Editorial Bizarro |
En
relación con las reediciones de libros,
alguna vez leí que tan importante como la publicación de novedades, también lo era
reedición de libros cuya validez necesitaba actualizarse en el referente
de los lectores. Y que esta preocupación incluía a las editoriales, librerías y a la crítica
en general.
Las reediciones – decía la nota - daban la posibilidad de redescubrir lo que el almanaque había dejado perdido en el camino de la constante actividad literaria, a pesar de la valía de la obra. Una reedición (con toda la movida literaria que implicaba) recuperaba una obra para colocarla en la mesa de novedades de manera que las nuevas generaciones tenían la oportunidad de reencontrarse con ella.
Las reediciones – decía la nota - daban la posibilidad de redescubrir lo que el almanaque había dejado perdido en el camino de la constante actividad literaria, a pesar de la valía de la obra. Una reedición (con toda la movida literaria que implicaba) recuperaba una obra para colocarla en la mesa de novedades de manera que las nuevas generaciones tenían la oportunidad de reencontrarse con ella.
Es en este sentido que me permito destacar la labor de Editorial Bizarro que ha tenido a bien reeditar la novela de Julio Ramón Ribeyro, Los geniecillos dominicales.
Tengo en mis
manos una pulcra edición enriquecida con un prólogo acucioso de Mario Vargas Llosa
y al que se le agregan – al final de la novela - varios comentarios valiosos de Sebastián
Salazar Bondy, Maynor Freyre, José Medina, Eleodoro Vargas Vicuña, Jorge
Coaguila, entre otros.
La llegada de esta reedición me motivó a releer esta contundente
novela y confirmar por qué fue galardonada con el Premio Expreso-Populibros en
1965. Confieso que por lo general – seguro como muchos admiradores de Ribeyro -
enlazo lo mejor del cuento peruano con
Ribeyro; sin embargo, luego de reencontrarme con la trama, los personajes y la
atmósfera de esta novela no me queda más que reconvenirme por la ligereza de la
memoria. Ribeyro es un referente inobjetable de un gran escritor en todos los
géneros que abordó.
La tarde en que
terminé de releer Los geniecillos dominicales, mientras caminaba por la ciudad
para despejarme un poco y de paso le
echaba una mirada a la gente que iba y venía por las siempre algo apagadas
calles de Lima no me hubiera sorprendido encontrarme con una actualización de
Ludo Totem, Pirulo, Cucho o Manolo, los personajes de la novela. Después de
todo, como ya se sabe, la historia y los
personajes de una buena novela suelen inmortalizarse en el universo de la
literatura. He allí la contundencia de un gran escritor.
Para quienes no hayan aún leído Los geniecillos dominicales esta es
una buena oportunidad para leerla; para los que ya la han leído, les
aseguro que vale la pena darse un tiempo para reencontrarse con el universo de
Ribeyro.