduras en el mundo que muchos prefieren ignorar.
"Piensen en China, que ahora es invitada de honor de la Feria del Libro. Piensen en el artista Ai Weiwei, que recibió una paliza brutal de la policía del régimen. Es triste que eso se acepte, se relativice y se busquen compromisos que hagan presentable a China", dijo Müller.
miércoles, 7 de octubre de 2009
A propósito de libros de papel y libros electrónicos
LOS PERIÓDICOS QUE NO ENVEJECEN
Y si ya no leeremos los periódicos y los libros de papel, debemos entonces advertir que se trata también de un cambio en los conceptos filosóficos, que tiene que ver con la materia misma, que se gasta, envejece y desaparece, o se recicla, y con el sentido que tiene la palabra copia, nuestra copia del diario, nuestra copia del libro, que nos pertenece y pertenece a nuestra biblioteca. Se trata de un periódico y de un libro que pueden apagarse, y lo que tenemos en la mano es un receptor flexible conectado de manera inalámbrica a un gran cerebro distante.
martes, 6 de octubre de 2009
GRACIAS, MERCEDES SOSA
Aun cuando coloco tarde este post, me auno a todos los que lamentan el fallecimiento de Mercedes Sosa. Encuentro en el blog de mi apreciada amiga, Martha Isarra, unas conmovidas líneas sobre la cantautora así como una breve reflexión sobre una época en donde la poesía y la música parecieron haberse fundido con el quehacer político y social. Una época en donde la más tierna utopía de la igualdad social pareció, brevemente, posible. ¡Cuánto ha cambiado todo! ¡Descanse en paz, Mercedes Sosa!
EMPEZANDO A EXTRAÑAR A MERCEDES SOSA
Cantante es el que puede y cantor es aquel que canta por que debe hacerlo. En esta ya clásica distinción de Facundo Cabral hallamos la razón de Mercedes Sosa por autodenominarse “Cantora”. El pueblo argentino la llamó “La negra” y hubo una generación que coreó sus canciones como verdaderas banderas de inflamadas utopías colectivas. Su voz era muy de tierra, humana y rotunda. Su estilo limpio de poses y artilugios. Acaba de fallecer y ya la extrañamos a cántaros. Parte de ese extrañar tiene que ver con la despedida del mundo que conocimos cuando fuimos jóvenes. Cómo van partiendo nuestros amigos, desapareciendo nuestros modestos cafecitos de tertulia universitaria, cómo se van nuestros referentes culturales y esa forma obstinadamente ingenua de creer que la paz y la equidad llegarán a ser aspiraciones universales. Cuando muere alguien como Mercedes Sosa, uno extraña el canto subjetivo en las pequeñas declinaciones cotidianas. Cómo no ponerse triste por todo eso. Cómo dejar de hacerlo.
Por otro lado, Miguel Sánchez Flores, en el diarioPerú 21 escribe:
Para nosotros los latinoamericanos Mercedes Sosa es una parada obligatoria, parte de nuestra historia (triste y feliz). El imaginario ha adjudicado canciones enormes a La Negra. Por ejemplo, Gracias a la vida, canto que seguro hoy se reproduce a mil, es una composición original de la chilena Violeta Parra. Nosotros, sin embargo, se la hemos regalado. Seguramente, la figura de Mercedes Sosa, enfundada en sus enormes ponchos y sobretodo su enorme corazón seguirán latiendo y sobre todo cantando, cantando al sol como la cigarra, como único consuelo para nosotros.
El video, obviamente, recogido de You Tube