Con La viajera
del viento, Editorial Planeta
(2016), el escritor Alonso Cueto ha anunciado que cierra su ciclo de novelas sobre la violencia interna que sufrió el Perú
entre los años ochenta y noventa. Quienes hayan leído tanto La hora azul como La pasajera encontrarán que esta novela, La viajera del viento, no solo cierra la trilogía sobre la
violencia con una historia que se complementa apropiadamente con las anteriores,
sino que también plantea un tema impostergable
sobre esa difícil etapa que nos tocó vivir y cuyos efectos aún nos siguen
lastimando. El espinoso y difícil paso llamado redención.
Esta propuesta se infiere de la lectura de la novela, pero también aparece con
todas sus letras en la contratapa, en las últimas líneas.
Ciertamente, no basta con señalar a los responsables que
llevaron a los peruanos a esa etapa de violencia y salvajismo extremos, tampoco
es suficiente con explicar las
circunstancias que ocasionaron esa explosión social. Los coletazos de ese estremecedor conflicto aún siguen alcanzándonos.
Parte de la trama de esta trilogía narrativa es señalarnos que, entre nosotros,
hay muchos conciudadanos que todavía sufren los efectos de toda esa tragedia. Es pues
imprescindible dar un paso – complicado eso
sí - , pero definitivo hacia la
reconciliación que debería ir de la mano de un proceso, aún más complicado, llamado redención. Por supuesto que este es un
asunto que no le compete directamente a
un novelista cuya base de trabajo es la ficcionalidad, sin embargo, se aprecia
mucho que haya escritores como Alonso Cueto – y muchos más indudablemente – que
asuman este reto de plantear, a través de la literatura, aquellos pasos que se
deben dar necesariamente para restañar las heridas que aún no han cicatrizado.
En la trama de La viajera del viento, hay un personaje
llamado Ángel que vive de mala gana. Trabaja como vendedor en una
tienda de Surquillo, que prefiere la soledad a pesar de tener un hermano que lo
aprecia mucho. Se entretiene participando en peleas algo clandestinas en donde a
veces pierde y en otras ocasiones gana. Aunque
todo parece indicar que es más bien un acto de expiación por algún pecado que lo agobia silenciosamente. Un buen día, entra a
la tienda una mujer a la que había matado unos años antes, cuando era un soldado
destacado en la zona de conflicto contra los subversivos. Lo que le sorprende no es tanto verla viva
sino que ella no lo reconozca. A partir de ese encuentro se desata toda la historia
y se desembalsan todos los sentimientos
y remordimientos contenidos.
Reconozco que,
en un principio, creí encontrarle a la novela cierto parecido con el libro anterior,
La pasajera. Sin embargo, conforme la historia fue avanzando, comprendí que en esta
última novela de cierre, efectivamente, ya no solo se planteaba el difícil encuentro
con el pasado, sino el simbólico acto de reconciliación con la vida. Hay una nueva
muerte de por medio, una reclusión en la cárcel, y un acto, si se quiere, de redención en la
vida de Ángel y de Eliana. Aunque en el caso de ella, todo se infiere al final
de la novela en estupendo capitulo cargado de simbolismos que cierra con
eficiencia la trama.
Como la novela
es reciente, no me atrevo a contar más de ella para que cada lector llegue
su propio descubrimiento y a la valoración de la obra.
Sin embargo,
debo expresar que considero que Alonso Cueto, con esta última novela de la
trilogía mencionada, ha dejado constancia de cómo la literatura contribuye en la
definición de nuestra sociedad sin renunciar al hecho fundamental de una
obra literaria: contar una historia que te atrapa desde el comienzo hasta el fin, y que
luego te tiene por un largo rato pensando no solo en la historia sino en la
vida.
1 comentario:
hola profesor ,hace poco terminè de leer la hora azul y ahora estoy con ganas de leer "la pasajera del viento" que sin duda será estupenda ,gracias por el breve comentario .saludos de su ex alumna de san marcos f
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