Por supuesto que me aúno a todos
los que han demostrado su indignación en torno a los vergonzosos y recientes
hechos en donde la Justicia peruana ha vuelto a convertirse en cómplice del
delito cuando dictaminó la libertad de
quienes – para vergüenza del país -
habían cometido la ignominia de golpear hasta la barbarie a sus parejas. No puede haber tecnicismo que pueda
justificar estos hechos que, incluso,
habían sido grabados: las imágenes son irrefutables. Y si hubiera alguna
excusa legal, un resquicio tenebroso por donde viene supurando la purulencia del
legalismo, pues entonces ya es hora de eliminar esos recovecos vergonzosos. Por
eso mi solidaridad con toda la campaña denominada: # Ni una menos
Transcribo una nota que encontré
en el diario La República que resume lo sucedido y amplía el panorama de lo que
debería abarcar esta campaña, Aunque ya hay muchos artículos y documentos que vienen consolidando este movimiento,
aporto transcribiendo esta nota:
Si Lisbeth Salander (la protagonista de la saga Millenium) hubiera conocido a los miembros del tribunal penal colegiado de Ayacucho que pusieron en libertad al sujeto que, desnudo como sus intenciones, arrastró de los cabellos a Cindy Arlette Contreras en un hotel de Huamanga, probablemente los hubiera puesto primeritos en su lista de venganzas personales.Pero no, Los hombres que no amaban a las mujeres, la célebre novela de Steig Larson, no tiene un vergonzoso capítulo en el que unos jueces niegan con descaro una agresión que todo el mundo vio claramente en un video que ellos, sospechosamente, no han querido admitir como prueba.Ha sido justamente la decisión de estos jueces (María Pacheco Neyra, Nazario Turpo Coapaza y Edgar Sauñe de la Cruz) lo que ha desencadenado una reacción masiva de indignación y, de inmediato, la convocatoria de una marcha contra la violencia contra la mujer para el próximo trece de agosto.Pero la violencia contra la mujer reviste muchas formas, dese ese piropo callejero que nade ha pedido y que viola el derecho a la tranquilidad y el libre tránsito, hasta el feminicidio, pasando por el acoso sexual en el trabajo y las agresiones verbales dentro de las parejas.Sin embargo, la forma de violencia más vergonzosa está en nuestras propias cabezas, cuando, ante cualquier agresión a una mujer, preguntamos qué ropa usaba, si provocó o no al agresor o si se expuso.Lo subrayado es personal
Es hora ya de que dejemos de culpar a la víctima. Si tanto nos llenamos la boca con el anhelo de consolidarnos como un país civilizado pues empecemos de una vez erradicando – entre otros lastres – ideas absurdas como esta.
Seguro que va a ser difícil asumir que el camino a la libertad plena implica también la obligación de superar nuestras torpezas.
Más allá de lo que se pueda
argumentar con el fin de moderar los ánimos que se han encendido en torno a la
violencia contra la mujer, estas son las cifras contundentes que nos indican la
gravedad del tema:
- Cada mes de 2016, más de 4 mil niñas y adultas fueron violentadas con golpes, acoso, abuso o daños psicológicos.
- Entre enero y julio de este año se han registrado 32, 588 casos a nivel nacional.
- Se calcula que un 15% de las víctimas no quiso interponer la denuncia por consideraron que el daño era leve o porque, lamentablemente, daban por hecho que de nada les iba a servir.
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