Hace unos días leí la reciente novela de Jennifer Thorndike, “Ella”.
He quedado sumamente impresionado, tanto por la historia en sí misma, como por
el tratamiento que la escritora le ha dado al lenguaje.
La novela “Ella” es la historia
de una infausta relación entre madre e hija. Una madre con dramáticos trastornos emocionales y una hija que termina prisionera
en esa enfermiza relación. Uno de los hilos conductores de esta aguda historia,
de intensos momentos, es la ansiedad de
la hija en espera de que la madre muera y ella pueda, por fin, ser libre para
decidir su destino. La espera se alarga por mucho tiempo. La madre muere a
los 94 años y la hija – con 60 años
cumplidos – ya no tiene cómo liberarse de esa dependencia que la alcanza, aun
después de la muerte de la madre.
La novela – que de paso mantiene el propósito de la autora de
narrar historias desde una perspectiva
femenina - logra ser muy eficiente, entre otras razones, por la atmósfera en la que se desenvuelve: efecto que se logra por un habilidoso manejo del lenguaje.
Tuve el privilegio de ser uno de los presentadores del primer libro
de cuentos de Jennifer Thorndike, “Cromosoma Z”. En aquella oportunidad, destaqué,
precisamente, la dimensión especial que alcanzaban aquellas historias narradas
desde una perspectiva femenina o de mujeres.
Pues bien, en esta novela aún se abordan las complejas relaciones de mujeres - esta
vez entre madre e hija –, pero ya con una prosa mucho más madura y con una gran
capacidad narrativa.
Desde este discreta zona, recomiendo la lectura de esta novela y
felicito a Jennifer por este nuevo paso en su – ya definitiva – carrera literaria.
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